martes, 21 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXX Respuestas

La historia comenzó después de nuestro segundo y último encuentro. Me hubiera gustado que empezara con lo que sucedió antes con ella, ardía en deseos de saber que es lo que había hecho nacer en él sentimientos que una maquina no hubiera debido tener, aunque supongo que lo que verdaderamente ardía en mi interior era saber mas de ella, saber como estaba, como la vio y conocer una parte de la historia que había sucedido cuando yo hacía ya tiempo que no sabía nada de ella. Saber algo de ella, eso era lo que deseaba con toda mi alma.
Horas después de nuestro encuentro le pidieron que acudiera a control, formaba parte de la rutina por lo que no le extraño absolutamente nada (¿lo podía extrañar algo a una máquina?). Control monitorizaba la actividad de todos los robots y especialmente los Ciberbogs y les sometía a controles periódicos para asegurar su correcto funcionamiento. Le mandaron ir a la sala en la que se encontraba ahora, no era la sala habitual pero fue sin pensar que nada raro estaba pasando (¿Podían pensar las máquinas?). Como siempre le enchufaron a miles de aparatos, los mismos a los que estaba enchufado ahora, nada fuera de la rutina. Pasaron los minutos y poco a poco la sala se fue llenando de personas que no realizaban habitualmente los controles. Entre ellas estaban varias directivas de la Coorporación incluida su directora general la doctora Coin. Después de un rato analizando datos salieron de la sala. Lo normal es que le hubieran desenchufado y hubiera podido irse pero le mantuvieron conectado hasta que aproximadamente media hora después, sus fuentes de energía se detuvieron, todo se volvió negro y perdió la conciencia de si mismo (¿tenían las máquinas conciencia de si mismos?)
Horas mas tarde volvió fue activado de nuevo pero de un modo extraño, lo único que podía hacer era comunicarse y actuar a través de la red, pero no podía mover ninguna parte de su enorme cuerpo. No tardó en darse cuenta de que ninguno de los controladores que estaban alrededor podía detectar esta mínima actividad, para ellos seguía igual. Tras unos minutos de desconcierto (¿podía una máquina desconcertarse?) recibió una comunicación de la doctora Roes. Le explicaba que había entrado por la puerta trasera que había dejado abierta en la programación neurorobótica que había dejado abierta en el diseño básico de bioingeniería en el cual se basaban todas las corporaciones para desarrollar sus propios robots. Le decía también que había entrado en modo silencio y que nadie podría detectar su actividad en la red. Le contó que directivos mundiales de la corporación se habían reunido con ella en su propia ciudad para cuestionarle sobre la posibilidad de que los Ciberbogs desarrollaran sentimientos. Desde el primer momento sospechó que algo estaba pasando al respecto, no era fruto de la casualidad que estuvieran esas personas tan importantes y ocupadas al mismo momento allí, ni tampoco lo era que la hubieran convocado de forma tan precipitada y prácticamente obligándola a acudir de urgencia, aunque ellos insistían en que simplemente querían charlar sobre el asunto porque les parecía una línea interesante de trabajo. Desde el principio mantuvo una actitud colaborativa pero sin dar información de calado al respecto, siempre había sospechado que los sentimientos podían aparecer en las biomáquinas y no tenía una posición clara al respecto, veía todas las posibles ventajas pero también todos los posibles problemas. La conversación se prolongó y cuando vieron que no sacaban nada relevante se volvió incluso violenta. Se marchó y volvió a su laboratorio desde el que se estaba comunicando en ese preciso instante con el Ciberbog. Le preguntó que había sucedido, si podía sentir y el le contó todo lo que sucedió con ella y conmigo. Ella le cuestionó por mi identidad e intento comunicarse conmigo pero yo por precaución no abrí mi vid personal y me movía con mi identidad de incognito por lo que no pudo dar conmigo y decidió que lo mejor era borrar mi rastro para que no me localizaran. Lo borró todo sobre mi pero escondido bajo muchas capas de protección aparecían mis datos de indentidad, huellas digitales, retina, puntos de reconocimiento facial, voz… y lo programó todo para que pudiera moverme por el mundo con total libertad sin que nadie pudiera rastrear mis pasos. Podía haberme movido tranquilamente por el aeropuerto, haber usado mi cuenta de créditos –que ella misma había incrementado en una increíble cantidad-, podía haberme alojado en cualquier parte del mundo y haber pasado cualquier tipo de control sin levantar sospechas. No me lo pudo decir, era mas importante evitar que nadie supiera que existiera, que nadie supiera mas de mi de que los pocos datos que habían rescatado del Ciberbog. ¿Y ella? ¿Ella estaba segura? Si, lo estaba, lo estaría siempre cuando intentaron sacar esos datos del Ciberbog este por un instinto de protección (¿podían tener las maquinas instintos?) salvaguardo esa información y empezó a emitir mensajes de error que los bioingenieros atribuyeron a una disfunción por esos mismos sentimientos que estaba mostrando. De ella no sabían nada, no corría peligro, mi ser entero suspiró aliviado. La única pista era yo, lo único que la ponía en peligro era mi propia existencia.

(continuará)