La especie del sueño que vive escondido en las sombras, que
espera una luz que no llegará nunca. Mortecinos momentos eternos de grises
colores. Tan grises. Tan grises. De esos colores que existen cuando uno te
falta. Y me falta. Me falta. Lo he perdido si es que alguna vez llegué a
encontrarlo.
Caminos de alfombras con fosos de espadas, descalzo en la
vida o con unas sandalias que extreman el frio del invierno del norte. Con
viento y escarcha, con nieve y allí dónde piso una huella de hielo. Tan blanco.
Tan blanco. De ese color que solo ves cuando uno te falta. Y me falta. Me
falta. Seguiré caminando, buscando.
Una onda invisible se mece en el aire, me atraviesa, me
explota, me vacía y me llena. Una onda inconstante de una marea de lunas
lejanas, de lunas oscuras, de lunas tan negras. Tan negras. Tan negras. De esos
colores que brillan cuando uno te falta. Y me falta. Me falta. Perdido en la noche No encuentro la calma.
Meciendo mi rostro una mano de seda, caricias profundas que
paran la vida y cuando no se sienten la vida no es nada. El pálido gesto de
unos ojos vacíos de colores malva. Tan malva. Tan malva. De esos colores que
mueren cuando uno te falta. Y me falta. Me falta. Descansado en ébano volveré a
buscarla.