lunes, 29 de junio de 2015

De los colores cuando uno te falta

La especie del sueño que vive escondido en las sombras, que espera una luz que no llegará nunca. Mortecinos momentos eternos de grises colores. Tan grises. Tan grises. De esos colores que existen cuando uno te falta. Y me falta. Me falta. Lo he perdido si es que alguna vez llegué a encontrarlo.

Caminos de alfombras con fosos de espadas, descalzo en la vida o con unas sandalias que extreman el frio del invierno del norte. Con viento y escarcha, con nieve y allí dónde piso una huella de hielo. Tan blanco. Tan blanco. De ese color que solo ves cuando uno te falta. Y me falta. Me falta. Seguiré caminando, buscando.

Una onda invisible se mece en el aire, me atraviesa, me explota, me vacía y me llena. Una onda inconstante de una marea de lunas lejanas, de lunas oscuras, de lunas tan negras. Tan negras. Tan negras. De esos colores que brillan cuando uno te falta. Y me falta. Me falta. Perdido en la noche No encuentro la calma.

Meciendo mi rostro una mano de seda, caricias profundas que paran la vida y cuando no se sienten la vida no es nada. El pálido gesto de unos ojos vacíos de colores malva. Tan malva. Tan malva. De esos colores que mueren cuando uno te falta. Y me falta. Me falta. Descansado en ébano volveré a buscarla.

lunes, 22 de junio de 2015

No, mi cuerpo no es el  de un hombre,
mis brazos no están torneados
y apenas aguantan el peso de mi cuerpo,
mis piernas pueden correr pero ya no eternamente
mi pecho no es fornido, ni mis espaldas anchas.
No estoy bueno, no soy guapo
aunque me esfuerzo en pensar que tengo algo.
No, físicamente no puedo satisfacerte,
no puedo satisfacerte en ningún sentido,
porque no aguanto nada aunque quiera repetir siempre.
No, no puedes sentirte segura a mi lado,
tengo miedo demasiadas veces,
y no siempre me molesto en ocultarlo.
Me cuesta tomar decisiones,
no siempre tengo claro lo que hay que hacer,
no siempre puedo cargar con todo el peso.
No, no soy independiente,
no me gusta afrontar la vida solo.
No, no soy así ni puedo hace nada de eso.

Puedes sentirte a gusto a mi lado,
puedes sentarte a mi lado y que las horas vuelen,
puedo ser agradable, amable e incluso a veces divertido.
Puedes desear que los momentos a mi lado no se acaben.
Puedes crecer a mi lado, superar tus límites,
afrontar tus miedos porque nunca te daré todo hecho.
Puedes vencer tu temor, tu vergüenza,
lo puedes hacer porque yo también los tengo,
tienes que tomar decisiones porque yo nunca me decido,
aunque decidimos siempre.
Puedes sentir mi amor, mi cariño,
puedes disfrutar de cómo los traduzco en tu cuerpo.
Puedes hablar conmigo de tus sentimientos,
puedo contarte los míos porque yo también los tengo.
Puedes compartir tu vida, lo que eres, lo que ocultas
porque siempre estaré para escucharte.
Eso es lo que puedo ofrecerte, inseguridad, miedo,
y demasiados retos.
Eso es lo que puedo ofrecerte, mis oídos, mis palabras,
mi comprensión, mi apoyo, mi compañía.
Mi cariño.
Mi amor.

Si, lo se, podemos ser amigos y lo seremos,
no puedes sentir lo que no sientes,
tu amor -el de nadie-, tu pasión -la de nadie- no está a mi alcance.

miércoles, 17 de junio de 2015

Casi cuentos para Rita: de las bolas de cristal

            Muchos de vosotros y de vosotras ya habréis oído hablar de las bolas de cristal y ya sabréis que son una esfera de cristal más o menos del tamaño de un balón pequeño. Pero lo más importante no es el tamaño, ni la forma, ni de que material estén hechas. Lo más importante es que en ellas hay gente que dice que puede ver el futuro. Si os digo la verdad yo no creo que sea posible pero quién sabe, a veces suceden cosas que no comprendemos y nos resultan mágicas. Y si, ya sabéis que pienso que la magia existe de alguna manera extrañamente incomprensible.
            Un día un niño caminaba a casa de vuelta del cole y se encontró una de esas bolas de cristal. Como es normal la confundió con una canica gigante, la metió a la mochila y se la llevo para casa. ¡como pesaba esa mochila! No sabía como podría jugar con ella pero era muy bonita y le dio por imaginar que pudiera ser una canica de alguno de esos seres gigantes que aparecen en algunos cuentos. Por muy grande que sea uno ¿también pueden jugar no? que a veces nos creemos que los grandes no juegan y la verdad es que la vida sin juego es de lo mas aburrida seas del tamaño que seas.
            Llegó a casa sudando y con dolor de hombros, por lo menos la mochila había aguantado el peso. La sacó, la dio vueltas un par de veces y como no sabía muy bien que hacer con ella la dejó dentro del armario.
            Pasaron los días y ya se había olvidado de ella pero una noche que no podía dormir porque tenía frio, fue a buscar la chaqueta del pijama al armario y se encontró que había una pequeña luz purpura que brillaba dentro. Se asustó mucho y cerró la puerta de golpe, no sabía lo que era aquella luz y muchas veces lo desconocido nos asusta. Cuando se tranquilizo un poco pudo mas la curiosidad que el miedo. ¿Sabéis? La curiosidad es algo maravilloso porque nos hace descubrir miles de cosas que no conocemos, que no sabemos, que si no fuéramos curiosos y curiosas jamás descubriríamos.
            Abrió la puerta despacito y con sigilo. Sea lo que fuera no quería asustarle y mucho menos enfadarle. Miro por la rendijita que había abierto y volvió a ver aquella luz purpura. La estuvo observando un rato y como vio que no se movía abrió la puerta del todo y se acerco a ver lo que era. ¡Era la canica gigante! ¡Y tenía luz! ¡Y que bonita era! Acercó las manos con cuidado y la cogió. Seguía teniendo miedo pero no pasó nada al tocarla. Se la llevo a la cama y se quedó mirándola.
            De repente en aquella canica empezaron a aparecer imágenes. Era alguien que se parecía a él pero era un viejo, por lo menos tenía 40 años y estaba bailando. Estaba bailando junto al mar, en un lugar desconocido y bailaba bajo la lluvia. No estaba solo, junto a él bailaba una mujer también bastante vieja aunque parecía mas joven que él. No se oía la música pero bailaban sin parar.
            Las imágenes del baile desaparecieron y volvió a aparecer el viejo sentado en un muelle con cara triste. Bueno, triste igual no, tenía una de esas caras vacías del que no siente nada, que sin duda son las peores caras. Y miraba al mar, lo miraba como si no estuviera ahí y a la vez como si el mar fuera lo único que existía. Llovía, jarreaba, hacia viento y aunque él iba en manga corta parecía que hacía un frio de narices. Y de repente apareció ella. Esa si que era una sonrisa mágica. Y que guapa era. De verdad, era muy mayor pero muy guapa. Se acerco a él despacito y sin que se diera cuenta le tapó los ojos con las manos. Acercó su boca al oído del señor y le dijo algo. En sus labios se pudo leer ¿bailamos?. El sonrío, sonrió como seguramente no lo había hecho nunca, la felicidad le brotaba por los ojos y su cuerpo entero se erizó. Puso sus manos sobre las de ella para retirarlas de sus ojos y la miró, con esa profundidad que miraba al mar pero con la expresión de alguien que ha alcanzado la felicidad plena. Se levantó, se abrazaron y bailaron, bailaron, bailaron bajo la lluvia. Eran las mismas imágenes que salieron al principio pero seguían y seguían bailando, y mientras bailaban dejo de llover, y mientras bailaban el sol que empezaba a esconderse detrás de las montañas comenzó a brillar, incluso diría que había subido la temperatura. Y mojados, en aquel anochecer, en aquella preciosa puesta de sol bailaron, bailaron hasta que cayó la noche y solo la luz de la luna nueva les acompañaba.
            La canica se apagó. Desapareció también la luz purpura y el niño se quedo dormido sonriendo. Pasaron los años, montones de años, igual casi 40. Y muchas veces pensaba en lo que vio en aquella bola y aunque había ido mucho a un muelle que descubrió años mas tarde, nunca había sucedido nada. Tal vez no fuera aquel el muelle. Y aquel día de invierno, con aquellas lluvias torrenciales, con aquel frio insoportable que se metía hasta los huesos ya no esperaba nada, no recordaba nada, no pensaba nada, no sentía nada, ni tan siquiera sabía si estaba vivo o todo era un sueño, un producto de su imaginación, una sensación provocada por su mente. Solo miraba al mar.

            Y mirando al mar sintió sus manos.

lunes, 15 de junio de 2015

Te he dicho demasiadas veces que te quiero,
que me encantas, que adoro como eres,
que tu sonrisa me hipnotiza,
que me pierdo en tus ojos,
que cada minuto contigo es un sueño
mejor que cualquier sueño,
que el mundo cambió cuando te conocí
para jamás volver a ser el mismo.
Demasiadas veces, pocas para lo que siento.

Pero nunca te he dicho que te deseo.
Que deseo cada centímetro de tu piel perfecta,
que tus labios me apasionan,
que quiero apartar el pelo de tu cara
y fundir los míos con los tuyos en un beso eterno,
encontrar en tu cuello el aroma de tu cuerpo,
pegarme a ti y abrazarte,
recorrer tus espalda con mis manos,
entrelazar tus piernas con las mías,
pasear con mi boca por tus pechos,
que mi nariz se deslice por tu vientre,
que mis manos se encuentren con tus nalgas,
que me quiero zambullir en tus caderas,
que tu cuerpo es un templo al que acudir todos lo días,
que tu sensualidad es un dios al que adorar siempre.
Nunca te he hablado de tu cintura y tus caderas sinuosas,
de cómo solamente con mirarte mi mente se vuelve lujuriosa,
de cómo tu cuerpo entero invade mi memoria,
de cómo deseo acariciarlo, morderlo con mis labios.
Nunca te he dicho que me excitas,
que tu belleza me desborda los sentidos,
que quiero sentir tu calor, tu humedad,
que quiero hacer de ti una selva tropical,
un paraíso donde poder perderme para siempre.
Nunca te he dicho que quiero sentir tus bellas manos,
que deseo el simple roce de sus dedos,
que quiero que tus labios me devoren,
que quiero que tu cuerpo me invada y posea.
Nunca te lo he dicho. Demasiado poco para lo que siento.

Tal vez demasiado tarde para seguir soñando.


lunes, 8 de junio de 2015

Que bello es cuando es bello,
que hielo cuando es frio,
que afilado cuando corta,
que oscuro cuando es de noche,
que deslumbrante de día,
que puro que cristalino,
que igual, que diferente,
que lejos cuando esta lejos,
que cercano estando al lado,
que diamante cuando es roca,
que etéreo siendo aire.
Que lleno y que vacio,
que todo y todo y nada,
un momento casi eterno,
un milenio en un segundo.
Que bello cuando es bello,
que bello cuando no es nada.