miércoles, 16 de mayo de 2012

¿Sabéis que existen pequeños seres que roban corazones?

Ayer iba caminando hacia casa pero pensando en todo lo que me había pasado en el día, tan despistado iba que en un semáforo una señora pequeñita me tuvo que agarrar del brazo para que no me atropellaran y me dijo “si quieres vivir aquí fuera no puedes vivir tanto ahí dentro”. No le de importancia y seguí caminando hacia casa, pero sin darme cuenta empecé a darle vuelta a la frasecita y entonces si que me despiste del todo y como por arte de magia, sin saber muy bien cómo mis pasos me habían llevado hasta allí, aparecí en un prado lleno de flores flanqueado por un río de aguas cristalinas. Había vacas y caballos y ovejas, tal vez algún cabrito también, no se porque a los cabritos suelo tender a olvidarlos, y todos parecían felices rumiando la verde y abundante hierba.

Vaya, que sorpresa, ¿cómo narices habré llegado aquí? y lo que es peor ¿cómo narices voy a volver a mi casa?. Claro, no podía ser otra cosa, tenía que ser un sueño, me daré la vuelta y cuando me despierte me daré cuenta de que soñaba. Me di la vuelta, pero no me desperté, es mas, lo que vi era aun más sorprendente. Un pequeño y precioso ser, con una sonrisa que hacía que mi estomago se sintiera en una montaña rusa. Vaya, me dije, que ser mas adorable.

• Hola!!!-me dijo con su encantadora sonrisa-

• Hola! -la contesté- me podrías decir dónde estamos

• Por supuesto, este es tu paraíso

• ¿Mi paraíso?

• Si tu paraíso, y en bajo añadió, estos de ciudad no se enteran de nada

• Bueno la verdad es que si, es un sitio muy agradable. ¿Y tú quién eres?

• No importa quién soy pero quiero que pasees conmigo y ten enseñaré este sitio y verás como al final del paseo te das cuenta de que es tu paraíso

Y así lo hicimos, comenzamos a andar y mientras andábamos ella me contaba miles de historias, la mayoría tan divertidas que lloraba de risa, otras, muy pocas, tan tristes que lloraba de pena. El caso es que no podía dejar de poner atención a todo lo que me contaba y cada segundo que pasaba con ella notaba que me entraba más en el corazón.

Tenía razón, aquel era mi paraíso, no se me ocurría ningún sitio dónde pudiera estar mejor, y eran tan feliz que casi nada mas tenía importancia. Y cada día volvía allí y cada día me revolcaba entre la flores y jugaba con el frescor del agua del río y cada historia de aquel pequeño ser, era un motivo para que aquel lugar fuera aun más paradisiaco.

Pero un día quise volver y no encontré el camino, y me enfadé mucho, no lo podía creer, era mi paraíso y lo había perdido. Lo buscaba, caminaba, caminaba y no lo encontraba nunca, nunca llegaba a encontrarlo. Visité miles de riachuelos con verdes praderas a su lado, visité los montes más altos, los valles más escondidos y no dejé de caminar hasta caer rendido.

Entonces me percaté, mi paraíso no era un lugar, era aquel pequeño ser que siempre me acompañaba. Y aunque me puse a buscarlo sin descanso no aparecía por ningún lado y todo lo que hacía por encontrarlo parecía que me situaba todavía mas lejos. Y fue entonces cuando me di cuenta, no había perdido mi paraíso, había perdido mi corazón.

¿Sabéis que existen pequeños seres que roban corazones? algunos os lo romperán y os harán infelices hasta que podías reconstruirlo, pero otros, otros os harán felices para siempre. Si encontráis uno de esos pequeños seres que roban corazones, no dudéis en acompañarlo.

martes, 15 de mayo de 2012

No hay espacio para los ojos enardecidos de las malas conciencias, no hay espacio para que se fundan los negros y los grises, no hay espacio para infligir un dolor innecesario. No hay espacio. No lo hay. Pero lo encuentran.
Lo encuentran.
Los que creen que el mundo es suyo lo encuentran.
No lo puedo entender, no lo entiendo, cómo hay tantísimas personas que se creen mejores que nosotros, que se creen que pueden usarnos y escupirnos, que se creen que pueden mantenernos esclavizados repartiendo las migajas solo para que los que somos buenos, para los que somos tontos, para los que somos útiles.
No lo entiendo.
No lo entiendo pero se creen mejores que nosotros.
Estamos adormilados, dormidos, soñando que tenemos vida, que somos alguien, que podemos ser ellos. Soñando en un trabajo mejor, en una casa mejor, en un coche mejor, en algo mejor. Y matamos a otros con nuestro silencio malpagado, con nuestro silencio traicionero. Sin alma. Vacios. Nunca seremos ellos, no nos dejarán.
Nunca lo seremos.
No te engañes, nunca lo seremos.
Siempre podremos soportar las desgracias ajenas, no son nuestras. Vagos, maleantes. O mala suerte en el mejor de los casos. Pobrecitos, que mala suerte.  E incluso si nos tocan podremos soportarlas. Mala suerte, pobrecitos de nosotros. Y siempre callados. Siempre esperando sus miserables migajas. Como el perro espera su comida debajo de la mesa del amo.
Pobres, que mala suerte.
No hay nada que hacer. Así es la vida.
Y así es. Y así será. Por nuestra cobardía, porque si te revelas te señalan con el dedo. Porque pueden cambiar las leyes y hacer ilegal aquello que no lo era. Porque la ley también es suya y sus perros guardianes están bien amaestrados. Ahora lo vemos más que nunca, convierten seres humanos íntegros en delincuentes y los persiguen. Y los perseguirán hasta acabar con ellos y lo que representan.
No lo olvides son peligroso.
Son perroflautas sucios delincuentes.
No te unas a ellos. Si te unes es que eres un perroflauta, un sucio delincuente, un excremento de la sociedad que alguien tiene que recoger con una pala y encerrarlo para siempre para que no no haya ningún zapato caro que pueda pisarlos y mancharse. Tanto odio no es concebible sin el miedo. El miedo de perder esos privilegios de los que disfrutan.
Tienen miedo.
Y a falta de otra esa será nuestra arma.
Porque unidos somos peligrosos. Porque podemos hacer tambalearse al sistema. Pero si lo conseguimos no seamos como aquellos que llegados al poder se convirtieron en unos de los otros. NO. El poder es del pueblo. La calles son nuestras, lo que producimos es nuestro. Es nuestro. Recuperarlo no es un delito, es cuestión de justicia. Recuperémoslo y compartámoslo con los que tienen aun menos que nosotros.
El poder es del pueblo.
Su miedo es nuestra única arma.

viernes, 11 de mayo de 2012

Hola otra vez y de nuevo adiós, no me dejas entrar en tu vida, pero parece que quieres que ande por los bordes. Y allí ando yo, equilibrado por la esperanza de un momento que no llega nunca. Que sencillo sería si pudieras borrarme para siempre. Yo no puedo, no quiero, tal vez fuera lo mejor, pero no quiero renunciar a la esperanza. No quiero renunciar a tu risa, no quiero renunciar a tu mirada, Y mis ojos miran y lloran, Pero mi corazón ríe, ríe porque te tengo cerca, ríe porque estoy en el borde, ríe porque te quiere y es incapaz de darte por perdida.