miércoles, 30 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper XI: Uñas

En aquel almacén entraban muchos mas contenedores de Metsal de los que salían. Apenas se procesaban uno o dos al día, no había mayor necesidad pero la corporación se afanaba por acumular recursos porque el metsal era un recurso escaso y que la principal producción se asentará en el planeta prisión no estaba exento de todo tipo de riesgos. La distancia, los viajes, la propia concepción del planeta prisión eran amenazas latentes que hacían peligrar el suministro y toda una civilización dependía de los viajes interestelares que hacía posible el metsal. Pero las corporaciones no eran altruistas, en sus balances no aparecía el sostenimiento de civilización alguna sino el de sus propios beneficios económicos y el metsal era el negocio mas rentable de todas las galaxias.
Todas las instalaciones de depuración y refinado, en las que se incluía el almacén, estaban protegidas por fuertes medidas de seguridad. Mucha tecnología, mucho personal humano y cientos de protocolos de seguridad para que ni un gramo del preciado metal escapara de las instalaciones de manera descontrolada, para que nadie pusiera en peligro de ninguna de las maneras aquellas instalaciones tan imporatentes para la vida del universo. Pero el recinto era inmenso y almacén se encontraba en el medio protegida por todo lo que protegía al resto de las instalaciones pero en si misma solo contaba con un guarda de seguridad que controlaba y tomaba registro de cada contenedor que entraba y salía y como esa entrada era completamente automatizada, salvo para controles de calidad o inventario nadie entraba allí. Un puesto de trabajo sencillo en el que se turnaban varias personas que en su mayoría eran antiguos empleados que debido a la edad eran destinados a servicios mas tranquilos.
Por eso aquel día en el almacén solo estaba Frelser, un hombre siempre sonriente que andaba ya frisando la centuria, setentaicinco largos años de servicio a la corporación y como premio este destino dorado en un puesto sin complicaciones. Ronroneando sobre su abdomen un gatito que rondaba por el almacén y que Frelser cuidaba con todo su cariño.
Frelser se levantó para hacer la ronda correspondiente con el gato jugueteando entre sus piernas. A veces corría y se escondía detrás de un contenedor y vigilaba agazapado como llegaba Frelser y cuando con su paso cansino por fin llegaba volvía a salir corriendo para esconderse de nuevo y seguir con el juego. Y el gatito se detuvo cerca de un contenedor, uno de los que habían llegado recientemente, y arañaba el metal de su estructura con sus uñas pero tan fuertemente que estaba dejando marcas. Frelser se acercó y empezó a acariciar al gato para que se tranquilizara y de inmediato percibió lo que probablemente le había atraído allí y le estaba causando ese estado alterado de ánimo. Un fuerte olor provenía del contenedor, apenas se  propagaba por la nave del almacén pero era tan intenso que le sobrevinieron arcadas. Se separó para coger aire mientras el gato seguía insistiendo en arañar el contenedor. Apartando con suavidad al gatito acercó su nariz a la zona donde arañaba y casi se cae de espaldas del olor. Palpó la zona con sus manos y encontró algo extraño.

En la fina línea entra la vida y la muerte de Hoper se había cruzado un pequeño animal que tal vez terminara inclinando la balanza hacia la vida. Y así ocurre en muchas ocasiones, algo o alguien que en principio pueden parecer insignificantes acaban siendo determinantes en nuestras vidas.

martes, 29 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper X: Tierra

Espacio-puerto Rotterdam, el mayor espacio-puerto de toda la galaxia, con amarré en sus dársenas para mas de seiscientas naves de salto y miles de cargueros orbitales. Dedicado, salvo contingencias en otros espacio puertos, exclusivamente a la carga, era el nexo de unión del mercado de la tierra con cualquier otro planeta o civilización. Miles de trabajadores iban y venían de la tierra a la estación en turnos semanales y de ellos dependía en gran parte el sistema económico de la tierra. El comercio era y es el motor económico de cualquier economía y por Rotterdam pasaban millones de contenedores al día. Cualquier cosa se compraba y se vendía. Muchas de las compras que se hacían en la tierra venían de alejados planetas con costes de producción mas bajos que ofrecían precios mas competitivos incluso incluyendo los gastos de transporte. Como en cualquier civilización existían sociedades mas ricas y mas pobres, en la antigua tierra se hablaba de países desarrollados y en vías de desarrollo, ahora que la tierra era un sistema global muy desarrollado existían los planetas en vías de desarrollo. En ellos se producía en condiciones infrahumanos, larguísimos turnos de trabajo, explotación infantil, todo valía a las grandes corporaciones. Pero no nos engañemos no solo las corporaciones eran responsables, cada persona buscamos el precio mas barato sin preguntarnos tan siquiera como es posible. Los planetas en vías de desarrollo eran productores de bienes de consumo masivos, los planetas desarrollados exportaban tecnología y productos de alto valor añadido. Nada había cambiado desde aquel histórico momento de la revolución industrial.
El metsal que se recogía en planeta-prisión, era depurado en la tierra en industria tecnológicamente muy desarrolladas. Se había cuidado muy mucho que esa tecnología fuera secreta y no llegara al resto de la galaxia. El mercado del metsal era unos de los pilares de la economía terrestre. El contenedor donde viajaba Hoper bajaría a la tierra.
Las compuertas del espacio puerto se abrieron y los ruidos empezaron a inundar los oídos de Hoper. Los primeros días de viaje había deseado mas que nada en el mundo oír aquellos sonidos, ahora no significaban nada, seguía metido en su mundo, musitando sus oraciones. El viaje, su huida, estaba llegando al momento definitivo pero Hoper estaba a punto de morir, de aquella vida con la que había soñado, de aquellas ansias de vivir no quedaba nada. Lo único que quedaba de Hoper eran piel, huesos y un corazón que latía al ritmo cansino de su cerebro demenciado.
Sin tardar mucho los contenedores empezaron a ser trasladados a los cargueros orbitales, también en el que se alojaba Hoper, quién sin embargo no notó absolutamente nada, no solo porque el traslado se hiciera con la mas absoluta de las suavidades si no porque aunque le hubieran tirado por un precipicio de 3271 metros Hoper no hubiera notado nada, le hubiera llegado la muerte y tal vez hubiera sonreído.
El carguero no tardó en despegar y bajar a tierra, el cuerpo de Hoper volvió a pegarse contra las paredes del contenedor y perdió el conocimiento. Esta vez no lo recuperó. El carguero orbital se posó en tierra y su contenedor fue depositado en un almacén con otros miles de ellos a la espera de que el metsal que contenía fuera procesado.
Inconsciente pero no muerto, el cuerpo de Hoper reposaba tranquilo sobre suelo firme. Muerte y vida se encontraban ahora en un equilibrio inestable, para bien o para mal su cuerpo no tardaría en buscar la estabilidad.


lunes, 28 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper IX: Oración

Echo una bola, en posición fetal, desnudo dentro de un traje de protección que ya ni se molestaba en limpiar. Barba, delgado en extremo, terribles ojeras debajo de sus ojos, sus huesos debilitados por la ausencia constante de gravedad, demenciado por la oscuridad, por la soledad, por la ausencia de ruidos, demacrado miraras por donde le miraras. 32 horas, 7 minutos y 1 segundo para el final de un viaje, menos de día y medio pero Hoper ya no miraba el cronometro, hacía casi ya una semana que había entrado en una total depresión y ya todo le daba igual, si hubiera encontrado la forma hubiera intentado suicidarse aunque probablemente no hubiera encontrado el valor para hacerlo.
Recitaba ahora una de aquellas oraciones que aprendió de niño, un sinsentido de palabras vacías a un dios en el que nunca había creído. En un mundo donde la ciencia era capaz de explicarlo todo, donde la ciencia había hecho posible lo imposible, donde podía controlarlo casi todo excepto la muerte, la existencia de un dios había perdido prácticamente el sentido. Tan solo la muerte, mas bien la necesidad humana de transcendencia, hacía que se sostuviera. Los humanos lo comprendían todo excepto su propia muerte, y si la comprendían la temían, y ese era el espacio que ocupaba dios, la posibilidad de volver a otra vida tras la muerte, la esperanza de que tras la muerte no se acabara todo. Y esa era la excusa perfecta de las religiones para aferrarse al mundo, para captar adeptos, seguidores, practicantes o simplemente personas que se identificaban a si mismas como de una religión u otra por lo que pudiera pasar, por la remota esperanza, por un sentimiento de ¿y si existe un dios?. Pero hacía siglos que las religiones se habían convertido en auténticos lobbys, querían mantener su poder en el mundo y lo habían conseguido. Tenían parte del poder económico, habían aprovechado durante siglos su posición para amasar auténticas fortunas y aprovechaban su capacidad de influencia en sus fieles para presionar y tener presencia en el poder político. De religión realmente quedaba realmente poco, era otro negocio mas, que se justificaba así misma y justificaba incluso guerras santas para mantener su poder. Era la historia de la iglesia donde la espiritualidad tan solo era un recurso que explotar para mantener su status quo. Si realmente existiera un dios bondadoso se avergonzaría de los que decían representarle en la tierra.
Hopper nunca fue religioso, pero de pequeño había estado en grupos de tiempo libre cercanos a la iglesia, hacían muchas salidas a la naturaleza e hizo muchos amigos allí, una sutil forma de captación. Nunca llego a creer en dios, su mente analítica descartaba las remotas posibilidades de que existiera, pero aquellos días en compañía de sus amigos fueron algunos de los mas felices de su vida. Aquellas oraciones que ahora recitaba, le vinieron a la cabeza en uno de sus primeros raptos de locura y por el miedo a la muerte, por el miedo a que todo se acabara empezó a recitarlas sin parar. Ahora simplemente eran una esterotipia que lejos de ayudarle abundaba en su propio hundimiento.

El viaje estaba llegando a su fin, apenas un par de saltos y un agujero de gusano, unas pocas horas mas, sin embargo el destino de Hoper era ahora, si cabe, mas incierto que nunca.

jueves, 24 de noviembre de 2016

¿Y si la que te equivocaste fuiste tú?
¿Y si mis defectos no eran tantos?
¿Y si se acrecentaban porque mi único
deseo era estar contigo?
¿Y si has perdido un hombre bueno,
agradable, amable, cariñoso..?
¿Y si has perdido un hombre inteligente
que solo deseaba hacerte feliz?
¿Y si has perdido a un hombre
que te quería mas que a nadie, mas que a nada,
como nunca te han querido?
¿Y si has perdido un futuro mas feliz?
¿Y si has perdido una oportunidad
de esas que solo pasan una vez en la vida?
Elegiste, elegiste apartarte de mi,
una decisión probablemente acertada
pero ¿y si te equivocaste?
No, no hay manera de saberlo,
optamos, decidimos
y nunca sabremos lo que habría pasado
de tomar la decisión contraria.
Es lo que hay, así es la vida.
Me gustaría tan solo que de vez en cuando
alguna de estas preguntas rebotara en tu cabeza,
me gustaría que dudaras si elegiste bien,
tal vez no haya marcha atrás,
pero si lo piensas, si alguna vez lo piensas,
significaría que también me querías.
Ahora, instalados en el frio,
es el momento para las preguntas
que nunca tendrán respuesta.


miércoles, 23 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper VIII: Soledad, locura.

Había transcurrido casi la mitad del viaje, no se había acostumbrado a los saltos de gusano y todavía seguía vomitando. De vez en cuando le atacaba la claustrofobia y tenía que medicarse y cuando estaba bien miraba unas pastillas que se le estaban acabando. Había establecido algunas rutinas que le permitieran sobrellevar el viaje, cada día escucha música durante media hora, el único contacto de alguna manera humano que tenía, lo único que le hacía recordar que estaba vivo. Encendía una pequeña linterna que llevaba para recoger los desechos y que sus ojos vieran algo mas que aquella profunda oscuridad que le envolvía. Reservaba las baterías para momentos peores. En algunos sentidos cada día era peor que al anterior, en otros ya se estaba acostumbrando. La soledad era su compañera y de todos los males aquel era el menor. En otros momentos cogía el libro y pasaba páginas leyéndolo a oscuras, en su mente, en sus recuerdos. Se encontró con una frase “El mar, demasiado grande para abarcarlo, demasiado profundo para entenderlo, demasiado bello para sentirlo sin que te desborde, demasiado lejano siempre.”, se le escapaba parte de su significado pero podía ver en ella un amor que Hoper nunca había sentido. Tampoco tenía claro si creía en el amor, su experiencia adolescente le impulsaba a pensar que eso del amor no existía, que tenemos todo responde a un desorden hormonal basado en el instinto de reproducción. En parte deseaba creer en el amor pero él necesitaba sexo, necesitaba meterse entre las piernas de una mujer y eyacular una y otra vez hasta quedar exhausto. Su obsesión con el sexo se fue volviendo cada vez mas grande durante el viaje, en parte por efecto de las pastillas, en parte porque después de muchos años podría tener un contacto real con una mujer. En el planeta prisión el contacto con el otro sexo les estaba vetado. Imagina miles de situaciones en las que se encontraba con una mujer, hablaban y en pocos instantes estaban follando en una cama o en cualquier otro lugar. Se masturbaba imaginando historias, durante esos instantes ni era consciente del viaje, del cubículo donde estaba encerrado, no se acordaba de los vómitos, de los mareos, aquellos eran los mejores momentos y de alguna manera se terminó enganchando a la masturbación.
Y lloraba, lloraba constantemente, muchas veces por miedo otras simplemente sin saber porque. Lloraba desconsoladamente. A veces por su cabeza pasaban imágenes de su vida, recuerdos de tiempos pasados, de tiempos mejores. Incluso la cárcel era mejor que aquel viaje. Otras veces pensaba en que haría si es que lograba escapar con vida de aquel viaje, no era nadie, no tenía papeles, no tenía oficio y probablemente le buscaran para hacerle volver a aquella prisión y si lo hacían le enviarían a lo mas profundo de la mina donde la muerte no era una cuestión de suerte, era algo prácticamente seguro. Y tal vez la muerte era la respuesta, era joven, las ganas de vivir le habían llevado a intentar huir e iniciar una vida de verdad, una normal con las alegrías y tristezas que conllevaba pero que Hoper siempre se imaginaba mas feliz que triste pero en ocasiones esas ganas de vivir se esfumaban y la vida carecía de sentido. La soledad le estaba derrotando y gritaba para sentirse vivo para escuchar algo mas que ese frio silencio espacial. Masticaba las raciones y ese simple sonido era algo consolador, un signo de vida, al igual que lo eran sus deposiciones. A aquellas alturas el cubículo apestaba pero el ya ni lo notaba. Al principio había asumido el olor como algo irremediable, a los cinco días se obsesionó en buscar la manera de eliminarlo, ahora simplemente ni lo notaba. Tenía también episodios de demencia, hablaba solo, hablaba a su libro y a otros objetos que llevaba consigo y él mismo se contestaba con una voz diferente. Pero pasaban, de momento todo pasaba y volvía a su ser para darse cuenta de que estaba enloqueciendo.

La mitad del viaje había transcurrido, tal vez lo mas terrible estuviera por llegar. Cerró los ojos y empezó a imaginar que se encontraba con aquella compañera de clase que en aquellos tiempo era el mito sexual del instituto y que tras unas breves palabras empezaban a practicar sexo. Volvió a masturbarse.

martes, 22 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper VII: gusano y salto

La ingravidez volvió de repente. En un momento paso de estar tumbado en el suelo a estar flotando en el pequeño cubículo donde se alojaba. La nave de salto se había desensamblado del espaciopuerto orbital y perdido la gravedad artificial de la estación. Habían despegado. La aceleración en las naves de salto era débil pero constante y estando muy cerca de agujero de gusano del sistema no saltaría a la velocidad luz hasta después de pasarlo. La física espacial quedaba muy grande para los conocimientos de Hoper y solo había entendido los agujeros de gusano con un viejo juego al que jugaban de niños en la escuela. Se doblaba un papel en blanco y cada uno de los dos jugadores ponía varios circulitos que representaban sus naves. Se trataba de hacer un punto en tu lado de la hoja, doblar el papel y marcarlo por encima para que la tinta se quedara marcada en el otro lado del papel, si acertabas con en el circulito de una nave “enemiga” la destruías. El primero que destruyera todas ganaba el juego, y Hoper le encantaba jugar a ese juego. Y eso era mas o menos el efecto de los agujeros de gusano, plegaban el espacio-tiempo y salían en otra parte de la galaxia, por esa razón las naves de salto también eran conocidas como plegadoras.
Habían pasado 3 minutos, 27 minutos y 1 segundo desde que la nave había dejado su amarré cuando todo comenzó a vibrar, a moverse bruscamente en todas las direcciones, Hoper tenía la sensación de estar dando vueltas de campana descontroladamente. Habían entrado en el agujero de gusano y su casco se volvió a llenar de vómito. Que diferente era el viaje en los espacios habilitados para pasajeros. Perdió el conocimiento y lo recupero varias veces, vomitó y volvió a vomitar y cuando por fin la tranquilidad volvió su traje estaba completamente sucio por dentro, en el casco volvía a flotar el vómito y sus heces flotaban constreñidas por el traje. Habían pasado el primer agujero de gusano y aun le quedaban varios, ahora se lanzarían a la velocidad de la luz en busca del próximo. Fue solo un instante pero se comprimió fuertemente contra el suelo, tanto que le dolía todo el cuerpo, todos los huesos, el cráneo se le comprimió con tanta fuerza que pensaba que le iba a estallar la cabeza. A penas un segundo y todo había pasado, sin luz, sin sonido, y flotando en su cubículo volvió la sensación de tranquilidad y bien estar, se quitó el traje y volvió a limpiarlo por dentro. Se afanó en la limpieza pero el olor sería su compañero de viaje, después de cada salto podría quitárselo unas horas pero el olor impregnado en la tela no desaparecería de aquel cubículo.
Comió otra ración para asentar el estómago y la sensación de bienestar fue creciendo hasta que le sobrevino una sensación de claustrofobia. Llevaba apenas un día encerrado y le quedaba mas de un mes, había previsto que esto pudiera pasar porque, junto al miedo a las alturas, era una de sus fobias mas comunes. No le pasaba siempre pero si algunas veces, saco un potente ansiolítico del botiquín y en poco tiempo se quedó dormido. Sus sueños fueron inquietos y en ellos tenía una presencia constante aquella chica de la que se enamoró, como solo los adolescentes se enamoran, siendo un adolescente. Sueños de amor pero sobretodo sexuales. 27 años y jamás había tenido una relación sexual, pornografía y masturbación era todo lo que sabía del sexo. Sus hormonas pedían sexo, lo que verdaderamente anhelaba su alma era amor. Se despertó con la sensación de humedad que había dejado el semen entre sus piernas, su pene estaba empalmado y no dudo en masturbarse para afanarse de nuevo en recoger los desechos.


lunes, 21 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper VI: Espacio-puerto

Era el último carguero orbital que llegaría al espacio-puerto, los estibadores tendrían que trasladar su carga para terminar de llenar unas bodegas prácticamente repletas del valioso metsal. Cada cuatro meses llegaba una nave de salto y se llevaba la cantidad suficiente como para abastecer a todas las naves de salto de la galaxia durante un año, pero en la tierra y otros mundos querían tener siempre reservas. Cuando se empezó a explotar el planeta prisión el problema de la relatividad del tiempo en los viajes a velocidad cercanas a la de la luz hizo que los primeros cargueros tardaran unos 32 años en llegar, medio año por cada día de viaje de ida y vuelta aquel maldito planeta. El flujo constante con la que se enviaron naves de salto hizo que pasados esos 32 años, cada cuatro meses llegara una al espacio puerto y cada cuatro meses alguna estuviera descargando en la tierra o en cualquier otro punto de la galaxia.
Los compuertas se abrieron con su habitual sonido neumático. A Hoper se le aceleró el corazón, sin duda habrían descubierto ya su ausencia y lo estuvieran buscando, seguramente estarían peinando el planeta pero también habrían dado aviso a la estación orbital. Y así fue, antes de empezar a descargar se oyeron muchas voces. Estaban procediendo al registro de la bodega y del resto de la nave. Hoper confiaba en que no detectaran su habitáculo, creía haber disimulado suficientemente la portezuela de entrada entre los pliegues y la pintura del metal del contenedor, a sus ojos era prácticamente invisible pero una revisión exhaustiva probablemente terminaría por descubrirlo. Por suerte para Hoper, su vida no valía tanto y los carceleros pensaban que nadie podría sobrevivir al viaje en una bodega –seguramente tuvieran razón- y dedicaron sus mayores esfuerzos a buscarlo en las partes nobles de la nave donde evidentemente no lo encontraron.
Después de unos minutos de registro los estibadores comenzaron a mover la carga del carguero a la nave de salto. Notó como su contenedor se desplazaba con suavidad y era depositado y amarrado. Ya estaba en la nave de salto, era cuestión de tiempo que se adentrara en el espacio con destino a su planeta natal, con destino a la tierra. Hoper no hizo el mas mínimo movimiento hasta que oyó como se cerraban las compuertas. En aquel momento saco un libro en papel - de los pocos que se conservaban en toda la galaxia y que sin embargo carecía de valor económico-,  el único de sus tesoros que le habían dejado conservar,  acarició en una completa oscuridad su lomo y lo abrió por la última página. Sin luz no podía leerlo pero lo había leído tantas veces ya que había memorizado cada palabra de la historia. Pasando los dedos por la hoja recordó lo última frase “De una sonrisa nació el amor que nos hizo humanos”.


viernes, 18 de noviembre de 2016

Abrazado al frio de una ausencia
para mitigar este dolor que siento,
el vacío de un pasado que no existió
y de un futuro que ya no es posible.
Soledad, fiel acompañante en estos días,
que grita sin que nadie les oiga,
que llora sin lágrima,
que escucha el silencio.
Duermo en una celda sin cerrojo
de la que no quiero huir,
da la que no puedo huir
porque fuera no hay nada.
Acostumbrado a dormir aquí
temo la libertad, el exterior,
la vida fuera de esta prisión
que solo encierra los sueños.
Escribo los días en sus muros,
araño la roca a manos limpias
tiñendo de rojo cada marca,
anhelando que hoy sea la última.
Y cae la noche y amanece de nuevo,
días de tormentas, de sol, de nieve,
de lluvia fina, de viento, de nubes algodonadas,
cielos negros, cielos limpios.
Días y mas días sin mar,
sin su agua y su sal,
sin sus olas, sin su brisa,
días sin lo que nunca tuve.
Ojos cerrados, mirándome por dentro,
lo que soy, lo que fui, lo que seré,
nunca llegarán a comprenderme,
azul en este día de noviembre.




miércoles, 16 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper V: Despegue

Los motores rugieron de manera atronadora y el carguero orbital despego del suelo aplastando a Hoper contra el suelo de contenedor de mineral. Su cuerpo estaba soportando sin la protección que brindaban las naves a los pasajeros fuerzas superiores a 10 g, una aceleración de mas de 350 km/h por segundo. Perdió el conocimiento prácticamente de inmediato. Se despertó hecho una manojo de nervios, seguía pegado contra el suelo y no oía nada. En su desesperación pensaba que se le habían reventado los tímpanos de la presión y que se quedaría sordo para siempre. Tardó unos minutos en reaccionar y cuando lo hizo se le ocurrió golpear la pared del contenedor, oir el golpe fue todo un alivio. Viajan dentro de la atmosfera hacia el espaciopuerto a una velocidad superior a los 5000 k/h, todo el sonido quedaba demasiado atrás y cuando salieran de la atmosfera llegarían al silencio espacial, donde las ondas de sonido no pueden transmitirse, o al menos no en la frecuencia necesaria para que lo oigan los oídos humanos. Sería un viaje silencioso, todo lo que escuchara provendría del interior y en el espacio de carga lo único que podría producir algún sonido era el mismo.
Se empezó a marear, esta vez no iba a perder el conocimiento, era el mareo del viajero. Recordó aquellas excursiones que hacía de niños a los espacios naturales, el siempre se sentaba en las primeras filas del autobús porque se mareaba, tomaba pastillas contra el mareo pero a pesar de todas las precauciones en muchas ocasiones termina vomitando. Y así sucedió. Vomitó, pero esta vez tuvo que vomitar dentro de su traje de protección. En gravedad 0 el vomito no podía tener la delicadeza de caer hacia abajo y se quedó flotando por el casco. El olor y la sensación viscosa que le rodeaba la piel hizo que vomitara de nuevo. No había previsto aquello, seguramente habría miles de cosas que no había previsto. Con toda la rapidez que le permitía el mareo pensó que ya podía quitarse el casco, había dejado de notar aquella presión contra el suelo, estaban en el espacio. Se lo quitó y aspiro el vomito con el aparato destinado a absorber las heces y la orina que había conseguido en el mercado negro del planeta-prisión. Reciclaba todos los desechos humanos convirtiéndolos fundamentalmente en agua y un polvo negruzco que podía usarse como compostaje. Se había provisto de agua pero el agua reciclada sería fundamental para sobrevivir en el viaje. Aunque tenía las raciones contadas decidió comerse parte de la primera porque el marero del viajero se mitiga comiendo. Seguramente volvería a vomitar pero era la única manera de que su estómago se acostumbrara a aquel vaivén desconocido. Que fácil era viajar en los compartimentos de pasajeros donde todo estaba pensado y preparado para que no notaran ninguno de estos efectos, pero su viaje sería como viajar en un antiguo barco que a veces a avanza por aguas tranquilas y otras se ve agitado por el oleaje de una tormenta. Así era la vida.

Miró el reloj, el cronometro marcaba 3 horas, 2 minutos y 71 milesimas de segundo de viaje, faltaba muy poco para llegar a el espaciopuerto, tenía que volver a ponerse el casco, confiaba en no volver a vomitar. Escuchó como se cerraban las compuertas y miles de sonidos llegaron a sus oídos. La carga se trasladaría a la nave de salto en unas 6 horas y partirían 6 horas mas tarde. 12 horas de sonidos antes de volver al silencio espacial. Lleva con él un dispositivo con las canciones de su vida almacenadas pero la batería tan solo era operativa durante unas 40 horas, tendría que administrarlas bien, era lo único que podía distraerle de la soledad a la que iba a enfrentarse. Tarareo una vieja canción: “como los recién nacidos necesito ver con los oídos lo que mis ojos no oyen”

martes, 15 de noviembre de 2016

Debajo de su piel había sangre,
por encima la cubría una coraza,
mucho tarde en descubrir ambas cosas.
Lo hice el día que la pinché,
un pinchazo suave, sin querer,
apenas el roce de la espina de una rosa,
pero sangró y se cubrió con su coraza.
Ya nada fue igual.
Yo también la había hecho daño.
Me perdonó y me siguió perdonando,
hasta que ya no pudo mas,
hasta que las heridas eran demasiado profundas
y su coraza no resistía mis ataques.
Así fue, venía una y otra vez
para salir siempre herida,
hasta que dejó de venir,
hasta que comprendió
que eso nunca cambiaría.
Pero no se puede huir eternamente del dolor,
el dolor forma parte de la vida.
Fui cruel porque soy humano
aunque jamás quise hacerla daño,
sentía que debía defenderme
sin darme cuenta que así perdía
aquello que quería defender.
Lo mas triste es que se que volvería a repetirse,
que intentaría que no sucediera,
pero que mi dolor sería de nuevo el suyo.
No hay mas vueltas que darle,
la sigo queriendo, es evidente,
y viajará siempre conmigo
aunque tan solo pueda ser ya en el recuerdo.
Le deseo toda la felicidad del mundo,
esa que me dio y que yo quería devolverle.
En este día tan especial
solo se me ocurre pedir disculpas,
ojala pudiera entregarle esa felicidad
pero creo que de mi solo recordará la tristeza.


lunes, 14 de noviembre de 2016

Está noche, como anunciando que mañana sucederá algo grande, en el cielo brillará una super-luna, mas grande, mas brillante también. Será la luna llena mas grande desde 1948 y no la volveremos a ver así de grande hasta 2034 pero, aunque estos cielos grises que nos están cubriendo últimamente se despejen, es posible que no notemos demasiada diferencia. La luna se encuentra prácticamente en el perigeo, la distancia mas corta entre la luna y la tierra, y se encuentra en ese punto en fase de luna llena. Pero no solo estará en el perigeo sino también estará muy cercana a su distancia más próxima con el sol, lo cual hará que esté aún mas brillante. Pero esto de las super-lunas no es algo tan extraño, hay tres o cuatro  todos los años, simplemente sucede que esta vez está un poquito mas cerca. Para que nos hagamos una idea esta noche la luna estará a 356.536 km de la tierra, el 17 de octubre tuvimos otra y tendremos otra el día 13 de diciembre y estas lunas estarán a unos unos 357.000 km, alrededor de unos 500 km mas, muy poca diferencia teniendo en cuenta las enormes distancias de las que estamos hablando.
Pero si, es una luna especial en lo astronómico, no muy diferente a otras pero especial. Al igual que los humanos que no somos muy diferentes los unos a los otros pero algunos son para nosotros especiales. Y podemos hacer de esta luna o de una persona la mas especial de nuestras vidas. Podemos ver en ella  símbolos fuera de toda lógica científica, podemos pensar que esta luna marca algo, un antes y un después, o cualquier cosa que queramos que signifique para nosotros, pero no es más que una coincidencia en esta pequeñísima parte del universo en la que nos encontramos.
Alejándome de todo lo científico para mi esta luna es tremendamente significativa, se da un momento concreto, como preludio de un día especial, una luna especial, en una noche especial de una persona especial. Humano como soy y tendente a las creencias y los mitos no dejo de  ver en esta conjura algo maravilloso y pensar que al fin y al cabo nunca estuve equivocado y que esa persona era la mas especial de las personas. ¿Por qué si no iba a ser esta noche la luna mas grande y brillar mas que nunca?

Tal vez hoy la luna esté un poco mas cerca pero está demasiado lejos de mi alcance, como siempre lo estuvo. Mis manos son demasiado pequeñas como para albergar algo tan grande. Que la luna llena siga brillando aunque para mi ya solo haya noches de luna nueva.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Ni recuerdo ya la última vez que escuché a Silvio Rodriguez, nunca ha estado entre mi música preferida pero siempre he admirado sus letras, auténticos poemas que conectan directamente con el sentimiento. Hoy, por casualidad, he oído un fragmento de Ojalá, uno de los mas grandes poemas de desamor que he escuchado nunca y que junto a Oh melancolía son los temas de Silvio que más me gustan.
La nostalgia ha hecho que vuelva releer la profunda belleza de sus letras y esa misma nostalgia es la que me lleva a compartirlas con vosotras queridas personas lectoras y con la secreta esperanza de que también ella, aunque sea tan solo por curiosidad, visite de vez en cuando este blog en el que aunque sea yo el que escriba siempre será suyo.
Os dejo con Silvio y siete de sus temas.

Saludos y buen fin de semana

OJALÁ
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo
Cuando caigan
Para que no las puedas convertir en cristal
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro
Que baja por tu cuerpo
Ojalá que la luna pueda salir sin ti
Ojalá que la tierra no te bese los pasos

Ojalá se te acabe la mirada constante
La palabra precisa, la sonrisa perfecta
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora un disparo de nieve
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte
Para no verte tanto para no verte siempre
En todos los segundos en todas las visiones
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan
En mi espalda
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz
Ojalá las paredes no retengan tu ruido
De camino cansado
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti
A tu viejo gobierno de difuntos y flores

Ojalá se te acabe la mirada constante
La palabra precisa la sonrisa perfecta
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora un disparo de nieve
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte
Para no verte tanto para no verte siempre
En todos los segundos en todas las visiones
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones

OH MELANCOLIA
Hoy viene a mi la damisela soledad
con Pamela y pertinentes y botón
y amapola en el oleaje de sus vuelos
hoy la voluble señorita es amistad
y acaricia finamente el corazón
con su más delgado pétalo de hielo.

Por eso hoy
gentilmente te convido a pasear
por el patio hasta el florido pabellón
de aquel árbol que plantaron los abuelos
hoy el ensueño es como el musgo en el brocal
dibujando los abismos de un amor
melancólico, sutil, pálido cielo.

Viene a mi, avanza,
viene tan despacio
viene en una danza
leve del espacio
cedo mi adoración
y ya vuelo ave
se mece la nave
lenta como el tul
en la brisa suave
niña del azul.

Oh melancolía, novia silenciosa,
intima pareja del ayer
oh melancolía, amante dichosa,
siempre me arrebata tu placer
oh melancolía, señora del tiempo,
beso que retorna como el mar
oh melancolía, rosa del aliento,
dime quien me puede amar.

Hoy viene a mi la damisela soledad
con Pamela y pertinentes y botón
y amapola en el oleaje de sus vuelos
hoy la voluble señorita es amistad
y acaricia finalmente el corazón
con su más delgado pétalo de hielo.
Por eso hoy
oh melancolía, señora del tiempo,
beso que retorna como el mar
oh melancolía, rosa del aliento,
dime quien me puede amar.

SIN TU LATIDO
Hay algunos que dicen
Que todos los caminos conducen a roma
Y es verdad porque el mio
Me lleva cada noche al hueco que te nombra
Y le hablo y le suelto
Una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas
Luego apago tus ojos
Y duermo con tu nombre besando mi boca
Ay amor mio
Que terriblemente absurdo es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido,
Sin tu latido.

El final de esta historia
Enésima autobiografía de un fracaso
No te sirva de ejemplo
Hay quien afirma que el amor es un milagro
Que no hay mal que no cure
Pero tampoco bien que le dure 100 años
Eso casi lo salva.
Lo malo son las noches que mojan mi mano
Ay amor mio
Que terriblemente absurdo es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido,
Sin tu latido

Aunque todo ya es nada
No se porque te escondes y huyes de mi encuentro
Por saber de tu vida
No creo que burle ningun mandamiento
Tan terrible es el odio
Que ni te atreves a mostrarme tu desprecio
Pero no me hagas caso
Lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo
Ay amor mio
Que terriblemente absurdo es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido,
Sin tu latido

Ay amor mio
Que terriblemente absurdo es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido,
Sin tu latido

Ay amor mio
Que terriblemente absurdo es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido,
Sin tu latido

ÓLEO DE UNA MUJER CON SOMBRERO
Una mujer se ha perdido
Conocer el delirio y el polvo
Se ha perdido esta bella locura
Su breve cintura debajo de mí
Se ha perdido mi forma de amar
Se ha perdido mi huella en su mar

Veo una luz que vacila
Y promete dejarnos a oscuras
Veo un perro ladrando a la luna
Con otra figura que recuerda a mí
Veo más: veo que no me halló
Veo más: veo que se perdió

Una mujer innombrable
Huye como una gaviota
Y yo rápido seco mis botas
Blasfemo una nota y apago el reloj
Qué me tenga cuidado el amor
Que le puedo cantar su canción

La cobardía es asunto
De los hombres, no de los amantes
Los amores cobardes no llegan a amores
Ni a historias, se quedan allí
Ni el recuerdo los puede salvar
Ni el mejor orador conjugar

Una mujer con sombrero
Como un cuadro del viejo Chagall
Corrompiéndose al centro del miedo
Y yo, que no soy bueno, me puse a llorar
Pero entonces lloraba por mí
Y ahora lloro por verla morir

SÓLO EL AMOR
Debes amar la arcilla que va en tus manos
Debes amar su arena hasta la locura
Y si no, no la emprendas que será en vano
Sólo el amor alumbra lo que perdura
Sólo el amor convierte en milagro el barro
Sólo el amor alumbra lo que perdura
Sólo el amor convierte en milagro el barro.
Debes amar el tiempo de los intentos

Debes amar la hora que nunca brilla
Y si no, no pretendas tocar los yertos
Sólo el amor engendra la maravilla
Sólo el amor consigue encender lo muerto
Sólo el amor engendra la maravilla
Sólo el amor consigue encender lo muerto.
Debes amar la arcilla que va en tus manos
Debes amar su arena hasta la locura

Y si no, no la emprendas que será en vano
Sólo el amor alumbra lo que perdura
Sólo el amor convierte en milagro el barro
Sólo el amor alumbra lo que perdura
Sólo el amor convierte en milagro el barro.
Debes amar el tiempo de los intentos
Debes amar la hora que nunca brilla

Y si no, no pretendas tocar los yertos
Sólo el amor engendra la maravilla
Sólo el amor consigue encender lo muerto
Sólo el amor engendra la maravilla
Sólo el amor consigue encender lo muerto.

TE AMARÉ
Te amaré, te amaré como al mundo
Te amaré aunque tenga final
Te amaré, te amaré en lo profundo
Te amaré como tengo que amar.

Te amaré, te amaré como pueda
Te amaré aunque no sea la paz
Te amaré, te amaré lo que queda
Te amaré cuando acabe de amar

Te amaré, te amaré si estoy muerto
Te amaré al día siguiente además
Te amaré, Te amaré como siento
Te amaré con adiós, con jamás.

Te amaré, Te amaré junto al viento
Te amaré como único sé
Te amaré hasta el fin de los tiempos
Te amaré y después te amaré.

AL FINAL DE ESTE VIAJE
Al final de este viaje en la vida quedarán
nuestros cuerpos hinchados de ir
a la muerte, al odio, al borde del mar.
Al final de este viaje en la vida quedará
nuestro rastro invitando a vivir.
Por lo menos por eso es que estoy aquí.
Somos prehistoria que tendrá el futuro,
somos los anales remotos del hombre.
Estos años son el pasado del cielo;
estos años son cierta agilidad
con que el sol te dibuja en el porvenir,
son la verdad o el fin,
son Dios,
quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz.

Al final de este viaje en la vida quedará
una cura de tiempo y amor,
una gasa que envuelva un viejo dolor.
Al final de este viaje en la vida quedarán
nuestros cuerpos tendidos al sol
como sábanas blancas después del amor.
Al final del viaje está el horizonte,
al final del viaje partiremos de nuevo,
al final del viaje comienza un camino,
otro buen camino que seguir descalzos
contando la arena.
Al final del viaje estamos tú y yo intactos,
quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz.



jueves, 10 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper IV: Fuga

Como si nada sucediera fue cargando cada uno de los cientos de contenedores de metsal en el carguero orbital, meticuloso rayano en lo obsesivo buscaba siempre la mejor ubicación de la carga y que se respetara siempre la estricta normativa de seguridad. Ese día lo hacía con mas razón, el iría en uno de los contenedores, no podía arriesgarse a que la carga se moviera y quedara aplastado por toneladas mineral.
Casi una hora antes del despegue previsto ya estaba todo cargado, tan solo faltaba un contenedor. Manipuló intencionalmente la grúa de carga para que diera un error, no era la primera vez que sucedía, de hecho era algo bastante habitual cuando cualquier otro de los presos era el que operaba la máquina, pero a él nunca le había sucedido, maneja con destreza y suavidad los mecanismos de control pero sabía perfectamente lo que tenía que hacer para bloquearla. Y la bloqueó. Quería retrasar hasta el último minuto el cierre de compuertas y crear el caos suficiente para que nadie le echara de menos cuando se colara en la nave y accediera al compartimento que había construido dentro de uno de los contenedores.
Siendo la primera vez que le ocurría todos fueron amables con él, la gente solía serlo siempre porque el también lo era. Incluso compartieron risas diciendo que ya era hora de que el chico perfecto metiera la pata. Risas que desaparecieron cuando Hoper, aparentando haberse puesto nervioso y no poder controlar los nervios, manipuló los controles y dejó caer la carga en un ángulo predeterminado. El contenedor se fracturó tal y como había previsto, esparciendo toneladas de metsal por el suelo. Lo hizo en el momento adecuado para que nadie saliera herido, en realidad lo tenía todo calculado al milímetro. Muchos días y muchas noches de preparación meticulosa.
Aparecieron los servicios de seguridad y emergencia, servicios auxiliares de limpieza, carceleros, coordinadores, ingenieros, pilotos… y en un momento aquella tranquila zona de carga se había convertido en un cáos de personas desorganizadas tratando de solucionar un problema al que nunca se habían enfrentado. La grúa se había bloqueado en muchas ocasiones pero nunca había llegado a caer la carga desde que las nuevos ingenieros y las nuevas grúas habían llegado y hacía ya mucho tiempo de eso, tanto que nadie de los que estaban ahora al cargo lo estaban en aquel momento.
Uno de los carceleros se dirigió a él para recriminarle su falta de profesionalidad y el peligro en que los había puesto a todos, le espetó todo tipo de insultos y sus manos le empujaron en varias ocasiones. Hoper admitió su culpa y cuando el carcelero se harto de insultarle y zarandearle se fue para atosigar a los presos que estaban arreglando aquel desastre. Aprovechándose del caos y no siendo ya el centro de atención de nadie, Hoper se coló en la nave y corrió entre los contenedores hasta encontrar el suyo. Abrió la portezuela que había disimulado perfectamente en los pliegues metálicos del contenedor y se metió en su habitáculo, un espació de dos metros cuadrado en el que Hoper, debido a su altura, apenas si entraba de largo. Así lo había diseñado también para minimizar los golpes que sin duda se llevaría en algunas fases del viaje. A duras penas pudo ponerse el traje de protección del carcelero en aquel espacio tan reducido pero como en una danza de movimientos estudiados se enfundó en él y se tumbó con el corazón palpitando sobre el frio metal del suelo del contenedor.

Era la hora. El carguero debía de esperar, la maniobra se retrasó unos cinco minutos que le parecieron eternos. Pensaba que se habían percatado de su desaparición y le estaban buscando pero no fue así. Tan solo estaban terminando de limpiar la zona para hacer un despegue seguro. Se encendieron los motores y su ensordecedor ruido le hizo darse cuenta de que entre el equipamiento no había tenido en cuenta unos tapones. Daba igual, salía de aquel maldito planeta y el viaje en el carguero duraría apenas unas horas. Pero tan solo era el primer paso, todavía podía complicarse todo, todavía podían detectar su desaparición y sospechar que estaba a bordo del carguero. Pero ese primer paso, el que a priori parecía el mas complicado estaba dado, ahora solo podía encomendarse a la suerte para que no le descubrieran y, sobre todo, para sobrevivir a un viaje que tendría una duración estimada de 32 días y 7 horas y 1 minuto.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper III: Buen comportamiento

Los motores del carguero orbital se detuvieron y dejaron de desprender el enorme calor de la energía que desperdiciaban. Eran antiguos modelos alimentados por motores de fusión de hidrogeno, tan solo estaban preparados para salir de algunas atmosferas y trasladar su carga al espacio puerto espacial. Los viajes interestelares llegaron mas tarde, con el descubrimiento del potencial energético del metsal.
A pesar de su arrepentimiento y su buen comportamiento, modélico deberíamos decir, Hoper no había conseguido que le redujeran la pena ni un solo día y no tardó demasiado en darse cuenta de que nunca lo conseguiría. Era un revolucionario, así le llamaban, y para ellos no había perdón posible, el sistema los seguía usando para autoalimentarse y expresaba en ellos su mas cruel venganza mientras hablaba de condenas ejemplarizantes. Pero si fue consiguiendo poco a poco mejorar en las tareas que le eran encomendadas. Cinco años pasó en lo mas profundo de las minas y en varias ocasiones tuvo la suerte de librarse de una muerte segura tras alguno de los constantes accidentes que allí se producían. Dos años más pasó en tareas auxiliares dentro de la mina normalmente en zonas con techos mas consolidados y menos propensas a los derrumbes. Y los dos últimos los había pasado destinado en la zona de carga de los cargueros espaciales, un destino tranquilo si no tenemos en cuenta las deficientes condiciones de salubridad del planeta. Los carcelero vivían en cúpulas con ambientes naturales que emulaban diferentes ecosistemas de la tierra y cuando salían de ellas llevaban trajes especiales que les protegían a la vez de la atmosfera y de los posibles ataques de los reclusos. Los presos en cambio vivían en edificios aislados con aire reciclado y cuando salían a la mina o  a cualquier otro trabajo que les asignara, tenían que respirar aquel aire inmundo que no tardaría en traerles la muerte. Las autoridades decían que era respirable aunque minímamente contaminado, la realidad es que el grado de contaminación hubiera hecho que se desalojará cualquier ciudad de la tierra o de cualquier otro planeta donde habitaran humanos no clasificados como escoria.
Durante aquellos dos años Hoper fue preparando su plan. Según llegó a aquel destino se dio cuenta de que estaba ante la oportunidad de escapar y no tardo en pensar cual sería la manera. Tan solo tenía que preparar un compartimento en uno de los contenedores de metsal y aprovisionarlo y una vez preparado alojarse en él justo antes de que fuera cargado y prepararse para un horrible viaje a través de los agujeros de gusano. Las zonas nobles de las naves de salto estaban acondicionadas con gravedad y sistemas de soporte de vida avanzados que hacían que los viajes interestelares fueran poco mas que una excursión escolar. Las zonas de carga sin embargo carecían de todos aquellos sistemas. Tuvieron que pasar esos dos años para que lo tuviera todo preparado, poco a poco se fue haciendo con la herramienta necesaria para construir el habitáculo, poco a poco fue consiguiendo los víveres para el viaje y por fin consiguió uno de los trajes de carcelero que le darían una pequeña oportunidad de sobrevivir. Su buen comportamiento, su arduo trabajo y las buenas relaciones que fue tramando con carceleros y presos hicieron posible lo imposible. Incluso rechazó un puesto de colaborador en tareas administrativas ayudando a los carceleros excusándose en su falta de formación para poder seguir destinado en el área de carga. El compartimento lo construyó mostrándose voluntario para las tareas de mantenimiento en turnos de noche, a todos les decía que lo único que buscaba era una reducción de condena y con aquella cara de bueno que tenía todos le creían. Las demás cosas las fue negociando con presos y carceleros que traficaban con todo tipo de cosas en aquel planeta prisión. Los créditos que conseguía por su trabajo que podían haberle proporcionado una alimentación mejor y mejores condiciones durante su reclusión los había ido ahorrando con la idea de que algún día escaparía de allí.

3271 días después el momento había llegado.


martes, 8 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper II: Antecedentes

Hoper había nacido en la Tierra, en un barrio pobre de un país rico. Un país que, como casi todos en la tierra, vestía de democracia un régimen totalitario capitalista. Los ciudadanos votaban si, elegían libremente, pero las oligarquías controlaban los partidos tradicionales y exterminaban las nuevas iniciativas a base de campañas de prensa y una justicia a su servicio. Tan solo unas pocas iniciativas populares pervivían de mala manera, desacreditados, inoperantes y masacrados por los medios de comunicación que les tachaban de revolucionarios, de totalitaristas, de lo que fuera con tal de frenar su ímpetu. En ese habiente se creo una contra que equivocadamente decidió usar la violencia contra el sistema, una violencia de baja intensidad pero violencia al fin y al cabo. Atacaban propiedades privadas de los mas poderosos, destruían algunas de sus posesiones de estos sin darse cuenta de que les estaban haciendo el caldo gordo. Perder un transbordador resultaba muy barato como propaganda para sus causa, la única causa, el dinero. Los verdugos aparecían como víctimas y la deslegitimando la violencia legitimaban su sistema. Era impagable lo que la violencia hacia por ellos, de otra manera hubieran tenido que invertir mucho tiempo y dinero para limpiar su imagen y justificar su sistema.
Fue un niño introvertido y modélico, aunque como todos los niños de vez en cuando trasteaba y los castigos superaban con mucho lo que había hecho y Hoper no lo entendía. En la escuela destacaba entre todo el alumnado, inteligente sin esfuerzo, sobresaliente incluso en aquello que nadie le había enseñado. El profesorado le auguraba un gran futuro y no pudieron estar mas equivocados. Su brillantez se acabó con la adolescencia. Al cambiar de centro formativo se encontró en un ambiente en el que no era nadie, en el que había perdido aquel estatus que había ganado en diez años en su escuela, su introversión no ayudó nada. Descubrió el deporte y en parte por sus aptitudes físicas y en parte por su inteligencia era bastante bueno en lo que hacía, tal vez si hubiera nacido en otro lugar hubiera triunfado en el deporte pero nadie de las grandes ligas osaba acercarse a aquel barrio de mala muerte y nadie supo enseñarle aquellas cosas de las que carecía. Y más adelante su fracaso escolar se consumó definitivamente cuando se enamoró como solo los adolescentes se enamorarse y se olvidó de todo, de los estudios, del deporte, de todo aquello que esta entonces le había hecho feliz, porque el amor era lo que realmente deseaba. Pero aquello no era amor, era un coctel de hormonas descontroladas que alteraron toda su vida y que hicieron surgir al Hoper mas rebelde. Aquella chica nunca se fijó en él, y él nunca se atrevió a decirle nada.
Y con la sangre hirviendo empezó a contemplar el mundo con otros ojos, a buscar en todos el error tal vez para justificar los suyos, a buscar las inconsistencias entre los discursos de cada uno y los hechos pero en esta mirada no se incluyó a si mismo, cuanto hubiera aprendido si lo hubiera hecho. Pero fue consciente del sistema en que vivía, no sabía exactamente lo que pasaba pero su cerebro le decía que en el sistema había algo equivocado. Y aquella tarde de invierno mientras unos desconocidos atacaban enmascarados un transbordador orbital Hoper se unió a la algarada, no fue protagonista ni mucho menos, no sacó a los pilotos, no fue de los que prendió el fuego, pero estuvo allí, apoyando a la contra antisistema y estuvo con la cara descubierta.
En estos 3271 días no hubo ni uno solo que no se arrepintiera, había perdido muchos años de su corta vida e incluso aunque consiguiera escapar sabía que su vida no sería fácil. Proscrito, sin conocer a nadie y sin recursos, pero cualquier cosa era mejor que esperar a que llegara una muerta cierta en aquel maldito planeta. Si moría en el intento su condena simplemente terminaría antes.



lunes, 7 de noviembre de 2016

CCPR- Hoper I: Planeta prisión

Prácticamente 9 años, 3271 días de cautiverio en aquel planeta-mina-prisión-cementerio. Su condena era de 16 años y un día, exactamente la misma del que fuera compañero de celda. Su compañero había matado a su pareja, él había participado en la quema de un transbordador orbital del que previamente habían desalojado a todos los pasajeros. 18 años tenía cuando se produjeron los años, apenas un adolescente imberbe sin mucho criterio que se había dejado llevar, como quien participa en un juego, por los aires de revolución contra el sistema. 9 años arrepintiéndose de aquel día, 9 años de sufrimiento, 27 años de vida y su juventud perdida. Si, seguía creyendo en la causa, y su encarcelamiento solo servía para reforzar su pensamiento pero ahora, con el paso de los años, era consciente de que la violencia no era la solución para nada.
Hacía ya tres años que su compañero de celda había sido liberado por buen comportamiento. El siguiente apenas duro un año porque falleció en la mina. La muerte era el destino que encontraban muchos de los reclusos en aquel planeta. Un 40% fallecían allí, bien en accidentes o bien debido a las insalubres condiciones del planeta, ante las cuales los presos no estaban protegidos, y esa cantidad se elevaba a mas del 75% de las personas con mas de 10 años de reclusión. Por eso pasó sus noches pensando y pensando como huir de allí, trazando complicados planes de fuga a los que siempre encontraba fallos. Pero por fin lo encontró, un plan sencillo y con muchos riesgos pero el único posible. Y había llegado el momento, ese día era el día.
El planeta-prisión era una inmensa mina situado en el borde exterior de una galaxia situada en los confines del universo. Su composición era al 80% metsal, el único combustible que permitía los saltos en agujeros de gusano y velocidades próximas a la de la luz. Aquel mineral apenas si existía en la tierra y los recursos hacia tiempo que estaban próximos a acabarse, y en el resto de la galaxia tampoco se encontraba en ningún lado en abundancia, excepto en aquel planeta apartado de todo. Había que viajar a velocidades por encima de la luz y atravesar cientos de agujeros de gusano para llegar allí. Nadie quería ir, el viaje suponía que, debido a la relatividad del tiempo, a la vuelta no quedaría nadie de las personas que habías conocido. Los pilotos de las naves de salto eran auténticos personajes solitarios que podían dar cuenta de cientos de años de historia de la tierra y de otros mundos, sus relaciones eran esporádicas excepto con sus tripulaciones que terminaban convirtiéndose en sus familias y de las que nunca querían separarse. Los funcionarios de la prisión iban con sus familias y se les ofrecía todos los lujos que aquel planeta podía ofrecer y eran muchos. Después de tantos años se había creado una casta de carceleros tan ricos como crueles. Y los presos morían para que el universos se siguiera moviendo y, si sobrevivían, añadían a su condena la aún mas cruel de volver a un mundo donde ya no quedaba nadie que hubieran conocido.

Pero él no quería morir allí, era joven, una vida entera quedaba por delante si salía con vida.