jueves, 31 de marzo de 2016

Eta ni banoa (Gari- Eguzki berritan zaude, letra Ion Maia)

Ba al dakizu sua
ahaztu zitzaidala zure bihotzian
ba al dakizu bala batek
zulatzen nauela zutaz pentsatzian
kontatu al dizut inoiz eguzkiarena
eguzki gorria dela zeruaren ardoa
eta ilargiak pizten didala azken zigarroa.

Baina ni banoa
eta ez dakit nora
bidaia ezazu zuganantz
har itazu oporrak zeure barrurantz
egingo dizut leku bat nire infernuan, zatoz.

Pasiatuko gara gure minerantz
ia topatzen dugun gezur hori berriz
eta defendatuko dugu alaitasuna alaitasunarengandik
esan al dizut inoiz ez nauzula maite maitia.

Lasaitasuna da behar duzuna


miércoles, 23 de marzo de 2016

Con la llegada de estos días santos, vaya por delante que no creo en ningún dios, me tomaré unos días de merecidas vacaciones –en contra de mi habitual vagancia he tenido que trabajar como un burro- y por tanto abandonaré por unos días este blog. Probablemente, y por desgracia, no pueda prolongar estos días de asueto tanto como me gustaría pero intentaré alargarlo lo máximo posible. A las personas asiduas lectoras –sigo sin entender porque tengo tantas visitas- les diré que, si siguen con su demencia lectora, como tarde en los primero días de abril volveré para demostrar mi propia demencia en este espacio.
Os he dejado hoy un poema de una persona Árabe. Entiendan ustedes lo que quieran pero los árabes, los musulmanes y cualquier otra persona de este mundo son seres humanos que no son culpables de lo que hacen sus congéneres, sus correligionarios o sus compatriotas y que sufren como el que mas con la violencia sea en el sentido que sea.
Recuerdo en este punto como mis padres llegaron desde sus pueblos a esta villa, buscando el sustento que allí no tenían, buscando una vida mejor para ellos. Algunos dirán que mis padres son del mismo país pero ¿acaso marca eso alguna diferencia? En aquellos tiempos otras personas marcharon a Francia, a Alemania, a Sudamerica… y buscaban lo mismo que mis padres. Hoy en día muchos de nuestros jóvenes buscan también en el extranjero lo que aquí no están encontrando. No van a robar, no van a quitarle el trabajo a nadie van simplemente en busca de una vida mejor, como lo hicieron mis padres, como lo han hecho millones de personas en el mundo, como lo hacen los marroquís, los rumanos, los Sirios –que huyen del horror de una guerra- y tantos y tantos otros que demonizamos de todas las maneras posibles y que enseguida nos encargamos de responsabilizar de los actos de otros.
Mohamed, Ali, Lucian, Denis, Hayat, Nabila, Andrei, Catina, Irina, Yuri, Miguel José, Paula, George, Jennifer… y tantos otros de cientos de nacionalidades viven con nosotros y quieren lo mismo que nosotros, una vida digna para ellos mismos y para los suyos y la buscan trabajando, mayoritariamente en trabajos que antes de la crisis casi ningún autóctono quería y que ahora tampoco son deseados por la mayoría. Lo mismo que paso cuando llegaron mis padres, los trabajos mas penosos y peor remunerados. Se extiende la islamofobia, el miedo a las personas inmigrantes en general y nos olvidamos de dónde venimos y por lo que pasaron los nuestros. Vemos culturas diferentes, aducimos que no se integran, que no abandonan sus costumbres, su cultura y hoy es el día que en ciertas zonas de mi barrio se oye mas gallego que euskera y no pasa absolutamente nada. La interculturalidad en la clave, coger lo mejor de cada mundo y construir juntos una sociedad donde todas las personas podamos convivir.
Y no me quiero olvidar de los que son los verdaderos ladrones, los culpables de gran parte de los males que sufre nuestro mundo, los que esquilman países y siegan vidas por la codicia de acumular riqueza y de esos también los hay de todas las culturas y religiones. Los que construyen fábricas de mierda en la india y utilizan niños como mano de obra, los que deslocalizan la producción de nuestros pueblos para obtener mayores beneficios, los que no tiene ningún pudor en comenzar guerras con excusas “santas” para hacerse con la riqueza de un país y llevarse por delante la vida de miles de personas inocentes. Los que son responsables también de que miles de personas se vean obligados a huir de sus países –si es que pueden- por la guerra, por el hambre o simplemente para buscar una vida mejor que dónde viven no es posible. Cuando alguien sale de su lugar de origen, sea de Málaga o Casablanca deja atrás a su familia, a sus amigos, su vida… antes de juzgar a las personas que viven entre nosotros planteemonos en que situación tendríamos que estar para hacer nosotros lo mismo y que es lo que buscaríamos si nos decidiéramos a hacerlo.
Amigas y amigos, personas lectoras, no os doy mas la chapa. Disfruten ustedes de sus vacaciones si es que las tienen y de la vida en general, que como me decía ayer una amiga la vida sigue y es bella.

Hasta pronto!

Partimos (Issa Majluf - Traducido del árabe por Joumana Haddad)

Partimos para distanciarnos del lugar que nos crió y para ver el otro lado de la aurora.
Viajamos buscando la fuente de nuestro nacimiento. Partimos para completar el alfabeto, para cargar nuestro adiós de promesas, para viajar tan lejos como el horizonte, anulando nuestro destino y esparciendo las páginas al viento, antes de permitir que huya, o tal vez no, nuestra historia en otros libros.
Partimos hacia destinos no escritos para decir a los que hemos conocido que retornaremos para establecer relaciones otra vez. Partimos para aprender el lenguaje de los árboles que no viajan; para escuchar el tintineo de campanas en los sagrados valles en  busca de dioses más piadosos; para arrancarles a los extranjeros la máscara del exilio; para susurrar a los transeúntes que, como ellos, nosotros también pasamos, y que nuestra historia es efímera, tanto en la memoria como en el olvido, lejos de madres que encienden las velas de la ausencia y acortan el lapso del tiempo cada vez que elevan sus manos al cielo.
Partimos para no ver a nuestros padres envejecer, para no advertir las marcas del tiempo en sus rostros. Partimos para anunciarles a los que amamos que aún los amamos, que la distancia no puede asombrarnos y que el exilio puede ser tan dulce y fresco como la patria. Partimos para que al regresar un día, nos reconozcamos como exilados donde quiera que estemos. Partimos para borrar la diferencia entre aire y aire, agua y agua, cielo e infierno. Nada nos importa el tiempo, contemplamos la inmensidad, vemos olas brincando como niños, mientras el mar refluye entre dos barcos: uno que parte y el otro hecho de papel en manos de un niño.
Partimos como un payaso que viaja de poblado en poblado, guiando a sus animales que enseñan a los niños su primera lección de tedio. Partimos para engañar a la muerte que nos persigue de un sitio a otro. Continuaremos así hasta que estemos perdidos, para que donde quiera que vayamos nunca más nos encontremos a nosotros mismos y para que de esta forma nadie pueda encontrarnos.

martes, 22 de marzo de 2016

Me duelen los abrazos,
me duelen sentirlos,
me duele darlos,
me duele incluso verlos,
me duele incluso ver un falso abrazo
de esos que se dan cuando no se sienten,
que se dan en las películas
pero también en la vida.
Me duelen los abrazos.
Me duelen porque no tengo los tuyos.
Y en cada abrazo que siento los recuerdo,
en cada abrazo que doy los recuerdo,
en cada abrazo que veo los recuerdo.
Los recuerdo y me duele,
como una fina aguja que atraviesa el corazón,
para destrozartelo con un sutil pinchazo.
Tus abrazos, como los echo de menos,
como echo de menos sentirme entre tus brazos,
refugiado en ellos, protegido, querido,
tal vez amado.
Nadie me ha besado como tu,
nadie sería capaz de abrazarme como tu lo hacías.
En tus brazos estaba feliz, relajado,
era un mundo de belleza infinita,
momentos eternos de felicidad absoluta.
No necesitaba nada mas,
solo tus brazos y la calidez de tu cuerpo.
Y ahora me duelen,
me duele cada abrazo que recibo,
cada abrazo que doy,
cada abrazo que veo,
porque ya no tengo los tuyos
y en tus brazos sentí el amor
como nunca lo había sentido
como nunca podré volver a sentirlo.
Tus abrazos, un deseo, un sueño,
que tal vez no vuelva a hacerse realidad nunca,
un deseo, un sueño con el que me regaló la vida.

lunes, 21 de marzo de 2016

Hoy me duele la cabeza...

Hay historias que merecen ser contadas, que necesitan ser contadas pero que no se cuentan. Hay historias que permanecerán grabadas en la memoria de las personas que las vivieron y nunca saldrán de esos muros que parecen infranqueables. Contarlas, gritarlas podría ser la liberación que necesitan, escapar de la cárcel en que de otra manera permanecerán encerradas para siempre sin volver a ver la luz del día. Pero hay historias que no pueden o no quieren escapar, que no quieren ser liberadas, hay historias que las oscuras sombras tienen su hábitat, su modo de vida, su propio sentido. Hay historias que mueren a la par que matan.
Y de las historias se cuenta una parte, la que cada uno vivimos y ni tan siquiera esa, contamos la parte que queremos contar por las razones que sea. Yo cuento historias, y cuento la parte bonita aunque lo haga desde la tristeza, pero como casi todas las historias las mías también tienen una parte menos bonita, una  parte que oculto porque no necesito contarla. A la belleza no se le puede dar lustre con trapos sucios y la belleza es lo que me lleva a contar historias. Pero existió, existió esa parte menos bonita, esa parte mas oscura, esa parte dolorosa y hay días, hay días en la que esa parte de la historia me reconcome por dentro haciéndome dudar de todo, haciéndome dudar incluso de si hubo algo de belleza. Esos días en los que te hartas de culparte, de reconocer tus errores y lo que te sale es señalar con el dedo acusador a otros y hacerles responsables. Nos equivocamos aunque tuviéramos razón, nada podemos hacer para solucionar el pasado, lo único que podemos hacer es aprender y corregir nuestros propios errores y señalar los de los demás solo nos lleva a justificar y aceptar los nuestros. Poco constructivo. Aunque en días como hoy me digo a mi mismo y ¿qué mas da? Qué mas da si son historias pasadas, historias que no volverán a producirse, mejor liberarse del peso de la responsabilidad y trasladársela a los demás. Mas fácil, mas llevadero y menos castigo para uno mismo. Días como hoy me gustaría volcar y narrar algunas partes de esa historia que sin embargo morirán conmigo aunque días como hoy quiero que el mundo sepa que no solo yo me equivoqué, que no solo yo fui responsable de que esa historia no tuviera un final feliz en el que todos estuviéramos invitados a un banquete de perdices. Y así es, así fue y sin embargo prefiero cargar con la absoluta responsabilidad de que la historia no tuviera un final feliz. Tal vez ni tan siquiera pudiera tenerlo pero desde luego yo no estuve a la altura, tal vez simplemente era imposible que lo estuviera.
En este último año he empezado a trabajar con una persona que tiene una enfermedad mental y cree que todo el mundo es su enemigo, que todos están contra ella, que ella lo hace bien todo y los demás no. Es imposible trabajar con ella, es imposible hacerle comprender nada, o al menos a mi me está resultando imposible. Pero estoy aprendiendo mucho, estoy aprendiendo que en realidad mantener esa posición no le ayuda para nada y que si fuera capaz de ponerse ella misma en duda, a cuestionarse lo que ella hace probablemente mejorara en su propio trastorno mental y en su vida en general. Pero es la pescadilla que se muerde la cola y sencillamente no puede. Ver esa realidad me ha llevado a pensar que transformar a los demás, al entorno es muy complicado y que lo único que realmente está al alcance de nuestras manos es transformarnos a nosotros mismos y probablemente no tanto como nos gustaría porque hay cosas que están muy arraigadas en nuestro ser persona. Pero tampoco es sano culparse de todo uno mismo, hay que saber hasta donde llega la responsabilidad propia y no cargar innecesariamente con cuestiones que no son de nuestra responsabilidad.
Y en estas historias me quedo con la belleza. La historia completa tal vez fuera diferente, pero contándola no gano nada, no crezco, no soy mejor persona. Hay historias que merecen ser contadas y otras no, pero caminar seguiremos caminando con la historia completa, al menos con la parte de la historia que en nuestro cerebro resuena como la verdad. La verdad, sin embargo, es un prisma de mil caras del que tan solo conocemos con seguridad el nuestro y muchas veces ni tan siquiera del todo. 

viernes, 18 de marzo de 2016

Encontrome en contubernio
para urdir un atraco
y poder meter al saco
unas cintas de casete
que en los tiempos que corrían
para piratear servían
los vinilos del momento.
Para un mocete azaroso
sin ningún medio de vida
no estaban al alcance
las de oxido ferroso
y ambicionando este bien
como algo deseable
sustraerlo de lo ajeno
no era algo desdeñable.
Se plantaron en Simago
con un plan establecido,
dos harían latrocinio
y otros dos de vigilantes,
que ante toda sospecha
de poder ser atrapados
saldrían a toda mecha
y que fueran avisados
los que por misión tenían
guardar entre sus chaquetas
los casetes mencionados,
una cinta hoy obsoleta,
otrora un bien preciado.
El plan iba sobre ruedas
y muy bien coordinado,
mas la falta de experiencia
y el estar aturullado
unido a la inocencia
de imberbes descarados,
lo hizo venirse abajo
y se vieron atrapados
por una feroz cajera
que cumpliendo su misión
de custodia de los bienes
les metió un toñejón
y les puso en presencia
del segurata de turno
personaje taciturno
que puso en conocimiento
de los padres de los mismos
el citado latrocinio.
Al albur de su inocencia
huyeron los vigilantes
mas no libraron los guantes
de padres enfurecidos
por sus vástagos queridos
que habían sido educados
para ser niños honrados
y obviando su educación
se habían convertido
en aprendiz de ladrón.
Y así hubiera concluido
esta historia que les narro
si no hubiera conocido,
ya con barba y parlamento,
una que fuera cajera
de dicho establecimiento
y a la sazón compañera
de la que ya he mencionado
y al referirle esta historia
me llevé un bofetón
que no me vino a la cara
fue directo al corazón.


jueves, 17 de marzo de 2016

Se oyen risas provenientes de los oscuros avernos,
por fin le llegó el castigo por los males cometidos,
ríen y danzan demonios abrasados por el  fuego
obscenos cuerpos  desnudos disfrutando del momento,
al pecado de soñar le ha llegado su tormento.
Se ríen, se descojonan, al ver arder la inocencia,
al ver un cuerpo sin alma que por fin se ha sometido,
se regocijan, celebran y dan gritos de victoria,
por fin le llegó la hora de pagar por lo que ha hecho,
la libertad tiene un precio, tiene un pago convenido.
Sus bocas rezuman babas, y se tocan entre ellos,
se revuelcan en las brasas para quemarse de nuevo
para curar sus heridas en la candencia del fuego,
para encontrar el consuelo a todo su sufrimiento
en ver como está sufriendo otro que era como ellos.
Ya resuenan los tambores, las puertas se están abriendo,
engalanado de rojo le ha recibido el infierno,
un corazón palpitante en un cuerpo que está muerto,
un alma errante y en pena que otrora fue dichosa,
la sonrisa mas hermosa ha supuesto su condena.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciudad Mees, punto.

Ciudad Mees, excepción en el mundo, ciudad de las sonrisas, ciudad de la vida plena, ciudad de un sueño. El de Equis, el de Kaos y probablemente el de muchas personas porque Ciudad Mees representa de alguna manera el lugar donde todos queremos que nos lleve nuestra vida. Mucho se ha hablado de Ciudad Mees y todo lo que sucedió cuando cayó la niebla, cuando nació un mar que partió el mundo, -Poseidón un mar admirable, duro pero sincero , amable y acogedor, melancólico amante testigo de las perdidas, de cualquier pérdida, sobrecogedor, acogedor de lágrimas, reconstructor de vidas, un lugar donde vaciarse para volver a nacer, un mar que en Ciudad Mees fracaso en el intento-, mucho se ha hablado de lo que sucedió en Mees cuando la Ciudad ya no existía, cuando había desaparecido y sin embargo pocas palabras ha habido para expresar que hacía de Mees un lugar tan especial, tan diferente, porque se convirtió en una excepción entre miles de galaxias. Una injusticia.
Se puede leer en el dolor lo que fue Ciudad Mees.  Se puede hacer así pero jamás se hará justicia de esta manera. Equis podría hablarnos de todo lo que fue porque fue feliz en ciudad Mees. Podría hablarnos si fuera posible expresarlo con palabras, algo que estaba, que está fuera de su alcance, que estaría fuera del alcance de cualquiera por mucha capacidad expresiva que tuviera. Una injusticia que tanta belleza no pueda ser reflejada en este relato, una injusticia como lo fue que el narrador de este relato, un tal Xarle, no supiera expresar la inmensa y desbordante belleza de una sonrisa. Un fracaso, otro mas de un escritor con mas voluntad que talento, con mas sentimiento  que recursos literarios. Pero en el fondo ni la sonrisa ni Ciudad Mees pueden contarse con palabras porque ambas cosas solo cabe vivirlas, sentirlas en lo mas profundo de tu ser, en ese lugar dónde nadie, ni tan siquiera tu mismo has llegado nunca.
Una injusticia que ni Equis ni Xarle tienen capacidad de emendar y lo único que pueden hacer es no acrecentarla. Si, es bello, todo lo que se ha escrito es bello pero solo suma injusticia porque suma dolor donde hubo felicidad, suma lágrimas donde hubo sonrisas, siembra muerte en la vida misma. Por eso hoy se pone el punto a Ciudad Mees, en un nuevo ejercicio de injusticia desmesurada. No es punto final, no es punto seguido, no es un punto y a parte, es simplemente un punto que la vida se encargará de adjetivarlo cuando llegue el momento. Impredecibles como somos mañana pudiera romperse el punto y continuar el relato o pudiera no volver a nombrase nunca esta Ciudad Mees que habita entre las estrellas mas luminosas de la noche, acunada por mil lunas y con la calidez de la luz de sus soles. Pero Ciudad Mees no morirá nunca, no morirá mientras vivan Equis o Kaos, no morirá mientras alguien tenga un sueño y quiera e intente vivirlo, no morirá mientras alguien encuentre la vida plena, la felicidad plena en sus escasos días, en su corto paso por el mundo. Y esta Ciudad Mees, esta que se ha ido relatando no morirá nunca en el corazón de Xarle, no morirá jamás en la vida de quien Xarle es el alter ego y les acompañara siempre porque Ciudad Mees se ha fundido con ellos haciéndose solo uno y lo que ambos son y serán lo son y lo serán porque Ciudad Mees existió para ellos, porque vivieron en ella, porque desean volver a construirla, porque en Ciudad Mees encontraron la felicidad que da la vida plena.

Punto.

Ciudad Mees, ciudad eterna.

martes, 15 de marzo de 2016

Este invierno tardío que estamos viviendo ha tenido a bien regalarme con una gripe de esas que ni jode ni deja joder. Vamos que llevo una semana encontrándome mal pero no lo suficiente como para quedarme en casa y hacer esa actividad que tanto me gusta, vaguear. Hoy ha salido un sol que anuncia la primavera y la verdad es que me he levantado con mas fuerza pero mi cuerpo no se ha contentado con la situación de mejoría y ha decidido que era el momento de hacer limpieza y me ha agraciado con una diarrea que hace que alterne constantemente mi silla de despacho con la taza del váter, y, dicho sea de paso, ambos asientos rivalizan en comodidad. La taza es un lugar mucho mas tranquilo que mi estresante silla pero siendo las circunstancias las que son, dista mucho de ser agradable mi visita al baño. Esta circunstancia me ha traído al recuerdo experiencias pasadas, y toda vez que como bien saben los lectores asiduos tengo un gusto por lo escatológico rayano con la enfermedad mental, me dispongo a contarle a ustedes una que provoca muchas risas entre los degenerados de mi cuadrilla, los cuales por cierto comparten mi gusto y el divertimento que lo acompaña.
Soy hombre, mejor dicho era, con especial gusto por la naturaleza por lo cual era frecuente que pasara días recorriendo los montes y montañas de nuestra geografía. La historia comienza por tanto en una de esas montañas, concretamente Picos de Europa. Para resumir diré que habíamos pasado unos días bastante duros de recorrido por las alturas, con no mucha alimentación y bebiendo agua de donde se podía. No se dejen engañar ustedes por la apariencia cristalina e inofensiva de las aguas de las montañas que a veces encierran sorpresas intestinales que no se podrían sospechar contemplando a vista simplemente su pureza. Cierto es que no creo que fuera esa la causa de mi mal, como aficionado a ese tipo de recorridos había mantenido la observancia y prudencia necesaria para evitar este tipo de contratiempos pero el caso es que el agua fue casi con toda probabilidad la causa de los males que me dispongo a compartir con ustedes. Advierto en este punto que si alguien es impresionable o esta temática le produce asco se abstenga de leer lo que subsigue porque la narración les resultara al punto desagradable o como dicen los jóvenes, que ya no lo son tanto, vomitiva.
Habiendo pasado ya una semana de periplo por altas cumbres descendimos a la pintoresca localidad de Cangas de Onís, conocida desde entonces en mi entorno por un juego de palabras facilón, como Cagas de Onís para coger un autobús que nos llevara a la civilización. Llegamos a media la tarde y nuestro autobús no salía hasta el día siguiente por lo que pedimos permiso a unas monjitas para albergarnos en los pórticos del colegio que regentaban a lo cual accedieron no sin pelear y llorar un poco. Llegó la noche y cansado como estaba me metí en el saco de dormir para soñar con los angelitos. A pesar de ser verano me despertó el frio y el relente del amanecer pero estando, como estaba, calentito en mi saco solo me sacudía en la cara, si bien es verdad que poco a poco se me fue metiendo en el cuerpo. Pasados unos minutos me sobrevino la necesidad de tirarme un pedo mañanero y bien sea por la pereza de salir del saco, por no haber un sitio cercano adecuado para sacarlo de mi o simplemente porque aun dándose las circunstancias adecuadas me lo hubiera tirado igual dentro del saco, lo solté sin moverme y procurando no hacer ruido para no despertar a mis compañeros de viaje. Aliviado y con el saco calentito me puse a organizar mentalmente el día. En esos pensamientos estaba cuando otro gas interno empezó a llamar a la puerta y como la experiencia anterior me había resultado agradable decidí también abrirle la puerta. Y no fue el último ni mucho menos porque sin mediar ni unos minutos se empezaron a agolpar en mi recto gases que fui dando salida según se iban presentando. La cosa no hubiera ido a mayores si no fuera porque en un momento dado empecé a notar cierta humedad en la cara interna de mi muslo. No sufro de incontinencia urinaria alguna aunque fue lo primero que se me pasó por la cabeza e intrigado metí la mano para comprobar que era aquella sensación húmeda. Efectivamente noté en los dedos humedad y al sacar la mano del saco para una comprobación visual del líquido que los humedecía comprobé con terror como era de un color marronaceo altamente alarmante. Me levante y salí del saco como una centella y mientras lo hacía un torrente incontrolables de gases húmedos empezaron a salir de mi ano recorriendo ahora, en virtud de la gravedad, todas mis piernas. Corrí hacia el jardincillo anexo al patio de aquel colegio de monjas y bajándome los pantalones tuve a bien abonarlo para una temporada. Lo cierto es que la operación no fue cosa de minutos porque, como si tratara de algún tipo de mal encantamiento, no podía cerrar el grifo y de mi cuerpo no dejaba de salir ese liquido asqueroso. Una vez que mi intestino debió quedarse completamente vacío y dejo de chorrear gasté prácticamente un rollo entero de papel higiénico del que tuve a bien proveerme, en un reacción digna de elogio dado lo apurado de la situación, según iba de camino al jardín. Se habrán percatado ustedes de que no había un baño a disposición y no habiéndolo se imaginaran ustedes que tampoco había una ducha disponible. Así que me limpie como pude con el papel el culo y las piernas. Recompuesto pero poco digno accedí al botiquín para tomar la medicación de la época conocida como por fortasec y bien debido a que me había quedado vacío o a la eficacia del medicamente no sufrí nueva recidivas. Pero claro, imaginasen ustedes que la limpieza por fuerza no podía ser del todo higiénica y que la sensación de suciedad y asco la tenía metida hasta las trancas. Para los que no conozcan Cagas de Onís les diré que la localidad es atravesada por un río que recoge las congeladas aguas de los Picos. Con cinco o seis grados de temperatura, un agua helada y la debilidad en el cuerpo que traen consigo este tipo de contratiempos tuve que bañarme para limpiar mi cuerpo aunque mi espíritu seguiría manchado. No diré de que tamaño se me quedo la colita porque bastante ridículo me parece ya lo  que estoy contando pero que les sirva como referencia la de cualquier neonato. Al levantar la mirada pude observar que estaba dando el espectáculo a unos viandantes que tenían a bien pasear por un puente cercano, que por cierto es característico y blasón del municipio. Si alguna vez se han bañado en un rio descalzos sabrán la incomodidad de moverse entre sus piedras por lo que al salir corriendo del rio solo conseguí aumentar las risas de los espectadores. Limpio pero congelado, avergonzado y hasta cierto punto humillado me vestí dando salitos para no clavarme las piedras y salí corriendo de aquella zona. El viaje en autobús fue tranquilo aunque en ningún momento deje de sentir miedo porque pudiera repetirse el episodio, en realidad no volvería a cagar en una semana –bendito fortasec- y al llegar a casa bien entrada la noche pude darme una larga ducha con agua caliente que me permitió por fin sentirme limpio.
Siempre que, como hoy, tengo diarrea, suele acordarme de este episodio vergonzante de mi vida y no le deseo a nadie experiencia parecida. Se que el relato no es edificante pero, teniendo en cuenta que lo escribo desde el baño, espero que por lo menos les haya resultado entretenido a la par de hilarante, aunque soy consciente de que estos temas no hacen gracia a todo el mundo y por eso mediado el texto les he lanzado la advertencia. Si han llegado hasta aquí luego no vayan de remilgados por el mundo.

lunes, 14 de marzo de 2016

Comimos un helado sentados en un banco, tu no lo sabes pero había estado buscando en internet las mejores heladerías de la villa. Siempre hacía lo mismo, cuando hacíamos algo quería que fuera perfecto, que todo saliera bien, que nada fallara para no incomodarte, quería que te sintieras tan a gusto conmigo como yo lo estaba contigo.
Aquel día hicimos poco más que comer ese helado y dar un paseíto. Era verano, había hecho mucho calor pero estaba refrescando hasta el punto de casi hacer frío y tu siempre tenías frio. Me dijiste que hacía años que no comías un helado, querías cuidarte, querías estar perfecta y sin embargo nunca te veías así. Eras perfecta, con mas o menos kilos lo eras, tu belleza venía de dentro y explotaba en tu cuerpo. Aquel cuerpo sinuoso, aquellas caderas y, ¿por que no? aquel culo, eran y seguirán siendo un grito al erotismo. Tu mirada, tu sonrisa, tu cara en general pura belleza. Pero tu no te veías así y al no hacerlo yo te veía aún mas preciosa. Lo eres, lo eres por fuera pero también por dentro. Que alegría me diste por hacer conmigo lo que hacía años que no hacías. Me sentía tan especial. Me sentía tan cerca de ti. Nunca supe como devolverte lo que me dabas.
Vestías una falda nueva, una camiseta de tirantes rosa y tu chamarra vaquera. Hacía calor pero tu siempre tenías frio y la verdad es que con el cambio de tiempo te vino muy bien haberla traído. No, no era el estilo que a mi me gustaba pero te miraba y estabas preciosa. Siempre me lo parecía, siempre lo estabas. Me dijiste que esa falda te dijo tu hija que te la compraras, que a ti no te gustaba mucho pero que a ella si. Me pareció algo muy bonito, supongo que no siéndolo es difícil imaginar la conexión que supone la maternidad. De tu armario mágico salió la camiseta, muchas cosas sin estrenar se guardaban en aquel armario. Que diferentes éramos en eso, si me compro algo no puedo esperar para estrenarlo. Paciencia e impaciencia. Me decías muchas veces lo impaciente que era y es curioso porque no te faltaba razón pero para otras cosas tengo una paciencia eterna.
Entró un poco de niebla y caminamos por la ría para separarnos como siempre en el metro. Apenas unas horas perfectas. Otras mas, lo eran siempre. Por eso te sigo echando tanto de menos. Las cosas podían haber sido de otra manera pero no lo fueron. Hay quien dice que las cosas siempre pasan por algo, soy de los que opina que las cosas simplemente pasan, a veces podemos controlarlas y a veces no. A veces tienen un sentido en el futuro y a veces no tienen mayor transcendencia.  El futuro no viene determinado por el pasado, aprendemos de él, nos hace ser lo que somos, tal vez nos sitúa de una manera determinada ante la vida pero los acontecimientos futuros serán los que sean independientemente de lo que haya sucedido en el pasado.

Yo no estoy preparado para encontrarme de nuevo algo tan grande como tú, no estoy preparado para volver a encontrarme contigo de nuevo y sin embargo se que correría a buscarte si volvieras a querer compartir un helado y una tarde conmigo. Ahora abro los ojos al futuro, por desgracia ahora estás en mi pasado y no tiene pinta de que nuestro caminos vuelvan a cruzarse. Esta vez el tren partió en viaje de ida, aquel día a despedirnos todavía guardaba varios viajes de vuelta y muchos momentos perfectos. No habría más helados pero siempre tendré en el recuerdo que los momentos mas dulces fueron los que pasé contigo.

viernes, 11 de marzo de 2016

Hierro forjado, oxidado con el paso del tiempo,
vestigios de una pasado no tan lejano,
un pasado que al sabor de la melancolía
deja un regusto de tiempos de mejores
para aquellos que apenas lo recordamos.
Otros tiempos, diferentes, pero no mejores.
Corazones fundidos en los altos hornos,
barrenados en minas oscuras llenas de muerte,
donde el sol solo asomaba al grito de “all iron”,
estampados con los golpes de la máquina herramienta,
naufragando en los grandes astilleros.
Somos hierro aunque lo estemos olvidando.
Aquella ría de aguas oscuras, contaminadas por un sueño,
por la ambición, por la codicia,
donde encontraron la vida gentes de tantos lugares,
donde vinieron también a encontrar la muerte,
sus aguas ahora mas limpias pocas veces son transparentes,
siguen fluyendo hacia un mar donde redimirse para volver al cielo.
En aquella ría nació lo que somos,
en aquella ría todavía quedan muchos recuerdos,
aunque el tiempo también los va eliminando,
memoria decadente de un pasado.
Gruas y mas gruas, cargaderos para llenar los barcos y vaciar vidas.
Barcos que descargaban carbón y se llevaban sueños.
Del hierro al acero hay solo un paso
y seguimos caminando dejándolos atrás,
navegando ahora en mares de plástico y silicio.
Nuestro tiempo está pasando
pero somos hierro aunque lo estemos olvidando.
Corazones nuevos han nacido al calor de nuevos tiempos,
otros tiempos, diferentes, pero no mejores,
corazones que no han vivido a hierro
pero que no deben olvidar que son obreros.
Huele a lluvia, huele a mar, la vida sigue,
y no se puede vivir aferrado a los recuerdos
de unos tiempos seguramente peores,
pero no conviene olvidar,
somos hierro y eso nos hizo fuertes,
y ahora estamos dormidos, fragmentados,
adormecidos por el bienestar que habíamos soñado
para despertar en la realidad de una nueva pobreza.
Huele a lluvia, huele a mar, la vida sigue
y hay que seguir caminando,
no olvidemos el pasado.
Que ese hierro oxidado nos recuerde de donde venimos,
para ayudarnos a ver, a comprender, a donde vamos.
Hierro forjado, oxidado con el paso del tiempo,
vestigio de un pasado no tan lejano,
testigo de un futuro que está en nuestras manos.

jueves, 10 de marzo de 2016

Y qué mas da si las sombras lo oscurecen todo,
qué mas da si esta lluvia helada no para nunca,
qué mas da si no llegara nunca la primavera.
¿Qué mas da? ¿Acaso importa?
Se puede vivir entre las sombras,
se puede vivir calado hasta los huesos
y aterido de frío en un invierno eterno.
¿Qué mas da? Como tantas veces decías es lo que hay.
Existe la luz, la primavera, el verano,
existen los cielos azules y el calor del sol,
pero qué mas da que existan si no los tengo,
qué mas da si no puedo vivirlos.
¿Qué mas da? En serio, ¿acaso importa?
Existen lugares paradisiacos donde nunca viviremos,
existen vidas regaladas que nunca viviremos,
existen tantas cosas deseables que nunca serán para nosotros.
¿Y qué mas que existan? No son para nosotros,
no son para mi, no las deseo.
Quería vivir en el sol de una eterna primavera,
quería sentir el mar en una cálida tarde de verano,
quería la luz en mi mundo,
pero solo me ha quedado la lluvia,
un mar embravecido
y una apagada y sombría luz de invierno.
¿Y qué mas da? Es lo que hay.
Viviremos con ello.
Viviremos.
Sabremos apreciar ese rayo de luz
que partiendo las nubes nos calienta la cara,
admiraremos bajo la intensa lluvia
la belleza de ese mar duro y cruel
que agita con sus olas nuestro mundo,
la lluvia será nuestra vida.
¿Qué mas da? ¿Acaso tiene alguna importancia?
Nada importa desde que no estás a mi lado.
Es lo que hay.
Amaré las sombras, la lluvia y el invierno.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Calles mojadas en la parte vieja,
recuerdos de una tarde perfecta,
no eres consciente de lo feliz
que me hizo aquella frase,
para mi también lo había sido.
¿Recuerdas? Llovía a mares,
ese mar, esa lluvia, que tanto me gusta.
Comimos en aquella barra,
quería llevarte a un sitio diferente
y no me paré a pensar que podría no gustarte
aunque debería haberlo sabido,
lo pasé mal, no quería desagradarte.
Salimos y seguía lloviendo
pero fuimos andando,
recuerdo tu espalda mojada a pesar del paraguas,
teníamos dos pero solo usamos uno,
un maravilloso paseo que te dejó calada,
no fui consciente hasta pasado un buen rato,
hasta que vi los hombros de tu chamarra verde empapados.
Lluvia de los albores de una fría primera.
Me dejaste solo para comprar tela,
una hora eterna sin ti,
que ahora que no te tengo se me hace solo un instante.
Y al salir un chocolate caliente
al abrigo de un local donde sentada en un butacón
me parecía que no podía haber cosa mas bella en el mundo.
Me lo sigue pareciendo.
Desde la cristalera podíamos ver el pulular de la gente bajo la lluvia
pero mis ojos eran solo para ti,
mis oídos solo te escuchaban a ti.
Frio y lluvia en la calle,
y el calor de un chocolate caliente
no era nada comparado con el calor de tu compañía.
Salimos y cubiertos por el pórtico de la catedral
fumamos un cigarro y yo solo podía pensar en robarte un beso,
lo llevaba deseando toda la tarde.
Y te lo robé cuando ya nos íbamos,
apenas un roce de tus labios que completó aquella tarde perfecta.
La despedida fue dolorosa,
como siempre que te despides de los que quieres,
de los que amas, pero habría mas días,
los hubo y fueron también perfectos.
Cuando estábamos juntos
para mi siempre eran días perfectos,
por eso los deseaba tanto que llegaron a obsesionarme.
Hoy paseo por las mismas calles,
llueve y hace frío,
y en las calles mojadas de este casco viejo
solo puedo pensar en aquella tarde perfecta.
Solo puedo pensar en ti y en lo que he perdido.
Y sin embargo debería ser feliz
porque durante un tiempo te tuve a mi lado.

martes, 8 de marzo de 2016

Tres poemas de mujer para este 8 de marzo

Y aún así, me levanto. (Maya Angelou)

“Tú puedes escribirme en la historia
con tus amargas, torcidas mentiras,
puedes aventarme al fango
y aún así, como el polvo… me levanto.
¿Mi descaro te molesta?
¿Porqué estás ahí quieto, apesadumbrado?
Porque camino
como si fuera dueña de pozos petroleros
bombeando en la sala de mi casa…
Como lunas y como soles,
con la certeza de las mareas,
como las esperanzas brincando alto,
así… yo me levanto.
¿Me quieres ver destrozada?
cabeza agachada y ojos bajos,
hombros caídos como lágrimas,
debilitados por mi llanto desconsolado.
¿Mi arrogancia te ofende?
No lo tomes tan a pecho,
Porque yo río como si tuviera minas de oro
excavándose en el mismo patio de mi casa.
Puedes dispararme con tus palabras,
puedes herirme con tus ojos,
puedes matarme con tu odio,
y aún así, como el aire, me levanto.
¿Mi sensualidad te molesta?
¿Surge como una sorpresa
que yo baile como si tuviera diamantes
ahí, donde se encuentran mis muslos?
De las barracas de vergüenza de la historia
yo me levanto
desde el pasado enraizado en dolor
yo me levanto
soy un negro océano, amplio e inquieto,
manando
me extiendo, sobre la marea,
dejando atrás noches de temor, de terror,
me levanto,
a un amanecer maravillosamente claro,
me levanto,
brindado los regalos legados por mis ancestros.
Yo soy el sueño y la esperanza del esclavo.
Me levanto.
Me levanto.
Me levanto.”



Es necesario. (Guisela López)

Es necesario
revertir el hechizo.

Ese,
que borra a las mujeres
de los libros de historia,
de las esferas de poder,
de las antologías.

Ese,
que las encierra
entre cuatro paredes,
con solo
colocarles un anillo.



Mujer mutilada. (Silvia Cuevas-Morales)
Nos cortaron la cabeza
por ser insumisas.

Las manos, ya que armas
no sabíamos manejar.

Nos extirparon el clítoris
para que no pudiéramos gozar.

La lengua
para no poder denunciar.

A algunas nos quemaron con ácido
por no querer ser propiedad.

Nos cosieron los labios
para que mantuviéramos la virginidad.

Nos dejaron rajarnos hasta el ano
en el famoso parto natural.

Y así nos han ido mutilando poco a poco
¿Y todavía hay algunos que osan decir
que existe la igualdad?


lunes, 7 de marzo de 2016

Soy de esas personas que siempre llevo un pañuelo de tela en bolsillo. Esta circunstancia podría ser indicativo de cierta elegancia o también incluso de  una querencia por el respeto medioambiental. Sin embargo, y en honor a la realidad, indica únicamente dos cosas. La primera es que es una costumbre familiar arraigada en mi y que me dota por otro lado de cierto clasicismo. La segunda, y menos honorable, es que he sido siempre, y sigo siéndolo, un mocoso, si bien es verdad que poca culpa tengo yo si mis fosas nasales segregan ese líquido que, por arte de algún tipo de pegamento extraño, termina endureciéndose hasta tomar forma de lo que se denomina, al menos por estos lares, cascarria, que no es otra cosa que el moco propiamente pero endurecido. Es bien curioso lo de los mocos. Cualquier elemento podemos encontrarlo en tres estados, a saber: sólido, líquido y gaseoso, los mocos a su vez también se los puede encontrar en tres estados y siendo solo uno coincidente, líquido, gomoso y cascarria que por si no lo explicado con suficiencia es ese estado en el que el moco adquiere una consistencia dura y seca y sin embargo se adhiere con mas fuerza que nunca al interior de las fosas nasales. La verdad es que no tengo ni idea de que depende el estado en que se encuentran los mocos y seguro que tiene su explicación pero hasta ahora no le había dado ninguna importancia y cuando ponga el punto final a este relato se la seguiré sin dar. El caso es que en mi, y dependiendo de las ocasiones, se pueden encontrar en cualquiera de los tres estados, a veces alternativamente y otras todos juntos. Llegados a este punto, y como si de una reunión de alcohólicos anónimos se tratase, tengo que reconocer lo siguiente: “Me llamo Xarle y soy mocoso”.
No soy ciego y veo que la industria de la celulosa ha prosperado en base a dos estrategias comerciales la venta de papel higiénico (y los que hemos conocido el papel del elefante –del que creo haber hablado en alguna ocasión- deberíamos estar agradecidos al I+D)  y en los últimos tiempos a la elaboración de pañuelos de papel. Esa evidencia me hace ver que no debo ser el único mocoso en el mundo pero os engañaría si me mostrara al mismo nivel de la media, estando, como estoy, muy por encima. De los 365 días del año, por diversas circunstancias incluidas alergias, tengo mocos 366, por incluir el 29 de febrero en años como este que son bisiestos.
Las capas de los pañuelos de papel, al igual que las del papel higiénico, han ido creciendo con el tiempo y cada vez son mas esponjosos y absorbentes a la par que mas agradables y respetuosos para las fosas nasales, sin embargo las heriditas que salen tras un buen constipado no te las quitan por muy de menta que sean. En otra cosa que no han cambiado es que no aguantan una buena mocarrada por muy absorbentes que sean y si se produce con fuerza y llegan a romperse, cosa no poco habitual, terminaremos usando otro pañuelo para limpiarnos las manos, eso siempre que nos quede otro en el paquete porque cuando mas se necesitan es cuando suelen acabarse y tenemos que terminar limpiándonos, como se ha hecho siempre, las manos en las perneras de los pantalones o usando este subproducto del cuerpo humano como crema hidratante para las manos.
Los pañuelos de papel también muestran la picaresca tan extendida por el mundo cuando de engañar a otro se trata para hacer dinero. Y es que acostumbrados como estamos a que en los paquetes vengan 10 pañuelos y toda vez que no solemos contar los usos que hacemos de ellos y siendo conscientes de ello los empresarios responsables de I+D de la industria de la celulosa, algunas compañías han tenido a bien meter únicamente 9 pañuelos. Cierto es que el paquete lo indica claramente y que su producto no engaña pero no pareciéndome que incluir únicamente 9 pañuelos responda a una necesidad de la producción industrial, me da por pensar que aprovechan que damos por supuesto que el paquete incluye 10 para darnos menos por el mismo importe. Picaresca me parece, pero ellos lo ponen claramente y es responsabilidad nuestra saber lo que compramos. En cualquier caso si son los mismos los responsables que se encargaron de eliminar el papel de elefante y dar paso al papel que hoy en día conocemos han hecho tanto bien que una pequeña maldad como esta está mas que perdonada. Eso si, les pediría que dejaran de añadir capas ya, que estamos llegando a un punto que soy incapaz de sentir lo que hay debajo del papel y, aunque como la mayoría, soy de los que cuando está finalizando la tarea de limpieza compruebo visualmente la pulcritud de la misma expresada en el papel, prefiero sentir minimamente la progresión de la tarea por medio del tacto, evitando así el poco agradable contacto visual. Pero si es el precio que hay que pagar porque no ocurra como con las mocarradas y evitar que el papel se rompa bienvenido sea.
En conclusión diré que siendo un mocoso, está bien tener siempre a mano un pañuelo, ya sea de tela o de papel, aunque algún tipo de placer hablar en extraerse los mocos con los dedos cuando es una costumbre tan extendida. Supongo que algunos de mis lectores estarán al punto negando este punto, y alguno habrá que no lo haga, a los demás les recuerdo que sus coches tienen ventanillas de cristal transparente y aunque a veces nos parezca que estamos en un lugar completamente privado, estamos expuestos a las miradas indiscretas de los viandantes y otros conductores y que a nadie se le ha ocurrido una excusa convincente para tener el dedo dentro de la nariz mientras espera que el semáforo, y de paso el dedo, se ponga en verde.



P.D.: Perdón por lo escatológico del relato de hoy, aunque viniendo de mi no creo que a nadie le sorprenda, pero la verdad es que no me apetecía nada escribir y aunque lo he intentado no se me ocurría nada, así que he decido usar el recurso de la broma fácil para que las personas lectoras habituales no sintieran que había fallado a mi cita. Gracias por estar ahí.

viernes, 4 de marzo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciudad Mees, ciudad que ciega

Ciudad Mees, ciudad de los sueños, ciudad perfecta. Una ciudad en una galaxia lejana que tal vez no existió nunca, que tal vez su existencia sea imposible, que tal vez ocurrió y se perdió para siempre.
Muchas somos las personas que hemos creído vivir en una ciudad así, pocas las que realmente lo han hecho, casi todas las que alguna vez lo han soñado. Ciudad Mees una excepción en el mundo que por desgracia no está al alcance de todas las personas.
La vida pasa, pasa para todos, y nuestra vida no quedará marcada en los libros de historia, será un segundo mas de un tiempo infinito que ni tan siquiera estamos capacitados para comprender del todo. Y vivimos, claro que lo hacemos, pero de nosotros no quedará nada, incluso de aquellos que su vida si ha quedado escrita el tiempo se encargara de que no quede nada. ¿Y que más da si queda? Desde el polvo nunca lo sabremos. No hay transcendencia. La vida empieza y acaba.
Atesorar momentos. Solo podemos hacer eso. Vivir en nuestra Ciudad Mees mientras nos sea posible aunque Ciudad Mees solo exista en nuestra imaginación, aunque no vivamos realmente en ella, aunque no sea mas que un constructo subjetivo de nuestra mente. Da igual seamos felices mientras vivamos en ella. El tiempo se acaba y Ciudad Mees o nosotros dejaremos de existir y ya no seremos nada. Ojalá la vida os sonría y la muerte os encuentre dormidos en un sueño tranquilo de vuestra Ciudad Mees. Y si vivís en ella, si encontráis ese Dorado que no tiene mas riqueza que la felicidad, y creo que no hay mayor riqueza que esa, cuidadla todo lo que podías y no viváis con miedo. La niebla llegará, llegará como llegó a Mees, llegará una y otra vez con su amenaza de destrucción total. Sabed que va a llegar, estad preparados y combatidla con vuestra alma. Si la perdéis, y es posible que suceda, habréis perdido vuestra vida.
No, no quiero ser pesimista. En este mundo cabe mas de una Ciudad Mees y caben otras que sin ser perfectas son también muy dignas de ser habitadas. No dejéis pasar las excepciones porque como excepciones que son probablemente no vayan a repetirse nunca. Si la perdéis viviréis eternamente en el recuerdo e incluso aunque llegaran a nacer otras ciudades, cosa harto improbable, nunca os resultarán suficiente. Pero tampoco cerréis los ojos, tampoco cerréis vuestro corazón, la vida no suele dar segundas oportunidades pero caprichosa como es a algunas personas les regala el mejor de los destinos.

El tiempo de Equis, el de Kaos, ha pasado y solo desean que para Tiees pueda nacer una Ciudad nueva, nueva por completo o construida sobre la ciudad en la que habita. Para Equis difícilmente habrá una nueva Ciudad Mees pero quien sabe si el destino no le abrirá de nuevo la puerta aunque con sus ojos centrados en el recuerdo es posible que nunca vea otra cosa diferente a Ciudad Mees. Equis se quedó ciego, Kaos nació ya cegado.

jueves, 3 de marzo de 2016

Cuando el desorden es un cajón mal cerrado,
y un cordón del zapato mas largo que otro,
la belleza se dispara por encima de lo que tiene sentido.
Cuando somos lo que somos , incluso en nuestras locuras,
nuestras manías, nuestros secretos, nuestras mentiras,
la belleza se desata en una explosión de luz, de  fuego, de color, de calor.
Cuando la intimidad se rebasa y no se guarda nada,
tus pensamientos, tu vida, tus sueños, tus preocupaciones,
nace la belleza insuperable de ser uno con él otro.
No hay nada mas que añadir sobre el amor
cuando la belleza perfecta está en el desorden
de un cajón y unos cordones de zapato.


miércoles, 2 de marzo de 2016

Demasiadas lágrimas

Se acabó, se acabó en tus ojos.
¿Morir? Ya estoy muerto,
fallecí el día que apagué tu sonrisa.
Mi corazón late, tengo pulso, respiro,
pero la vida perdió el sentido.
Encontré sin buscar
y perdí por amar,
por dejar de ser quien era,
por obsesionarme contigo,
por obsesionarme con un imposible
que estaba mucho mas allá
de lo que merecía, de lo que merezco,
me cegó, me desbordó,
no estaba preparado
y no lo estaré nunca para algo como esto.
Poco tenía que ofrecer,
tan solo yo y dejé de serlo,
y ese yo tampoco creo que fuera suficiente
como para cambiar un mundo
al que ambos estamos aferrados.
Demasiados condicionantes,
demasiados miedos a los que enfrentarse,
demasiadas incógnitas y retos
para abandonarlo todo por un sueño,
que ni tan siquiera habíamos soñado.
La seguridad de una vida te encadena
pero el precio de la libertad puede ser muy alto,
para ti, para mi, para los que no rodean,
para aquellos que queremos
y por los que daríamos todos.
Tenía menos que perder,
lo sigo teniendo, y lo entiendo,
aunque mi corazón llora cada día,
aunque cada día te llevo en mis recuerdos.
Soy lo que soy,
hubiera puesto una sonrisa constante en tu vida
pero te llevé demasiadas lágrimas
para que pudieras comprenderlo.
Solo eso tenía que ofrecer,
solo eso y no supe hacerlo.
Y mi sonrisa se apaga,
languidece cada día que te siento lejos,
y soy tan solo una sombra,
esa sombra gris que oscurece
todo lo que le rodea.
Viviré, seguiré viviendo,
pero creo que nunca volveré a ser el mismo,
siendo lo que somos todos cambiamos.
Siempre temía que me llegara la muerte,
ahora he perdido en gran parte ese miedo,
ahora temo a una vida vacía,
una vida sin sueños.
Vivir por vivir tal vez sea mi destino
para el mundo siempre tendré una mirada amable

para ti guardaré mi sonrisa eterna.

martes, 1 de marzo de 2016

La semana pasada leí un titular, solo el titular, de un artículo que decía algo así como que no se que iglesia evangelista de no se que país afirmaba que cocinar podía hacer que un hombre se volviera gay. Evidentemente solo pude pensar lo obtusa que sigue siendo la gente y lo retrasada que está en estos tiempos que corren, aunque siendo estrictos habría que decir que antes del cristianismo (y otra religiones) la homosexualidad era algo completamente normal y aceptado. No voy a entrar en la influencia que las religiones han tenido en la sexualidad porque me cabreo.
El caso es que ayer estaba cocinando yo una crema de calabacín, no hay nada mejor para el frio que algo calentito, cuando de repente comencé a sentirme excitado. No le di mayor importancia hasta que fui consciente de que estaba pelando el calabacín. Cierto es que esta verdura no se encuentra entre los múltiples nombres que usamos para referirnos al pene, estando otros como el nabo (con un menor parecido físico) a la cabeza de los apelativos con los que nos referimos al miembro viril. Tal vez sea esto producto del tamaño porque la verdad es que el calabacín tiene un tamaño con el que pocos hombres pudieran llegar pugnar y particularmente el que suscribe ni tan siquiera se acerca al tamaño de un plátano pequeño y como sabrán los lectores habituales esta circunstancia me ha traido no pocos sinvivires. El caso es que me dio por pensar lo que podría sentirse con semejante elemento en el interior del propio cuerpo. Tal vez si hubiera sido otra verdura de menor tamaño, por ejemplo una zanahoria, e imbuido y dejándome llevar por el momento hubiera tenido a bien experimentar con los placeres no culinarios que la verdura puede proporcionar pero el calabacín me resultaba descomunal para una primera intentona y opté por apartarlo y seguir con la tradición masculina de pelarme el nabo, dejando la cocina para cuando terminara con estas lides.
Satisfecho, en la medida que uno puede satisfacerse en solitario, volví a la cocina para seguir con la tarea y el artículo vino a mi cabeza. Soy hombre de ciencia (incluso si fuera gay seguiría siendo hombre de ciencia) y no me cabe ninguna duda de que lo que afirmaba el artículo que no leí, está totalmente fuera del método científico. Pero inseguro que es uno con su masculinidad (a dios gracias –esto es un decir- porque una excesiva afirmación de la masculinidad mal entendida solo ha traído desgracias al mundo y mucha violencia) no pude dejar de cuestionarme la racionalidad –que no tiene ninguna- del artículo y plantearme si ese arrebato autoerótico de índole homosexual pudiera tener relación con la cocina. Cierto es que llevo muchos años cocinando y cosechando éxitos, dentro del ámbito familiar, con mis platos y que no había notado nada hasta ahora pero ¿quién sabe?, tal vez los efectos de la cocina sean a largo plazo y la gayez, si se me permite el término, vaya apareciendo con la repetición en el tiempo de la actividad. Y en todo caso, así debería ser, porque no hay actividad mas masculina que preparar una paella –alubiaba o parrillada también vale- en algún acontecimiento familiar o de amigos y dejar de paso la cocina perdida y el fregadero lleno de cacharros que alguien con una mínima experiencia se preguntaría como coño se puede manchar tanto y para que narices habrá usado el pasapurés. La cocina así entendida, y mas si a la operación se unen otros hombres y unos vinos, es sin duda ya no masculina, sino de machos. Hacer una crema de calabacín, manchando lo mínimo y recogiéndolo todo sin embargo no parece un comportamiento de macho alfa y sea tal vez sea lo que lleve a afirmar a los amados evangelistas (amados como hermanos, no como parejas sexuales –lo aclaro porque estos me ahorcan-) que la cocina despierta o provoca la homosexualidad.

Toda vez que ya no se muy bien por donde seguir y que las notas de humor pudieran resultar repetitivas, solo me queda concluir con una pregunta ¿y qué? ¿y si la cocina me convirtiera en gay que pasa? Tal vez descubriera lo que realmente soy y fuera más feliz. Estimados evangelistas, serán ustedes muy machitos y seguramente solo copulen con hembras para dejarlas embarazadas (otra cosa sería pecado y dios no quiera que caigan ustedes en la tentación) pero las sociedad no necesita sus consejos culinarios y muchos menos sus consejos sexuales con los que de paso se perpetúan unos roles de género en los que se cimentan las desigualdades. Pero ustedes ya saben esto y para defender su estatus utilizan aquello del siembra que algo recogerás. Si llega el día que una verdura penetre en mi esfínter (por decisión propia, que accidentes en la cocina se producen todos los días) tengan por seguro que me acordaré de ustedes y llegado el caso les dedicaré mi orgasmo.