Ponerse la perfección como
objetivo irrenunciable en todo está abocado al fracaso y a la frustración. La
perfección puede ser una meta, un horizonte que nos permita orientar el camino
y esforzarnos pero sabiendo que no siempre será posible llegar. Para Tiees la
perfección era su objetivo, no para todo, pero si para muchas de las cosas que la
parecían importantes. La frustración y el dolor eran sus compañeros de camino. Demasiado dura consigo mismo en la
autocrítica y probablemente por la misma razón, porque ella ya se había exigido
más de lo que nadie podría exigirla, en ocasiones muy poco abierta a la crítica
de los demás y reacia a incorporar las visiones de otras personas. Tiees, era
una mujer de todo o nada, si no era todo no era suficiente.
Equis fue también así durante
parte de su vida pero el sufrimiento que acompañaba no conseguir ser perfecto
terminó por vencerle y limar algunas de sus aristas. Pero se dejó ir. Contemplar
que la perfección no es posible nos puede llevar a conformarnos con demasiado
poco y no esforzarnos lo suficiente. En algunas ocasiones seguía sin soportar
la imperfección, seguía sin permitírsela a si mismo pero cada vez era mas infrecuente.
Su horizonte solía ser cercano y conseguible, pero no como un lugar al que
llegar para seguir caminando, era un destino con frecuencia demasiado pobre.
Para algunas personas es
complicado perdonar a los demás, para otras perdonarse a si mismas, para otras
simplemente perdonar es un verbo que no entra dentro su vocabulario. A Tiees y
Equis les costaba mucho ser indulgentes consigo mismos, aunque Equis se estaba
acostumbrando a perdonarse demasiado. Perdonar a los demás estaba en el espíritu
de ambos pero con límites diferentes, Equis perdonaba siempre, en su vida solo
había conocido una vez el odio. Tiees perdonaba, perdonaba hasta que alguien
sobrepasaba una línea imaginaria de la que ya no había retorno posible, para la
que ya no había perdón posible.
Estos rasgos de su personalidad
fueron importantes en la respuesta que dieron cuando cayó la niebla. No, no se
puede tomar nunca la parte por un todo y menos en las personas, cuando cayó la
niebla actuaron con todo lo que eran pero ciertamente conocer esto de ellos tal
vez nos permitirían entenderlos.
Cuando cayó la niebla Equis exigió
a Tiees la perfección y rebasó la línea de lo perdonable. Para él también se
puso como objetivo la perfección pero dar todo lo que tenía le pareció
suficiente cuando evidentemente no lo era. Se miró poco a si mismo y demasiado
a Tiees. No aprendió de sus errores y no supo corregirlos y sin embargo veía
los errores de ella y los ponía sobre la mesa sin la delicadeza suficiente como
para que ella fuera capaz de incorporarlos y sin embargo siempre la perdonó todo.
Tiees perdonó hasta que Equis rebasó esa línea, una línea que cada vez alejaba
mas de dónde solía estar para los demás porque Equis era mas importante para
ella de lo que lo habían sido otras personas en su vida pero no pudo más, había
ido demasiado lejos.
A ojos de Tiees recuperar la
perfección de Ciudad Mees era simplemente un imposible y abandonó el objetivo.
Equis siguió peleando hasta que Poseidón abrió el mar que partió el mundo,
incluso en Maes, en Istne y con su vuelta de nuevo a Maes seguía soñando con
reconstruir Ciudad Mees. Para Equis Ciudad Mees era un horizonte que permitía
imperfecciones para Tiees fue un todo o nada, o lo era todo o no merecía la pena.
Curiosamente Equis lo hubiera dado su vida por Ciudad Mees y la apuesta de
Tiees fue más limitada probablemente porque dejo de creer en la perfección de
Ciudad Mees. Dos perspectivas diferentes que no les permitieron salvar el mundo
que tenían en común y que tanta felicidad les había traído. El último día de
ciudad Mees, cuando la niebla se derramó en un mar, fue como un choque de
trenes entre Equis y Tiees. Equis sin callar, Tiees desde el silencio. Equis
desde la insistente crítica, Tiees desde la autocrítica. Equis desde el perdón absoluto,
Ties con su línea mas que sobrepasada.