martes, 31 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XIX Tormentas y destinos

Me quedé embobado mirando a un cielo que pasó del naranja al negro de una noche sin luna. La luz de la villa tan solo permitía que se vieran algunas pocas estrellas, las mas brillantes, un universo tan lejano que estaba fuera de mi alcance. Poco a poco las nubes fueron cubriéndolo todo, nubes negras que terminaron desencadenando una tormenta. Que diferentes éramos, a mi me relajaba sentarme a cubierto a contemplar los rayos y los truenos, la intensa lluvia cayendo, incluso alguna veces salía de mi protección para que la lluvia me calara hasta los huesos. A ella le daban miedo las tormentas, se sobrecogía y se encerraba en si misma adoptando una posición fetal de protección. Nunca estuvimos juntos durante una tormenta, la hubiera abrazado para intentar trasmitirle mi tranquilidad, mi protección, mi amor. Siempre que había tormenta me acordaba de ella y sentía la impotencia de no poder protegerla. La misma impotencia que sentía ahora. No era de extrañar que hasta un Ciberbog, una maquina casi perfecta, la quisiera.
Ese pensamiento me llevó a recapitular lo que me había sucedido en los últimos días. El encuentro con el ciberbog, la cortina descorrida de mi apartamento en la ciudad, mi huida en el aeropuerto, la muerte de la doctora Roes, mi conversación con Kint, la visita a mi casa. ¿Por qué lo habían ordenado todo? Solo podía conjeturar que al encontrarse todo desordenado supusieron que alguien mas me buscaba, que pensaban que aun no había vuelto por mi casa y que si lo hacía no debería encontrarme con nada que me hiciera sospechar y salir huyendo. No me conocían, tan solo un pequeño movimiento en algún objeto hubiera delatado la presencia de algún intruso. Me perseguían, ahora estaba seguro y la muerte de la doctora Roes me hacía temer que con las peores intenciones posibles.
¿Y ahora qué? ¿Qué mas podía hacer? ¿Qué pasos debería dar para salvar mi vida? Sin duda la única manera de no estar huyendo toda la vida era intentar desentrañar lo que estaba sucediendo. No se me ocurría qué mas hacer en la villa y era mas que posible que en algún momento me terminaran encontrando a mi o a alguien delatara mi presencia. Tal vez no fuera lo mas adecuado pero veía claro que tenía que volver a la ciudad y buscar al Ciberbog o al menos enterarme de si había sido destruido, cosa que dudaba por el interés científico que tenía que una maquina hubiera generado sentimientos.
No cogería ningún vuelo, estaban demasiado controlados y ya había gastado toda mi suerte para pasar los controles en mi regreso a la villa. Los vuelos estaban controlados para, supuestamente, evitar atentados terroristas pero estos se seguían produciendo. Sin embargo otros medios de transporte masivos no tenían absolutamente ningún control, ni los tubos, ni los magnetobuses, ni los trenes de suspensión gravitatoria… Cualquiera podía provocar una auténtica tragedia en cualquiera de estos medios de transporte ¿Por qué se controlaban únicamente los vuelos? Solamente se me ocurría una razón, infundir miedo, dar la sensación de que nuestra vida esta amenaza, con el miedo somos mas controlables, mas dóciles y mas aun con aquellos que supuestamente nos están protegiendo.

El viaje a la ciudad era posible hacerlo por tierra, sería largo, tedioso y cansado pero a pesar de tener que atravesar fronteras estaría exento de controles salvo imprevistos. Comencé a planificar la ruta, no iría directo, me iría desplazando entre ciudades para que no se me pudiera seguir la pista con facilidad. Esperaba que mi identidad de incognito en la red no fuera descubierta, en ella se basaba toda posibilidad de alcanzar mi destino con éxito. Un éxito que el destino me había negado en la vida.

lunes, 30 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XVIII Puertas y tesoros

Mi piso se encontraba en uno de los edificios de la villa que hace años a punto estuvo de venirse abajo. El vecindario tuvo la suerte de contar este edificio que un espacio en los sótanos, lo que en siglos pasados se conocía como garaje, para albergar los vehículos de desplazamiento individual de motor de combustión. Cuando el mundo estuvo a punto del colapso por un brutal cambio climático estos vehículos empezaron a desaparecer y sustituirse por otros que usaban otro tipo de energías, hasta que al final terminaron por desaparecer todos y sustituirse por un transporte público mas eficiente energéticamente pero demasiado caro para el usuario y totalmente insuficiente. Las clases más acomodadas seguían contando con vehículos privados de tipo magneto, simplemente los vestían como vehículos de empresa pero el uso era particular. El que hace la ley siempre encuentra maneras de saltársela y por su puesto de defender su estatus, los políticos, como siempre, legislaban bajo las directrices de las corporaciones.
Como decía, mi edificio contaba con uno de aquellos arcaicos garajes y en toda la villa solo había dos más que lo tuvieran por lo cual, por un afán de conservacionismo histórico, las instituciones intervinieron y rehabilitaron el edificio con dinero público, gasto que no hubiéramos podido afrontar la vecindad de aquel momento, que se constituía fundamentalmente por personas trabajadoras de muy baja cualificación, la mayoría de las cuales pasaban por largos periodos de inactividad laboral. La designación de histórico del edificio tuvo un efecto llamada sobre profesionales independientes militantes de la contracultura y con un mayor poder adquisitivo que revindicaban una ruptura con el sistema de las formas mas variopintas. Cierto es que no compartía ese estilo de vivo a mi manera pero con dinero, me parecía que despedía cierto tufillo a complicidad con el sistema y además tenía la sensación de que encarecían los barrios mas pobres complicando a un mas la vida de los realmente necesitados y les desplazaba a cada vez zonas peores pero de alguna manera. No podía engañarme a mi mismo, de una manera u otra yo también era como ellos. Trabajaba en una cooperativa social, tenía un salario bajo pero digno que me permitía vivir con cierta holgura pero igualmente me sentía, porque lo era, cómplice del sistema. En cualquier caso con mi nueva vecindad me sentía mas a gusto, a veces me maldecía por ello, pero así era. Cambiemos el pueblo sin el pueblo y nos convertiremos en los nuevos opresores.
La existencia de ese sótano subterráneo fue también la que me facilitó la entrada a mi edificio ese día. La puerta se encontraba en la parte opuesta a la fachada principal y daba a otra calle. Por seguridad, y por carecer de utilidad, llevaba cerrada durante muchos años pero llevando yo mas años todavía viviendo allí contaba con una de las pocas llaves, si no la única, que existía. La puerta metálica rechinó al abrirse y la oscuridad me recibió en la rampa de entrada. Iluminándome con mi vid de bolsillo avance entre el polvo y las telarañas que llenaban el lugar, esquivando también los escombros que dejó la obra de asentamiento. A pesar de los muchos años que no había estado allí, encontré sin dificultad la puerta que daba acceso a la escalera del edificio, en realidad solo quedaban los cimientos que desembocaban en otra puerta cerrada que abrí con mi llave, accediendo al portal donde todo parecía estar tranquilo. Podía haber cogido el elevador neumático pero decidí encaminarme por las escaleras porque normalmente nadie las usaba y podría evitarme un eventual encuentro con algún vecino que posteriormente pudiera dar referencia de mi presencia en el edificio ese día.
Antes de llegar a mi piso oteé desde las escaleras el rellano y cerciorado de que allí no había nadie subí los últimos peldaños. Me acerque con sigilo a la puerta y pegue la oreja a la misma para intentar escuchar ruidos que delataran la presencia de alguien. Al no escucharlos y con las manos temblando acerqué mi dedo a la cerradura pero lo aparté antes de que el sistema detectara mi huella. Hubiera sido un gran error porque hubiera delatado mi presencia de inmediato si alguien me estaba buscando. Como el edificio era antiguo aun conservaba también las antiguas cerraduras por lo que pude abrirla con mi llave, sabrían que alguien había entrado pero no tendrían la seguridad de quien. Entorne parsimoniosamente la puerta hasta poder meter la cabeza, nada más hacerlo me percaté de que efectivamente alguien había estado en mi casa, no había nada desordenado hasta donde me llegaba la vista. A punto estuve de cerrar y salir corriendo pero me pudo la curiosidad y entré. El desorden que había organizado antes de irme estaba completamente recogido, bien es verdad que las cosas no estaban en su sitio, en el que yo las tenía, pero todo estaba perfectamente ordenado. En uno de los pocos cajones que abrí encontré un ejemplar de un libro del siglo XX que era uno de mis mayores tesoros. Lo metí en el bolsillo y desanduve el camino hasta la puerta del garaje y salí corriendo del edificio. Solo mas tarde me di cuenta de que había olvidado en mi casa la caja de herramientas, pero no tenía sentido volver por un lado con la apertura de la puerta ya sabrían que alguien había estado allí y por otro lado me pareció que encontrar la caja les daría algo que pensar y tal vez despistaría a la corporación que ahora ya sin duda alguna me estaba persiguiendo.

Al llegar a mi nuevo hogar saqué el libro del bolsillo, tan solo era una copia que me descargué de la red y que había mandado encuadernar al estilo del siglo XX. El original se lo regalé a ella en su cumpleaños, el único de sus cumpleaños del que pude disfrutar a su lado. Leyendo sus páginas pasaron las horas, un redondo sol naranja languidecía en el horizonte justo antes de ocultarse, como si de un signo se tratase saqué mi pelotita del bolsillo para calmar el sentimiento de soledad absoluta que me invadía.

viernes, 27 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XVII Disfraces y espejos

Tenía que comprobar de alguna manera si realmente estaba actuando como un demente y si la supuesta persecución a la que estaba sometido era producto de mi imaginación. Tenía que acudir a mi casa para comprobar si alguien mas había estado allí, me dio por pensar que el desorden que había montado antes de salir lo dificultaría. Por lo general soy capaz de detectar que algo ha sido movido aunque sea un centímetro de su posición habitual y sin el desorden montado por mi lo percibiría sin ninguna duda. Aun así confiaba en que si entraba en mi casa y alguien más había entrado lo sabría.
Cómo entrar era otra cuestión, si realmente había alguien tras mi pista no podía presentarme allí sin más. Sin saber muy bien que hacer volví al edificio industrial y empecé a recorrerlo a ver si me inspiraba, allí me sentía seguro. La suciedad y el polvo cubrían maquinas centenarias que trabajaron el acero. Ese acero que en su día salió se creó del hierro de las minas donde tantos hombres murieron y que trajeron la prosperidad a mi ciudad. Venimos del hierro es algo que me repito a mi mismo y no quiero olvidarlo y ese hierro es el que ha forjado nuestro carácter, el de muchas de las personas que vivimos en esta ciudad. Rojos y duros aunque en los tiempos de bonanza nos terminamos acomodando para rendirnos al poder de la seducción del bienestar que nos ofrecían las corporaciones. Todo falso, solo para que calláramos y siguiéramos produciendo en un mundo que no entendemos, en un mundo que no es nuestro, que es el suyo y articulan la vida para que les sirvamos. Hierro, quiero ser hierro y sin embargo soy poco más que plastilina, roja, pero plastilina.
En una caja encontré uniformes nuevos de obreros, buzos azules en dos partes con los logos de la corporación que absorbió hace siglos lo que fuera una empresa cooperativa donde todas las personas trabajadoras eran las dueñas, donde se trabajaba para vivir, donde no se repartían beneficios sino que se reinvertían en la empresa para mantenerse, adaptarse al progreso y crear mas puestos de trabajo. Loco de ira sin saber empecé a arrancar los logos con las manos. Cosidos como estaban mi esfuerzo fue estéril y tan solo conseguí desgarrar algunas telas. Tiré con fuerza el que tenía en la mano y fue a caer en una no tan vieja caja de herramientas probablemente olvidada por algún equipo de mantenimiento que no hace muchos años habría pasado por el edificio. Abrí la caja y eran herramientas de fontanero, las mismas que cualquiera fontanero actual usaría, en eso no había habido cambios. Recordé que un día en una de esas de miles conversaciones que manteníamos a través del vid, algunas serías, otras muy divertidas -cuanto nos reíamos, a veces teniendo que aguantar la risa porque no estábamos en el sitio mas adecuado-, otras tristes… le dije a ella que me disfrazaría de fontanero e iría a su casa a hacerle una reparación. No se si era una gran idea pero eso es lo que haría. Me disfrazaría de fontanero e iría a mi casa.

Me puse un buzo azul de dos piezas que me sentaba como un guante, rebusqué entre las cajas y encontré un par de botas de seguridad de mi número, la cabeza la cubrí con un casco de protección de biofibra. Tan solo quedaba como cubrir mi cara, me lleve la mano a la misma y pude notar como una espesa barba la cubría. Hacía ya muchos días que no me afeitaba, cuando la conocí llevaba barba pero ella me pidió que me afeitara y nunca mas me la volvía a dejar, me hubiera rapado al cero y tatuado una calavera en la frente si me lo hubiera pedido. Rebusque los baños y encontré un espejo roto, pensé que incluso hasta a mi madre la costaría reconocerme. Las imágenes que devuelven los espejos es lo que vemos de nosotros mismos, en ocasiones son las personas los espejos en los que nos miramos por dentro. Delante de aquel espejo me daba miedo mirarme a mi mismo. Con el alma en los pies, la caja de herramientas en una mano y con la otra jugando con la pelotita naranja dentro de los amplios bolsillos del buzo empecé a caminar hacia mi casa.

jueves, 26 de mayo de 2016

Esta noche (esta puta noche) - Doctor Deseo

La oscura cadencia,
de la sangre y laberinto de...
La memoria y el niño que se ahoga en la sucia
charca del tiempo que....
Rumias sin sentido, la cajita de las ilusiones y...
pinta con hiel la sonrisa,
retorcida... casi rota.
Cuanto ruido corre por la cabeza, sordo murmullo
que no ha de parar.
En el dial de mis neuronas no encuentra la
frecuencia que....
Ponga olas de mar que acaricien la arena,
suave brisa que calme el dolor.
De esta noche, esta puta noche.
Huela el sudor de tu cuerpo
en las noche de magia,
al aroma del sol tatuado en tu vientre,
y me olvide de esta puta noche.
Ponga olas de mar que acaricien la arena,
suave brisa que calme el dolor
de esta noche, esta Puta Noche.
Es tan estrecha la senda,
que te arrastra hasta el final del sueño,
muerde tanto la herencia de un tiempo olvidado ya
Paraíso de la paz,
inventado para jodernos bien,
Ahora y en la hora de Nuestra Muerte
Amen Señor....
Cuanto ruido corre por la cabeza, sordo murmullo
que no a de parar.
En el dial de mis neuronas no encuentra la
frecuencia que....
Ponga olas de mar que acaricien la arena,
suave brisa que calme el dolor.
De esta noche, esta puta noche.
Huela el sudor de tu cuerpo
en las noche de magia,
al aroma del sol tatuado en tu vientre,
y me olvide de esta puta noche.
Ponga olas de mar que acaricien la arena,
suave brisa que calme el dolor
De esta noche, esta Puta Noche.
Huela el sudor de tu cuerpo
en las noche de magia,
al aroma del sol tatuado en tu vientre,
y me olvide de esta! Puta Noche!

miércoles, 25 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XVI - Senderos

Vivía bajo una supuesta amenaza de la que tenía como único indicador una cortina descorrida y eso había bastado para montar una supuesta trama alrededor del Ciberbog, de la doctora Roes y y de mi mismo. Había malaprendido cuatro cosas acerca de la bio-robótica que en realidad no me servirían para mucho, probablemente ni los conocimientos de Kint fueran suficientes para investigar sobre la posibilidad de que una maquina pudiera llegar a generar sentimientos propios. Y en el blog de Hali había encontrado una teoría sobre la muerte de la doctora Roes que tal vez solo me resultara creíble porque quería creer en ella.
Como pasa tantas veces en la vida me encontraba en un punto en el que no sabía hacia dónde tirar. Nuestros pies caminan siempre hacia el futuro por senderos a veces desconocidos, encontramos encrucijadas y elegimos por cual seguir caminando. A veces elegimos bien otras nos preguntamos que habría sucedido si hubiéramos tirado para el otro lado. Soy de los que prefiere arrepentirse de lo que ha hecho que no de lo que ha dejado de hacer pero no puedo dejar de preguntarme siempre que hubiera sucedido de haber tomado otras decisiones. Preguntas estériles que normalmente solo sirven para quitar el sueño. Cuantas vueltas habré dado a lo que sucedió con ella, demasiadas y lo cierto es que no he encontrado una respuesta a que debería haber cambiado para que las cosas hubieran resultado diferentes. Si, algunas cosas se, algunas aun sabiéndolas me hubiera resultado difícil haberlas evitado porque estaba completamente deslumbrado por lo que sentía. No se, tal vez hubiera dado igual todo, tal vez simplemente dejó de quererme, tal vez nunca me quiso, tal vez me quería demasiado como para seguir haciéndome daño. Me queda la sensación de que no era lo que ella buscaba, lo que ella necesitaba. Al principio todos mostramos nuestra mejor cara y poco a poco va saliendo lo que realmente somos, para lo bueno y para lo malo. Tal vez mi parte mas oscura fue mas de lo que podía soportar. Sufrí mucho, sentí mucho dolor pero lo que no realmente me duele, lo que no consigo superar, es sentir que he sido uno mas  de los muchas personas que la han hecho daño. ¿Y ahora qué? Le he dado tantas vueltas que podría pasarme horas y horas escribiendo, a veces una cosa y otras la contraria, no tengo conclusiones, poco he aprendido, tan solo que la percepción humana es singular y que cada uno ve la realidad con los ojos de su experiencia, poca cosa. De lo que sucedió solo me quedarán eternas dudas. Llegué a un punto del camino que estaba cerrado, intenté atravesar los obstáculos, tal vez no con la fuerza suficiente, y terminé dándome la vuelta. Siempre me pregunto si debería haberlo hecho, ahora camine por donde camine siempre miro a los lados para ver si vuelvo a encontrarla. Errores, demasiados errores, de lo único que no me arrepiento es de haber puesto mis sentimientos por encima de mi orgullo. El orgullo nos roba demasiadas cosas y no ofrece recompensas a cambio, puede que te sientas mejor en ese momento pero a la larga, si lo piensas, terminarás perdiendo.
Ahora era otro camino, otra situación diferente, otros sentimientos los que me movían pero tras dar solo unos poquitos pasos no tenía ni idea de por dónde continuar. No había senderos que seguir, no veía alternativas, no era una cuestión de elegir había que inventarse un camino. Eso es lo que debería haber hecho con ella pero no supe hacerlo o los caminos que inventé estaban demasiado plagados de dificultades, de problemas.

¿Cuál sería mi siguiente paso? Ni idea. No llovía, hacía sol, aquella primavera gris había dado una tregua. Salí y tras un breve paseo me senté en un banco de un parque a la sombra de un sauce centenario. Cuantas veces me había sentado en un banco con ella pero la sensación ahora era diferente. Sentado con ella me sentía vivo, sentado solo contemplaba como la vida pasaba por delante de mis ojos y yo solo era un mero testigo. Daba igual. En el caso de que todo lo que estaba viviendo no fuera fruto de mi imaginación, de mi paranoia ¿qué podía hacer yo contra las corporaciones? Incapaz de trazar un plan, mi mente se quedó en blanco y mis ojos, como lo hacían los suyos, se perdieron en el horizonte. 

martes, 24 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XV - Mentiras

Lo primero que despertó mi curiosidad fue que todas las grandes agencias de prensa hacían un tratamiento similar de la noticia. No escapó de mi reflexión como esas agencias estaban controladas por las grandes corporaciones y como es lógico respondían a sus directrices, en ocasiones haciendo una lectura de la realidad interesada y en otras directamente mintiendo. Pocos medios de comunicación independientes quedaban y eran muy pequeños y de poco impacto social. El mundo se informaba a través de las grandes y ellos eran los que decían que era noticia y como se enfocaba. Otro medio de control social de las corporaciones, lo que no se cuenta no existe y lo que existe lo contamos de manera que responda a nuestros intereses.
En todas esas agencias de prensa se hacía referencia a una muerte por causas naturales sin especificar nada mas. Pintaban un retrato de una muerte tranquila en su casa mientras dormía. La muerte que todos queremos, cerrar un día los ojos y no volver a despertar, sin sufrimientos, sin ver la muerte llegar, sin miedo. Y a continuación glosaban los hitos mas importantes de su vida.
Bucee en profundidad en la búsqueda y empecé a encontrar otros medios, de esos mas pequeños e independientes,  que hablaban de una muerte con algunos extremos que aclarar. No se había hecho autopsia, no había habido levantamiento judicial del cadáver, no se habían seguido en general los protocolos que había que seguir cuando moría una persona de su edad. Tan solo un médico, del que se desconocía el nombre, había certificado su muerte. Mi sospecha de que no había sido una muerte natural iba tomando visos de verosimilitud.
Buceé aun mas y encontré páginas y páginas de teóricos de la conspiración que exponían historias, por lo general poco creíbles, acerca de la muerte de la doctora. Desde que en realidad no había muerto y la habían ocultado en algunas instalaciones secretas de alguna corporación hasta que se había suicidado para no revelar secretos que guardaba y por los que estaba siendo chantajeada. Pero encontré una que me llamó poderosamente la atención. Era la página personal de alguien que se hacía llamar Hali. No se porque pero inmediatamente caí en la cuenta de que ese nombre era una mezcla de las sílabas de los nombres de su hijo y de su hija, Haro y Lima. Por alguna razón no me parecía una coincidencia.
La historia que contaba me parecía posible, creíble y aportaba detalles que le daban un aire familiar y de perfecto conocimiento de lo que había sucedido. Según Hali la doctora Roes había llegado agitada, enfadada y sobre todo nerviosa tras una reunión con una de las corporaciones que fabricaba los ciberbogs, concretamente era la misma corporación a la que pertenecían las instalaciones en las que me encontré con el ciberbog. Como otras muchas veces les dijo a su familia que no quería hablar de eso, que solo era trabajo y que disfrutaran de esa noche en familia. La doctora dejaba siempre los problemas en la puerta de su casa, tenía la capacidad de olvidarlos hasta el día siguiente cuando tocara enfrentarse a ellos. Su familia, sus hijos eran lo mas importante y no quería robarles ni un segundo del escaso tiempo que pasaba con ellos. Sin embargo aquel día parecía estar especialmente nerviosa y poco centrada en lo que hacía. Pasadas un par de horas empezó a encontrarse mal, ella misma refirió que el corazón le latía a muchas pulsaciones sin razón aparente alguna por lo que llamaron al servicio de emergencias. Para cuando llegaron ya estaba muerta, había caído redonda y todo apuntaba a un ataque al corazón. Sin que apenas pasaran unos minutos de que los servicios de urgencia comunicaran el fallecimiento apareció un médico forense que certificó su muerte sin practicar prueba adicional ninguna. Minutos más tarde apareció el alcalde de la ciudad y unas cuantas autoridades políticas y en contra de la voluntad de la familia decidieron trasladarla al consistorio para que el pueblo pudiera rendirle honores. La familia protestó y trato de impedirlo pero se impusieron por la fuerza gracias a la policía de la que venían acompañados y apenas pasada una hora había un auto judicial que otorgaba los derechos al ayuntamiento de disponer de su cadáver por ser de un interés general que estaba por encima del particular de su familia. Intentaron que se le hiciera una autopsia pero denegaron la petición, intentaron quedarse con una muestra de tejido pero también lo impidieron. Incluso llegaron a las manos pero fueron rápidamente reducidos. Y finalmente el cuerpo de la doctora Roes salió por la puerta para ser expuesto en capilla fúnebre en el hall del ayuntamiento rodeado de unas impresionantes medidas de seguridad que impedían que nadie se acercara a menos de cinco metros. Se le dio toda la pompa y el boato para rendirla honores pero en realidad se estaba impidiendo que nadie investigara su muerte. Todo parecía perfectamente orquestado en tiempos y forma.

Tal vez un argumento de película, tal vez demasiados actores implicados, tal vez una teoría más de la conspiración pero, además de la intuición y de algunas coincidencias, había dos datos que me llevaban a creerme esa versión. Mediado el texto se había deslizado un nombre para referirse a la doctora, Mees –ciudad del mar-, un sobrenombre que, por lo que había leído en su biografía, le había puesto un viejo amigo para referirse a ella de un modo cariñoso, y que a veces usaba su entorno mas cercano. Hubiera podido ser introducido adrede para dar esa impresión de cercanía pero por alguna razón me parecía simplemente un descuido. El segundo dato, no era un dato presente, si no la absoluta ausencia de noticias sobre sus familiares ya no solo en las grandes agencias de comunicación, si no tampoco en ninguna otra. Nadie hacía referencia a ellos, nadie les mencionaba era casi como si no hubieran existido nunca. Tendemos a buscar pruebas en lo que está presente, en lo que podemos tocar, en lo que podemos ver pero a veces el mejor indicador se encuentra precisamente en lo que falta. Que no hubiera referencias a su familia por ningún lado resultaba ciertamente significativo, que significaba exactamente no tenía ni idea de cómo descubrirlo.

lunes, 23 de mayo de 2016

Las palabras se engalanan,
se visten de fiesta, se adornan,
para lucir bellas, espléndidas,
preciosas palabras, conforman poemas.
Y los lees y sientes lo que sienten ellas,
y los lees y lloras como lloran ellas,
y ries, y cantas, y sueñas
como ríen y cantan,
como sueñan ellas.
Se derraman en versos
en papeles mojados
en cuartillas ajadas de viejos cuadernos,
en libros que sobrevivirán al tiempo,
o en un blog como este,
manto amarillo de hojas caídas
de un árbol seco que nació en primavera.
Preciosas palabras, pero no las mas bellas,
y no lo son porque quieren serlo
y no lo son porque buscan serlo,
y no lo son porque no son reales,
se inventan, se crean, se muestran.
Cualquier palabra
susurrada a al oído
es mucho mas bella;
mirando a los ojos
son todas hermosas;
palabras preciosas
se envuelven en besos;
en tiernos abrazos
se esconden palabras
que gritan silencios.
Las palabras bellas,
las que son hermosas,
no hace falta escribirlas,
no hace falta decirlas,
tan solo hace falta
que el otro las sienta.
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Escribo, me gusta escribir, me gusta que lo que escribo sea bonito, hermoso, que guste, como el pavo real que se exhibe su cola. Pero son todo adornos, de alguna manera esas palabras son falsas por mucho que lo que escondan detrás sean sentimientos profundamente auténticos. No son reales. En un cuadro jamás podrás meter la mano y sentir el frio del agua de un mar de invierno, tal vez te lo transmita por los ojos, tal vez lo mires y pienses que esa agua esta helada y tal vez incluso te haga sentir ese frio de esa manera pero tocarás el lienzo y no será frio lo que sientas en los dedos. No es real, el arte es la ficción de la belleza.
No, no soy un artista, no creo que escriba cosas especialmente bellas aunque lo intento. Si alguien ve belleza es porque lo siento, lo bello no es la palabra, lo bello es el sentimiento. Un día me llamaron tonto mirándome a los ojos mientras sus manos cogían las mías, luego nos besamos. Aquel tonto ha sido la palabra mas bella que he escuchado nunca, probablemente la mas bella que nunca llegaré a escuchar. Aquel que ha escalado el Everest podrá pasar por mil cumbres después pero ya ha llegado a la mas alta. Pocas ganas de escalar tengo, aunque lo daría todo por volver a aquella montaña desde la que el mundo se contemplaba hermoso cuando no entraba la niebla. Se puede crear belleza con palabras, se pueden escribir versos realmente hermosos pero nunca serán las palabras mas bellas, las palabras mas bellas son las que se sienten, las que cuando tocas el cuadro que pintan sientes de verdad su frio, su calor, su alegría, su enfado, su tristeza, su odio… y las mas bellas son aquellas que cuando te tocan, aunque tan solo te rocen, sientes su amor.

viernes, 20 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XIV (2ª parte) - Dolor

La doctora fue una niña inteligente y muy tímida que nunca llegó a brillar en el colegio. Tenía problemas para relacionarse con sus compañeras y compañeros y algunos de ellos llegaron a abusar de ella, lo cual hizo que sintiera miedo y se metiera cada vez mas en su mundo, donde se sentía protegida, y huyera cada vez mas de los niños y niñas de su edad, lo cual sin duda empeoraba mas todavía sus problemas de socialización. Sus padres quisieron protegerla de la manera que sabían pero no tenían recursos y nadie parecía querer ayudarles y ponerse de su lado por lo que la relación con sus padres tenía momentos de amor absoluto pero también casi de odio. A veces se comportaba de manera muy rebelde y optaban por el castigo, en ocasiones incluso físico. La pequeña Roes sufría en su interior pero nadie parecía escucharla, no conseguía mantener una relación normalizada con nadie y empezó a crear un autoconcepto de si misma totalmente negativo. Rechazaba a casi cualquier persona que se acercaba a ella porque pensaba que si se encariñaba con alguien le haría daño, así era su experiencia en sus cortos años de vida, es lo que había aprendido, el amor, el cariño traían dolor. Mas adelante en su vida lo vivió mas veces y siempre huía, fue una mujer impresionante pero su personalidad vino marcada por esto y fueron muchas las personas a las que expulsó de su vida porque en un momento dado le habían hecho daño. En su cabeza comprendía que el amor tenía momentos de dolor pero no estaba preparada para soportarlo, nunca lo estuvo.
Termino su formación básica, con un expediente normal y corriente, como el de la mayoría de sus compañeras y compañeras. Con dieciséis años empezó a trabajar, lo hizo en una cadena de montaje de una corporación de otra ciudad en la cual tenía un familiar. Otra vida, otra idioma y sin embargo le permitió huir de todo aquello que tanto le asustaba, sus padres, sus hermanos, sus compañeros. Todos le habían hecho daño pero ahora estaban lejos. La experiencia fue muy dura, era una adolescente en otra ciudad, con otro idioma y un trabajo sin descanso completamente alienante. Probablemente fue ahí cuando empezó a pensar que algún día los robots podrían hacer esos trabajos y liberar para otros a los humanos.
No duró demasiado la experiencia y tuvo que volver a su ciudad, a encontrarse de nuevo con aquellos que le habían hecho daño. Anhelaba la independencia y pronto empezó a trabajar en un comercio, lejos de casa y con largos turnos. Poco mas tarde conoció al hombre con el que se terminó casando y con el que formó una familia. Se fue a vivir con él con apenas veinte años. Las versiones mas rosas hablaban de que era el amor de su vida, las mas negras de que fue el medio para huir de su familia. Probablemente fuera ambas cosas. Con lo años también empezó a sentir ganas de huir de él, también le hacía daño, otra persona mas en su vida a la que había amado y que repetía su historia de dolor. De los únicos que nunca llegó a querer huir fue de sus hijos por mucho daño que le hicieran. La doctora Roes les amaba con toda su alma, como amó también al mundo.
A la par que se fue a vivir con el que fuera su pareja y con una solvencia económica que le permitía subsistir empezó a acudir a clases nocturnas de medicina. En su ser estaba el deseo de salvar vidas, de cambiar el mundo a mejor. En alguna de las clases se hablaba de la inteligencia artificial y las contribuciones que podía tener a la medicina su desarrollo. Le interesó enormemente y se matriculó también en inteligencia artificial y robótica. Se produjo la explosión de su cerebro y empezó a asomar la brillante doctora Roes, una inteligencia que había permanecido oculta por el miedo, por el dolor, por el odio. Pero no solo fue su inteligencia lo que le llevo a ser lo que fue, hubiera sido imposible sin horas y horas de duro trabajo y estudio. Siempre se remarcaba la inteligencia de la doctora pero era aun mas destacable su capacidad de trabajo.
La historia continuaba, hablaba de sus logros, de su familia, de sus idas y venidas y de todo aquello que había hecho en su vida por mínimo e intrascendente que fuera. Pero para mi lo relevante de la historia eran sus primeros años, tal vez porque su historia guardaba muchos paralelismos con la de ella y también algunos, aunque no demasiados, con la mía propia.

Dejé la pelotita naranja sobre la almohada y poniéndome de lado sobre la cama me quedé absorto mirándola.

jueves, 19 de mayo de 2016

Hace unos días encontré por casualidad, en una página web en la jamás hubiera esperado encontrar algo así, este texto que según parece escribió Paulo Coelho. Según lo iba leyendo sentía como me zarandeaba por dentro. En los pocos días que han pasado ni se cuántas veces lo he releído, muchas de ellas con lágrimas en los ojos. Tan solo tengo una pregunta ¿es imposible siempre alcanzar un final feliz Paulo? Me niego a creerlo. 

''Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella... y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderás para siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado.. que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán siempre alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejarás de intentarlo, te rendirás y buscarás a esa otra persona que acabarás encontrando. Pero te aseguro que no pasarás una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más... todos saben de qué estoy hablando, por que mientras están leyendo estas lineas, se les ha venido su nombre a la cabeza... te librarás de él ó de ella dejarás de sufrir, conseguirás encontrar la paz (la sustituirás por la calma) pero te aseguro que no pasará un día en que no desees que este aquí para perturbarte. Porque a veces se desprende más energía discutiendo con alguien que amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias.''


Paulo Coelho

miércoles, 18 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XIV - Pan y circo

Había millones de entradas sobre la doctora Roes. Sobre su vida, sobre sus aportaciones a la ciencia, sobre como su tecnología había cambiado el mundo, sobre sus posicionamientos políticos, sobre sus opiniones entorno a cualquier cosa… y también, por supuesto, sobre su fallecimiento. Todos los medios de comunicación del mundo se habían hecho eco de la noticia. Y yo ni tan siquiera hubiera sabido quien era de no haberse producido aquel extraño encuentro. Estábamos adormecidos, podía citar montones de nombres de deportistas, de actores… sabía cosas de su vida profesional, de su vida privada pero no sabía nada de una persona que estaba cambiando el mundo, que había construido un mundo mejor, que había ayudado a tantas y tantas personas con su ciencia. Los antiguos romanos tenían su circo, nosotros el nuestro, mientras hubiera pan no nos preocuparíamos por lo que pasa en el mundo. Nos indigna que nuestro equipo tenga un mal arbitraje, incluso la gente puede movilizarse por tonterías de estas pero de las cosas verdaderamente importante no sabemos nada porque no quieren que sepamos o tal vez también, y eso es lo mas triste, porque nosotros mismos no queremos saber. Es mas fácil, más cómodo, mientras tenemos nuestras necesidades cubiertas lo que le pasa al mundo no nos importa. A las personas con mas conciencia crítica, mas preparadas, mas formadas el sistema les termina comprando poniéndoles en posiciones acomodadas que eviten que se salgan del redil y de paso contribuyan al desarrollo del propio sistema. Tan solo unas pocas personas como la doctora Roes se resisten y se ponen al servicio del mundo, de sus personas, olvidándose de su propio bienestar para construir una idea, un mundo mas justo y solidario. Me avergüenzo de no ser así y me avergüenzo ni de tan siquiera conocer a personas como la doctora Roes. Por eso de entre los millones de documentos que había en la red decidí empezar conociendo minimamente su biografía.
Los padres de la doctora tuvieron que emigrar de su ciudad, una lugar donde la pobreza llegaba a extremos incalculables, a una ciudad mas prospera. No tenían ninguna preparación pero querían una vida mejor para ellos y para su hijo que estaba a punto de nacer. El camino estuvo envuelto de penalidades, las mafias se quedaron con los pocos créditos que pudieron reunir con la promesa de llevarles a un mundo mejor para finalmente dejarles tirados donde estaban. Viajaron de polizones en un contenedor de un mineral peligroso y a punto estuvieron de morir en el intento. La producción de ese mineral debería haber hecho de su ciudad una ciudad prospera pero todos los beneficios se los llevaban corporaciones asentadas en otros lugares que explotaban a la población local para extraer el máximo beneficio. Y aun con todo tuvieron suerte porque nada mas llegar nació su primogénito que de inmediato adquirió carta de ciudadanía con lo cual adquiría unos derechos que por extensión llegaban a sus padres. Su vida no fue fácil, como nunca lo ha sido la vida de ningún inmigrante, tuvieron que realizar los trabajos peor remunerados que nadie de la población local quería realizar. Eran señalados como los culpables de los problemas que tenía su nueva ciudad, la delincuencia y el desempleo e incluso hasta la crisis colgaban sobre sus hombros. Pero poco a poco consiguieron abrirse un camino, no era lo que esperaban, pero cambiaron una vida abocada a la muerte temprana por una vida con una esperanza de futuro. Tuvieron tres hijos, de los cuales la doctora Roes fue la segunda, y la única que realmente llegó a prosperar como sus padres hubieran imaginado. Su hermana y su hermano nunca hubieran llegado a salir de la miseria si la doctora Roes no hubiera existido.

(continuará)

martes, 17 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XIII - Desnudos

Me desperté cuando los primeros rayos de sol clareaban los cristales tiznados de mi habitación, me dolía la cabeza e incluso la escasa luz que entraba me molestaba a los ojos. La reseca me retrotrajo a mis tiempos de juventud, cualquier tiempo pasado fue mejor dicen, tiempos diferentes sin duda, con mas ganas de vivir, con toda la vida por delante. Noté también un dolor en la mano, me la miré. Tenía la uñas marcadas en la palma de tanto que había apretado la pelotita naranja. Me levanté y rebusqué en la maleta algún comprimido para el dolor, me lo tomé con un vaso de agua y me volví a la cama.
Recordé los pocos días que dormimos juntos, como me despertaba una y otra vez y no podía dejar de mirarla, la piel perfecta de su espalda engalanada con su pelo, su boca entreabierta con aquellos labios carnosos enseñando un poco los esplendidos dientes con los que me sonreía y esa serena tranquilidad que tan difícil era ver reflejada en su rostro. Desnuda en mi cama, preciosa, el ser mas preciosa, el alma mas bella. Había tenido relaciones sexuales con anterioridad, me gustaría decir que muchas pero sería faltar a la verdad, pero con ella hice el amor por primera vez. Aprendí la diferencia, siempre había pensado que ambas cosas eran lo mismo, pero no lo eran. Empezábamos tonteando, en una danza de besos que se dan y que se niegan, las miradas encontrándose, las sonrisas invadiendo el espacio. Manos que se unían para terminar fundiéndose en un abrazo profundo, apaciguador. Recorría su espalda con mis manos, masaje, caricias, no se exactamente lo que era, el amor en mis manos y detrás de mis manos caminaban mis labios, que se perdían debajo de su pelo para besar su cuello, para buscar sus labios y encontrar su sonrisa, sus besos, su amor. Se despertaba la lujuria del placer pero no ese placer animal del sexo puro, ese placer de dos cuerpos que se encuentran y se aman. Nunca olvidaré el día que en el sofá de mi casa, en plena efervescencia sexual, desnudos, con mi cuerpo dentro del suyo, nuestros ojos se encontraron y se detuvo el mundo. Nos paramos y nos quedamos mirándonos el uno al otro, y pudimos vernos por dentro, nos encontramos en lo mas profundo. No se cuánto duro ese momento, no mas de unos minutos, pero fueron los mas maravillosos de mi vida. Si solo pudiera llevarme un recuerdo me llevaría ese. Un recuerdo que sin embargo no puedo compartir con nadie. Mi tesoro mas preciado, algo que por si mismo ha hecho que mi vida merezca la pena.
Siempre dude si conseguía satisfacerla del todo sexualmente, no tengo demasiada experiencia, ni demasiado aguante y eso me martilleaba una y otra vez en la cabeza, quería que sintiera el placer que yo sentía. Pero mi placer era él amor, si ella me amaba, y creo, tal vez porque deseo creerlo, que amaba con locura, también debió sentir lo mismo.

Gracias al efecto del comprimido mi cabeza se fue despejando poco a poco, cada vez había mas luz en aquella estancia gris y con la sensación de bienestar y la energía que se siente después de haberse encontrado mal cogí mi vid para investigar sobre la muerte de la doctora Roes. Antes de zambullirme en la búsqueda me vino al pensamiento si alguna vez volvería a tener esa sensación de bienestar en mi alma.

lunes, 16 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XII - Kint

Encontré a Kint en una de esas tabernas que tenían ese aire de decaimiento que acompañaba a todo el barrio. Departía con algunos clientes sobre al prácticamente a gritos, como solía hacerlo. Kint trabajaba de bio-ingeniero en una importante corporación lo que le permitía llevar una vida acomodada, hubiera podido vivir en cualquier lugar pero había optado por quedarse en este barrio obrero. Así se veía él, como cualquier peón de cualquier profesión del mundo, y razón no le faltaba, por muy bueno que fuera su trabajo no dejaba de ser un peón del que la corporación no tendría ningún pudor en deshacerse cuando ya no lo necesitara. Kint estuvo enamorado durante dos décadas de una compañera de universidad que no compartía sus sentimientos, fue testigo de su boda con otra persona, vio como crecían sus hijos y fue testigo también de su divorcio. Pasado un tiempo del divorcio tuvieron una relación sentimental que le hizo feliz por unos meses y que le terminó amargando el resto de su vida. Se convirtió en un personaje taciturno que bebía mas de la cuenta.. Kint era el ejemplo de lo sobrevalorada que está la inteligencia, él lo era, lo tenía que ser para dedicarse a la bio-ingeniería, pero no era brillante como lo eran casi todos los bio-ingenieros. Sin embargo era un trabajador constante y apasionado y gracias a eso superaba a la mayoría de sus compañeras y compañeras. Las personas somos un conjunto de cualidades y la inteligencia solo es una mas, incluso me atrevería a decir que la inteligencia puede medirse de varios modos y puedes serlo para algunas cuestiones y ser todo lo contrario en otras. En cualquier caso no determina lo que somos, solo lo bien que podemos hacer aquellas cosas que decidimos hacer.
Cuando me vio, abandono su acalorada conversación, pidió dos cervezas y me tendió una. Tras las típicas frases de cortesía me empezó a hablar del día a día de su trabajo, le encantaba hablar de eso y a mi me solía gustar escucharle aunque en demasiadas ocasiones su mente se iba hacia lo mal organizada que estaba su corporación, la incompetencia de los mandos y solía terminar despotricando contra todos y todas a puro grito y contaminando de insultos y palabras mal sonantes sus argumentos. No dejé que la conversación tomara esos derroteros y le pedí que me contará un poco de la historia de la bio-ingeniería. No llegué a comprender la gran mayoría de las cosas que me contó, eran demasiado complicadas para mis escasos conocimientos de la materia, pero si logré hacerme una idea de que aportaba la materia viva a la robótica.
La historia de la computación empezó a escribirse con ceros y unos, un sistema binario con el que se trasmitían los datos en los primeras computadoras, en los primeros robots. Pasaba la corriente eléctrica o no pasaba, así de sencillo. Pronto se dieron cuenta de lo limitado que era aquel lenguaje de comunicación y empezaron a usar la computación cuántica que con sus Qbit, que además de poder ser 0 y 1 la materia puede estar en superposición coherente y ser 1 y 0 a la vez. A partir de ahí se fueron desarrollando sin parar diferentes sistemas que mejoraban el anterior. A pesar de ser muy didáctico y de esforzarse en dar explicaciones sencillas según iba avanzando en la historia de la computación menos conseguía entender. La historia concluía con la Doctora Roes que consiguió usar células neuronales para la transmisión de datos entre los procesadores, memorias y demás circuitos integrados. Estás células permitían que se fueran creando sinapsis en la medida que la maquina iba aprendiendo de la experiencia y que se crearan por tanto las conexiones necesarias para un desarrollo mas eficaz y adecuado a la tarea a la que estaba encomendado. Además hizo posible la incorporación de tejidos orgánicos a la mecánica de los robots, dando origen a la rama de la bio-mecánica, que solo era posible gracias a la transmisión de datos por tejido neuronal y nervioso y que revoluciono también la funcionalidad y adaptabilidad de las máquinas. De alguna manera se habían creado maquinas capaces de simular pensamiento y con una mecánica de movimientos prácticamente infinita.
La verdad es que estás explicaciones, que seguro que he llenado de incorrecciones, me resultaron muy interesantes pero no me sirvieron para nada por lo que me lancé a hacerle la pregunta que llevaba en la cabeza, ¿pueden llegar a tener sentimientos las máquinas? Se carcajeo y con aquella voz profunda y grave que tenía me dijo que no y que no le hablara de sentimientos. Las horas siguientes las pasó bebiendo y volviéndome a contar la historia del amor de su vida. Volví borracho a la habitación del edificio industrial, la única conclusión de aquel día, y era mas que dudosa, fue que pudiera ser que yo la hubiera amado mas pero sin duda, a ratos, ella supo amarme mejor. Después de vomitar conseguí quedarme dormido apretando la pelotita naranja en el interior de una de mis manos.


viernes, 13 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XI - Sueños

Acondicioné como pude la habitación para hacer mi estancia en ella lo mas llevadera posible, aunque tuve la precaución de no limpiar los cristales para no delatar mi presencia desde el exterior. Eche de menos los robots de limpieza que tenía en casa y que hacían prácticamente todo el trabajo ellos solos. Existían Ciberbogs de limpieza que lo hacían absolutamente todo pero, por su precio, la mayoría de la población no podíamos recurrir a ellos, incluso los robots normales no estaban al alcance de todos.
Mientras limpiaba tuve tiempo a pensar sobre como había llegado a aquella situación. Salvo la cortina del apartamento, que tal vez hubiera podido dejar descorrida yo mismo sin darme cuenta, y los mensajes del ciberbog borrados, no tenía ningún indicador que me hiciera pensar que la Corporación me hubiera prestado la mas mínima atención y sin embargo había actuado como si me persiguieran a muerte. Tal vez había visto demasiados vid de películas de acción, tal vez creía demasiado en teorías de la conspiración. Mi intuición me decía que no me equivocaba, la prudencia provocada por el miedo me invitaba a seguir actuando como lo estaba haciendo. ¿Por qué tenía miedo? ¿Qué mas podía perder cuando había perdido lo mas, prácticamente lo único, importante que había tenido en esta vida? La vida así carecía de sentido. Tal vez investigar sobre todo lo que había con el Ciberbog, limpiar mi propia suciedad por no haberme interesado por lo que le había sucedido y pensar solo en mi mismo, daba sentido a mis días. Tal vez por eso me estaba comportando así, tal vez lo hacía tan solo buscando una emoción que hiciera mi vida menos anodina, mas interesante, mas vivible.
Agotado por el viaje, por los días de trajín con pocas horas de sueño y con el sentimiento de seguridad de que absolutamente nadie me buscaría allí, caí rendido en el vetusto colchón y me dormí. Dormí durante horas y horas hasta despertar al día siguiente recordando de nuevo un sueño. Caminábamos por un acantilado, frente a ese mar al que siempre me he sentido siempre unido y del que sin embargo siempre me he sentido alejado. Nos sentamos en un banco de piedra y nuestros pies empezaron a jugar solos, tonteando como dos adolescentes hasta que terminamos fundiendo nuestras bocas en un beso. Aparecimos de repente cerca de su casa, despidiéndonos con la mirada triste y dos besos de amigos en la mejilla. Caminando de vuelta a mi casa me envolvía el sentimiento de la soledad mas absoluta. Volví sobré mis pasos para poder ver desde lejos las persianas cerradas de su piso a través de las cuales se escapaba un poco de la luz que había dentro. Fuera la noche, la oscuridad, dentro una luz en la que yo quería vivir pero que estaba fuera de mi alcance. Dos vidas paralelas que tan solo se entrecruzaban esporádicamente para huir de si mismas. Intenté acercarme, pero cuando mas caminaba el edificio estaba mas se alejaba, corría hacía él pero nunca lo alcanzaba, me desesperaba y apretaba mas aún el paso solo para ver como aquella casa, aquel hogar terminaba desapareciendo de mi vista. Destrozado por dentro y por fuer me senté un banco y las lágrimas acudieron a mis ojos, el mar quedaba demasiado lejos pero sus aguas me inundaban. Y esas mismas lágrimas surcaban ahora mis mejillas dejando marcado su rastro de sal en mi rostro.

Me recompuse no sin dificultad, lave mi cara con abundante agua helada y me duche como pude. Se borraron las marcas que llevaba fuera, las de dentro tardarían años en borrarse si es que alguna vez llegaban a hacerlo. Con el frío metido en lo mas profundo de mi ser salí a la calle en busca de mi amigo bio-ingeniero. Mi enorme amigo de metal y tejido orgánico se merecía que saliera de mi autocompasión para buscar respuestas que permitieran un reencuentro en el que contar viejas historias y escribir nuevas.

jueves, 12 de mayo de 2016

El placer de conspirar (Doctor Deseo)

Que este beso
sea un verso desesperado
por colarse entre tus piernas,
que tu saliva sea
una ola tempestuosa
surfeada por tu lengua
donde mi piel se ahogue.

Y ahora me atas
y me preguntas si soy tu esclavo
y yo te digo, sí, por supuesto.

Que tus palabras
que con cariño dicen barbaridades
a veces tiernas a veces sucias,
ay, mi amor, qué bien me sientan.

Que fantasía y realidad
hoy van juntas de la mano,
yo te cuido, tú me cuidarás a mí.

El placer de conspirar,
poner el mundo del revés
como dos niños traviesos,
una chispa en la mirada,
es el momento de asaltar el paraíso.
El placer de conspirar,
poner el mundo del revés
como dos niños traviesos
una chispa en la mirada
es el momento de asaltar el paraíso.

Ahora tú mandas,
ahora soy, yo luego los dos,
después mejor ninguno.
Y así bailando,
tan divertidos tan despreocupados,
haremos que Sodoma y Gomorra
sea sólo un juego de niños.

Que fantasía y realidad
hoy van juntas de la mano,
yo te cuido, tú me cuidarás a mí.

El placer de conspirar,
poner el mundo del revés
como dos niños traviesos
una chispa en la mirada
es el momento de asaltar el paraíso.
El placer de conspirar,
poner el mundo del revés
como dos niños traviesos
una chispa en la mirada
es el momento de asaltar el paraíso.
El placer de conspirar,
poner el mundo del revés
como dos niños traviesos
una chispa en la mirada
es el momento de asaltar el paraíso.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog X - Vuelta al pasado

Empecé a hacer la maleta para trasladarme, cogí una maleta grande y la empecé a llenar con las cosas básicas, me di cuenta de que pocas cosas son realmente necesarias para vivir, tan solo había llenado la mitad de la maleta con ellas. Aun así opté por llenarla hasta los topes con lo que más útil consideré y tampoco pude dejar de sucumbir al narcisismo y metí ropa mas que de sobra para mantener un aspecto que lejos de ser elegante me parecía que me favorecía. Soy un hombre maduro que seguramente pasa por sus mejores momentos en lo físico, no siempre me preocupo de ello, pero con el tiempo cada vez mas me preocupo de mi aspecto. Mas me valdría haberme preocupado de mi aspecto interior pero en este mundo, como en todos, la imagen pesa demasiado y de alguna manera nos termina absorbiendo a todos. Con la maleta terminada, a punto de salir de casa sin un destino prefijado me di cuenta de que olvidaba lo mas importante. Corrí a mi caja de recuerdos y de ella saqué un mechero que ella me dio un día y unas pocas monedas que un día dejó olvidadas encima de la mesa y lo metí todo en una bolsita de tela negra. Junto con la pelotita naranja eran mis grandes tesoros. Rebuscando las monedas en la caja había encontrado unas llaves que pasé totalmente por alto pero recordando de repente de que eran volví atrás y me las metí al bolsillo.
Había dejado el cajón donde se encontraba la caja totalmente revuelto y con cosas tiradas por el suelo, por la cama y encima de los muebles. Se me ocurrió que podía ser desconcertante para la Coorporación, si finalmente terminaban violando mi vivienda, dejar la casa como si alguien hubiera rebuscado por todos los sitios. En menos de 10 minutos parecía que por mi casa había pasado un huracán, había vaciado cajones, armarios y demás espacios de almacenamiento y esparcido su contenido por toda la casa. No se lo que pensarían pero probablemente les entretuviera un rato tratando de hallar la respuesta y tal vez lograra incluso despistarles. En cualquier caso así lo dejé y salí por la puerta cuidándome de no cerrarla con llave para aumentar la sensación de que alguien se les había adelantado en el registro de mi casa.
Mi barrio se había construido hace mas de dos siglos en torno a un montón de edificios industriales. Era y seguía siendo un barrio obrero que había pasado por etapas de miseria y prosperidad, en este momento de la historia, en el que dominaban las corporaciones, la miseria estaba volviendo. Como vestigio del pasado quedaban aún algunos de esos edificios industriales que en la mayoría de los casos se estaban viniendo abajo por la falta de mantenimiento, muchos otros, en tiempos mas prósperos, se habían tirado y construido viviendas o edificios de oficinas. Las llaves que metí en mi bolsillo eran de un local en uno de esos edificios que aun resistían el paso del tiempo pero que estaban vacíos. En mi juventud, cuando nos dedicábamos mas a vivir que a pensar en el futuro, habíamos alquilado ese local para ensayar con un grupo de música y en torno al local habíamos creado un espacio para nosotros, un espacio para reunirnos e incluso para vivir. Eran otros tiempos, no importaban los lujos, ni las comodidades, el mañana vendría pero vivíamos el hoy. Éramos felices y despreocupados, creíamos que viviríamos en un mundo diferente, en un mundo mejor y también peleábamos para ello. El tiempo se ocupó de demostrar lo equivocados que estábamos. Ya nadie vivía allí, todos habíamos encontrado trabajos que nos permitían una vida acomodada hasta que las corporaciones se ocuparon de lanzarnos a la pobreza, muchos perdieron los trabajos, otros los mantenían pero les daba lo justo para vivir, unos pocos podíamos mantener un nivel de vida un poco mayor, algunos vendidos a las corporaciones y otras en proyectos cooperativistas que sin embargo iban perdiendo el sentido.
El caso es que después de muchos años dejamos de utilizar el local y dejamos de pagarlo. Nadie nos reclamó las llaves, nadie se enteró de que no pagábamos, seguramente el edificio pertenecía a alguna corporación que compró el edificio sin conocer que tenía inquilinos, algo extraño cuando la codicia y el dinero era lo que les movía pero probablemente el vendedor, un hombre de otra época, con otros valores y que sufrió presiones de todo tipo para vender el edificio simplemente no les había informado. Probé la llave y abrió, subí al sexto piso donde en su día habíamos montado la vivienda y como esperaba todo estaba ahí. Una capa de polvo cubría la negrura con la que seguramente algún incendio había cubierto las paredes, las ventanas  y todos los demás enseres. Dejé mi maleta junto a una cama y saqué la pelotita naranja del bolsillo, en aquel edificio era toda la luz, todo el color había, incluso yo iba vestido de negro.


martes, 10 de mayo de 2016

Una mirada distinta (Doctor Deseo)

¿cuántas veces más
repetiré la misma historia?
el mismo niño
tiembla y se esconde ante la noche.
maldita fiesta de espiral
bailan la culpa y su castigo.
al final de esta calle
solo hay mentiras y dolor.
una mirada distinta,
un agujero en esta cárcel.
una mirada distinta
que me acerque a tí.
quemar los viejos mapas,
respirar y transformar.
trazando puentes en la noche
de este largo invierno.
una mirada distinta,
un agujero en esta cárcel.
una mirada distinta
que me acerque a tí.
quemar los viejos mapas,
respirar y transformar.
trazando puentes en la noche
de este largo invierno.

lunes, 9 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog IX - Doctora Roes

La casa estaba helada, era más que la sensación de frio ambiental, la soledad y el vació eran mas gélidos aun, volver a una vida vacía congelaba el alma. Encendí el holovid para que el sonido me hiciera compañía y me perdí en lamentos poco constructivos por ni tan siquiera haberme preocupado de lo que le había sucedido al Cibergbog. Una imagen captó mi atención, se parecía terriblemente a ella, luego siguieron otras imágenes de la misma mujer con edades cada vez mas avanzadas. En el holovid glosaban la vida de una persona que había muerto ese mismo día. La verdad que, mas allá del parecido, esa cara me sonaba. Presté atención y resultó ser la ingeniera que sentó las bases y terminó desarrollando la bio-robótica tal y como la conocemos hoy en día, de alguna manera era la madre del Ciberbog. No creo en las coincidencias y las alarmas se me dispararon de nuevo. ¿Podría estar relacionado este hecho luctuoso con lo sucedido con el Ciberbog? Mi cabeza, mi intuición, gritaba que si con insistencia.  
Accedí a la red con mi identidad privada para buscar mas información sobre la ingeniera bio-robótica. Lo primero que me fijé fue en las fotos, efectivamente en su juventud tenía un parecido increíble con ella. Me terminé perdiendo en sus ojos marrón claro minimamente rasgados y en aquella sonrisa que lo iluminaba todo. Cuando desperté de la nostalgia me puse a leer su biografía y la historia de la bio-robótica. La bio-robótica tenía su origen en dos campos de estudios que terminaron confluyendo, la medicina y la inteligencia artificial. La medicina tenía un campo importante de desarrollo en la creación de tejidos semi-sintéticos que pudieran transplantarse al cuerpo humano en caso de necesidad y que mejoran incluso las prestaciones de los naturales, se había unido también a la robótica especialmente en aspectos traumatológicos y creación de prótesis. La inteligencia artificial llevaba décadas desarrollando una tecnología que permitiera a las maquinas aprender de la experiencia para que de esta manera, a su vez, revertiera en una mejora en los procesos para los que estaban programadas.
La doctora Roes se había formado y especializado en ambos campos, era una mujer brillante y con una expediente académico mas que sobresaliente. Muchas fueron las corporaciones que quisieron ficharla para sus equipos, la industria de la robótica le ofreció grandes sumas de créditos, la farmacéutica también, la medicina podía ofrecerle menos dinero pero también intentaban atraerla hacia su campo aprovechando su carácter altruista y su deseo de contribuir al bien de común. Precisamente por esto no se comprometió con ninguna corporación y siguió investigando por su cuenta, lo que descubriera se pondría al servicio de todos y no al beneficio económico de unos pocos. Los medios con los que contaba no eran los que hubieran podido proporcionarle las corporaciones pero tenía la libertad absoluta de orientar su investigación hacia donde quisiera, se financiaba con fondos públicos, especialmente de países de economías menos corporativistas y no competitivas, que creían en su promesa de poner al servicio del mundo sus investigaciones, y con fondos de personas anónimas que creían también en lo que hacía. A medida que iba publicando sus resultados las contribuciones fueron aumentando y con los años dispuso de los medios suficientes para sentar las bases de la bio-robótica. Como prometió las hizo públicas, pero antes las remitió a esos países que la habían financiado poniéndoles en la punta de lanza del mundo de la bio-robótica y dando un espaldarazo a esas economías en el que el valor no era el dinero si no las personas. Por un tiempo cambió el orden del mundo pero finalmente las corporaciones terminaron fagocitando y explotando sus investigaciones y la codicia acabó de nuevo con el sueño de un mundo mas justo. Ese fue su mayor legado, su sueño de un mundo mas igualitario, su demostración de que otro mundo era posible, por eso permaneció silenciada durante prácticamente toda su vida por las corporaciones de comunicación, dependientes de las grandes corporaciones industriales y económicas,  que veían peligrar sus intereses si sus ideas sobre el mundo transcendían y cogían popularidad.
Me quedé pensando acerca de todo lo que había hecho una sola persona y lo intrascendente que era mi existencia para el mundo. Yo no tendría un legado, tan solo sería una historia más que se olvidaría tal vez incluso antes de que terminara mi paso por la vida.
Tomé dos decisiones; la primera hablar con un amigo ingeniero bio-robótico para saber más, saciar en la medida de lo posible mi curiosidad y tratar de hallar la respuesta a algunas cuestiones que tras la lectura me rondaban por la cabeza. La segunda, y no sabía como iba a hacerlo, investigar las circunstancias de la muerta de la doctora, los medios transmitían una muerte natural pero lo acaecido en aquella ciudad que ahora me parecía lejana me hacía pensar que pudiera haber más y que la muerte podía tener alguna relación con el Ciberbog.
Renovado y decidido con un objetivo en esta vida a punto estuve de llamar a mi amigo ingeniero desde de mi vid, sin embargo, esta cabeza mía, que a veces funciona mas allá de lo que puedo controlar, optó por visitarle en persona. La muerte de la doctora había despertado de nuevo mi paranoico sentimiento de inseguridad. Llamarlo podría ser un error porque podrían localizarme a través de la llamada, el vid de comunicaciones solo debía usarlo con mi identidad de incognito. Y aun así… mi vivienda constaba en cualquier archivo, tal vez debiera buscar otro sitio donde albergarme. Haber cogido un vuelo anterior probablemente me había dado el tiempo suficiente para que no me hubieran buscado todavía aquí porque con toda probabilidad pensaran que no había salido aun de la ciudad.

Sentía el calor de la pelotita naranja saltando entre mis manos. Que bella era, que bella es.