lunes, 27 de junio de 2016

Elegantes palabras de negro
que se llevan a la boca
lo que sale del alma.
Recogen un corazón perdido,
un sueño que no puede recordarse
aunque permanece vivo.
La vías por los que circulaba la pasión
son tan solo viejos railes oxidados
por donde el tren dejo de pasar
para llevarle a un mundo
de paraísos imposibles
donde hasta la mentira era verdad,
y la verdad pureza.
Viajero sin destino
reposa ahora en un desvencijado banco
de una estación olvidada
que se viene abajo porque nadie la recuerda.
Descansa al cobijo de un tejado con goteras
y unos muros que no protegen del frio viento del norte.
En la estación donde tan solo habita el silencio,
acurrucado, alimentándose de recuerdos,
muriéndose de hambre cada día
y cada día menos hambriento.
Erró. Se equivocó. Y se dio cuenta demasiado tarde.
Tarde ya para arrepentirse.
Tarde ya para cambiar la historia.
En aquella estación de almas perdidas
y preguntas sin respuesta
tan solo queda ya la suya
Con una tinta oscura
en las paredes negras
escribe su historia.