viernes, 17 de junio de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XXVIII ¿Suertes?

No se notaba el movimiento del elevador pero la lógica me decía que tenía que ser hacia abajo toda vez que concebía las instalaciones como algo subterráneo. Además de los códigos creía descifrar que L se correspondía con laboratorio, S con sótano y 3 con la planta correspondiente y así confiaba en que fuera, aunque no han sido pocos los errores que en mi vida he cometido en la interpretación de códigos de diferentes tipos incluso teniendo muchos mas elementos para su compresión que con los que contaba ahora.
Las puertas se abrieron y daban a un pasillo. Por lo que veía podía ser exactamente el mismo por el que había entrado, salí y me fijé que en una de las paredes estaba pintado en forma de cartel indicador el código LS3. Ojalá me hubiera fijado en cuál era el código de la planta por la que había entrado y que me permitiría salir por donde había entrado si conseguía salir de allí sin que nadie me detuviera pero ya era muy tarde para eso. La falta de planificación y experiencia y sobre todo los nervios del momento impidieron que pudiera fijar en algo que podría resultar de tanta importancia. Una constante que se repetía en mi vida, cuantas cosas me gustaría recordar que no recuerdo, cuantos detalles, algunos de importancia y otros sin ninguna, desearía conservar en mi memoria. De ella recuerdo muchas cosas, decir casi todo sin duda sería decir demasiado, pasa el tiempo y lo sigo recordando, algunos momentos se viven en mi memoria como si aún estuvieran sucediendo. Sin embargo olvidé cosas que ahora me gustaría recordar y de alguna manera empobrecen el relato que hay en mi cabeza de aquellos días en que la vida era dulce cuando la tenía cerca y cuando estaba lejos salada, ahora que ya no está la vida es una hiel amarga.
Avancé por el pasillo hasta dar con otra puerta. Estaba cerrada, su cerradura era doble combinaba código y huella. Opté por hacer lo mismo que con el ascensor pero pasaba el tiempo y nadie entraba ni salía. Empecé a ponerme nervioso, a perder la paciencia y comencé a pensar que si volvieran las personas que me habían facilitado el acceso al ascensor, por mucho que no se hubieran ni dignado a mirarme, les llamaría la atención que por segunda vez encontraran a alguien en la misma situación y cabía la posibilidad de que esta vez, no solo fueran mas precavidos en los accesos, si no que dieran incluso aviso de que algo raro sucedía. Así que consumido por la ansiedad saqué la lista de códigos y valiéndome del orden marqué el primero que comenzaba por LS3 y puse mi pulgar sobre el escáner. Una lucecita verde se ilumino en la pantalla y la puerta se abrió para mi. Aquello era más que suerte, alguien me había dado acceso y por lo tanto alguien me esperaba. Dos posibilidades vinieron a mi cabeza o era una encerrona y estaba cayendo en la trampa o de alguna manera el Ciberbog lo había hecho posible. Ya que la primera posibilidad me parecía harto complicada, y que de ser así lo más lógico es que al escanear mi huella la puerta no se hubiera abierto y a su vez se hubiera bloqueado la del ascensor para dejarme sin escapatoria y poder así atraparme sin ningún problema, solo cabía deducir que el Ciberbog me había facilitado el paso. Recordé como mi identidad real había desaparecido del sistema, como mi identidad de incognito me había permitido moverme por el mundo sin complicaciones desde que intenté y conseguí huir de la ciudad, como los ciberbogs que protegían ahora la entrada a las instalaciones me habían permitido el paso, la apertura de las taquillas con la clave… y algunos otros pequeños detalles que había atribuido a la suerte y que ahora a la luz de este último suceso contemplaba con claridad que alguien me estaba ayudando, alguien me estaba protegiendo. Solo podía ser el Ciberbog o tal vez no, para hacerlo se necesitaba un acceso a la red de nivel máximo de seguridad o tener la habilidad suficiente para entrar por la puerta trasera, pero ¿quién podía mas podía haberlo hecho por mi?, existía la remota posibilidad de que la propia doctora Roes, sabiendo de mi implicación en esta historia y el peligro que corría, hiciera esto por mi antes de morir.

Al atravesar la puerta me encontré en un nuevo recibidor, similar también al de planta superior pero con un menor número de puertas. Aun siendo menos y teniendo cada una su propio número de puerta no tenía ni idea de cuál era la que podría interesarme. Por no permanecer parado por si alguien aparecía comencé a avanzar por el recibidor, no ocurriéndoseme otra opción mejor casi me había decidido por abrir una al azar cuando enfrente de una de ellas se proyecto por un instante un holovid de una pelotita naranja botando contra el suelo. Sobresaltado palpé mi bolsillo para comprobar si la mía permanecía en su sitio y tranquilizado al respecto avancé hacia aquella puerta.