Elegantes palabras de
negro
que se llevan a la boca
lo que sale del alma.
Recogen un corazón
perdido,
un sueño que no puede
recordarse
aunque permanece vivo.
La vías por los que circulaba
la pasión
son tan solo viejos
railes oxidados
por donde el tren dejo
de pasar
para llevarle a un
mundo
de paraísos imposibles
donde hasta la mentira era
verdad,
y la verdad pureza.
Viajero sin destino
reposa ahora en un desvencijado
banco
de una estación
olvidada
que se viene abajo porque
nadie la recuerda.
Descansa al cobijo de
un tejado con goteras
y unos muros que no protegen
del frio viento del norte.
En la estación donde
tan solo habita el silencio,
acurrucado, alimentándose
de recuerdos,
muriéndose de hambre
cada día
y cada día menos
hambriento.
Erró. Se equivocó. Y se
dio cuenta demasiado tarde.
Tarde ya para
arrepentirse.
Tarde ya para cambiar
la historia.
En aquella estación de
almas perdidas
y preguntas sin
respuesta
tan solo queda ya la
suya
Con una tinta oscura
en las paredes negras
escribe su historia.