miércoles, 22 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXX Respuestas (segunda parte)

Se me cayó el mundo a mis pies, yo nunca la delataría, nunca pondría en peligro su vida eso pensaba, eso quería creer pero ¿qué sucedería si mi propia vida estaba en peligro? ¿Qué sucedería si me capturaran e intentaran sacarme la información incluso mediante algún tipo de suero de la verdad? El Ciberbog, una máquina, no había revelado nada incluso en aquella situación de práctica destrucción de su vida (¿Podían las máquinas tener vida?), ¿estaría yo a la altura de su humanidad? y lo que mas me dolía cuando lo pensaba ¿estaría yo a la altura de su amor por ella?
Como si fuera capaz de leer mis pensamientos a través de mi cara me dijo “estás aquí por una máquina que ni tan siquiera sabes si tiene vida, jamás la pondrás en peligro” Yo no estaba tan seguro, pero hasta el momento ni tan siquiera he vuelto a mencionar su nombre a nadie. Me gustaría poder gritar su nombre, escribirlo millones de veces junto a las palabras mas bellas, escribirlo en la arena de la playa para ver como el mar lo arrastra y se hace uno con él, pero mantendré mi silencio. Mantendré el silencio sobre mi villa, sobre la ciudad, sobre la corporación, ningún dato por el que se pueda sospechar ni tan siquiera lo mas mínimo sobre su identidad. Llegado el caso no se lo que sucederá pero en aquel momento quise creer y creí las palabras del Ciberbog y aun las sigo creyendo.
El Ciberbog continúo con el relato. La doctora Roes le encargó que me vigilará y mi protegería de todas las maneras posibles, no hacía falta el quería hacerlo (¿Podía una máquina tener voluntad propia?) y eso es lo que estuvo haciendo pero fue muy complicado para él, incluso por momentos llegó a pensar que ya estaba muerto, mi identidad de incognito había hecho imposible que me siguiera el rastro y solo supo de cuando accedí al aeropuerto. Cuando puse  mi huella sobre la puerta del pasillo para acceder al recibidor desde el que accedí a aquella sala, se sintió aliviado, contento, estaba vivo y había ido allí para hablar con él (¿podía una máquina tener emociones?) Horas después supo de la muerte de la doctora, buceo en la red y encontró un albarán de la corporación que indicaba que en habían recibido un fuerte neurotransmisor. No pudo relacionarlo con la muerte pero mantenía copia de ese albarán por si en algún momento pudiera llegar a utilizarse como prueba.
Dos seres que apenas me conocían habían peleado por salvar mi vida. La doctora estaba muerta, el ciberbog viviría hasta que pudieran desentrañar el secreto de sus sentimientos y entonces lo eliminarían para siempre. ¿Y que podía hacer yo por ellas? Salvar al Ciberbog y desenmascarar la muerte de la doctora ¿pero cómo?
Le transmití mis pensamientos y me dijo que al no merecía la pena salvarle, que el no tenía vida, que no era importante. Que tenía que salir de allí y hacer lo posible por que se supiera que la muerta de la doctora Roes no había sido natural y que los culpables pagaran por ellos. Siempre tan humano, siempre poniendo su propia existencia por detrás de las personas, de ella, de la doctora, de mi y creo que lo hubiera hecho por cualquiera. Solo podía admirar al Ciberbog. Mi deber, lo que quería, lo que mi corazón me decía que debía de hacer era liberarlo, sin embargo en aquel momento no sabía cómo.
Me sacó de mis pensamientos alertándome de que debía huir, que bajaban hacia aquel laboratorio los investigadores principales. Le dije que no que me quedaría con él, que le llevaría conmigo. Me hizo ver que no era el momento, que no debía hacerlo, que si era eso lo que quería habría mejores oportunidades. Me instó a que me fuera, ahora teníamos contacto, le proporcione mi identidad de incognito, me ayudaría a investigar sobre la muerte de la doctora, me protegería, me ayudaría a todo lo que necesitara. Le hice prometer que me ayudaría también a sacarle de allí cuando fuera el momento pero me dijo que estuviera tranquilo, tal vez su vida fuera mas larga que la mía, se necesitarían muchos años para investigar y saber como habían surgido en el los sentimientos.
“No hay tiempo, tienes que salir”
Lo hice y en el recibidor me cruce con el hombre y la mujer gracias a los cuales conseguí entrar en el ascensor. Distraidamente hice chocar mi carrito de la limpieza contra ellos vertiendo los productos sobres sus batas, sus ropas de diseño y sus caros zapatos. Escupieron fuego por sus bocas, mientras yo abandonaba el recibidor por la puerta que daba acceso al ascensor. Una infantil venganza que no hizo que me sintiera mejor, que ni tan siquiera dibujo una sonrisa en mi cara. La venganza nunca vale para nada, en ocasiones tan solo para sentirnos peor con nosotros mismos.

Ya no hubo mas puertas cerradas en el mundo para mi. Allí donde ponía mi dedo todas se abrían por mucha seguridad que tuvieran, no volví a necesitar códigos, ni pasar escaners de retina, tan solo acercar mi dedo y cualquier puerta se abría. Tan solo se resistían las que tenían antiguas cerraduras con llave. La llave que abría la puerta a la vida de ella la había perdido para siempre.