jueves, 30 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXXII De cómo nace el amor

De inmediato se mostró en la pantalla del vid el rostro del Ciberbog. En mi barra de herramientas apareció un icono que él me dijo que era para comunicarme con él cuando quisiera y seguidamente su rostro desapareció de la pantalla. Tan respetuoso era. Pulse él icono y le dije que él también podía hablarme cuando quisiera y que en ese momento a mi me apetecía retomar la conversación en el punto donde la habíamos dejado.
Le empecé a preguntar por la doctora Roes, pero él me dijo que yo era humano y que tenía que descansar. Que habría tiempo de hablar de eso y de otras muchas cosas pero que ahora lo importante era yo, recuperarme del día y de los días en los que tanta tensión había vivido. Que disfrutara en la Ciudad o en cualquier otro sitio del mundo y que cuando me repusiera, si seguía queriendo hacerlo, me ayudaría con lo de la doctora Roes. Le dije que no solo eso, que también quería que me ayudara a recuperarle a él, a lo que respondió que él no tenía importancia, que era tan solo una máquina. Me callé, la verdad es que me vendría bien tomarme un tiempo para descansar ahora que sabía que aun estando en peligro el ciberbog velaba por mi bienestar, aunque en mi fuero interno sabía que no descansaría ni podría olvidarme del Ciberbog.
Le pedí entonces que me contará como fue su historia, como la conoció a ella. Su relato fue corto. El día que ella visitó las instalaciones se sacó una fotografía con él de fondo como hacían la mayoría de los millones de visitantes que por allí pasaban. El se fijó en ella como se fijaba en cada persona que entraba dentro de las instalaciones. En esa misma milésima de segundo unos niños jugando con la comida la tiraron por encima de las piernas del Ciberbog. El permaneció impasible como siempre lo hacía cuando ocurrían cosas similares, permaneció impasible como era su obligación. Pero ella lo vio, se dirigió a los niños y les reprendió su actitud con voz suave y cariñosa, explicándoles en que se habían equivocado. Ellos no le hicieron mucho caso y salieron corriendo. Ella le dijo que lo sentía y quitándose su pañuelo de seda limpió los restos que ensuciaban las piernas del Ciberbog y después de hacerlo se marchó despidiéndose con una sonrisa. Su sonrisa. Aquella que hacía posible lo imposible. Su sonrisa era, ahora ya sin duda, la respuesta.
Le pregunté si en ese momento era cuando le había dado el pañuelo, en el fondo me dolía que le hubiese entregado el que fue mi regalo. Me gustaba que fuera él quien lo tuviera pero no soportaba que pudiera haberse deshecho de él sin una buena razón. El me dijo que no, que ella se llevo el pañuelo  y que incluso después de limpiarle e quedó mirándolo y la notó preocupada por si lo había estropeado. Lo metió al bolso dentro una bolsa de complástico y se fue. Mas tarde haciendo ronda por el exterior de las instalaciones encontró la bolsa con el pañuelo dentro y lo guardó como recuerdo. Repaso las cámaras de vigilancia pero no consiguió encontrar cómo había llegado hasta allí. No sabía como sentirme, tal vez lo hubiera perdido, tal vez decidió tirarlo. En cualquier caso me entristeció saber que al igual que yo el pañuelo ya no estaba con ella. Ahora lo tenía yo y en cuanto pudiera se lo daría al Ciberbog. Era su recuerdo, el era quién debía de tenerlo, para él era infinitamente mas importante que para mi, era el recuerdo de un amor que nunca pudo tener.
Cómo si no pudiera soportar mas esta conversación,  como si la nostalgia y la melancolía se hubieran apoderado de él se despidió, excusando que le suponía un excesivo esfuerzo de recursos hablar conmigo y controlar la monitorización a la que estaba siendo sometido.

Si, se enamoró de ella por un simple gesto de amabilidad, porque se preocupo por él, porque le trato como un ser humano, porque le dio algo que nadie mas le había dado un gesto de cariño y una sonrisa. Que poco le había hecho falta para enamorarse, que poco había hecho falta para producir el milagro de que nacieran sentimientos en una máquina. Pensé en mi mismo, en como me enamoré yo de ella y tal vez fuera también porque se interesara por mi cuando nadie lo hacía, porque tuvo un gesto amable y sobre todo por aquella espectacular sonrisa que lo iluminaba todo. ¿Por qué nos enamoramos? Difícil saberlo. Viví mis días junto la persona que amaba y fue algo maravilloso, algo que muchas personas al morir podrán decir e incluso pensar que han hecho pero solo unas pocas sabrán de verdad de lo que estoy hablando.

miércoles, 29 de junio de 2016

Entre las negras nubes
que cubren la vida
el albor de una sonrisa
es una luz que rompe el cielo.
Me regalaste tu sonrisa
y, tal vez sin saberlo,
me ofreciste el presente mas valioso
¿cómo vivir ahora sin ella?
Tan solo puedo mirar al horizonte
esperando que algún día
esa preciosa sonrisa
vuelva aquí para buscarme.

Fe de inconsistencias

Como el lector habitual y  atento habrá observado ya, en el último capítulo de la historia del Ciberbog, Casicuentos para Rita: Ciberbog XXXI Frustraciones, existe una inconsistencia en la narración de la que no he sido consciente hasta hoy mismo y que me he apresurado a subsanar y dejar corregida en el mencionado capítulo. No me cabe duda de que existirán mas y supongo que si llega el momento en que concluya la historia y la repase por completo encontraré unos cuantas.
Han sido días estos, y lo siguen siendo, con muy poco tiempo para sentarme a escribir y para pararme a pensar en una historia que poco a poco se va construyendo en mi cabeza pero que no deja de ser fruto de la mas pura improvisación del momento. Ambas cosas, la improvisación y la falta de tiempo, a las que podría añadir sin duda la falta de talento hacen que se den estas inconsistencias que espero que las personas lectoras sepan comprender, perdonar y sobre todo que no les haga perder interés sobre la historia. Probablemente escriba mas para mi mismo que para nadie pero si lo hago público es porque me gusta que me lean. Supongo que tengo un punto de exhibicionismo, que dicho sea de paso mejor encauzarlo así que exhibiendo la pirindola como hacen otros.
Y es esa falta de tiempo la que hace que estos días no esté pudiendo continuar con la historia y me dedique a veces a subir canciones de otros o poesías mías que me lleva mucho menos tiempo escribir. Mi afición surgió con la poesía y es lo que mas he escrito, me resulta fácil hacerlo –lo que no quiere decir que sea buena-, esto de escribir una historia mas larga requiere mucho mas esfuerzo. Lo primero porque hay que escribir mucho mas texto, pero sobre todo exige que tenga una coherencia que a veces me resulta muy complicada mantener. Y siendo como soy incoherente, anárquico y tendente a escribir lo que me sale de los huevos en cada momento (¿se pueden escribir palabras mal sonantes en un blog o tengo que ponerle una clasificación para mayores de 18 en algún lado?) comprenderán las dificultades que me ocasiona.
De las faltas de ortografía, de sintaxis y otras misterios de la lengua no voy ni a comentar. Soy un hombre de ciencias al que le gustan las letras pero siempre me he preocupado mas por el fondo que la forma y me avergüenza los errores que cometo pero si logro transmitir algo, si logro que la persona que lea sienta algo me doy por más que satisfecho.
Así que queridas personas lectoras, si a pesar de todo –inconsistencias incluidas, quieren saber cómo continua la historia solo puedo decirles que espero estar mas liberado en breve y poder seguir escribiéndola.

Y se que esto no viene al caso pero repartan sonrisas y atesoren las que se les ofrecen, sin duda son el presente mas precioso con el que alguien puede regalarnos.

martes, 28 de junio de 2016

Se borraron las huellas
la hierba empezó a brotar
y del camino solo quedó
una sombra que lo dibujaba,
que permitía intuir que ahí
una vez hubo un camino
que dejó de recorrerse.
Así son los caminos
cuando no se andan,
pero en las verdes praderas
queda impreso siempre su recuerdo.

lunes, 27 de junio de 2016

Elegantes palabras de negro
que se llevan a la boca
lo que sale del alma.
Recogen un corazón perdido,
un sueño que no puede recordarse
aunque permanece vivo.
La vías por los que circulaba la pasión
son tan solo viejos railes oxidados
por donde el tren dejo de pasar
para llevarle a un mundo
de paraísos imposibles
donde hasta la mentira era verdad,
y la verdad pureza.
Viajero sin destino
reposa ahora en un desvencijado banco
de una estación olvidada
que se viene abajo porque nadie la recuerda.
Descansa al cobijo de un tejado con goteras
y unos muros que no protegen del frio viento del norte.
En la estación donde tan solo habita el silencio,
acurrucado, alimentándose de recuerdos,
muriéndose de hambre cada día
y cada día menos hambriento.
Erró. Se equivocó. Y se dio cuenta demasiado tarde.
Tarde ya para arrepentirse.
Tarde ya para cambiar la historia.
En aquella estación de almas perdidas
y preguntas sin respuesta
tan solo queda ya la suya
Con una tinta oscura
en las paredes negras
escribe su historia.
Elegantes palabras de negro
que se llevan a la boca
lo que sale del alma.
Recogen un corazón perdido,
un sueño que no puede recordarse
aunque permanece vivo.
La vías por los que circulaba la pasión
son tan solo viejos railes oxidados
por donde el tren dejo de pasar
para llevarle a un mundo
de paraísos imposibles
donde hasta la mentira era verdad,
y la verdad pureza.
Viajero sin destino
reposa ahora en un desvencijado banco
de una estación olvidada
que se viene abajo porque nadie la recuerda.
Descansa al cobijo de un tejado con goteras
y unos muros que no protegen del frio viento del norte.
En la estación donde tan solo habita el silencio,
acurrucado, alimentándose de recuerdos,
muriéndose de hambre cada día
y cada día menos hambriento.
Erró. Se equivocó. Y se dio cuenta demasiado tarde.
Tarde ya para arrepentirse.
Tarde ya para cambiar la historia.
En aquella estación de almas perdidas
y preguntas sin respuesta
tan solo queda ya la suya
Con una tinta oscura
en las paredes negras
escribe su historia.

viernes, 24 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXXI Frustraciones

Puse mi pulgar sobre el escáner del ascensor e inmediatamente vino a buscarme, no le había preguntado al Ciberbog cuál el código del piso que debía buscar, no hizo falta él sabía que estaba en el ascensor y sin yo pulsarlo subió a la planta correcta. Deshice mis pasos hasta el departamento de limpieza, deje el carro, me quité el buzo y la máscara y salí pintando de allí con idea de deshacer mi camino hasta el centro comercial. No hizo falta, en el recibidor un holovid de una pelotita naranja señalaba otra puerta. Otro pasillo, otro ascensor, mas puertas…, mucha seguridad que burlaba con simplemente acercar mi dedo. Aparecí en un punto cercano al bosque de torres de ventilación donde nos encontramos por primera vez y fue en ese momento cuando me di cuenta de que tenía el pañuelo de seda en mi bolsillo. No se hubiera podido quedar con él pero me maldecí por no habérselo ofrecido. No hubo tiempo, se me había olvidado por el estrés del momento, da igual, para variar solo había pensado en mi mismo. Otra vez demasiado tarde para rectificar.
El cielo era gris, el viento soplaba del norte en aquella ciudad casi siempre hacía frio, o así lo sentía yo. El frio ha sido mi compañero de viaje, frio por dentro, congelado, la vida atravesada por un tempano de hielo, el sol vino con ella y se puso en el mar en aquel día de verano. El ocaso mas bello que nunca devolvió un amanecer.
Recuerdo su último beso, fue extraño, no sentí lo mismo que otra veces, estaba demasiado nervioso, era un volver a empezar, era una nueva esperanza pero al día siguiente se quedó en nada. En la madrugada mi vid mostró un mensaje, olvídate de lo de ayer, no ha sucedido. Contesté que imposible, que jamás podría olvidarlo. Lo que vino en horas posteriores no tengo fuerzas para contarlo, baste saber que de todos mis errores los mas grandes los cometí en aquel momento.
Sumido en mis pensamientos y olvidando toda prudencia caminé hacia el tubo. Pasé al lado de la puerta del centro comercial, miré a los dos Ciberbogs, me hubiera abalanzado sobre ellos para golpearles con fuerza. No, no hubiera servido para nada tan solo para descargar la enorme frustración que sentía. La violencia no sirve para nada, no arregla nada, lo empeora, pero el ser humano después de muchos siglos de historia seguía sin aprenderlo y se deja llevar por sus impulsos, se deja arrastrar por sus frustraciones, por sus emociones, no hemos aprendido a encauzarlas todavía, somos animales, lo somos, biológicamente poco nos diferenciamos. Deploro la violencia solo engendra violencia o sometimiento, la violencia acaba con la vida, el sometimiento con libertad. En ocasiones también a mi me cuesta refrenar mis impulsos aunque la madurez ha ido moderándolos hasta casi hacerlos desaparecer. Es curioso cómo se alimenta la violencia llamando cobarde al que no quiere recurrir a ella, tan impresa esta la violencia en nuestros genes. Pero de todas las violencias la mas execrable, si es que hay alguna peor que otra, es la que parte de la codicia, la que sacrifica vidas solamente para tener mas, mas dinero, mas poder, la violencia que viene de aquellos que se creen tan importante que otras personas deben sacrificar su vida por ellos. Egos tan grandes solo muestran un vacío en su propio ser.

Me bajé del Tubo en el centro de la Ciudad, entré en el primer hotel que encontré, puse mi dedo en el escáner y reservé una habitación sin más trámites. Era un hotel sencillo pero mucho mejor que cualquiera en el que hubiera estado nunca. Cogí mi vid de bolsillo y accedí a mi identidad de incognito con ánimo de poder seguir hablando con el Ciberbog.


jueves, 23 de junio de 2016

Me acordé de ti (Fito & Fitipaldis)

Puede que sea esta la canción 
La que nunca te escribí 
Tal vez te alegre el corazón 
No hay más motivo ni razón, 
Que me acordé de ti. 

Buscando en lo que fuimos 
Un que serán de ti. 

Yo me fui, no sé hacia dónde 
Sólo sé que me perdí 
Yo me fui, no sé hacia dónde 
Y yo solo me perdí 
Hay un niño que se esconde 
Siempre detrás de mí 

Todo cambia y sigue igual 
Y aunque siempre es diferente, 
Siempre el mismo mar 
Todo cambia y sigue igual 
Y la vida te dará los besos que tú puedas dar. 

Todo y nada que explicar 
¿Quién conoce de este cuento más de la mitad? 
Soy mentira y soy verdad 
Un reflejo vive preso dentro de un cristal. 

Todas las cosas que soñé 
Todas las noches sin dormir 
Todos los versos que enseñé 
Y cada frase que escondí 
Y yo jamás te olvidaré 
Tú acuérdate también de mí 
Nunca se para de crecer 
Nunca se deja de morir.

miércoles, 22 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXX Respuestas (segunda parte)

Se me cayó el mundo a mis pies, yo nunca la delataría, nunca pondría en peligro su vida eso pensaba, eso quería creer pero ¿qué sucedería si mi propia vida estaba en peligro? ¿Qué sucedería si me capturaran e intentaran sacarme la información incluso mediante algún tipo de suero de la verdad? El Ciberbog, una máquina, no había revelado nada incluso en aquella situación de práctica destrucción de su vida (¿Podían las máquinas tener vida?), ¿estaría yo a la altura de su humanidad? y lo que mas me dolía cuando lo pensaba ¿estaría yo a la altura de su amor por ella?
Como si fuera capaz de leer mis pensamientos a través de mi cara me dijo “estás aquí por una máquina que ni tan siquiera sabes si tiene vida, jamás la pondrás en peligro” Yo no estaba tan seguro, pero hasta el momento ni tan siquiera he vuelto a mencionar su nombre a nadie. Me gustaría poder gritar su nombre, escribirlo millones de veces junto a las palabras mas bellas, escribirlo en la arena de la playa para ver como el mar lo arrastra y se hace uno con él, pero mantendré mi silencio. Mantendré el silencio sobre mi villa, sobre la ciudad, sobre la corporación, ningún dato por el que se pueda sospechar ni tan siquiera lo mas mínimo sobre su identidad. Llegado el caso no se lo que sucederá pero en aquel momento quise creer y creí las palabras del Ciberbog y aun las sigo creyendo.
El Ciberbog continúo con el relato. La doctora Roes le encargó que me vigilará y mi protegería de todas las maneras posibles, no hacía falta el quería hacerlo (¿Podía una máquina tener voluntad propia?) y eso es lo que estuvo haciendo pero fue muy complicado para él, incluso por momentos llegó a pensar que ya estaba muerto, mi identidad de incognito había hecho imposible que me siguiera el rastro y solo supo de cuando accedí al aeropuerto. Cuando puse  mi huella sobre la puerta del pasillo para acceder al recibidor desde el que accedí a aquella sala, se sintió aliviado, contento, estaba vivo y había ido allí para hablar con él (¿podía una máquina tener emociones?) Horas después supo de la muerte de la doctora, buceo en la red y encontró un albarán de la corporación que indicaba que en habían recibido un fuerte neurotransmisor. No pudo relacionarlo con la muerte pero mantenía copia de ese albarán por si en algún momento pudiera llegar a utilizarse como prueba.
Dos seres que apenas me conocían habían peleado por salvar mi vida. La doctora estaba muerta, el ciberbog viviría hasta que pudieran desentrañar el secreto de sus sentimientos y entonces lo eliminarían para siempre. ¿Y que podía hacer yo por ellas? Salvar al Ciberbog y desenmascarar la muerte de la doctora ¿pero cómo?
Le transmití mis pensamientos y me dijo que al no merecía la pena salvarle, que el no tenía vida, que no era importante. Que tenía que salir de allí y hacer lo posible por que se supiera que la muerta de la doctora Roes no había sido natural y que los culpables pagaran por ellos. Siempre tan humano, siempre poniendo su propia existencia por detrás de las personas, de ella, de la doctora, de mi y creo que lo hubiera hecho por cualquiera. Solo podía admirar al Ciberbog. Mi deber, lo que quería, lo que mi corazón me decía que debía de hacer era liberarlo, sin embargo en aquel momento no sabía cómo.
Me sacó de mis pensamientos alertándome de que debía huir, que bajaban hacia aquel laboratorio los investigadores principales. Le dije que no que me quedaría con él, que le llevaría conmigo. Me hizo ver que no era el momento, que no debía hacerlo, que si era eso lo que quería habría mejores oportunidades. Me instó a que me fuera, ahora teníamos contacto, le proporcione mi identidad de incognito, me ayudaría a investigar sobre la muerte de la doctora, me protegería, me ayudaría a todo lo que necesitara. Le hice prometer que me ayudaría también a sacarle de allí cuando fuera el momento pero me dijo que estuviera tranquilo, tal vez su vida fuera mas larga que la mía, se necesitarían muchos años para investigar y saber como habían surgido en el los sentimientos.
“No hay tiempo, tienes que salir”
Lo hice y en el recibidor me cruce con el hombre y la mujer gracias a los cuales conseguí entrar en el ascensor. Distraidamente hice chocar mi carrito de la limpieza contra ellos vertiendo los productos sobres sus batas, sus ropas de diseño y sus caros zapatos. Escupieron fuego por sus bocas, mientras yo abandonaba el recibidor por la puerta que daba acceso al ascensor. Una infantil venganza que no hizo que me sintiera mejor, que ni tan siquiera dibujo una sonrisa en mi cara. La venganza nunca vale para nada, en ocasiones tan solo para sentirnos peor con nosotros mismos.

Ya no hubo mas puertas cerradas en el mundo para mi. Allí donde ponía mi dedo todas se abrían por mucha seguridad que tuvieran, no volví a necesitar códigos, ni pasar escaners de retina, tan solo acercar mi dedo y cualquier puerta se abría. Tan solo se resistían las que tenían antiguas cerraduras con llave. La llave que abría la puerta a la vida de ella la había perdido para siempre.

martes, 21 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXX Respuestas

La historia comenzó después de nuestro segundo y último encuentro. Me hubiera gustado que empezara con lo que sucedió antes con ella, ardía en deseos de saber que es lo que había hecho nacer en él sentimientos que una maquina no hubiera debido tener, aunque supongo que lo que verdaderamente ardía en mi interior era saber mas de ella, saber como estaba, como la vio y conocer una parte de la historia que había sucedido cuando yo hacía ya tiempo que no sabía nada de ella. Saber algo de ella, eso era lo que deseaba con toda mi alma.
Horas después de nuestro encuentro le pidieron que acudiera a control, formaba parte de la rutina por lo que no le extraño absolutamente nada (¿lo podía extrañar algo a una máquina?). Control monitorizaba la actividad de todos los robots y especialmente los Ciberbogs y les sometía a controles periódicos para asegurar su correcto funcionamiento. Le mandaron ir a la sala en la que se encontraba ahora, no era la sala habitual pero fue sin pensar que nada raro estaba pasando (¿Podían pensar las máquinas?). Como siempre le enchufaron a miles de aparatos, los mismos a los que estaba enchufado ahora, nada fuera de la rutina. Pasaron los minutos y poco a poco la sala se fue llenando de personas que no realizaban habitualmente los controles. Entre ellas estaban varias directivas de la Coorporación incluida su directora general la doctora Coin. Después de un rato analizando datos salieron de la sala. Lo normal es que le hubieran desenchufado y hubiera podido irse pero le mantuvieron conectado hasta que aproximadamente media hora después, sus fuentes de energía se detuvieron, todo se volvió negro y perdió la conciencia de si mismo (¿tenían las máquinas conciencia de si mismos?)
Horas mas tarde volvió fue activado de nuevo pero de un modo extraño, lo único que podía hacer era comunicarse y actuar a través de la red, pero no podía mover ninguna parte de su enorme cuerpo. No tardó en darse cuenta de que ninguno de los controladores que estaban alrededor podía detectar esta mínima actividad, para ellos seguía igual. Tras unos minutos de desconcierto (¿podía una máquina desconcertarse?) recibió una comunicación de la doctora Roes. Le explicaba que había entrado por la puerta trasera que había dejado abierta en la programación neurorobótica que había dejado abierta en el diseño básico de bioingeniería en el cual se basaban todas las corporaciones para desarrollar sus propios robots. Le decía también que había entrado en modo silencio y que nadie podría detectar su actividad en la red. Le contó que directivos mundiales de la corporación se habían reunido con ella en su propia ciudad para cuestionarle sobre la posibilidad de que los Ciberbogs desarrollaran sentimientos. Desde el primer momento sospechó que algo estaba pasando al respecto, no era fruto de la casualidad que estuvieran esas personas tan importantes y ocupadas al mismo momento allí, ni tampoco lo era que la hubieran convocado de forma tan precipitada y prácticamente obligándola a acudir de urgencia, aunque ellos insistían en que simplemente querían charlar sobre el asunto porque les parecía una línea interesante de trabajo. Desde el principio mantuvo una actitud colaborativa pero sin dar información de calado al respecto, siempre había sospechado que los sentimientos podían aparecer en las biomáquinas y no tenía una posición clara al respecto, veía todas las posibles ventajas pero también todos los posibles problemas. La conversación se prolongó y cuando vieron que no sacaban nada relevante se volvió incluso violenta. Se marchó y volvió a su laboratorio desde el que se estaba comunicando en ese preciso instante con el Ciberbog. Le preguntó que había sucedido, si podía sentir y el le contó todo lo que sucedió con ella y conmigo. Ella le cuestionó por mi identidad e intento comunicarse conmigo pero yo por precaución no abrí mi vid personal y me movía con mi identidad de incognito por lo que no pudo dar conmigo y decidió que lo mejor era borrar mi rastro para que no me localizaran. Lo borró todo sobre mi pero escondido bajo muchas capas de protección aparecían mis datos de indentidad, huellas digitales, retina, puntos de reconocimiento facial, voz… y lo programó todo para que pudiera moverme por el mundo con total libertad sin que nadie pudiera rastrear mis pasos. Podía haberme movido tranquilamente por el aeropuerto, haber usado mi cuenta de créditos –que ella misma había incrementado en una increíble cantidad-, podía haberme alojado en cualquier parte del mundo y haber pasado cualquier tipo de control sin levantar sospechas. No me lo pudo decir, era mas importante evitar que nadie supiera que existiera, que nadie supiera mas de mi de que los pocos datos que habían rescatado del Ciberbog. ¿Y ella? ¿Ella estaba segura? Si, lo estaba, lo estaría siempre cuando intentaron sacar esos datos del Ciberbog este por un instinto de protección (¿podían tener las maquinas instintos?) salvaguardo esa información y empezó a emitir mensajes de error que los bioingenieros atribuyeron a una disfunción por esos mismos sentimientos que estaba mostrando. De ella no sabían nada, no corría peligro, mi ser entero suspiró aliviado. La única pista era yo, lo único que la ponía en peligro era mi propia existencia.

(continuará)

lunes, 20 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXIX Humano

La puerta tenía una cerradura triple, escáner de huellas digitales, escáner de iris y código alfanumérico, sin embargo según posé mi primer dedo en el lector la pantalla se iluminó en verde y se abrió la puerta. La abrí con cautela. Era una sala muy grande repleta de todo tipo de máquinas y aparatos electrónicos que nunca había visto y que, por supuesto, ignoraba para qué servían. La iluminación era tenue si exceptuábamos una potente iluminación blanca que se orientaba a un punto en concreto del centro de la sala. Parecía un quirófano equipado con la última tecnología conocida. La luz era tan potente que deslumbraba e impedía ver que es lo que estaba iluminado. Como ser humano que soy me dejé llevar por la curiosidad y me acerqué a aquellas luces. Sobre una enorme mesa de metalplastic blanco se extendía un amasijo antropomorfo de biocircuitería y tejido semisintético conectado a montones de aparatos y ordenadores externos que en ese momento permanecían inactivos. Sin duda era el Ciberbog, me acerqué mas y puse mi mano en lo que fue la suya, se encendió una pantalla en la que apareció la imagen de la que había sido su cara, unos pequeños altavoces reverberaron y pude oir como me saludaba. “Tenemos poco tiempo y muchas cosas que contarnos”
Lo primero que me preguntó es si había vuelto a verla a lo que respondí con un nudo a la garganta un prácticamente inaudible si. Aquella imagen de su cara no podía cambiar de expresión pero de nuevo, de alguna extraña manera, noté su abatimiento. Sin tiempo para la pena me pidió que le contará lo que había sucedido desde la última vez que nos vimos y le fui narrando, agolpándome en ocasiones, como habían transcurrido esos días. El me detenía y me ayudaba a ordenar la narración, yo me saltaba algunos detalles que me parecían intrascendentes y él me hacía volver atrás para que se los contara. En algunos puntos me preguntaba si estaba seguro de lo que contaba y me mostraba en la pantalla imágenes de cámaras de sitios por los que había pasado, textos que yo mismo había leído… y me sorprendía ver como contradecían algunas cosas de las que estaba contando. Yo me sonrojaba y le decía que creía que había sucedido de otra manera, que no quería engañarlo. Me decía que lo sabía que así era la mente humana, vivíamos y recordábamos de manera subjetiva e inexacta, y que eso hacía de los humanos algo maravilloso, algo único y convertía a cada persona en un mundo en el que vivía un mundo diferente aunque fuera compartido. Recordé la última conversación escrita que mantuve con ella a través del vid, en mi cabeza la recordaba de una manera en concreta, recordaba muchas cosas sin embargo cuando cogí fuerzas para volver a leerla ví que la conversación no era como la recordaba, que tal vez quise decir unas cosas pero dije otras, que tal vez creí leer algunas cosas pero las que estaban escritas eran diferentes. Muchas veces he repasado aquella conversación y el resto de las pocas que tengo guardadas y la realidad choca en ocasiones frontalmente con el recuerdo. Somos seres subjetivos llenos de emociones que vehiculizan y condicionan lo que somos, lo que hacemos, el mundo que vemos y también nuestros recuerdos. Somos sentimientos y por norma general cuanto más sentimos mas deformamos la realidad para encajarla en nuestro mundo. Cambiaría muchas cosas de aquella conversación, cambiaría también cosas que llevado por los sentimientos he hecho en mi vida, por desgracia el pasado no se puede cambiar, tan solo nos queda aprender para intentar evitar cometer los mismo errores, aunque a estas alturas de la vida uno se va dando cuenta que en el mejor de los casos tan solo cometeremos menos.
Terminé el relato con lágrimas en los ojos, sus inmovilizadas manos hubieran deseado cerrarse sobre la mía, tal vez abrazarme, no podían pero de alguna manera sentía el calor que no había en su mano, su abrazo y mucho mas que eso, sentía su comprensión su empatía. El Ciberbog, un ser de plástico y metal,  cerebro de nanoprocesadores de silicio y tejidos semisintéticos, un ser alimentado de energía de fusión, un ser con líquido refrigerante en vez de sangre y sin embargo era mucho mas humano de lo que somos la mayoría. Las personas nos comportamos en demasiadas ocasiones cómo máquinas sin sentimientos, y una máquina que no debía tenerlos se comportaba como como el mas humano de los mortales.

La imagen de su cara esbozó una sonrisa, tan cálida, tan amable que parecía imposible en un rostro metálico. Con su voz distorsionada por aquellos altavoces de baja calidad comenzó con el relato de su parte de la historia.

viernes, 17 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXVIII ¿Suertes?

No se notaba el movimiento del elevador pero la lógica me decía que tenía que ser hacia abajo toda vez que concebía las instalaciones como algo subterráneo. Además de los códigos creía descifrar que L se correspondía con laboratorio, S con sótano y 3 con la planta correspondiente y así confiaba en que fuera, aunque no han sido pocos los errores que en mi vida he cometido en la interpretación de códigos de diferentes tipos incluso teniendo muchos mas elementos para su compresión que con los que contaba ahora.
Las puertas se abrieron y daban a un pasillo. Por lo que veía podía ser exactamente el mismo por el que había entrado, salí y me fijé que en una de las paredes estaba pintado en forma de cartel indicador el código LS3. Ojalá me hubiera fijado en cuál era el código de la planta por la que había entrado y que me permitiría salir por donde había entrado si conseguía salir de allí sin que nadie me detuviera pero ya era muy tarde para eso. La falta de planificación y experiencia y sobre todo los nervios del momento impidieron que pudiera fijar en algo que podría resultar de tanta importancia. Una constante que se repetía en mi vida, cuantas cosas me gustaría recordar que no recuerdo, cuantos detalles, algunos de importancia y otros sin ninguna, desearía conservar en mi memoria. De ella recuerdo muchas cosas, decir casi todo sin duda sería decir demasiado, pasa el tiempo y lo sigo recordando, algunos momentos se viven en mi memoria como si aún estuvieran sucediendo. Sin embargo olvidé cosas que ahora me gustaría recordar y de alguna manera empobrecen el relato que hay en mi cabeza de aquellos días en que la vida era dulce cuando la tenía cerca y cuando estaba lejos salada, ahora que ya no está la vida es una hiel amarga.
Avancé por el pasillo hasta dar con otra puerta. Estaba cerrada, su cerradura era doble combinaba código y huella. Opté por hacer lo mismo que con el ascensor pero pasaba el tiempo y nadie entraba ni salía. Empecé a ponerme nervioso, a perder la paciencia y comencé a pensar que si volvieran las personas que me habían facilitado el acceso al ascensor, por mucho que no se hubieran ni dignado a mirarme, les llamaría la atención que por segunda vez encontraran a alguien en la misma situación y cabía la posibilidad de que esta vez, no solo fueran mas precavidos en los accesos, si no que dieran incluso aviso de que algo raro sucedía. Así que consumido por la ansiedad saqué la lista de códigos y valiéndome del orden marqué el primero que comenzaba por LS3 y puse mi pulgar sobre el escáner. Una lucecita verde se ilumino en la pantalla y la puerta se abrió para mi. Aquello era más que suerte, alguien me había dado acceso y por lo tanto alguien me esperaba. Dos posibilidades vinieron a mi cabeza o era una encerrona y estaba cayendo en la trampa o de alguna manera el Ciberbog lo había hecho posible. Ya que la primera posibilidad me parecía harto complicada, y que de ser así lo más lógico es que al escanear mi huella la puerta no se hubiera abierto y a su vez se hubiera bloqueado la del ascensor para dejarme sin escapatoria y poder así atraparme sin ningún problema, solo cabía deducir que el Ciberbog me había facilitado el paso. Recordé como mi identidad real había desaparecido del sistema, como mi identidad de incognito me había permitido moverme por el mundo sin complicaciones desde que intenté y conseguí huir de la ciudad, como los ciberbogs que protegían ahora la entrada a las instalaciones me habían permitido el paso, la apertura de las taquillas con la clave… y algunos otros pequeños detalles que había atribuido a la suerte y que ahora a la luz de este último suceso contemplaba con claridad que alguien me estaba ayudando, alguien me estaba protegiendo. Solo podía ser el Ciberbog o tal vez no, para hacerlo se necesitaba un acceso a la red de nivel máximo de seguridad o tener la habilidad suficiente para entrar por la puerta trasera, pero ¿quién podía mas podía haberlo hecho por mi?, existía la remota posibilidad de que la propia doctora Roes, sabiendo de mi implicación en esta historia y el peligro que corría, hiciera esto por mi antes de morir.

Al atravesar la puerta me encontré en un nuevo recibidor, similar también al de planta superior pero con un menor número de puertas. Aun siendo menos y teniendo cada una su propio número de puerta no tenía ni idea de cuál era la que podría interesarme. Por no permanecer parado por si alguien aparecía comencé a avanzar por el recibidor, no ocurriéndoseme otra opción mejor casi me había decidido por abrir una al azar cuando enfrente de una de ellas se proyecto por un instante un holovid de una pelotita naranja botando contra el suelo. Sobresaltado palpé mi bolsillo para comprobar si la mía permanecía en su sitio y tranquilizado al respecto avancé hacia aquella puerta.

jueves, 16 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXVII Desapercibidos

Abrí de nuevo la puerta de bioingeniería y esta vez accedí con decisión a un pasillo largo y bien iluminado que como pude ver después de un largo rato caminando desembocaba en la puerta de un elevador. El pulsador del elevador era un escáner de huella digital, la seguridad parecía que se incrementaba en aquel punto. Pensé en el listado de puertas y códigos que tenía en el bolsillo, cuando lo encontré pensaba que me sería de utilidad pero en este momento no me valía para nada.
En un golpe de inspiración me situé a un par de metros de la puerta y tiré algunos de los elementos de limpieza del carrito al suelo como si se me hubieran caído y me agaché junto a ellos. La idea era esperar a que subiera alguien en el ascensor o viniera alguien por el pasillo y colarme en el ascensor en ese momento, tener las cosas por el suelo me servía como excusa para estar parado en el pasillo.
Pasó prácticamente una hora hasta que las puertas del ascensor se abrieron. En el interior había una mujer y un hombre ataviados con batas blancas provistas de capucha que no ocultaban que iban elegantemente vestidos, llevaban la capucha bajada y una máscara mas pequeña que la que yo llevaba colgando de su cuello. Ni se fijaron en mi, pasaron a mi lado como si no existiera y ni tan siquiera respondieron a mi saludo. Pensé en las muchas personas que hacían trabajos auxiliares, que ni tan siquiera se merecían un saludo de cortesía, no son nadie, no valen nada, tan solo nos acordamos de ellas cuando su trabajo no está bien hecho y en ese momento no es que las echemos en falta, despotricamos sobre lo vagos que son, sobre lo poco que se preocupan por su trabajo y denunciamos ante quien haga falta que no se había limpiado una pequeña mancha de café de una gota de nuestro propio café, sin ser conscientes de que todos cometemos errores, que todos tenemos días malos. Pero claro, nosotros somos importantes, nuestros trabajos mas problemáticos y mas difíciles y nuestros días malos son los peores. Recordé como las personas del equipo de mantenimiento de la cooperativa en la que trabajaba siempre me saludan con afecto y en muchas cosas se paraban a conversar conmigo sobre trivialidades. Durante mucho tiempo pensé que por alguna razón les caía bien, y no digo que no fuera así, pero la principal razón por la que me saludaban y hablaban conmigo era porque yo era una de las pocas personas que les saludaba y hablaba con ellos. Cuando fui consciente me dolía ver como mis importantes compañero pasaban al lado de ellos y lo único que se les ocurría era criticar que había dejado todo su material en el pasillo y que habían tenido que esquivarlo. Se me caía el alma a los pies ver como hijos e hijas de personas obreras se creían mas que nadie cuando realmente todos éramos lo mismo, herramientas de un sistema que dominaban otros.
En un segundo recogí todo lo que había dejado en el carro y conseguí entrar en el elevador antes de que se cerraran las puertas. En vez de los típicos botones que indicaban los pisos había un teclado alfanumérico que me dejó desconcertado. Había pensado en pulsar el botón que mas abajo -o mas arriba- me llevara suponiendo que ahí estaría lo que quisieran guardar con mayor celo pero el teclado me dejó desconcertado y sin saber muy bien que hacer.

Saqué el papelito con los códigos y puertas, había tantos que era imposible que cada código se correspondiera con una planta. Sin embargo no tardé en ver un patrón que pudiera corresponderse con las plantas, marqué el código LS3, la pantalla se puso en verde y el ascensor comenzó a moverse. 

miércoles, 15 de junio de 2016

Que las nubes traigan las tormentas,
que estallé el cielo
y sus rayos azules rompan el horizonte.
Que la lluvia acaricie mi piel
como millones de dedos
que erizan mi cuerpo,
que me estremecen,
que me llenan y me vacían
con sus frío tacto
Que el mar en calma vuelva a rugir,
que sus olas me arrastren hacia su interior,
igual que arrastran la tierra
que desprenden con su furia.
Que me convierta en la arena
que adornan las playas
que sus aguas besan,
en besos eternos que vienen y van
pero nunca cesan.
Que estalle la tormenta
y rompa esta calma que duerme
que estalle la tormenta
y traiga la vida.

martes, 14 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXVI Intuiciones

Era realmente extraño, entre cientos de taquillas exactamente iguales me había parado delante de la que contenía el pañuelo y entre cientos de miles de combinaciones posibles tenía aquella tan significativa. ¿Coincidencia? ¿intuición? ¿algún magnetismo desconocido que atrae tu vida hacia algo? No creo en dios, si creyera tal vez hablaría de un milagro. Recuerdo que cuando la conocí pensé en cosas parecidas. Por aquel entonces jugaba a un juego en red con mi vid, millones de personas de todo el mundo jugaban al mismo juego. Yo llevaba jugando mucho tiempo pero, a pesar de que el juego daba la posibilidad de hacerlo, jamás había chateado con nadie. Y aquel día por primera vez, tal vez atraído por aquella espectacular sonrisa, envíe un mensaje. No recuerdo lo que puse, y me duelo en lo mas profundo no recordarlo,  pero tuve respuesta y a partir de ese momento no dejamos de hablar, cada vez mas tiempo, cada vez de una manera mas cercana, cada vez de una manera mas intensa. En aquellos tiempos no podía dejar de mirar mi vid para ver si la pantalla se iluminaba con la lucecita azul que indicaba que había llegado su mensaje. Me preguntó si había hablaba con mucha gente, la mentí, mi primer error aunque fue una mentira a medias. Le dije que había enviado mensajes a dos personas, a una guapa y a una fea, y que solo me había respondido una, ella me contestó que había respondido la fea, a mi me parecía preciosa y con el tiempo descubrí su auténtica belleza, una belleza que iba mucho mas allá de su privilegiado aspecto físico. Me reí de su respuesta y seguimos jugando a ese juego que habíamos empezado a tener entre nosotros, esa danza de palabras y gestos en la que seducíamos a la vez que éramos seducidos y lo hacíamos sin pretenderlo, sin buscarlo pero encontrándonos cada vez en nuestros corazones. Pero la mentí, es cierto que estuve a punto de enviar ese segundo mensaje pero no llegué a hacerlo, lo escribí pero no lo envíe. Nunca le llegué a decir la verdad, no tenía importancia y no tengo duda de que en nada hubiera cambiado todo lo que sucedió en adelante, pero nunca olvidaré que lo hice. Así fue como empezó todo, movido por una intuición en la que no creo me dirigí a ella y luego llegaron todas las coincidencias, la mas maravillosa de todas que era de una población prácticamente unida a mi villa. Una intuición que me llevó a hacer algo que no había hecho nunca, porqué me contesto ella es una pregunta para la que aun no tengo una respuesta, otro de los misterios que nunca llegaré a desentrañar.
Leí un día un día un artículo de un científico que explicaba como trabajaba nuestro cerebro a nivel subconsciente, era farragoso pero incluía un ejemplo muy clarificador. Explicaba como un piloto de unas antiguas carreras de coches tan de moda en siglos anteriores había frenado hasta prácticamente parar el vehículo antes de una curva del circuito en la que en vueltas anteriores había pasado a muy altas velocidades. Resultó que en esa curva había habido un grave accidente entre otros dos participantes y de no haber frenado se los hubiera llevado por delante. Se habló durante mucho tiempo de la intuición que tuvo el piloto como algo sobre natural. Así suele pasar con las cosas que no entendemos, las atribuimos siempre a poderes que están por encima de nosotros. Pero no fue así, su cerebro trabajo de manera subconsciente he hizo que frenara el coche. ¿Pero qué vio su cerebro que no vieron sus ojos? Algo muy simple. Cuando se acercaba a aquella curva en las gradas atestadas de público su cerebro veía como sus caras miraban hacia él, en aquella vuelta sin embargo las caras estaban mirando hacia otro lado y ofrecían una visión distinta. El piloto estaba concentrado en la carrera pero una parte de su cerebro había retenido esa información y al encontrar una clara diferencia interpreto que algo fuera de lo habitual pasaba.
Con aquel artículo comprendí algo mas sobre la intuición pero no me sirvió para explicar cómo habíamos llegado a encontrarnos y tampoco me servía ahora para explicar porque había abierto esa taquilla. No recurriré a las fuerzas ocultas del universo para explicarlo, no recurriré tampoco al destino, tampoco a una feliz coincidencia, en el fondo supongo que la vida es una búsqueda de algo que en ocasiones ni tan siquiera sabemos que buscamos. El cerebro del piloto paró el coche, el mío me llevó a ella.

Había perdido demasiado tiempo en mis pensamientos, salí de los vestuarios, me acerqué al carrito de limpieza, me puse el mono, cubrí mi cabeza con su capucha, mi cara con la máscara y salí de nuevo al distribuidor.

lunes, 13 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXV Suertes

Dudé un instante, un largo instante, había tenido demasiado suerte hasta ahora, demasiada si realmente me estaban buscando. Había entrado sin problemas en un lugar que se suponía altamente protegido, inaccesible, inexpugnable pero había encontrado la puerta de atrás, algo así como la que se reservan los programadores informáticos para saltarse los largos y tediosos protocolos de seguridad de acceso a sus propios sistemas. Demasiada suerte porque incluso entrando por esa puerta trasera podía haberme cruzado con muchas personas que pudieran haberme parado aunque seguramente dieran por supuesto que si estaba dentro es porque tenía que estar, al fin y al cabo en aquellas enormes instalaciones trabajaba tanta gente que no se conocían los unos a los otros. Eché en falta tener una tarjeta de identificación que llegado el caso justificara mi presencia. Cerré la puerta de bioingeniería y rebusqué y encontré, de nuevo ayudado por una suerte que parecía no acabarse, el departamento de limpieza. Abrí la puerta y entré con confianza.
La puerta daba acceso a una amplia estancia donde había preparados y perfectamente ordenados diferentes carritos de limpieza. Se diferenciaban útiles, productos… estaban diseñados para atender necesidades diferentes de cada departamento, en cada uno una hoja plastificada con los riesgos y medidas de prevención para la salud de cada zona. Así no me fue difícil identificar los de bioingeniería que contaban con un mono blanco con capucha, unas babuchas para cubrir los pies y una mascarilla para la cara que entendía que pudiera ser mas para evitar contaminar que para evitar ser contaminado. Varías puertas daban acceso a otras estancias entre las que se encontraban los vestuarios, entré y me encontré a dos hombres departiendo sobre el último acontecimiento deportivo. Observé sus identificaciones pertenecientes al centro comercial y me metí en la conversación defendiendo con vehemencia la posición contraria a la que ellos sostenían, no tarde en provocar el efecto buscado, me saludaron y excusándose tener que ir a sus labores salieron por la puerta. Quedándome solo podía me concentré en una hilera inacabable de taquillas, buscaba una identificación y un uniforme que me permitiera suplantar la identidad de alguien del equipo de limpieza de la zona de bioingeniería. Fue fácil, tan solo tuve que ir abriendo las papeleras para encontrar los trajes y babuchas de bioplastic reciclable para acotar la zona. En las taquillas adyacentes probé la contraseña 1234aB y no tarde en encontrar una que se abriera. La suerte no me sonrío esta vez y la taquilla estaba vacía, no tarde en encontrar una segunda que respondía a la misma clave, vacía… encontré varias así y todas vacías lo que confirmó que tal y como había pensado era la clavé básica para todas y que luego el usuario podía y debía cambiar. Sabiendo que el ser humano a veces se despreocupa de este tipo de cosas y más si cree no tener nada valioso que proteger seguí marcando la misma clave hasta que encontré una que estaba en uso.
Saqué de ella un pijama de limpieza blanco e impoluto, unos zapatos de seguridad blanco que me quedaban un poco grandes pero que me valían y una redecilla para el pelo, me lo puse todo y seguí rebuscando para encontrar la tarjeta. No hubo suerte, no estaba allí, por lo menos en eso no había sido descuidado su propietario. Metí la clave en otra taquilla, y en otra pero no se abría ninguna, me sudaban las manos y las metía dentro de los bolsillos del pijama para secármelas, sorpresa sorpresa, había una tarjeta en ella, la saqué y era precisamente lo que buscaba, una identificación de limpieza de bioingeniería. Miré qué había en el resto de bolsillos y encontré una larga lista de números de puerta con códigos alfanuméricos al lado, seguramente había dado con un nuevo empleado. Sin duda tenía la suerte pegada al culo.

Iba a salir de los vestuarios cuando instintivamente me paré delante de otra taquilla, era exactamente igual a todas pero fue como si de alguna manera me atrajera hacia ella. Sin pensar metí el código 3271Es, increíblemente se abrió. A primera vista me pareció vacía pero palpé con mi mano la balda de arriba que estaba por encima del alcance de mis ojos y noté una tela. La saqué, era el pañuelo de seda que guardaba como recuerdo el Ciberbog, el mismo que yo le regalé a ella. Me lo acerqué a la cara para impregnarme con su aroma y los recuerdos se agolparon en mi cabeza paralizándome, ni se cúanto tiempo estuve parado rememorando. El inmenso vacío que sentía no me impidió sin embargo llegar a una conclusión, con toda seguridad el Ciberbog, entero o por partes, seguía allí.

viernes, 10 de junio de 2016

Ispiluaren aurrean (Hertzainak)

Kristalaren bestaldera bi begiak iltzaturik
jada ezin dut konprenitu zein gaizki sentitzen naizen.
Dena aldatu ta erabat
Eta eguzki horrek min egiten dit
aurpegia daukat desitxuratua
ispiluaren aurrean.

Kristalaren imajina orain denboratan galtzen da
ta burua nahasten zait kea haizean bezala.
Iturri lehor agortua
Putzu ilun pozoindua
Baino hobe jazo dena jazo bada
berandu dut aldatzeko iragana
ispiluaren aurrean.


Laztana (Latzen)


Eztarriko korapil sendo hau
nahi nuke askatzea
kantu hau bukatzean
ezagutu zenuen sumendia
etengabe su jauzian
itzaltzen doa orain.

Aitortzen dut 
haseran jolas soil bat zen
aragiaren gosea
mila mozkorren azkena
Barkaidazu baina oraingo hontan
ni naiz babes eske datorrena
fideltasunaren ardura.
Aldatu naiz
zurekin pentsatzeak
odola irakiten dit
ezintasuna dakarkit, zu gabe.

Inoiz ez dut sinistu amodioan
sexuaren indarrak
estaki dizkit begiak
azkenik neri ere iritxi zait
sentimendu garaia
sentitzeko garaia.

Aitortzen dut....

Burua galtzen hasi naiz
inor ez bezela maite zaitudalako
benetan.

jueves, 9 de junio de 2016

Microcuentos para Rita: Desequilibrios

Esperó, siguió esperando, había esperado toda su vida, las cosas normalmente no llegan si no vas a buscarlas pero a él le llegó su sueño. Sin duda un afortunado, pero el sueño le llegó cuando era casi imposible hacerlo realidad, cuando estás tan ligado a tu vida que es muy complicado olvidarse de ella para vivir. Dejó de esperar, quiso aprovechar su suerte y persiguió su sueño, abandonó su vida aunque fue incapaz de terminar de romper con todo, pero su mayor error fue que persiguió demasiado su sueño y se olvidó de vivirlo. Envuelto en dolor no tuvo mas fuerzas y se rindió. Ahora ni tan siquiera esperaba pero cada día se maldecía por haberse rendido. Tal vez en aquellos días de final de primavera volvieran las fuerzas, tal vez volviera la suerte. 

miércoles, 8 de junio de 2016

Microcuentos de adulto para Rita: Ella es él

Subió de forma cadenciosa sus negras medias de rejilla, rebuscó entre su ropa interior aquella tanga brasileña adornada con encajes. Una blusa blanca abierta hasta el pecho para lucir su escote, una corta minifalda negra para exhibir sus largas piernas, zapatos rojos de tacón de aguja para acentuar sus nalgas. Él la observaba excitado desde su ventana. Ella era él pero ¿acaso importaba?

Pausa

Después del cagarro que escribí ayer creo que es bueno tomarse una pausa, no es que piense que el resto es bueno pero es que lo de ayer clama al cielo. Me he levantado con ganas de borrarlo, junto con otras cuantas entradas, pero antes de tener el blog escribí bastantes cosas que se han terminado perdiendo y ahora me da dolor de corazón perder algo, por malo que sea, porque eso también forma parte de lo que soy. Cierto es que en mi ánimo está terminar esa historia e incluso, si mi proverbial vaguería me da un respiro, revisarla para mejorarla en la medida de mis escasas capacidades.
Y leer lo de ayer me lleva a pensar en la belleza, algo en lo que tal vez piense demasiado de manera superficial aunque no lo será tanto cuando la belleza a veces se convierte en un factor determinante en la vida y sirva como ejemplo que está demostrado que las personas físicamente atractiva tienen mas posibilidades de conseguir un trabajo. Aunque no siempre la belleza ayuda para bien, en mi caso, de haber sido un adolescente atractivo, probablemente ahora estaría casado con la chica que tanto me gustaba y que se terminó llevando un amigo que, siendo aun más feo que yo, tenía, y sigue teniendo, el atractivo de esa personas divertidas y que son capaces de hablar de cualquier cosa y sacar una sonrisa a cualquiera. Pero decía que a veces no es para bien y lo decía porque esa chica, ahora una mujer madura que parece mi madre a pesar de ser un año mas joven que yo, no es ni de lejos el tipo de persona que querría para mi vida. Supongo que en su día me quedé obnubilado por sus grandes pechos, cosa que ahora tampoco sería de mi agrado porque si ahora lo considerara un factor determinante de atractivo, que no lo considero, me inclinaría mas bien por el pecho pequeño que como ventaja tiene además que con la edad le cuesta mas rendirse a la omnipotente gravedad. Supongo que con el tiempo depuramos nuestro concepto de belleza y que encontramos atractivas otras cosas que van mucho mas allá  del físico. Pero no nos engañemos a primavera vista mejor tener un envoltorio bonito. Creo que las mujeres estáis mas preparadas para ver mas allá del exterior de lo que lo estamos los hombres pero tampoco creo que nos llevéis demasiada ventaja porque hablando con amigas termináis, si bien con un lenguaje diferente y sobre todo meno soez, haciendo referencia a lo que entra en la categoría de tios buenorros. Todo muy superficial y mas para los que tenemos cierta edad pero pensad, olvidaros de lo que podáis sentir por una persona u otra en concreto, ¿Qué chico o chica que conozcáis pero no demasiado os resulta atractiva o atractivo? Seamos sinceros, la mayoría, hombres y mujeres, iríamos a por el tio o tia buena, para el que lo es a nuestros ojos que sobre gustos no hay nada escritos. Tal vez sea una visión demasiado superficial o simplista, tal vez sea incluso una visión desde la mente machista de un tío en un caluroso día de primavera pero no creo estar totalmente equivocado. ¿Pero de quién te enamoras? a veces vale tan solo un gesto de una persona que muestra interés en ti cuando nadie lo hace, a veces te puedes volver loco por una persona que simplemente fue amable, a veces te enamoras como un idiota del que ni sabe que existes.
Mi barrio era un lugar donde había y hay bastantes macarrillas, quien me conoce sabrá que personalmente cierto toque barriobajero no me falta, y era curioso ver como los macarrillas resultaban los mas atractivos. Recuerdo que la una de las tías mas buenas del instituto, la típica mujer perfecta de larga melena rubia y  lisa y ojos claros, sacaba siempre sobresalientes y por si fuera poco estaba en la selección local de baloncesto se lio con un tio que tenía tres características guapo, macarra y tonto como un zapato. Ahora después de muchos ha perdido al menos dos de ellas, ya no es guapo –mucha de su belleza estaba en el pelo que perdió hace tiempo- y tampoco es macarra, de lo de tonto ciertamente no puedo opinar porque no mantengo relación alguna con él. La pareja estuvo muchos años juntos hasta que ella marchó a Argentina para desarrollar su profesión y por cierto ella ahora sigue siendo igual de rubia pero para mi ha perdido todo su atractivo probablemente porque después de tantos años de relación se le pegó algo de tontuna. Esta buena señorita tenía a bien golpearme en el estomago cada lunes, que no solía estar para bollos después de un finde de fiesta, con el tiempo he llegado a fantasear con que le resultaba atractivo por alguna razón inconcebible. Suerte tuve que en su día no era en ella en quien había puesto mis ojos, si no precisamente en su compañera de pupitre. Supongo que miraba mucho hacia su mesa y la diosa que era la rubia se pensó que era por ella y al darse cuenta de que no, se vengaba de la afrenta cada lunes golpeando donde mas dolía. Lo mismo me dio porque no llegue a nada ni con una ni con otra porque como ya he dicho mas veces, mas allá de mi carencia total de atractivo, soy un incompetente en el antiquísimo arte del ligoteo, arte este que ni tan siquiera he llegado a comprender.
Pero iba a hablar de la belleza y os he soltado otro cagarro que espero sepáis leer con la sonrisa con la que lo he escrito. La belleza en lo que está escrito no está por fuera, no está en saber en elegir las palabras que combinan de forma mas bella si no en transmitir sentimiento. Por eso da igual como se escriba, da igual que se escriba -a veces incluso lo realmente importante es los ojos que lo leen- la belleza está en los sentimientos que se trasmiten y en ocasiones así es también entre las personas. Ayer y otras muchas veces con anterioridad escribí un cagarro porque no sentía cuando escribía y cuando no se siente, al menos para las personas con capacidades tan limitadas para la escritura como la mía, es imposible crear belleza. Y valga también para la vida.

A la mas bella.


Disculpad por otra decepcionante entrada –esta- y gracias por seguir leyéndome, vuestras visitas son una ilusión constante.

martes, 7 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXIV Subterraneos

La corporación fabricaba de todo y en aquel centro comercial se podía comprar de todo, alimentación, domótica, mobiliario, electrónica… y si, también se podían comprar ciberbogs, desde los mas sencillos diseñados para realizar esas tareas duras que no quería hacer nadie hasta los mas espectaculares ciberbogs de seguridad como lo era mi amigo. Esa parte de la tienda estaba reservada a clientes exclusivos, sobrados de créditos para comprar un producto que estaba reservado a unos pocos o para empresas y corporaciones. Para evitar curiosos y no molestar a los clientes importantes el acceso era restringido aunque cualquiera que pudiera demostrar contar con los créditos suficientes en su vid no tendría ningún problema para ser atendido sin pedir mas explicaciones. No siendo mi caso me limité a observar de lejos y seguir mi paseo por el centro comercial que, sin ser de manera consciente, a los pisos inferiores hasta llegar al último sótano.
Ahí se encontraba el sexshop, en los tiempos que corrían, en los que ya nada estaba mal visto en el terreno sexual, este tipo de tiendas siempre eran las mas escondidas.  Supongo que había que seguir alimentando el morbo porque en parte es lo que cimienta el deseo sexual. Recorrí la tienda, poco habían cambiado los objetos en los últimos siglos, mas tecnología, mas diseño pero no dejaban de ser los mismos. Ropa de cuero, máscaras, collares, lencería erótica, consoladores, vibradores, vaginas artificiales, tapones anales, esposas, fustas, potros… nada nuevo pero envuelto en una iluminación oscura, sensual e íntima. Muchas eran las personas que curioseaban sin comprar nada, el sexo todavía era algo oculto y poco explícito. Y así era yo también, en mi mente era completamente liberal, en la realidad mis experiencias eran bastante limitadas, no tanto porque no las deseara sino porque no había encontrado la oportunidad de poner en práctica mis fantasías y, para que negarlo, mi forma de ser limitaba mucho mis capacidades para buscarlas. Después de conocerla a ella descubrí lo que era hacer el amor y era muy diferente al sexo. La excitación provenía de otro lugar de mi ser y de alguna manera me sentía mas completo. El sexo despertaba la parte animal, el instinto, el placer por el placer, la sexualidad desatada, hacer el amor despertaba la parte del sentimiento, una danza mucho mas elaborada. Con ella, al menos por mi parte siempre hice el amor, tal vez debiera haber practicado el sexo, tal vez debiera haberle dado otro tipo de placer. De todo lo que hice dudo, dudo y me pregunto si de haberlo hecho de otra manera ahora seguiría a mi lado. Pero hice lo que sentía, siempre, en todo momento, en el sexo y en cualquier otro momento de cualquier clase que compartimos. Y tal vez ahí estuvo el error, tal vez sentía demasiado para la situación en la que ambos estábamos.
Detrás de un perchero con ruedas donde colgaban diversas prendas de cuero asomaba una puerta, probablemente únicamente de acceso al almacén pero aprovechando el ambiente oscuro y que no había gente en esa parte de la tienda me colé por ella para ver a donde llevaba. Efectivamente era el almacén, las cajas y los productos se amontonaban en baldas perfectamente ordenadas y clasificadas. Lo recorrí hasta encontrarme con otra puerta con acceso mediante huella digital. Si no estaba desubicado, y mi orientación solía ser muy buena, mediante esa puerta no se volvería a ninguna parte de la tienda. Me pareció una posibilidad interesante y pertinente esperar a ver que sucedía, me escondí como pude detrás de una balda desde que podía observar la puerta a ver si tenía oportunidad de saber a dónde conducía. No tardó en salir por ella una persona trajeada con el uniforme de los encargados de la tienda de ciberbogs, y pude ver que esa puerta desembocaba en un largo pasillo ampliamente iluminado. Parecía que podía ser la puerta que estaba buscando. Con las tiras de cuero de un látigo compuse una cuerda larga que até a la manilla esperando que el próximo usuario de la puerta volviera a entrar del pasillo hacia la puerta y no al revés y así fue. Esta vez una mujer con el mismo traje salió del pasillo hasta el almacén, reteniendo la puerta con mi cuerda improvisada para que no se cerrara esperé a volver a estar solo para encaminarme hacia el pasillo.

Alea jacta est, los dados estaban echados, había cruzado mi Rubicón y de nuevo tenía que confiar en la suerte, y la tuve, el pasillo estaba vacío y desembocaba en otra puerta abierta que parecía dar a un amplio espacio menos iluminado que resultó ser un amplio distribuidor con decenas de puertas decorado en el centro con un enorme ciberbog de bronce emblema de la corporación. En cada puerta había un cartel que indicaba a donde daban entrada, ojalá en mi vida las puertas hubieran tenido cartelitos para saber a donde conducían los caminos que guardaban, ojalá las puertas que atravesé hacia ella los hubieran tenido para no equivocarme en la elección. Pero la vida tienes esas cosas y tenemos que elegir a ciegas, sin saber muy bien hacia donde nos llevará el camino. Pero tengo claro una cosa, aunque terminé perdiéndola por mis errores, yo siempre quise ir hacia adelante. Ahora también quería seguir adelante, volvería a elegir y si me equivocaba tampoco importaba demasiado, en mi corazón sentía que la vida con ella me lo dio todo y ahora ya no tenía nada que perder. Abrí la puerta que indicaba bioingeniería.

lunes, 6 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXIII Inexistencia

Las instalaciones pertenecían a una de las corporaciones mas poderosas del mundo precisamente por su nivel de desarrollo en inteligencia artificial y biomecánica. Tenían sedes en todo el mundo donde se fabricaban una diversidad infinita de productos, desde estética hasta herramientas de toda clase. Allí, en aquella ciudad, se situaba únicamente las oficinas centrales, la planta de desarrollo de los ciberbogs y el mencionado centro comercial en el que me encontraba y donde comercializaban todos los productos de la compañía incluyendo la única tienda física de ciberbog del mundo.
Las instalaciones se extendían en varios kilómetros cuadrados, valladas y muy bien custodiadas. Solo se podía acceder al mencionado centro comercial y a los jardines de tubos de ventilación donde me reuní y charlé con el Ciberbog e incluso estas estaban protegidas por dos ciberbogs que custodiaban las puertas. Pero la pregunta era ¿Por qué me habían franqueado el paso? Los ciberbogs identificaban a cada uno de los visitantes, podrían entrar cientos de personas a la vez pero sus biocircuitos les permitían individualizar a cada una. Mi pelo y mi barba no eran un problema para el reconocimiento, según había leído su tecnología les permitía identificar a cualquiera por mucho que modificara su aspecto incluso de forma quirúrgica. No sabía cómo lo hacían pero si que lo hacían. Las posibilidades que se abrieron en mi cabeza fueron varias: la compañía mentía en su publicidad y no me habían reconocido, aun reconociéndome no me habían detenido por alguna razón, me habían reconocido pero no constaba como peligroso en sus bases de datos. La experiencia con el Ciberbog me inclinaba a pensar que efectivamente eran muy eficaces en el reconocimiento, de tener algo contra mí hubieran procedido sin duda a mi detención, así que lo mas posible fuera que no tenían constancia de mi como elemento peligroso. Me armé de valor y a través de mi identidad de incognito rastree mi identidad real en la red. De nuevo me encontré con una sorpresa que en realidad no lo era tanto no constaba absolutamente nada de mi en la red, todo había sido borrado, ni personal, ni redes sociales, ni nada de mis trabajos, de mis estudios… absolutamente nada de nada, era como si no hubiera existido. Una ventaja total en aquellos momentos, un motivo para estar mas que nervioso. Podía estar tranquilo y moverme con libertad por el centro comercial buscando un acceso a la parte de las instalaciones que realmente me interesaban, las oficinas de ingeniería y, sobre todo, la planta de acabado de los ciberbog, no se porque pero mi intuición me decía que ahí encontraría algunas respuestas.

Era como si no hubiera existido, ¿sería así también para ella? ¿se habría olvidado por completo de mi? ¿me habría sacado por completo de su cabeza? Hacía mucho tiempo ya, demasiado para mis sueños, para mis anhelos pero cada día ella venía a mi cabeza en muchos momentos y por diferentes motivos. ¿Qué pensaría ella? ¿se acordaría? ¿pensaría en mi? ¿me echaría de menos aunque solo fuera un poco? ¿se acordaría de mi aunque fuera tan solo para odiarme? Mientras paseaba por el centro comercial en busca de una puerta de entrada a las instalaciones no podía dejar de pensar que para ella todas las puertas estaban cerradas.

viernes, 3 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXII Cargas

La puerta del último local que quedaba abierto se cerró en mis narices, vi mi reflejo en el sucio vidrioplastic. Un hombre maduro con las marcas del paso del tiempo, con un aspecto completamente desaliñado, con una larga barba completamente canosa, en el pelo también largo y despeinado también menudeaba alguna cana que apenas se podía percibir por tener el resto del pelo claro. Delgado, muy delgado, en aquellos días había vuelto a perder todos los kilos que recuperé meses después de que ella me dejará. La ropa arrugada, húmeda en algunas zonas por la cerveza que me había derramado encima. ¿Dónde había quedado aquel hombre de la sonrisa eterna? ya casi nunca asomaba a mis labios, se la llevó ella, se la regalé, tanto la quería, tanto la quiero que sin ella raramente encontraba motivos para sonreír. Un ser oscuro, negro, sin presente, sin futuro y anclado en un pasado del que añoraba la felicidad pero que se regodeaba en demasía en el barro del sufrimiento. Un hombre como tantos hombres, como tantas personas que ya no le ven un sentido a la vida.
El Ciberbog, por eso estaba allí, ese era mi sentido ahora, por eso había iniciado mi viaje, por eso estaba en aquella ciudad de ladrillos amarillos y rojos apagados. Debía de recordarlo, rearmarme con eso y salir de este pozo de perdición en el que había caído. Me erguí, coloqué mis ropas, me peine con los dedos de la mano, me mojé la cara en una fuente cercana y la sequé con un pañuelo de tela que siempre llevaba en mi bolsillo.
Comencé a caminar para despejarme, cada vez más rápido, cada vez mas lejos primero sin una dirección clara, luego encaminando mis pasos hacia las instalaciones. Quería llegar, quería saber lo que pasaba allí, investigar, encontrar al ciberbog y liberarle y con ello liberarme a mi de mi carga. Pensaba que con el aspecto que tenía no me reconocerían y si lo hacían ¿qué mas daba? ¿qué importaba? Si acaban con mi vida no se perdería mucho pero no podría decir que no lo intenté, que no puse todo lo que estaba al alcance de mi mano. Eso me atormentaba, ¿realmente hice todo lo posible por tenerla a mi lado?. No esta vez no me pasaría y si moría en el intento lo haría al menos sabiendo que lo di todo, tal vez incluso en mi muerte encontrara una sonrisa.
Amanecía cuando llegué a las instalaciones que eran ya un hervidero de gente. Sin pensar, sin esconderme, al ritmo rápido que se movían las demás personas me dirigí al edificio central que albergaba en los bajos y sótanos un centro comercial y en los pisos las oficinas. No vi el acceso a estas últimas por lo que pasé entre los dos ciberbogs que custodiaban la puerta para acceder al centro comercial. No, pude evitar mirar atrás para ver si los ciber me habían identificado y sobre todo para volver a fijarme en el que había sustituido al que semanas se había dirigido a mi para preguntarme por ella. Lo supe desde el principio, la amaba, cuando amas a alguien identificas enseguida ese sentimiento aunque sea en un gigante metálico.

Me senté en una cafetería y mientras tomaba un café doble bien cargado para despejarme comencé a botar de manera acelerada mi pelotita naranja sobre la mesa. Mi inconsciencia me había llevado allí, encontré el valor que no tenía para hacerlo ahora que estaba dentro tenía no tenía ni idea de lo que hacer, no sabía qué buscar, no sabía dónde mirar pero estaba seguro que la clave, al menos alguna clave, estaba dentro de esas instalaciones y no me iría sin ella a no ser que saliera con los pies por delante.

jueves, 2 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXI Pérdidas

Los trenes nunca han esperado a los que llegan tarde, tampoco lo hacían los ultramodernos trenes de impulso gravitatorio. Mas cómodos, mas rápidos, mas cercanos al centro de la ciudad que los aviones, sin controles pero infinitamente mas caros. Conectaban las ciudades mas importantes del mundo entre si y también con algunas ciudades de segundo orden que tenían importancia comercial para alguna de ellas. Se podía medir la importancia de una ciudad en el mundo por el número de conexiones de tren que tenía y Ciudad Central tan solo tenía una. La que yo cogería para aparecer en la otra punta del mundo, muchos de mis ahorros se irían en el billete, por suerte era hombre sin vicios y ahorrador, una virtud o un defecto porque nadie aprovecharía lo que yo dejará en el mundo si finalmente dejaba algo.
Pasé por ciudad central, por ciudad mundo, por ciudad mees, por ciudad comercial, ciudad unida, nueva ciudad  y por tantas otras ciudades de menos importancia que carece de sentido enumerar. En algunas estuve tan solo unas horas, en otras unos días y la impresión que tenía era siempre la misma, todas la ciudades eran iguales, sus gentes variaban el resto eran copias. Las corporaciones tenían sus establecimientos en todas, copaban el comercio y todo el negocio. Podías comprar los mismos pantalones en cualquier parte del mundo, podías comer las mismas mierdas, divertirte en las mismas atracciones y si, emborracharte en los mismos bares. Algunas ciudades eran mas baratas que otras pero en todas había lo mismo, todas eran iguales.
Muy atrás quedaban esos tiempos en que los viajeros encontraban en las ciudades nuevos sitios que explorar, nuevas culturas, nuevas gentes. La globalización había matado la personalidad individual de cada lugar. Todas eran copias orientadas al consumo. Cuando tenía un rato me perdía en los suburbios y me emborrachaba en antros sobre los que las corporaciones no habían extendido sus garras porque no ofrecían rendimientos. No bebía habitualmente y cuando lo hacía casi nunca me pasaba, pero en aquellos días parecía que el alcohol podía expiar mis culpas, estaba claro que me equivocaba. A cualquier lado de esas barras siempre había una persona con una mala vida  o una vida destrozada que necesitaban contar una y otra vez a un desconocido entre los balbuceos provocados por el alcohol. Ni se cuanta historias escuché, todas tenían un elemento en común, en todas había perdida y sufrimiento. Tampoco me acuerdo de cuantas veces conté la mía, al menos una vez por cada historia que escuche. Y nadie tenía respuestas, tan solo un así es la vida, en el mejor de los casos tan solo un así es el amor.
Y en mis ensoñaciones alcohólicas a veces era el bueno y a veces el malo pero no me cabe duda de que ambos fuimos responsables. La última noche antes de llegar a la ciudad tuve un sueño si cabe más raro aun que otros que había tenido con anterioridad. No lo recuerdo con claridad pero estábamos los dos, ella y yo, pero también estaban mis padres y sobre todo emergía la figura de su pareja, del padre de sus hijos, del hombre con quien convivía y hasta donde yo sabía aun seguía conviviendo. Nunca lo vi, no tenía ni idea como era, tan solo una vez pude ver un instante de milésimas de segundo una imagen. Daba igual, antes de ver esa imagen y después me lo imaginaba siempre como un hombre guapo, alto, musculado y con todo lo que un hombre puede tener de atractivo para una mujer. Todo lo que yo no era por fuera lo ponía en él, todo lo que yo creía ser por dentro se lo negaba. Seguramente no fuera ni lo uno ni lo otro, tendría un poco de todo pero para que una mujer como ella se fija en él tenía que ser realmente atractivo aunque viéndome a mi la teoría se desmontaba con rapidez, pero siempre pensaba que con los años se aprendían a valorar otras cosas. Para alimentar mi vanidad, cosa que nunca he tenido en demasía, saqué que, si una mujer tan bella por dentro y por fuera se había fijado en mi, tal vez no fuera tan poco atractivo como pensaba. No se que pasó en el sueño, tan solo me acuerdo de eso y pasa el tiempo y esa imagen de él creada por mi mente dormida y borracha se está convirtiendo de alguna manera en su imagen real, con los años supongo que lo recordaré como si realmente lo fuera.

Pero ya estaba en la ciudad, el tiempo de emborracharse, lamentarse y autocompadecerse había terminado. Era tiempo de encontrar al Ciberbog, era tiempo de enfrentarse a la realidad y poder reanudar mi vida en el punto donde la dejé. Sin saber por qué me entro la risa, mi vida en el punto donde la dejé era una vida vacía, sin objetivos, sin sueños, sin ilusiones, sin esperanzas, todas esas cosas era ella para mi y la había perdido. Reí, reí sin parar durante un buen rato para sumergirme luego en las saladas aguas de mi mar de lágrimas. El plan que había trazado podía esperar otro día, en esta noche lluviosa mis pasos me encaminaban a los suburbios de la ciudad.