viernes, 23 de diciembre de 2016

Zorionak

Cuando ayer a la noche, aprovechando un insomnio que, por suerte, cada vez es mas esporádico, pensaba en que podía escribir hoy para despedir el año (me cojo vacaciones y no volveré hasta enero) me salían, como siempre, los típicos deseos de felicidad navideños. A la par, y es que las noches son muy largas, me dio por hacer balance de lo que había sido mi año y me di cuenta que ponía el acento en lo que me faltaba, en lo que echaba de menos en mi vida, en aquello que no tenía. Y es cierto que eso que me falta me ha dejado un vacío vital que es muy complicado, por no decir imposible, de llenar con otras cosas. Pero tengo una familia, amigos, un lugar donde vivir, un trabajo que, aunque me dé muchos dolores de cabeza y haya perdido la cuenta de cuándo fue la última vez que cobré mi salario integro –maldita crisis-, me satisface y me permite vivir con dignidad. Tengo más que cubiertas las necesidades básicas de todo ser humano y hay muchas personas a mi alrededor que me quieren y a las que quiero, sería injusto mirar solo las cosas que me faltan y no permitirme ser feliz por ello y aun así reconozco que me cuesta.
Hay personas en el mundo que no tienen nada, que mueren de hambre en la calle, que el techo bajo el que se cobijan son unas estrellas, y muy lejos del romanticismo solo sienten el frio de la noche, personas cuyo sueño es subsistir al día siguiente y vivir un día mas sin tener tan siquiera la esperanza de que el día siguiente será mejor y algún día su situación cambiará. Puede parecer que esas cosas suceden lejos, en otras países, casi en otros mundos, pero también suceden aquí, en nuestras calles y en realidad da igual dónde porque son seres humanos. Los casos más extremos se cuentan por cientos de millones en el mundo y sumaríamos muchos cientos mas si incluimos también aquellos que, teniendo alguna, no tienen todas sus necesidades básicas cubiertas.
Y personas sin trabajo o sin un trabajo digno, y mujeres explotadas sexualmente, personas –mujeres especialmente- que sufren todos los días la violencia, personas que han buscado un futuro mejor para solo encontrarse con el rechazo, conflictos bélicos que se llevan vidas por delante por la avaricia del tener (ninguna guerra tiene otra razón aunque quieran aparentarlo) y tantas otras desgracias que no deberían darse y de las que somos en parte responsables.
Sí, me falta algo, siento un inmenso vacío que probablemente nunca llegue a llenar, pero soy de esos pocos privilegiados que lo tengo casi todo. Quiero poner en valor todo lo que tengo y hacerme consciente de que tengo muchas y grandes razones para ser feliz. Y transmitir también esa visión de que no podemos ni debemos centrar nuestra mirada en lo que nos falta porque si lo hacemos nunca conseguiremos ser felices.
Buscad en vuestro corazón el sentimiento y en vuestra cabeza la manera de ayudar a todas esas personas que están peor nosotros. No pensemos solo en dinero, también tenemos nuestro tiempo y lo que somos y dando algo de lo que tenemos tal vez acerquemos un poco la felicidad a alguna persona y probablemente también  nosotros seamos mas felices. No penséis en arreglar el mundo porque es un objetivo demasiado grande para lo que está en nuestra mano, nos frustraría y nos valdría de excusa para decir que como no puedo cambiarlo todo no puedo hacer nada, pensad en lo que podéis arreglar vosotros y en la medida de lo poco que vayamos cambiando también estaremos cambiando el mundo.
Poned en valor lo que tenéis, sonreíd al mundo y tal vez el mundo os devuelva esas sonrisas. Nos faltan cosas sí, algunas tal vez muy importantes, pero que lo que nos falta no nos impida ser felices.
Gracias por estar ahí y darme tanta felicidad con vuestras visitas

ZORIONAK ETA URTE BERRI ON

miércoles, 21 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XIX: Libre

Era media tarde aun cuando llegaron a la ciudad en el tubo. Hoper se pasó el viaje mirándolo todo, le recordaba a Putnik, la misma curiosidad, todo parecía nuevo para él y en parte lo era porque en los años que había pasado fuera, unidos al efecto relativista de los viajes a velocidad cercanas a la luz, el mundo había cambiado. Tal vez no hubiera cambiado demasiado en las grandes cosas, los sistemas políticos y económicos eran los mismos que conoció, pero las tecnologías hiperdesarrolladas en el momento que se fue seguían avanzando.
Frelser quería llevarle a su casa para que descansara y para apartarle de las calles donde le parecía que podía estar en riesgo si el jefe de seguridad investigaba. Pero Hoper no quería ir, quería visitar la ciudad, ver ese mundo que se había perdido durante 32 años 7 meses y un día. Frelser aceptó de mala gana y con la única condición de que entraran a una barbería donde le afeitaran y le arreglaran el pelo para que en el peor de los casos nadie pudiera reconocerle.
Con el pelo corto y sin barba tenía un aspecto mas juvenil todavía, no aparentaba la edad que tenía, y unido a su actitud curiosa parecía un cachorrito igual que Putnik, un adolescente que no conoce la vida. Pasearon por las calles y Hoper no dejaba de mirar todo, de mirar hacia arriba para ver los tremendos edificios de cristal que se elevaban tanto que parecía que atravesaban el cielo hasta tocar las estrellas. Pasearon y pasearon Hoper quería verlo todo. Frelser estaba cansado pero viendo la ilusión en aquellos grandes ojos verdes no quería negarle nada. Se sentía libre, después de muchos años era libre, no podía impedir que disfrutara de su libertad el primer día. Pasaron al lado del edifico mas alto de la ciudad, un monstruo de cristal de mas de un kilometro de altura. Era de noche ya y la tenue iluminación de la ciudad y el edificio le daba un aire de romanticismo. La echaba de menos y empezaba a sentir que Hoper era como el hijo que nunca había tenido, el hijo que le hubiera gustado tener con ella.
Agarrándole del brazo le metió en el edificio y después de pagar la correspondiente tarifa se dirigieron a unos ascensores que recorrieron el kilometro que les separaba de la azotea en unos pocos segundos. Soplaba el viento con intensidad, chispeaba y hacía frio pero se pasaron allí mas de una hora. La vista de la ciudad era espectacular, kilómetros y kilómetros de rascacielos que parecían enanos al lado del que se encontraban. Las calles prácticamente ni se veían y las personas que circulaban por ellas eran unos puntitos. Frelser le contó historias, historias de cada edifico importante, de los parques que se veían y también anécdotas con las personas que habitaban aquella ciudad portuaria. Rotterdam fue durante siglos el puerto marítimo de mercancías más grande e importante del mundo, la historia cambió con los viajes espaciales que llegaron siglos mas tarde pero aprovecharon sus infraestructuras para adaptarlas a las necesidades del transporte espacial y lo que fue el puerto marítimo mas importante del mundo se reconvirtió en el espacio-puerto mas importante de la galaxia. Frelser siguió contando historias y curiosidades hasta que se dio cuenta de que Hoper no le estaba haciendo caso. Se había quedado con la mirada perdida mirando al mar.

El viento estaba sutilmente impregnado de aroma yodado del mar y arrastraba de vez en cuando alguna gota de agua salada que se mezclaba con la fina lluvia que estaba cayendo. Se quedó mas de una hora en silencio contemplándolo y sintiéndolo hasta que las nubes cubrieron por completo la luna que se asomaba en el horizonte para iluminarlo. Hoper quería ir allí, al mar, quería verlo de cerca pero no era el momento. Le pidió a Flerser que, ahora si, le llevara a su casa y no dijo una palabra mas en toda la noche.

martes, 20 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XVIII: viejos desconocidos

Llegó la hora del cambio de turno, Hoper recibió con mala cara tener que separarse de Putnik, a pesar de todo lo que había pasado, o tal vez precisamente por eso, un niño habitaba aun en su interior, pero no puso ninguna objeción.
Se dirigieron hacia la salida, por suerte solo tenía que pasar un control. Oteando desde lejos Frelser identificó a otro guardia de seguridad, algo más joven que él, con el que había coincidido en muchos destinos pero con el que tampoco, como con nadie, mantenía una estrecha relación. Simplemente eran viejos conocidos. Identificó también a un joven que acababa de empezar y del que todos decían que no tenía madera para ese trabajo. Por la puerta que custodiaba este último pasaría Hoper por la del viejo conocido lo haría él mismo una vez que Hoper hubiera franqueado la salida.
Se demoraron un rato para esperar la aglomeración que se solía dar unos 10 minutos después del cambio de turno. Hoper con su ropa nueva, el uniforme de operario solo era por si entraba alguien al almacén levantar las mínimas sospechas posibles, tenía otro aspecto. A pesar de su delgadez era un hombre joven y fuerte y aquellos ojos verdes y el pelo y la barba enmarañados le hacían bastante atractivo aunque no se pudiera decir que era un hombre guapo. Uno mas entre cientos de personas, por ese lado no había problema. Le indicó a Hoper en que cola debía situarse y en poco tiempo la cola dobló su tamaño. Frelser se quedó observando con impaciencia la lentitud con la que se movía la cola y recogió con satisfacción los primero murmullos de protesta que pronto se convirtieron en un clamor. La cola empezó a avanzar mas rápido porque el joven vigilante únicamente pasaba el escáner por el chip para que la puerta se abriera, sin hacer ninguna comprobación de que la identidad se ajustaba a lo marcado en el chip. Justamente la reacción que buscaba Frelser.
Llegó el turno de Hoper, avanzo con cara de pocos amigos, como molesto por la espera, y extendió su brazo como de mala gana para que el joven lo escaneara. Se encendió la lucecita verde en el escáner y sin mas dilación el vigilante pulso el botón para de apertura de la portezuela metálica. Hoper salió sin mirar atrás y se dirigió al punto que había acordado con Frelser. Moverse con libertad era extraño para él, aquel lugar era extraño para él y le costó encontrar el lugar en concreto probablemente mas por lo primero que por lo segundo.
Frelser esperó prudentemente y cuando se dirigió la cola que había elegido solo había 3 personas delante suyo y una mas que se puso posteriormente detrás, su viejo conocido era mas concienzudo en el análisis de seguridad y sin la presión de la cola se tomaba mas tiempo todavía para las pertinentes comprobaciones. Cuando le llegó el turno a Frelser ambos se saludaron y cruzaron unas pocas palabras cordiales. Le acercó el escáner a su brazo que de inmediato le identificó correctamente al tiempo que una lucecita roja parpadeaba. Frelser puso cara de sorprendido pero no le dio mas importancia, el vigilante hizo las comprobaciones oportunas en el aparato y le dijo que según marcaba había salido diez minutos antes de las instalaciones. Frelser le dijo que de ser así estaría ya casi tumbado en el sofá de su casa en calzoncillos. Ambos se rieron pero el vigilante siguió con las comprobaciones mientras Frelser esperaba aparentemente tranquilo. Se dirigió a la persona que estaba detrás de Frelser en la cola y tras una breve explicación le pidió que saliera por otra puerta.
Frelser y el vigilante se dirigieron entonces a la puerta custodiada por el joven que no sabía ni de que le estaban hablando. El vigilante hizo las comprobaciones oportunas y en la pantalla se mostraron las imágenes de Hoper saliendo por la puerta. Llamó a Frelser para enseñarle las imagines y le dijo “ese eres tú”, a lo que le respondió ya nos gustaría a nosotros tener esa edad y esa presencia. Ambos volvieron a reir. Después de darle muchas vueltas y siendo evidente que Frelser era Frelser, el vigilante empezó a hablar de un posible falló en el sistema. Metió la foto del hombre y le volvió a salir la identidad de Frelser. Aquello nunca le había pasado pero tampoco tenía sentido retener a un hombre al que conocía y del que estaba seguro de su identidad y así se lo dijo. Frelser le contestó que no había problema que si tenía que quedarse hasta que se resolviera el asunto no tenía ningún problema, sus calzoncillos podían esperar. Rieron de nuevo. Tras un nuevo rato tecleando en el ordenador dio aviso a sus superiores y se personó el jefe de seguridad, un hombre también mayor y que les conocía a ambos. Una vez puesto al día le dijo a Frelser que se fuera, que no había ningún problema con él y que investigarían quién era la persona que había suplantado su identidad o qué tipo de error se había producido en el sistema pero que tenía otros asuntos mas importantes de los que ocuparse y aquel hombre había pasado por el arco de seguridad sin que se le detectará absolutamente nada oculto dentro o fuera de su cuerpo. El jefe de seguridad guardó toda la información en su vid personal se dió la vuelta y se marchó sin despedirse. Los dos guardias se dirigieron a la puerta y se despidieron con una ligero ademán de cabeza.

Comenzó a llover y cuando Frelser se dirigió al punto de encuentro Hoper estaba con los brazos extendidos mirando al cielo, con sus pies chapoteando en el primer charco que se había producido.

lunes, 19 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XVII: Experiencias

Se despertó con sus labios carnosos, húmedos y tibios sobre su boca, los besó, los mordió con sus propios labios, los acarició con su lengua, sus piernas se cerraban entorno a su cabeza por el placer que la estaba haciendo sentir. Deslizando su cuerpo hacia abajo se tumbó encima de él y comenzó a besarle como nunca le habían besado. Hoper despertó con este sueño aun vivo en su cabeza, pero como todos los sueños se fue difuminando. Estaba tumbado sobre el suelo del vestuario con una bolsa de ropa sucia bajo la cabeza. Frelser le contó que mientras le abrazaba se había desmayado y caído al suelo. La comida, la ducha de agua caliente y aquel abrazo, que suponía la primera expresión de humanidad que sentía desde que fuera encarcelado, habían tenido un efecto relajante en él, demasiado, la tensión de su cuerpo bajo tanto que perdió el conocimiento.
Frelser cogió su brazo y volvió a pasar el escáner por el chip de identificación de Hoper, manipuló el aparato durante un buen rato y finalmente consiguió borrar el historial y darle una nueva identidad que le permitiera salir de aquellas instalaciones. Teóricamente aquello no se podía hacer con su escáner pero Frelser había pasado por muchos destinos, muchos años de experiencia en su trabajo, y había aprendido muchas cosas. Había usado sus conocimientos siempre en beneficio de la corporación y a veces saltándose los derechos fundamentales de las personas para conseguir sus objetivos. Esta vez, como si con ello pudiera redimirse de todo, lo hacía para favorecer a un ser humano injustamente tratado.
Frelser dudó en que identidad poner el chip para que pudiera franquear el control de salida de las instalaciones, luego ya se inventaría un propia que le permitiera vivir. Pensó en poner la de algún compañero de seguridad pero tenía que estar de turno y si salía antes de que lo hiciera Hoper estarían en un problema. La solución era obvia, aunque tenía un gran problema. Metió sus propios datos en el chip de Hoper, el saldría mas tarde y aunque le detuvieran porque constaba que ya había salido podría demostrar quien era de muchas maneras e incluso tal vez hasta conociera a alguno de los guardas de seguridad de la puertas y podría solucionarlo con sencillez. A Hoper lo dirigiría hacia algún guarda desconocido y en el momento de mayor salida de personas confiando en que agobiado por ir dando salidas no se molestara en hacer demasiadas comprobaciones y no se fijara en la evidente diferencia de edad entre Hoper y Frelser.

Por suerte los lugares muy protegidos suelen estarlo mas para evitar que entren personas ajenas, que para impedir que salgan y si los que los protegen son personas se puede jugar con su psicología para aprovecharse de ella. Frelser confiaba en que su sencillo plan fuera efectivo, cuanto mas sencillo menos cosas pueden complicarse, aun así quién sabe lo que podía salir mal. Recordó como terminó perdiendo lo único que, después de hacer balance en su vida, le había importado realmente. El amor vino como se fue, sin esperarlo, sin preverlo, sin desearlo. Las horas que faltaban hasta la salida las paso recordando a aquella mujer a la que tanto había amado, a la que aun amaba. Mientras tanto Hoper corría por el almacén jugando con Putnik y solo se sentaba para acariciarle subido sobre su pecho. La prudencia aconsejaba que estuviera escondido hasta que pudieran huir de allí, pero cómo negarle esos momentos de felicidad a un hombre que no se acordaba del significado de esa palabra. Que disfrutara como un niño, riesgos no había demasiados. Verles felices jugueteando y dándose cariño le recordaba en cierta manera a los momentos que vivió con ella. Tal vez si él no se hubiera comportado como un niño no la hubiera perdido, tal vez si él no hubiera tenido la ilusión y la curiosidad de un niño jamás hubiera llegado a conocerla.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Hoy , que la verdad no tengo el cuerpo ni la cabeza para escribir –ni tan siquiera las tonterías que escribo habitualmente, os dejo las letras de varias canciones del que sin duda es la banda musical que nombraría si me dijeran que me tenía que quedar solo con una. Durante años me han acompañado sus letras, la mayoría de las cuales se me de memoria y podría incluso cantarlas sin ningún problema –incluso lo he llegado a hacer en más de una ocasión con público (escaso, pero público al fin y al cabo)-. Su tema mas popular lleva por título “Aitormena” (confesión), y en su versión con un cuarteto de cuerda fue durante años mi canción favorita y tal vez hoy lo siga siendo. Sin embargo nunca la canto y tampoco la comparto hoy convosotros, lo primero porque su letra no es lo que parece ser y lo segundo porque, entendiéndola como una canción de amor, no son palabras que yo quisiera poner nunca a mis sentimientos.
Creo que en muchas cosas de las que escribo se nota, a veces de manera muy evidente, la influencia que han tenido algunas de sus letras. Estas que comparto hoy ni son las mas conocidas, ni necesariamente la que mas me gustan (me gustan todas) pero si veo en ellas cosas sobre las que he escrito, en las que me reconozco.
Agradecer a Hertzainak su enorme contribución a nuestra cultura y sobre todo a poner música y letra a muchos sentimientos. A vosotras personas lectoras, agradeceros una vez mas vuestras visitas y desearos un feliz fin de semana.

P.D: Disculpad las posibles erratas, las he cogido a todo correr de la página musikazblai.com y no me he parado ni a comprobar que no las tuvieran. En esta página además, los que no entendéis nada de lo que dice, podréis encontrar las traducciones de la mayoría de ellas, así como de otras muchas que he publicado con anterioridad.

Ispiluaren aurrean (Hertzainak)

Kristalaren bestaldera bi begiak iltzaturik
jada ezin dut konprenitu zein gaizki sentitzen naizen.
Dena aldatu ta erabat
Eta eguzki horrek min egiten dit
aurpegia daukat desitxuratua
ispiluaren aurrean.

Kristalaren imajina orain denboratan galtzen da
ta burua nahasten zait kea haizean bezala.
Iturri lehor agortua
Putzu ilun pozoindua
Baino hobe jazo dena jazo bada
berandu dut aldatzeko iragana
ispiluaren aurrean.

Egunetik egunera (Hertzainak)

Egunetik egunera hiltzera noa
eta maitia, kuttuna, laztana
jadanik ez zaitut ikusten.
Hiri setiatuko alanbre latzen gainetik
kolerazko graffiti beltzez bonbatzeko balioko lukeen
brika gorrizko murru erraldoia
bilakatzen zara.

Nazka larriak gauero urkatzen nau eta
maitia, kuttuna, laztana
jadanik ez zaitut entzuten.
Galernen leize sakonetan barna itsas erdian galdu
paperezko ontzi traketsak sekulan ardietsiko ez duen
kosta amestu brumatsua
bilakatzen zara.

Paralisia sentimentalak joan naiz eta
maitia, kuttuna, laztana
jadanik ez zaitut hunkitzen.
Ormatze atomikoaren garai hitsetan
hospitale sikiatrikoetan zain minberak
trebeki moztuko lituzkeen medikua
bilakatzen zara.

Apokalipsia nitan dago.

Esaiok (Hertzainak)

Zenbat garagar errekak pasa behar
oraindik erabaki arte
ehiztari herabetiak hire tiroen
beldurrez nora ezean.

Garaia duk, motel, esaiok,
ez pentsa gehio, esaiok
amodioaren aurrean egia lotsagabe
esaten ikasi behar duk.

Ta ni gau guztia nabil, zuen atzetik
lagundu nahirik, zuen atzetik
mozkortu egin nauzue eta berdin zait
non lo egin edo norekin. (bis)

Neska horrek seguraski nahi dik
hire onduan gau hontan egotea
neska horrek seguraski nahi dik
hire ahotikan hori entzutea
neska horrek seguraski nahi dik
bildurrik gabe hik hori esatea
neska horrek seguraski ere desio
berdinak bete nahian zebilek
ia ba, esaiok ...

Ez pentsa gehio
amodioaren aurrean egia lotsagabe
esaten ikasi behar duk.

Ta ni gau guztia nabil, zuen atzetik
lagundu nahirik, zuen atzetik
mozkortu egin nauzue eta berdin zait
non lo egin edo norekin.

Eder bati (Hertzainak)

Beraz eder, ez zara etorri deikunera
Nahiz otoiz egin nik.
Hits ordea ez nago, zuretzako gehiago
Ez dut maitasunik.
Iruditzen zitzaidan zeudela zure baietan
Ase denak atzo.
Gaur gero neska gazte, eskua dut emazte,
Eutsiko zait zintzo.
Andere bihotz aizun, damutuko ez zaizun ni utziz,
Nork daki?
Bai orduan alferrik, ez dizuket eskerrik,
Eskua dut aski.
Andere begi urdin, zu joanik ere berdin,
Bai pozik naizela!
Nerau neronen jabe, besteen beharrik gabe,
Jainko bat bezala.

Zoratzen naizela (Hertzainak)

Zoratzen hasi naizela, ari naizela
dirauts psikoanalistak
zuganako amodioaren berri ematerakoan.

Zure begi okre horien lama geldoa
ene bihotza kiskaltzen ari delako
zoratzen omen naiz
sinisterazi nahi didate.
Krabelinen eta larrosa gorrien petaloen ordez
psikoanalistaren batoi zuriaren
fragantziaz ase nahi ez dudalakotz
zoratzen ari naizela
hala dirauts psikoanalistak.
Zubipeko ur kantarien
ahots zoilaren pareko zitzaidan
zure mintzoa
hiru zurito eta lau txupito edanez
gure ezpainak zubi ondoan
eletu ziren.
Maite zaitut, maite zaitut
lau txupito era zure ezpain eleak
zoratzen ari omen naiz
hala diratus psikoanalistak.

Ez duzu atxakiarik (Hertzainak)

Ote da ezer txarragorik
pentsatu eta edan ez
bizi eta ez pentsatu
esateko ezer ez eduki
lanik ez egin
edo ondo geratzea baino?
Guztia gaizkiago
jarri daiteke.
Egin dezakezuna da
pentsatzeke barre eitea,
pentsatu eta ez eitea
sortu eta ez erakustea,
besteen barruko arra
lasaitzeko ari izatea:
zeuk zeure buruari
iruzur egitea
guztia gaizkiago
jarri daiteke.

Euri ugari egingo du
ubiderik ez denean
eta gorrari tokatzen zaio
Coca-cola diska sorta.
Bizitzearen sentitzea!
Guztia gaizkiago
jarri daiteke.
Eta ezer saiatuko bazina
barre egin pentsatu eta
edaten,
pentsatu, bizi eta egiten,
sortzen eta ikertzen
eta esango didazu
nola doakizun
lan eginez edo egiteko.

Oraingoaz behintzat
ez duzulako erreumarik
eta ez San Vitoren dardarik
ez duzu atxakiarik.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Los colores que pintaron mi noche
se han ido difuminado con el tiempo.
Ahora el cielo es negro y sin estrellas,
sin luna, sin luz, sin nada.
Ahora ya no tiene sentido mirar al cielo,
los colores se han perdido para siempre.
Recuerdo noches durmiendo al raso,
con los ojos abiertos sin saber que miraba,
pensando que la tierra sobre la que me acostaba
tan solo era un pequeño punto en la galaxia,
un átomo en aquel universo inacabable,
y yo un minúsculo ser sobre la tierra,
insignificante, prescindible, sin sentido.
Pero el color llegó,
y no eran luces blancas de estrellas lejanas,
vinieron los rojos, los azules, los violetas,
los marrones, amarillos, naranjas, verdes,
rosas… vinieron todos los colores
y yo era algo, era alguien, tenía sentido.
Y el negro, cuando existía, era intenso
y el blanco era puro como lo era mi inocencia.
Pero se desvanecieron, como se desvanece la vida,
dejándome solo, vacío,
y en aquel cielo que miraba con los ojos abiertos como platos,
con la ilusión de un niño que está descubriendo la vida,
en aquel cielo ya no hay nada,
ya no hay color,
ya no hay estrellas,
ya no hay luna,
ya no hay luz,
ya no hay nada.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XVI: Agradecido

Sentado, con la espalda reposada en el fondo del habitáculo miraba el hilo de luz que definía la puerta. Había perdido completamente la noción del tiempo, no sabía si habían pasado unos minutos o días desde que se fue el hombre y su gatito. Comió la última porción de la última barrita energética de chocolate y después de relamerse los labios bebió lo poco que le queda de agua. Se sentía terriblemente débil, incluso masticar le suponía un esfuerzo, pero estaba vivo y tenía esperanza.
La puerta se abrió y el gato se lanzó sobre él, una enorme sonrisa se dibujó en su cara. Acostado en sus piernas no podía dejar de acariciarle. El hombre entró detrás con una pequeña linterna en la mano y se sentó a su lado, saco una botella grande de agua y una bandeja de plástico que contenía una ración de pollo y puré de patata. Después de beber un largo trago de agua se lanzó a por la comida. Aunque el puré nunca le había gustado demasiado le supo a gloria y el pollo envasado le parecía el mejor manjar que había comido nunca. Y en cierta manera así era, la comida en el planeta prisión era infinitamente peor. El hombre miraba como devoraba los alimentos.
Cuando terminó, le ofreció una bolsa que contenía ropa. Hoper se había quitado el traje y solo vestía una camiseta y unos calzoncillos que en su día habían sido blancos pero que, a la luz de la linterna, se veían grises y estaban repletos de manchas marrones, rojas, amarillas. Se quitó esas prendas y se puso las que el hombre le ofrecía. Una vez vestido el hombre, tendiéndole la mano, le invitó a salir del contenedor. Con gran esfuerzo gateó por el habitáculo, salió fuera y se puso en pie. Rodeado de contenedores el paisaje era parecido al del almacén del planeta prisión y los recuerdos que flotaban en alguna parte de su mente afloraron abruptamente y, en parte también por su debilidad, se sintió mareado y tuvo que volver a sentarse. El gatito volvió a subirse a su regazo.

El hombre se sentó junto a él y comenzó a hablarle. Era parco en palabras pero se presentó, le dijo donde se encontraba y que después de leer su chip imaginaba cual era su historia y que estaba dispuesto ayudarle. Hoper no pudo articular palabra pero de sus ojos empezó a brotar parte del agua que había bebido. Tenemos poco tiempo le dijo Frelser y pasando el brazo de Hoper sobre sus hombros le ayudó a levantarse, caminaron un largo rato entre los contenedores hasta llegar a una puerta. Al abrirla se encontraron con un vestuario vació donde había baños y duchas. Frelser le ayudó a desnudarse y meterse en la ducha. Con el agua tibia recorriendo su piel su cuerpo recobró algo de fuerza. Se lavó el pelo, se frotó con fuerza la piel y la suciedad que llevaba encima poco a poco fue desapareciendo. Cuando salió de la ducha Frelser le tendió un nueva ropa interior y un mono de operario de la compañía. Mirandose al espejo no se reconocía, el pelo largo, la barba de mas de un mes y los ojos metidos hacia dentro y aquella extrema delgadez. Se apoyo con ambas manos en el lavabo e inclinó la cabeza. Cuando volvió a levantarla vio en sus ojos un poco de aquella chispa de vida que siempre habían tenido. Se dio la vuelta, abrazó a Frelser y lloró sobre su hombro.

martes, 13 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XV: Sueños

Soñó que estaba preso sus primeros años de juventud, que trabajaba doce horas al día en la mina y las otras doce las pasaba encerrado en una celda con una pequeña ventana por la que entraba una luz fría y mortecina de unos soles demasiado alejados, soñó que le costaba respirar aquel aire viciado, soñó que la muerte le estaba esperando cada día al despertar por la mañana. Soñó que escapaba, que hacía el viaje en un habitáculo muy reducido, que se golpeaba contra las paredes, que vomitaba con cada aceleración y en cada salto de gusano. Soñó que estaba a oscuras, sin poder hablar con nadie, sin oír nada, aislado completamente de cualquier contacto humano durante 32 días, 7 horas y 1 minuto. Soñó que perdía la cabeza y que estaba a punto de morir. Frelser se despertó envuelto en sudor y completamente angustiado, lo que había pasado aquel hombre, aquel joven, era algo horrible y nadie le aseguraba que lo vendría después sería mejor. Era todavía de madrugada pero se levantó y se sentó en un sillón raído por el paso del tiempo y comenzó a darle vueltas a cómo iba a sacar de las instalaciones al viajero.
Soñó que sus manos acariciaban aquella piel suave, que el gatito ronroneaba tumbado sobre su pecho, que salían corriendo por un campo verde y jugaban como lo harían dos cachorros. Soñó que el gato acercaba su nariz a la suya y le daba un beso de esquimal, que saltaba para subirse sobre su hombro, que le hacía cosquillas en la cara con la cola, que comía un plato de carne y le daba cachitos constantemente al gatito. Y durmió, durmió tranquilo y relajado por primera vez después de 32 días, 7 horas y 1 minuto de infierno.
En cuanto amaneció Frelser salió de casa a pasear y seguir dándole vueltas a cómo sacar al viajero de allí. Hacía frio y llovía pero a Frelser aquel tiempo le resultaba agradable, estaba deseando volver al trabajo para ver que tal se encontraba el joven pero su turno no comenzaba hasta bien entrada la tarde. Cuando abrieron las tiendas entro en un centro comercial y compró ropa. Ropa interior, pantalones, camisetas, jerseys, zapatos, ropa de abrigo… esperaba haber acertado con la talla. Era un hombre bastante alto, no parecía que nunca hubiera estado fornido pero en aquel momento era un suspiro. Calculaba que no andaría lejos del metro noventa y que pesaría unos 60 kilos, seguramente cualquier prenda que le valiera de largo le quedaría demasiado ancha pero era lo que tenía y mejor eso que nada.
Cuando Hoper despertó estaba tranquilo. Apenas recordaba nada de todo lo que había pasado, tan solo su sueño y haber tenido en realidad al gatito entre sus manos. Abrió los ojos y se encontró en la completa oscuridad aunque la puerta que ya no estaba herméticamente cerrada permitía vislumbrar que fuera del contenedor había algo de luz. Fue consciente entonces de donde se encontraba y comenzó a recordar que además de un gato había un hombre, que el hombre se había preoupado por él, que le había dicho que volvería y que procuraría sacarle de allí. Recordó también el botellín de agua y la barrita energética y se lanzó a por ella. Era de chocolate, hacía casi nueve años que no lo probaba, 3271 días sin aquel sabor, el chocolate era una de sus pasiones antes de que le encerraran, lo comía todos los días, a veces con verdadera obsesión. Bebió un sorbo de agua que estaba caliente pero que era el agua mas pura que recordaba haber bebido nunca, en el planeta prisión el agua era reciclada y durante el viaje prácticamente todo el agua que bebió provenía de su orina. Estaba en la tierra, lo había conseguido, había sobrevivido. Lloró.

Pero aquello no había acabado, tan solo había sido el comienzo, todavía tenía que escapar de las instalaciones y si lo conseguía vendría lo mas difícil, construir una nueva vida. Tremendamente debilitado como estaba hasta inclinarse para beber le resultaba dificultoso, emprender una vida le parecía sencillamente imposible. Pero sonreía ante esa posibilidad, sonriendo tal vez lo consiguiera. Ahora tenía que descansar y recuperarse un poco. Cerró los ojos y se durmió de nuevo pensando que el gatito descansaba de nuevo sobre su pecho.

lunes, 12 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XIV: Piel

Frelser le habló, le preguntó qué tal se encontraba, cómo se llamaba, si necesitaba algo pero Hoper no le contestó, no movió ni un músculo de su cuerpo, ni de su cara, permanecía tumbado con la mirada perdida, sin mover los ojos, sin parpadear, como si en el techo de aquel habitáculo estuvieran escritos los secretos de la vida. Si no fuera porque su pecho se movía pausadamente cualquiera hubiera pensado que estaba muerto.
Frelser le dijo que iba en busca de agua y comida para él, no hubo ningún tipo de respuesta pero esperaba que por lo menos le oyera y le entendiera aunque no lo tenía nada claro. Cuando volvió con una botella de agua y una barrita energética de cereales y chocolate, lo único que tenía a mano, uno de sus vicios en las largas horas que pasaba en aquel almacén se encontró que Putnik se había subido al pecho de Hoper y este acariciaba con ambas manos al gato y su mirada, aun perdida, había adquirido un tono diferente e incluso de vez en cuando parpadeaba. Se agachó y poniéndose de rodillas a su lado le acercó el botellín a la boca, Hoper inclino ligeramente la cabeza hacia adelante y se humedeció ligeramente los labios. Por primera vez aquellos ojos verdes se fijaron en él, su mirada a pesar de la desorientación era intensa, amable y de alguna manera expresaba una sonrisa.
Pasaban las horas y Hoper seguía acariciando al gato, sus ojos empezaban a cobrar vida pero permanecía tumbado sin moverse. Frelser miró el reloj, apenas quedaban dos horas para que terminara su turno y aun no sabía que iba a hacer con aquel hombre. Sacarlo de allí en aquellas condiciones era imposible, la única opción que tenía por el momento era dejarlo allí,  volver a cerrar la puerta y confiar en que nadie lo descubriera hasta que volviera a llegar su turno y volviera tal vez con una idea de qué hacer con él, de cómo sacarlo de allí, por alguna razón entregarlo a las autoridades no era ya una opción para Frelser.
Frelser le explicó con parsimonia que su turno terminaba, que si no quería que nadie le encontrara debía volver a cerrar su puerta, que volvería al día siguiente con su nuevo turno y que intentaría sacarle de allí. Esta vez si hubo una respuesta, Hoper asintió levemente con la cabeza, una sonrisa se esbozó en su rostro y sus ojos expresaban agradecimiento. Le dejó la botella con agua renovada, la barrita energética y cogió a Putnik con ambas manos para llevárselo, Hoper mostró una mueca de desagrado cuando le retiraban al gatito pero no opuso ninguna resistencia, salió del habitáculo y cerro la puerta tras de si dejando a Hoper dentro. Examinó el contenedor por fuera y aunque ahora era mas evidente que aquel contenedor escondía una puerta había que examinarlo muy de cerca para darse cuenta. Frelser confiaba en que nadie se acercara lo suficiente como para comprobarlo, tan solo era uno mas de los miles de contenedores que estaban allí. El único riesgo que veía era que Putnik llevara allí a cualquiera de los vigilantes de los siguientes turnos pero, hasta donde él sabía, Putnik no se acercaba a ninguno vigilante que no fuera él. Todos sabían que estaba allí pero nadie mas le hacía caso.

Encerrado de nuevo, a oscuras de nuevo, Hoper cerró los ojos. La demencia había desaparecido y su mente estaba simplemente en blanco, algunos recuerdos asomaban pero no parecía que fueran suyos. Echaba de menos el suave tacto de la piel del gatito y el calor que desprendía sobre su pecho, su único deseo, su único pensamiento,  era que volviera aquel hombre, abriera la puerta y pudiera acariciar de nuevo al gato.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XIII: Ojos verdes

Pasó el escáner de control por el antebrazo izquierdo de aquel cuerpo moribundo para leer el chip de identificación. A Frelser le parecía un auténtico despropósito que cualquier miembro de seguridad contará con ese dispositivo lector pero desde hacía siglos incluso la seguridad pública estaba en manos privadas y esas manos privadas habían aprovechado para extender esas medidas de control a todos sus agentes pero así era y ahora el mismo lo estaba usando. En el lector apareció de inmediato el historial de Hoper, mas allá de sus datos de filiación, estudios y el poquito del historial de un persona joven destacaba parpadeante su condición de preso. Frelser leyó con atención su historial delictivo, 16 años de condena por participar en un altercado que tuvo como consecuencia la destrucción de un carguero orbital en el que no hubo ningún herido. Su reclusión era en el planeta-prisión y su historial de preso hablaba siempre de comportamiento ejemplar.
Era injusto, aquella condena era injusta, y todo porque estaba enmarcada en una acción violenta con tintes políticos, pero cuando ese chico la cometió apenas era un niño, un adolescente. Cuanto habría tenido que sufrir para decidir escapar y Frelser entendía que lo hubiera hecho porque en el planeta-prisión estaba abocado a la muerte. Siempre había creído en la justicia, siempre había sido un defensor a ultranza de las leyes pero con los años se había ido dado cuenta de que la ley estaba diseñada por y para los poderosos. Sus delitos mas habituales no estaban penados o sus condenas eran irrisorias mientras que sobre los delitos que amenazaban su status-quo caía todo el peso de la ley.
Aquel hombre que ahora yacía en el contenedor había perdido gran parte de su juventud y a había estado a punto de perder la vida, seguramente sin llegar a ser consciente de lo que estaba haciendo, mas por un impulso adolescente que por una convicción del uso de los métodos violentos como lucha antisistema. Llegó siendo prácticamente un niño al planeta prisión y ahora, después del insoportable viaje, parecía un anciano.

Frelser estaba ante una disyuntiva, ayudarle a consumar su fuga o avisar a las autoridades para que volvieran a detenerle. La segunda opción era muy sencilla pero a ojos de Frelser despiadada, la primera era terriblemente complicada, sacarle de allí sin que nadie se enterara era prácticamente imposible y el estado de salud en el que se encontraba Hoper lo complicaba aún mas. En el fondo del rebelde corazón de Frelser anidaba el sentimiento de querer ayudarle a escapar pero había muchas posibilidades de que muriera, sin embargo si avisaba a las autoridades contaría con los medios sanitarios para que se recuperara pero sin duda volvería a prisión a morir allí. Ojalá Hoper estuviera al menos semiconsciente para poder preguntarle cúal era su deseo. Pero Hoper ya había decido, había afrontado un viaje en el que la muerte era el destino mas probable. Frelser lo comprendió de inmediato y no tuvo que pensar mas, intentaría ayudarle, tenía una horas de trabajo por delante para intentar pensar cómo lo hacía. Se sentó en el angosto habitáculo del contenedor y Putnik saltó sobre sus brazos. Mientras le acariciaba pensaba en la manera de ocultarle mientras se recuperaba y cómo podía hacer para que Hoper recuperara minimamente su salud. La prioridad sin duda era que volviera a la conciencia, corrió al botiquín y volvió con una jeringuilla de adrenalina en la mano. La preparación en primeros auxilios de su formación como vigilante le sirvió para no dudar a la hora de suministrársela por vía intravenosa. En unos segundos los ojos de Hoper se abrieron de par en par, vivía, volvía a la conciencia mejor dicho, porque aquellos ojos verdes parecían muertos.

lunes, 5 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XII: Putnik

Frelser se agachó, cada vez le costaba mas hacerlo, la edad y esa tripa, por debajo de la cual se situaba el cinturón de donde colgaba la pistola de plasma, cada vez le ponían mas dificultades. Apartó al gatito con mimo, aunque este volvió de inmediato para seguir arañando la puerta, y mientras lo acariciaba con una mano y miraba con atención aquella parte del contenedor, palpaba con la otra lo que parecían ser fisuras. No tardó en darse cuenta de que aquellas fisuras definían un cuadrado y de inmediato pensó que podía ser una portezuela oculta que guardaba un compartimento secreto en el contenedor. Nunca había visto nada así con anterioridad pero si había oído hablar de este tipo de compartimentos en otros contenedores para el tráfico ilegal de algunos productos. ¿Qué habría dentro? Aquel olor nauseabundo le hacía inclinarse son duda por productos perecederos, pero aquel contenedor venía cargado de metsal del planeta prisión, allí no había nada mas que el mineral y presos condenados a reclusión pero destinados a morir allí. Y de inmediato una conexión llegó a su cerebro ¿hubiera podido intentar algún preso escapar escondido ahí de la prisión? La muerte estaba prácticamente asegurada. Ambas cosas explicarían el olor que provenía del contenedor y de paso el interés del gatito que había dejado de arañar y ronroneaba ahora con las caricias que Frelser le estaba haciendo.
Levantó al gato con ambas manos y se lo puso sobre el hombro y el pecho para acariciarlo mientras miraba sin saber qué hacer a la portezuela. Aquel gato era lo único que tenía, la única mujer que había amado de verdad en su vida le había dejado hace muchos años y con todos los traslados dentro de la corporación no había afianzado ninguna amistad a lo largo de los años y ahora que estaba envejeciendo se sentía solo. El gatito apareció un día por el almacén, apenas tenía unos días de vida y estaba muy enfermo, Frelser lo cuidó lo mejor que supo y lo alimentó y ahora que estaba casi curado se había convertido en la compañía mas grata que podía tener. Se preguntaba muchas veces de dónde habría salido, en aquellas instalaciones de alta seguridad no podía entrar y salir nada sin estar controlado, ni mercancías, ni humanos ni mucho menos animales. Pero allí estaba para hacerle compañía. Pensó que ni tan siquiera le había puesto un nombre y por alguna razón en aquel mismo momento decidió llamarle Putnik, viajero en alguna antigua lengua de la tierra, igual que su  propio nombre significaba salvador. 

Dejó a Putnik en el suelo, se agachó de nuevo y volvió a examinar la puerta. Empujó pero no se abrió, cargó todo el peso de su cuerpo sobre ella pero tampoco cedió, finalmente se levantó y empezó a darle patadas pero la puerta no se movía, tal vez no fuera una puerta. Tanteó y presionó con las manos por zonas y encontró algunas que ofrecían una menor resistencia. Parecía que el mecanismo de apertura y cierre, tal vez unas antiguas bisagras, se asentaban en la parte derecha, a la izquierda, arriba y abajo encontró lo que podían ser las cerraduras. Con paso ligero volvió a la garita donde tenía una caja de herramientas, saco de ella una cortadora de plasma de baja intensidad y volvió al contenedor siempre acompañado de Putnik que se le metía una y otra vez entre las piernas impidiéndole caminar con normalidad. Aplicó el plasma a las zonas donde creía que podían estar las cerraduras y de paso a toda la parte izquierda, superior e inferior, el metal se derretía al rojo vivo como la mantequilla. Una vez se hubo enfriado empujó con un dedo y la puerta se abrió suavemente deslizándose sobre las bisagras. El olor se hizo prácticamente inaguantable. Iluminó dentro con su linterna y pudo ver un cuerpo envuelto en lo que debió ser un traje blanco de protección de algún tipo pero que ahora estaba prácticamente negro. Protegiendo su boca y su nariz con un antiguo pañuelo de seda, recuerdo de la única mujer que había amado, entró de rodillas en el contenedor. Le quitó un casco lleno de vomito a aquel cuerpo inerte y llevándole la mano al cuello comprobó que aunque muy débil y espaciadamente su carótida palpitaba.


viernes, 2 de diciembre de 2016

La senda del tiempo (Celtas Cortos)

A veces llega un momento en que te haces viejo de repente.
Sin arrugas en la frente, pero con ganas de morir
Paseando por las calles todo tiene igual color.
Siento que algo echo en falta, no sé si será el amor

Me despierto por las noches entre una gran confusión
Esta gran melancolía está acabando conmigo
Siento que me vuelvo loco y me sumergo en el alcohol
Las estrellas por la noche han perdido su esplendor

A veces llega un momento en que te haces viejo de repente.
Sin arrugas en la frente, pero con ganas de morir
Paseando por las calles todo tiene igual color.
Siento que algo echo en falta, no sé si será el amor

He buscado en los desiertos de la tierra del dolor
y no he hallado mas respuesta que espejismos de ilusión
He hablado con las montañas de la desesperación
y su respuesta era sólo el eco sordo de mi voz

A veces llega un momento en que te haces viejo de repente.
Sin arrugas en la frente, pero con ganas de morir
Paseando por las calles todo tiene igual color.
Siento que algo echo en falta, no sé si será el amor


jueves, 1 de diciembre de 2016

Hoy les he preguntado a mis sueños
por qué ya nunca apareces en ellos,
por qué al despertarme
ya  no mantengo el dulce recuerdo
de un momento contigo.
Aquellos sueños de los que me acordaba,
cuando nunca me he acordado de mis sueños,
ya no están, se han ido, han desaparecido
dejándome a la vez tranquilo y abatido.
Pero mis sueños no saben contestarme,
me susurran que quieren seguir soñando
pero que tú ya no vienes a ellos.
Eran sueños por lo general tristes,
en los que terminabas dejándome solo,
caminando de la mano con otra persona,
dejándome con lágrimas en los ojos,
pero los quiero, los deseo,
porque en ellos eras real, podía tocarte,
escucharte, mirarte, podía sentirte.
Pero ya no vienes a mis sueños
y en esas preguntas que les hago
la única respuesta que encuentro
es que el dolor se está acabando
que te estás convirtiendo en un recuerdo
que guardaré con el mismo amor
que sentí el día de nuestro primer beso.
La vida sigue aun sin sueños
y tal vez el mundo gire de nuevo
y podamos encontrarnos
en momentos mas felices
que aquellos que acabaron con todo.



miércoles, 30 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper XI: Uñas

En aquel almacén entraban muchos mas contenedores de Metsal de los que salían. Apenas se procesaban uno o dos al día, no había mayor necesidad pero la corporación se afanaba por acumular recursos porque el metsal era un recurso escaso y que la principal producción se asentará en el planeta prisión no estaba exento de todo tipo de riesgos. La distancia, los viajes, la propia concepción del planeta prisión eran amenazas latentes que hacían peligrar el suministro y toda una civilización dependía de los viajes interestelares que hacía posible el metsal. Pero las corporaciones no eran altruistas, en sus balances no aparecía el sostenimiento de civilización alguna sino el de sus propios beneficios económicos y el metsal era el negocio mas rentable de todas las galaxias.
Todas las instalaciones de depuración y refinado, en las que se incluía el almacén, estaban protegidas por fuertes medidas de seguridad. Mucha tecnología, mucho personal humano y cientos de protocolos de seguridad para que ni un gramo del preciado metal escapara de las instalaciones de manera descontrolada, para que nadie pusiera en peligro de ninguna de las maneras aquellas instalaciones tan imporatentes para la vida del universo. Pero el recinto era inmenso y almacén se encontraba en el medio protegida por todo lo que protegía al resto de las instalaciones pero en si misma solo contaba con un guarda de seguridad que controlaba y tomaba registro de cada contenedor que entraba y salía y como esa entrada era completamente automatizada, salvo para controles de calidad o inventario nadie entraba allí. Un puesto de trabajo sencillo en el que se turnaban varias personas que en su mayoría eran antiguos empleados que debido a la edad eran destinados a servicios mas tranquilos.
Por eso aquel día en el almacén solo estaba Frelser, un hombre siempre sonriente que andaba ya frisando la centuria, setentaicinco largos años de servicio a la corporación y como premio este destino dorado en un puesto sin complicaciones. Ronroneando sobre su abdomen un gatito que rondaba por el almacén y que Frelser cuidaba con todo su cariño.
Frelser se levantó para hacer la ronda correspondiente con el gato jugueteando entre sus piernas. A veces corría y se escondía detrás de un contenedor y vigilaba agazapado como llegaba Frelser y cuando con su paso cansino por fin llegaba volvía a salir corriendo para esconderse de nuevo y seguir con el juego. Y el gatito se detuvo cerca de un contenedor, uno de los que habían llegado recientemente, y arañaba el metal de su estructura con sus uñas pero tan fuertemente que estaba dejando marcas. Frelser se acercó y empezó a acariciar al gato para que se tranquilizara y de inmediato percibió lo que probablemente le había atraído allí y le estaba causando ese estado alterado de ánimo. Un fuerte olor provenía del contenedor, apenas se  propagaba por la nave del almacén pero era tan intenso que le sobrevinieron arcadas. Se separó para coger aire mientras el gato seguía insistiendo en arañar el contenedor. Apartando con suavidad al gatito acercó su nariz a la zona donde arañaba y casi se cae de espaldas del olor. Palpó la zona con sus manos y encontró algo extraño.

En la fina línea entra la vida y la muerte de Hoper se había cruzado un pequeño animal que tal vez terminara inclinando la balanza hacia la vida. Y así ocurre en muchas ocasiones, algo o alguien que en principio pueden parecer insignificantes acaban siendo determinantes en nuestras vidas.

martes, 29 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper X: Tierra

Espacio-puerto Rotterdam, el mayor espacio-puerto de toda la galaxia, con amarré en sus dársenas para mas de seiscientas naves de salto y miles de cargueros orbitales. Dedicado, salvo contingencias en otros espacio puertos, exclusivamente a la carga, era el nexo de unión del mercado de la tierra con cualquier otro planeta o civilización. Miles de trabajadores iban y venían de la tierra a la estación en turnos semanales y de ellos dependía en gran parte el sistema económico de la tierra. El comercio era y es el motor económico de cualquier economía y por Rotterdam pasaban millones de contenedores al día. Cualquier cosa se compraba y se vendía. Muchas de las compras que se hacían en la tierra venían de alejados planetas con costes de producción mas bajos que ofrecían precios mas competitivos incluso incluyendo los gastos de transporte. Como en cualquier civilización existían sociedades mas ricas y mas pobres, en la antigua tierra se hablaba de países desarrollados y en vías de desarrollo, ahora que la tierra era un sistema global muy desarrollado existían los planetas en vías de desarrollo. En ellos se producía en condiciones infrahumanos, larguísimos turnos de trabajo, explotación infantil, todo valía a las grandes corporaciones. Pero no nos engañemos no solo las corporaciones eran responsables, cada persona buscamos el precio mas barato sin preguntarnos tan siquiera como es posible. Los planetas en vías de desarrollo eran productores de bienes de consumo masivos, los planetas desarrollados exportaban tecnología y productos de alto valor añadido. Nada había cambiado desde aquel histórico momento de la revolución industrial.
El metsal que se recogía en planeta-prisión, era depurado en la tierra en industria tecnológicamente muy desarrolladas. Se había cuidado muy mucho que esa tecnología fuera secreta y no llegara al resto de la galaxia. El mercado del metsal era unos de los pilares de la economía terrestre. El contenedor donde viajaba Hoper bajaría a la tierra.
Las compuertas del espacio puerto se abrieron y los ruidos empezaron a inundar los oídos de Hoper. Los primeros días de viaje había deseado mas que nada en el mundo oír aquellos sonidos, ahora no significaban nada, seguía metido en su mundo, musitando sus oraciones. El viaje, su huida, estaba llegando al momento definitivo pero Hoper estaba a punto de morir, de aquella vida con la que había soñado, de aquellas ansias de vivir no quedaba nada. Lo único que quedaba de Hoper eran piel, huesos y un corazón que latía al ritmo cansino de su cerebro demenciado.
Sin tardar mucho los contenedores empezaron a ser trasladados a los cargueros orbitales, también en el que se alojaba Hoper, quién sin embargo no notó absolutamente nada, no solo porque el traslado se hiciera con la mas absoluta de las suavidades si no porque aunque le hubieran tirado por un precipicio de 3271 metros Hoper no hubiera notado nada, le hubiera llegado la muerte y tal vez hubiera sonreído.
El carguero no tardó en despegar y bajar a tierra, el cuerpo de Hoper volvió a pegarse contra las paredes del contenedor y perdió el conocimiento. Esta vez no lo recuperó. El carguero orbital se posó en tierra y su contenedor fue depositado en un almacén con otros miles de ellos a la espera de que el metsal que contenía fuera procesado.
Inconsciente pero no muerto, el cuerpo de Hoper reposaba tranquilo sobre suelo firme. Muerte y vida se encontraban ahora en un equilibrio inestable, para bien o para mal su cuerpo no tardaría en buscar la estabilidad.


lunes, 28 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper IX: Oración

Echo una bola, en posición fetal, desnudo dentro de un traje de protección que ya ni se molestaba en limpiar. Barba, delgado en extremo, terribles ojeras debajo de sus ojos, sus huesos debilitados por la ausencia constante de gravedad, demenciado por la oscuridad, por la soledad, por la ausencia de ruidos, demacrado miraras por donde le miraras. 32 horas, 7 minutos y 1 segundo para el final de un viaje, menos de día y medio pero Hoper ya no miraba el cronometro, hacía casi ya una semana que había entrado en una total depresión y ya todo le daba igual, si hubiera encontrado la forma hubiera intentado suicidarse aunque probablemente no hubiera encontrado el valor para hacerlo.
Recitaba ahora una de aquellas oraciones que aprendió de niño, un sinsentido de palabras vacías a un dios en el que nunca había creído. En un mundo donde la ciencia era capaz de explicarlo todo, donde la ciencia había hecho posible lo imposible, donde podía controlarlo casi todo excepto la muerte, la existencia de un dios había perdido prácticamente el sentido. Tan solo la muerte, mas bien la necesidad humana de transcendencia, hacía que se sostuviera. Los humanos lo comprendían todo excepto su propia muerte, y si la comprendían la temían, y ese era el espacio que ocupaba dios, la posibilidad de volver a otra vida tras la muerte, la esperanza de que tras la muerte no se acabara todo. Y esa era la excusa perfecta de las religiones para aferrarse al mundo, para captar adeptos, seguidores, practicantes o simplemente personas que se identificaban a si mismas como de una religión u otra por lo que pudiera pasar, por la remota esperanza, por un sentimiento de ¿y si existe un dios?. Pero hacía siglos que las religiones se habían convertido en auténticos lobbys, querían mantener su poder en el mundo y lo habían conseguido. Tenían parte del poder económico, habían aprovechado durante siglos su posición para amasar auténticas fortunas y aprovechaban su capacidad de influencia en sus fieles para presionar y tener presencia en el poder político. De religión realmente quedaba realmente poco, era otro negocio mas, que se justificaba así misma y justificaba incluso guerras santas para mantener su poder. Era la historia de la iglesia donde la espiritualidad tan solo era un recurso que explotar para mantener su status quo. Si realmente existiera un dios bondadoso se avergonzaría de los que decían representarle en la tierra.
Hopper nunca fue religioso, pero de pequeño había estado en grupos de tiempo libre cercanos a la iglesia, hacían muchas salidas a la naturaleza e hizo muchos amigos allí, una sutil forma de captación. Nunca llego a creer en dios, su mente analítica descartaba las remotas posibilidades de que existiera, pero aquellos días en compañía de sus amigos fueron algunos de los mas felices de su vida. Aquellas oraciones que ahora recitaba, le vinieron a la cabeza en uno de sus primeros raptos de locura y por el miedo a la muerte, por el miedo a que todo se acabara empezó a recitarlas sin parar. Ahora simplemente eran una esterotipia que lejos de ayudarle abundaba en su propio hundimiento.

El viaje estaba llegando a su fin, apenas un par de saltos y un agujero de gusano, unas pocas horas mas, sin embargo el destino de Hoper era ahora, si cabe, mas incierto que nunca.

jueves, 24 de noviembre de 2016

¿Y si la que te equivocaste fuiste tú?
¿Y si mis defectos no eran tantos?
¿Y si se acrecentaban porque mi único
deseo era estar contigo?
¿Y si has perdido un hombre bueno,
agradable, amable, cariñoso..?
¿Y si has perdido un hombre inteligente
que solo deseaba hacerte feliz?
¿Y si has perdido a un hombre
que te quería mas que a nadie, mas que a nada,
como nunca te han querido?
¿Y si has perdido un futuro mas feliz?
¿Y si has perdido una oportunidad
de esas que solo pasan una vez en la vida?
Elegiste, elegiste apartarte de mi,
una decisión probablemente acertada
pero ¿y si te equivocaste?
No, no hay manera de saberlo,
optamos, decidimos
y nunca sabremos lo que habría pasado
de tomar la decisión contraria.
Es lo que hay, así es la vida.
Me gustaría tan solo que de vez en cuando
alguna de estas preguntas rebotara en tu cabeza,
me gustaría que dudaras si elegiste bien,
tal vez no haya marcha atrás,
pero si lo piensas, si alguna vez lo piensas,
significaría que también me querías.
Ahora, instalados en el frio,
es el momento para las preguntas
que nunca tendrán respuesta.


miércoles, 23 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper VIII: Soledad, locura.

Había transcurrido casi la mitad del viaje, no se había acostumbrado a los saltos de gusano y todavía seguía vomitando. De vez en cuando le atacaba la claustrofobia y tenía que medicarse y cuando estaba bien miraba unas pastillas que se le estaban acabando. Había establecido algunas rutinas que le permitieran sobrellevar el viaje, cada día escucha música durante media hora, el único contacto de alguna manera humano que tenía, lo único que le hacía recordar que estaba vivo. Encendía una pequeña linterna que llevaba para recoger los desechos y que sus ojos vieran algo mas que aquella profunda oscuridad que le envolvía. Reservaba las baterías para momentos peores. En algunos sentidos cada día era peor que al anterior, en otros ya se estaba acostumbrando. La soledad era su compañera y de todos los males aquel era el menor. En otros momentos cogía el libro y pasaba páginas leyéndolo a oscuras, en su mente, en sus recuerdos. Se encontró con una frase “El mar, demasiado grande para abarcarlo, demasiado profundo para entenderlo, demasiado bello para sentirlo sin que te desborde, demasiado lejano siempre.”, se le escapaba parte de su significado pero podía ver en ella un amor que Hoper nunca había sentido. Tampoco tenía claro si creía en el amor, su experiencia adolescente le impulsaba a pensar que eso del amor no existía, que tenemos todo responde a un desorden hormonal basado en el instinto de reproducción. En parte deseaba creer en el amor pero él necesitaba sexo, necesitaba meterse entre las piernas de una mujer y eyacular una y otra vez hasta quedar exhausto. Su obsesión con el sexo se fue volviendo cada vez mas grande durante el viaje, en parte por efecto de las pastillas, en parte porque después de muchos años podría tener un contacto real con una mujer. En el planeta prisión el contacto con el otro sexo les estaba vetado. Imagina miles de situaciones en las que se encontraba con una mujer, hablaban y en pocos instantes estaban follando en una cama o en cualquier otro lugar. Se masturbaba imaginando historias, durante esos instantes ni era consciente del viaje, del cubículo donde estaba encerrado, no se acordaba de los vómitos, de los mareos, aquellos eran los mejores momentos y de alguna manera se terminó enganchando a la masturbación.
Y lloraba, lloraba constantemente, muchas veces por miedo otras simplemente sin saber porque. Lloraba desconsoladamente. A veces por su cabeza pasaban imágenes de su vida, recuerdos de tiempos pasados, de tiempos mejores. Incluso la cárcel era mejor que aquel viaje. Otras veces pensaba en que haría si es que lograba escapar con vida de aquel viaje, no era nadie, no tenía papeles, no tenía oficio y probablemente le buscaran para hacerle volver a aquella prisión y si lo hacían le enviarían a lo mas profundo de la mina donde la muerte no era una cuestión de suerte, era algo prácticamente seguro. Y tal vez la muerte era la respuesta, era joven, las ganas de vivir le habían llevado a intentar huir e iniciar una vida de verdad, una normal con las alegrías y tristezas que conllevaba pero que Hoper siempre se imaginaba mas feliz que triste pero en ocasiones esas ganas de vivir se esfumaban y la vida carecía de sentido. La soledad le estaba derrotando y gritaba para sentirse vivo para escuchar algo mas que ese frio silencio espacial. Masticaba las raciones y ese simple sonido era algo consolador, un signo de vida, al igual que lo eran sus deposiciones. A aquellas alturas el cubículo apestaba pero el ya ni lo notaba. Al principio había asumido el olor como algo irremediable, a los cinco días se obsesionó en buscar la manera de eliminarlo, ahora simplemente ni lo notaba. Tenía también episodios de demencia, hablaba solo, hablaba a su libro y a otros objetos que llevaba consigo y él mismo se contestaba con una voz diferente. Pero pasaban, de momento todo pasaba y volvía a su ser para darse cuenta de que estaba enloqueciendo.

La mitad del viaje había transcurrido, tal vez lo mas terrible estuviera por llegar. Cerró los ojos y empezó a imaginar que se encontraba con aquella compañera de clase que en aquellos tiempo era el mito sexual del instituto y que tras unas breves palabras empezaban a practicar sexo. Volvió a masturbarse.

martes, 22 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper VII: gusano y salto

La ingravidez volvió de repente. En un momento paso de estar tumbado en el suelo a estar flotando en el pequeño cubículo donde se alojaba. La nave de salto se había desensamblado del espaciopuerto orbital y perdido la gravedad artificial de la estación. Habían despegado. La aceleración en las naves de salto era débil pero constante y estando muy cerca de agujero de gusano del sistema no saltaría a la velocidad luz hasta después de pasarlo. La física espacial quedaba muy grande para los conocimientos de Hoper y solo había entendido los agujeros de gusano con un viejo juego al que jugaban de niños en la escuela. Se doblaba un papel en blanco y cada uno de los dos jugadores ponía varios circulitos que representaban sus naves. Se trataba de hacer un punto en tu lado de la hoja, doblar el papel y marcarlo por encima para que la tinta se quedara marcada en el otro lado del papel, si acertabas con en el circulito de una nave “enemiga” la destruías. El primero que destruyera todas ganaba el juego, y Hoper le encantaba jugar a ese juego. Y eso era mas o menos el efecto de los agujeros de gusano, plegaban el espacio-tiempo y salían en otra parte de la galaxia, por esa razón las naves de salto también eran conocidas como plegadoras.
Habían pasado 3 minutos, 27 minutos y 1 segundo desde que la nave había dejado su amarré cuando todo comenzó a vibrar, a moverse bruscamente en todas las direcciones, Hoper tenía la sensación de estar dando vueltas de campana descontroladamente. Habían entrado en el agujero de gusano y su casco se volvió a llenar de vómito. Que diferente era el viaje en los espacios habilitados para pasajeros. Perdió el conocimiento y lo recupero varias veces, vomitó y volvió a vomitar y cuando por fin la tranquilidad volvió su traje estaba completamente sucio por dentro, en el casco volvía a flotar el vómito y sus heces flotaban constreñidas por el traje. Habían pasado el primer agujero de gusano y aun le quedaban varios, ahora se lanzarían a la velocidad de la luz en busca del próximo. Fue solo un instante pero se comprimió fuertemente contra el suelo, tanto que le dolía todo el cuerpo, todos los huesos, el cráneo se le comprimió con tanta fuerza que pensaba que le iba a estallar la cabeza. A penas un segundo y todo había pasado, sin luz, sin sonido, y flotando en su cubículo volvió la sensación de tranquilidad y bien estar, se quitó el traje y volvió a limpiarlo por dentro. Se afanó en la limpieza pero el olor sería su compañero de viaje, después de cada salto podría quitárselo unas horas pero el olor impregnado en la tela no desaparecería de aquel cubículo.
Comió otra ración para asentar el estómago y la sensación de bienestar fue creciendo hasta que le sobrevino una sensación de claustrofobia. Llevaba apenas un día encerrado y le quedaba mas de un mes, había previsto que esto pudiera pasar porque, junto al miedo a las alturas, era una de sus fobias mas comunes. No le pasaba siempre pero si algunas veces, saco un potente ansiolítico del botiquín y en poco tiempo se quedó dormido. Sus sueños fueron inquietos y en ellos tenía una presencia constante aquella chica de la que se enamoró, como solo los adolescentes se enamoran, siendo un adolescente. Sueños de amor pero sobretodo sexuales. 27 años y jamás había tenido una relación sexual, pornografía y masturbación era todo lo que sabía del sexo. Sus hormonas pedían sexo, lo que verdaderamente anhelaba su alma era amor. Se despertó con la sensación de humedad que había dejado el semen entre sus piernas, su pene estaba empalmado y no dudo en masturbarse para afanarse de nuevo en recoger los desechos.


lunes, 21 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper VI: Espacio-puerto

Era el último carguero orbital que llegaría al espacio-puerto, los estibadores tendrían que trasladar su carga para terminar de llenar unas bodegas prácticamente repletas del valioso metsal. Cada cuatro meses llegaba una nave de salto y se llevaba la cantidad suficiente como para abastecer a todas las naves de salto de la galaxia durante un año, pero en la tierra y otros mundos querían tener siempre reservas. Cuando se empezó a explotar el planeta prisión el problema de la relatividad del tiempo en los viajes a velocidad cercanas a la de la luz hizo que los primeros cargueros tardaran unos 32 años en llegar, medio año por cada día de viaje de ida y vuelta aquel maldito planeta. El flujo constante con la que se enviaron naves de salto hizo que pasados esos 32 años, cada cuatro meses llegara una al espacio puerto y cada cuatro meses alguna estuviera descargando en la tierra o en cualquier otro punto de la galaxia.
Los compuertas se abrieron con su habitual sonido neumático. A Hoper se le aceleró el corazón, sin duda habrían descubierto ya su ausencia y lo estuvieran buscando, seguramente estarían peinando el planeta pero también habrían dado aviso a la estación orbital. Y así fue, antes de empezar a descargar se oyeron muchas voces. Estaban procediendo al registro de la bodega y del resto de la nave. Hoper confiaba en que no detectaran su habitáculo, creía haber disimulado suficientemente la portezuela de entrada entre los pliegues y la pintura del metal del contenedor, a sus ojos era prácticamente invisible pero una revisión exhaustiva probablemente terminaría por descubrirlo. Por suerte para Hoper, su vida no valía tanto y los carceleros pensaban que nadie podría sobrevivir al viaje en una bodega –seguramente tuvieran razón- y dedicaron sus mayores esfuerzos a buscarlo en las partes nobles de la nave donde evidentemente no lo encontraron.
Después de unos minutos de registro los estibadores comenzaron a mover la carga del carguero a la nave de salto. Notó como su contenedor se desplazaba con suavidad y era depositado y amarrado. Ya estaba en la nave de salto, era cuestión de tiempo que se adentrara en el espacio con destino a su planeta natal, con destino a la tierra. Hoper no hizo el mas mínimo movimiento hasta que oyó como se cerraban las compuertas. En aquel momento saco un libro en papel - de los pocos que se conservaban en toda la galaxia y que sin embargo carecía de valor económico-,  el único de sus tesoros que le habían dejado conservar,  acarició en una completa oscuridad su lomo y lo abrió por la última página. Sin luz no podía leerlo pero lo había leído tantas veces ya que había memorizado cada palabra de la historia. Pasando los dedos por la hoja recordó lo última frase “De una sonrisa nació el amor que nos hizo humanos”.


viernes, 18 de noviembre de 2016

Abrazado al frio de una ausencia
para mitigar este dolor que siento,
el vacío de un pasado que no existió
y de un futuro que ya no es posible.
Soledad, fiel acompañante en estos días,
que grita sin que nadie les oiga,
que llora sin lágrima,
que escucha el silencio.
Duermo en una celda sin cerrojo
de la que no quiero huir,
da la que no puedo huir
porque fuera no hay nada.
Acostumbrado a dormir aquí
temo la libertad, el exterior,
la vida fuera de esta prisión
que solo encierra los sueños.
Escribo los días en sus muros,
araño la roca a manos limpias
tiñendo de rojo cada marca,
anhelando que hoy sea la última.
Y cae la noche y amanece de nuevo,
días de tormentas, de sol, de nieve,
de lluvia fina, de viento, de nubes algodonadas,
cielos negros, cielos limpios.
Días y mas días sin mar,
sin su agua y su sal,
sin sus olas, sin su brisa,
días sin lo que nunca tuve.
Ojos cerrados, mirándome por dentro,
lo que soy, lo que fui, lo que seré,
nunca llegarán a comprenderme,
azul en este día de noviembre.




miércoles, 16 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper V: Despegue

Los motores rugieron de manera atronadora y el carguero orbital despego del suelo aplastando a Hoper contra el suelo de contenedor de mineral. Su cuerpo estaba soportando sin la protección que brindaban las naves a los pasajeros fuerzas superiores a 10 g, una aceleración de mas de 350 km/h por segundo. Perdió el conocimiento prácticamente de inmediato. Se despertó hecho una manojo de nervios, seguía pegado contra el suelo y no oía nada. En su desesperación pensaba que se le habían reventado los tímpanos de la presión y que se quedaría sordo para siempre. Tardó unos minutos en reaccionar y cuando lo hizo se le ocurrió golpear la pared del contenedor, oir el golpe fue todo un alivio. Viajan dentro de la atmosfera hacia el espaciopuerto a una velocidad superior a los 5000 k/h, todo el sonido quedaba demasiado atrás y cuando salieran de la atmosfera llegarían al silencio espacial, donde las ondas de sonido no pueden transmitirse, o al menos no en la frecuencia necesaria para que lo oigan los oídos humanos. Sería un viaje silencioso, todo lo que escuchara provendría del interior y en el espacio de carga lo único que podría producir algún sonido era el mismo.
Se empezó a marear, esta vez no iba a perder el conocimiento, era el mareo del viajero. Recordó aquellas excursiones que hacía de niños a los espacios naturales, el siempre se sentaba en las primeras filas del autobús porque se mareaba, tomaba pastillas contra el mareo pero a pesar de todas las precauciones en muchas ocasiones termina vomitando. Y así sucedió. Vomitó, pero esta vez tuvo que vomitar dentro de su traje de protección. En gravedad 0 el vomito no podía tener la delicadeza de caer hacia abajo y se quedó flotando por el casco. El olor y la sensación viscosa que le rodeaba la piel hizo que vomitara de nuevo. No había previsto aquello, seguramente habría miles de cosas que no había previsto. Con toda la rapidez que le permitía el mareo pensó que ya podía quitarse el casco, había dejado de notar aquella presión contra el suelo, estaban en el espacio. Se lo quitó y aspiro el vomito con el aparato destinado a absorber las heces y la orina que había conseguido en el mercado negro del planeta-prisión. Reciclaba todos los desechos humanos convirtiéndolos fundamentalmente en agua y un polvo negruzco que podía usarse como compostaje. Se había provisto de agua pero el agua reciclada sería fundamental para sobrevivir en el viaje. Aunque tenía las raciones contadas decidió comerse parte de la primera porque el marero del viajero se mitiga comiendo. Seguramente volvería a vomitar pero era la única manera de que su estómago se acostumbrara a aquel vaivén desconocido. Que fácil era viajar en los compartimentos de pasajeros donde todo estaba pensado y preparado para que no notaran ninguno de estos efectos, pero su viaje sería como viajar en un antiguo barco que a veces a avanza por aguas tranquilas y otras se ve agitado por el oleaje de una tormenta. Así era la vida.

Miró el reloj, el cronometro marcaba 3 horas, 2 minutos y 71 milesimas de segundo de viaje, faltaba muy poco para llegar a el espaciopuerto, tenía que volver a ponerse el casco, confiaba en no volver a vomitar. Escuchó como se cerraban las compuertas y miles de sonidos llegaron a sus oídos. La carga se trasladaría a la nave de salto en unas 6 horas y partirían 6 horas mas tarde. 12 horas de sonidos antes de volver al silencio espacial. Lleva con él un dispositivo con las canciones de su vida almacenadas pero la batería tan solo era operativa durante unas 40 horas, tendría que administrarlas bien, era lo único que podía distraerle de la soledad a la que iba a enfrentarse. Tarareo una vieja canción: “como los recién nacidos necesito ver con los oídos lo que mis ojos no oyen”

martes, 15 de noviembre de 2016

Debajo de su piel había sangre,
por encima la cubría una coraza,
mucho tarde en descubrir ambas cosas.
Lo hice el día que la pinché,
un pinchazo suave, sin querer,
apenas el roce de la espina de una rosa,
pero sangró y se cubrió con su coraza.
Ya nada fue igual.
Yo también la había hecho daño.
Me perdonó y me siguió perdonando,
hasta que ya no pudo mas,
hasta que las heridas eran demasiado profundas
y su coraza no resistía mis ataques.
Así fue, venía una y otra vez
para salir siempre herida,
hasta que dejó de venir,
hasta que comprendió
que eso nunca cambiaría.
Pero no se puede huir eternamente del dolor,
el dolor forma parte de la vida.
Fui cruel porque soy humano
aunque jamás quise hacerla daño,
sentía que debía defenderme
sin darme cuenta que así perdía
aquello que quería defender.
Lo mas triste es que se que volvería a repetirse,
que intentaría que no sucediera,
pero que mi dolor sería de nuevo el suyo.
No hay mas vueltas que darle,
la sigo queriendo, es evidente,
y viajará siempre conmigo
aunque tan solo pueda ser ya en el recuerdo.
Le deseo toda la felicidad del mundo,
esa que me dio y que yo quería devolverle.
En este día tan especial
solo se me ocurre pedir disculpas,
ojala pudiera entregarle esa felicidad
pero creo que de mi solo recordará la tristeza.


lunes, 14 de noviembre de 2016

Está noche, como anunciando que mañana sucederá algo grande, en el cielo brillará una super-luna, mas grande, mas brillante también. Será la luna llena mas grande desde 1948 y no la volveremos a ver así de grande hasta 2034 pero, aunque estos cielos grises que nos están cubriendo últimamente se despejen, es posible que no notemos demasiada diferencia. La luna se encuentra prácticamente en el perigeo, la distancia mas corta entre la luna y la tierra, y se encuentra en ese punto en fase de luna llena. Pero no solo estará en el perigeo sino también estará muy cercana a su distancia más próxima con el sol, lo cual hará que esté aún mas brillante. Pero esto de las super-lunas no es algo tan extraño, hay tres o cuatro  todos los años, simplemente sucede que esta vez está un poquito mas cerca. Para que nos hagamos una idea esta noche la luna estará a 356.536 km de la tierra, el 17 de octubre tuvimos otra y tendremos otra el día 13 de diciembre y estas lunas estarán a unos unos 357.000 km, alrededor de unos 500 km mas, muy poca diferencia teniendo en cuenta las enormes distancias de las que estamos hablando.
Pero si, es una luna especial en lo astronómico, no muy diferente a otras pero especial. Al igual que los humanos que no somos muy diferentes los unos a los otros pero algunos son para nosotros especiales. Y podemos hacer de esta luna o de una persona la mas especial de nuestras vidas. Podemos ver en ella  símbolos fuera de toda lógica científica, podemos pensar que esta luna marca algo, un antes y un después, o cualquier cosa que queramos que signifique para nosotros, pero no es más que una coincidencia en esta pequeñísima parte del universo en la que nos encontramos.
Alejándome de todo lo científico para mi esta luna es tremendamente significativa, se da un momento concreto, como preludio de un día especial, una luna especial, en una noche especial de una persona especial. Humano como soy y tendente a las creencias y los mitos no dejo de  ver en esta conjura algo maravilloso y pensar que al fin y al cabo nunca estuve equivocado y que esa persona era la mas especial de las personas. ¿Por qué si no iba a ser esta noche la luna mas grande y brillar mas que nunca?

Tal vez hoy la luna esté un poco mas cerca pero está demasiado lejos de mi alcance, como siempre lo estuvo. Mis manos son demasiado pequeñas como para albergar algo tan grande. Que la luna llena siga brillando aunque para mi ya solo haya noches de luna nueva.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Ni recuerdo ya la última vez que escuché a Silvio Rodriguez, nunca ha estado entre mi música preferida pero siempre he admirado sus letras, auténticos poemas que conectan directamente con el sentimiento. Hoy, por casualidad, he oído un fragmento de Ojalá, uno de los mas grandes poemas de desamor que he escuchado nunca y que junto a Oh melancolía son los temas de Silvio que más me gustan.
La nostalgia ha hecho que vuelva releer la profunda belleza de sus letras y esa misma nostalgia es la que me lleva a compartirlas con vosotras queridas personas lectoras y con la secreta esperanza de que también ella, aunque sea tan solo por curiosidad, visite de vez en cuando este blog en el que aunque sea yo el que escriba siempre será suyo.
Os dejo con Silvio y siete de sus temas.

Saludos y buen fin de semana

OJALÁ
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo
Cuando caigan
Para que no las puedas convertir en cristal
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro
Que baja por tu cuerpo
Ojalá que la luna pueda salir sin ti
Ojalá que la tierra no te bese los pasos

Ojalá se te acabe la mirada constante
La palabra precisa, la sonrisa perfecta
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora un disparo de nieve
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte
Para no verte tanto para no verte siempre
En todos los segundos en todas las visiones
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan
En mi espalda
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz
Ojalá las paredes no retengan tu ruido
De camino cansado
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti
A tu viejo gobierno de difuntos y flores

Ojalá se te acabe la mirada constante
La palabra precisa la sonrisa perfecta
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora un disparo de nieve
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte
Para no verte tanto para no verte siempre
En todos los segundos en todas las visiones
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones

OH MELANCOLIA
Hoy viene a mi la damisela soledad
con Pamela y pertinentes y botón
y amapola en el oleaje de sus vuelos
hoy la voluble señorita es amistad
y acaricia finamente el corazón
con su más delgado pétalo de hielo.

Por eso hoy
gentilmente te convido a pasear
por el patio hasta el florido pabellón
de aquel árbol que plantaron los abuelos
hoy el ensueño es como el musgo en el brocal
dibujando los abismos de un amor
melancólico, sutil, pálido cielo.

Viene a mi, avanza,
viene tan despacio
viene en una danza
leve del espacio
cedo mi adoración
y ya vuelo ave
se mece la nave
lenta como el tul
en la brisa suave
niña del azul.

Oh melancolía, novia silenciosa,
intima pareja del ayer
oh melancolía, amante dichosa,
siempre me arrebata tu placer
oh melancolía, señora del tiempo,
beso que retorna como el mar
oh melancolía, rosa del aliento,
dime quien me puede amar.

Hoy viene a mi la damisela soledad
con Pamela y pertinentes y botón
y amapola en el oleaje de sus vuelos
hoy la voluble señorita es amistad
y acaricia finalmente el corazón
con su más delgado pétalo de hielo.
Por eso hoy
oh melancolía, señora del tiempo,
beso que retorna como el mar
oh melancolía, rosa del aliento,
dime quien me puede amar.

SIN TU LATIDO
Hay algunos que dicen
Que todos los caminos conducen a roma
Y es verdad porque el mio
Me lleva cada noche al hueco que te nombra
Y le hablo y le suelto
Una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas
Luego apago tus ojos
Y duermo con tu nombre besando mi boca
Ay amor mio
Que terriblemente absurdo es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido,
Sin tu latido.

El final de esta historia
Enésima autobiografía de un fracaso
No te sirva de ejemplo
Hay quien afirma que el amor es un milagro
Que no hay mal que no cure
Pero tampoco bien que le dure 100 años
Eso casi lo salva.
Lo malo son las noches que mojan mi mano
Ay amor mio
Que terriblemente absurdo es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido,
Sin tu latido

Aunque todo ya es nada
No se porque te escondes y huyes de mi encuentro
Por saber de tu vida
No creo que burle ningun mandamiento
Tan terrible es el odio
Que ni te atreves a mostrarme tu desprecio
Pero no me hagas caso
Lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo
Ay amor mio
Que terriblemente absurdo es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido,
Sin tu latido

Ay amor mio
Que terriblemente absurdo es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido,
Sin tu latido

Ay amor mio
Que terriblemente absurdo es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido,
Sin tu latido

ÓLEO DE UNA MUJER CON SOMBRERO
Una mujer se ha perdido
Conocer el delirio y el polvo
Se ha perdido esta bella locura
Su breve cintura debajo de mí
Se ha perdido mi forma de amar
Se ha perdido mi huella en su mar

Veo una luz que vacila
Y promete dejarnos a oscuras
Veo un perro ladrando a la luna
Con otra figura que recuerda a mí
Veo más: veo que no me halló
Veo más: veo que se perdió

Una mujer innombrable
Huye como una gaviota
Y yo rápido seco mis botas
Blasfemo una nota y apago el reloj
Qué me tenga cuidado el amor
Que le puedo cantar su canción

La cobardía es asunto
De los hombres, no de los amantes
Los amores cobardes no llegan a amores
Ni a historias, se quedan allí
Ni el recuerdo los puede salvar
Ni el mejor orador conjugar

Una mujer con sombrero
Como un cuadro del viejo Chagall
Corrompiéndose al centro del miedo
Y yo, que no soy bueno, me puse a llorar
Pero entonces lloraba por mí
Y ahora lloro por verla morir

SÓLO EL AMOR
Debes amar la arcilla que va en tus manos
Debes amar su arena hasta la locura
Y si no, no la emprendas que será en vano
Sólo el amor alumbra lo que perdura
Sólo el amor convierte en milagro el barro
Sólo el amor alumbra lo que perdura
Sólo el amor convierte en milagro el barro.
Debes amar el tiempo de los intentos

Debes amar la hora que nunca brilla
Y si no, no pretendas tocar los yertos
Sólo el amor engendra la maravilla
Sólo el amor consigue encender lo muerto
Sólo el amor engendra la maravilla
Sólo el amor consigue encender lo muerto.
Debes amar la arcilla que va en tus manos
Debes amar su arena hasta la locura

Y si no, no la emprendas que será en vano
Sólo el amor alumbra lo que perdura
Sólo el amor convierte en milagro el barro
Sólo el amor alumbra lo que perdura
Sólo el amor convierte en milagro el barro.
Debes amar el tiempo de los intentos
Debes amar la hora que nunca brilla

Y si no, no pretendas tocar los yertos
Sólo el amor engendra la maravilla
Sólo el amor consigue encender lo muerto
Sólo el amor engendra la maravilla
Sólo el amor consigue encender lo muerto.

TE AMARÉ
Te amaré, te amaré como al mundo
Te amaré aunque tenga final
Te amaré, te amaré en lo profundo
Te amaré como tengo que amar.

Te amaré, te amaré como pueda
Te amaré aunque no sea la paz
Te amaré, te amaré lo que queda
Te amaré cuando acabe de amar

Te amaré, te amaré si estoy muerto
Te amaré al día siguiente además
Te amaré, Te amaré como siento
Te amaré con adiós, con jamás.

Te amaré, Te amaré junto al viento
Te amaré como único sé
Te amaré hasta el fin de los tiempos
Te amaré y después te amaré.

AL FINAL DE ESTE VIAJE
Al final de este viaje en la vida quedarán
nuestros cuerpos hinchados de ir
a la muerte, al odio, al borde del mar.
Al final de este viaje en la vida quedará
nuestro rastro invitando a vivir.
Por lo menos por eso es que estoy aquí.
Somos prehistoria que tendrá el futuro,
somos los anales remotos del hombre.
Estos años son el pasado del cielo;
estos años son cierta agilidad
con que el sol te dibuja en el porvenir,
son la verdad o el fin,
son Dios,
quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz.

Al final de este viaje en la vida quedará
una cura de tiempo y amor,
una gasa que envuelva un viejo dolor.
Al final de este viaje en la vida quedarán
nuestros cuerpos tendidos al sol
como sábanas blancas después del amor.
Al final del viaje está el horizonte,
al final del viaje partiremos de nuevo,
al final del viaje comienza un camino,
otro buen camino que seguir descalzos
contando la arena.
Al final del viaje estamos tú y yo intactos,
quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz.