lunes, 20 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXIX Humano

La puerta tenía una cerradura triple, escáner de huellas digitales, escáner de iris y código alfanumérico, sin embargo según posé mi primer dedo en el lector la pantalla se iluminó en verde y se abrió la puerta. La abrí con cautela. Era una sala muy grande repleta de todo tipo de máquinas y aparatos electrónicos que nunca había visto y que, por supuesto, ignoraba para qué servían. La iluminación era tenue si exceptuábamos una potente iluminación blanca que se orientaba a un punto en concreto del centro de la sala. Parecía un quirófano equipado con la última tecnología conocida. La luz era tan potente que deslumbraba e impedía ver que es lo que estaba iluminado. Como ser humano que soy me dejé llevar por la curiosidad y me acerqué a aquellas luces. Sobre una enorme mesa de metalplastic blanco se extendía un amasijo antropomorfo de biocircuitería y tejido semisintético conectado a montones de aparatos y ordenadores externos que en ese momento permanecían inactivos. Sin duda era el Ciberbog, me acerqué mas y puse mi mano en lo que fue la suya, se encendió una pantalla en la que apareció la imagen de la que había sido su cara, unos pequeños altavoces reverberaron y pude oir como me saludaba. “Tenemos poco tiempo y muchas cosas que contarnos”
Lo primero que me preguntó es si había vuelto a verla a lo que respondí con un nudo a la garganta un prácticamente inaudible si. Aquella imagen de su cara no podía cambiar de expresión pero de nuevo, de alguna extraña manera, noté su abatimiento. Sin tiempo para la pena me pidió que le contará lo que había sucedido desde la última vez que nos vimos y le fui narrando, agolpándome en ocasiones, como habían transcurrido esos días. El me detenía y me ayudaba a ordenar la narración, yo me saltaba algunos detalles que me parecían intrascendentes y él me hacía volver atrás para que se los contara. En algunos puntos me preguntaba si estaba seguro de lo que contaba y me mostraba en la pantalla imágenes de cámaras de sitios por los que había pasado, textos que yo mismo había leído… y me sorprendía ver como contradecían algunas cosas de las que estaba contando. Yo me sonrojaba y le decía que creía que había sucedido de otra manera, que no quería engañarlo. Me decía que lo sabía que así era la mente humana, vivíamos y recordábamos de manera subjetiva e inexacta, y que eso hacía de los humanos algo maravilloso, algo único y convertía a cada persona en un mundo en el que vivía un mundo diferente aunque fuera compartido. Recordé la última conversación escrita que mantuve con ella a través del vid, en mi cabeza la recordaba de una manera en concreta, recordaba muchas cosas sin embargo cuando cogí fuerzas para volver a leerla ví que la conversación no era como la recordaba, que tal vez quise decir unas cosas pero dije otras, que tal vez creí leer algunas cosas pero las que estaban escritas eran diferentes. Muchas veces he repasado aquella conversación y el resto de las pocas que tengo guardadas y la realidad choca en ocasiones frontalmente con el recuerdo. Somos seres subjetivos llenos de emociones que vehiculizan y condicionan lo que somos, lo que hacemos, el mundo que vemos y también nuestros recuerdos. Somos sentimientos y por norma general cuanto más sentimos mas deformamos la realidad para encajarla en nuestro mundo. Cambiaría muchas cosas de aquella conversación, cambiaría también cosas que llevado por los sentimientos he hecho en mi vida, por desgracia el pasado no se puede cambiar, tan solo nos queda aprender para intentar evitar cometer los mismo errores, aunque a estas alturas de la vida uno se va dando cuenta que en el mejor de los casos tan solo cometeremos menos.
Terminé el relato con lágrimas en los ojos, sus inmovilizadas manos hubieran deseado cerrarse sobre la mía, tal vez abrazarme, no podían pero de alguna manera sentía el calor que no había en su mano, su abrazo y mucho mas que eso, sentía su comprensión su empatía. El Ciberbog, un ser de plástico y metal,  cerebro de nanoprocesadores de silicio y tejidos semisintéticos, un ser alimentado de energía de fusión, un ser con líquido refrigerante en vez de sangre y sin embargo era mucho mas humano de lo que somos la mayoría. Las personas nos comportamos en demasiadas ocasiones cómo máquinas sin sentimientos, y una máquina que no debía tenerlos se comportaba como como el mas humano de los mortales.

La imagen de su cara esbozó una sonrisa, tan cálida, tan amable que parecía imposible en un rostro metálico. Con su voz distorsionada por aquellos altavoces de baja calidad comenzó con el relato de su parte de la historia.