lunes, 27 de mayo de 2013

Casi cuentos malsonantes de adultos para Rita: de los hombres, de mi.

Pues si tengo polla y no la tengo ni grande ni gruesa. Las tías no lo entenderéis pero eso condiciona la vida de un tío más de lo que pudiera parecer. ¿Qué simpleza no? medirnos como hombres por el tamaño de nuestro miembro, por nuestra virilidad, por cuantas tías nos hemos follado. Pasan los años y visto en la distancia es una gran tontería pero cuando eres un adolescente, cuando eres todavía joven condiciona y mucho, puede crearte complejos y convertirte en cosas diferentes a las que hubieras sido con el pene de otro tamaño.
Alguien dijo una vez -la verdad es que no me acuerdo quién, ni putas ganas que tengo de mirarlo- que el hombre había llegado a la luna para impresionar a una tía. Seguramente no fue así, seguramente solo pensaba en follarsela hasta cansarse, pero la otra versión es más suave e introduce el amor como elemento, aunque es igual de machista. Soy de los que piensa que los hombres tenemos factores genéticos y culturales que nos impulsan a follarnos a todo lo que se mueve y vivimos frustrados porque normalmente follamos poco y nos masturbamos como monos. El ser humano debe de reproducirse, no se si la vida tiene algún sentido o no, pero la vida en si misma debe tenerlo porque cualquier ser vivo se afana en reproducirse y perpetuar la su especie. De los factores culturales no voy a hablar, solo decir que creo modulan ese ansia reproductiva pero, los hombres, como animales que somos solo pensamos en follar. Y pensamos mucho mas de lo que las mujeres creeis. Mirad a vuestro alrededor… pensad en los hombres que trabajan con vosotras, en vuestros vecinos, en vuestros amigos… seguramente alguna vez, probablemente bastantes, os han evaluado y han pensado a esa me la follaba o no me la follaba y la respuesta puede ser diferente cambiando el día. A veces los tíos vamos por la calle y hacemos lo mismo con las tías que nos cruzamos y decidimos en decimas de segundo si nos la tiraríamos o no, e incluso que guarradas haríamos con ella. Si, pensamos continuamente en sexo, mucho mas de lo que creeis mucho mas de lo que confesamos. El eje de nuestra vida es el pene y ya os he dicho al principio que cuanto mas grande sea el eje pues mas contentos estaremos.
Ya se que no os sorprendo con lo que digo, por muy descarnado y bestia que esté siendo, se que ya sabéis de que vamos. Pero os sorprendería estar en nuestra mente eso os lo aseguro, lo que veis es solo la punta del iceberg y a nosotros lo que nos gusta que nos vean es la polla.
El amor es una puta mentira una acumulación de hormonas disparadas, una acomodación cultural de la genética pero lo mismo podría decir del sexo, también otra mentira pero por lo menos trae orgasmos, el amor a veces trae la felicidad, el amor a veces trae sufrimiento.
¿No sentimos amor los hombres? Joder, pues claro que lo sentimos, a veces lo sentimos tanto que se nos quitan hasta las ganas de follar y os aseguro que eso es algo muy grande, algo muy a valorar. Pero si; los hombres también amamos y somos capaces de hacerlo con intensidad con fuerza, convertir a la persona amada en el centro de nuestras vidas quitándole ese honorífico puesto al pene.
De verdad. Amamos. Amamos. Amamos. A veces nuestro corazón se destruye y se pudre de amor, a veces nos destruimos a nosotros mismos por amor, rompemos todas las barreras por amor, escribimos, cantamos, creamos… y somos felices por amor. El amor los desborda todo para bien y para mal. No os voy a hablar del amor, vosotras sabéis de lo que hablo y los hombres también lo saben.
Solo querías que os hicieras una idea de cómo somos los hombres, incluidos aquellos que, como yo, somos capaces de escribir horterada tras horterada. Si he escrito tanto seguramente es porque quería calzarme a alguna. Cada hombre usa sus estrategias para hacerlo aunque os aseguro que esta no es la mas efectiva, estar bueno y ser un descarado hará que folles muchísimo más.
Leed lo que queráis en estas líneas, total son una mierda de ideas sobre los hombres y el sexo, interpretarlas como querías. No, todos no somos iguales, y habrá tios a los que le des asco todo lo que he escrito. La mayoría en cambio pienso que se sentirán identificados aunque nuestras vidas nos son tan limitadas como parece inferirse de mis palabras.

Solo una cosa más. Aunque sea complicado de ver y de creer, y mas después de todo lo que he dicho, esto no lo está escribiendo mi pene, no lo está escribiendo mi cabeza. Lo creáis o no esto lo escribe mi corazón, esto lo escribe el amor. Esto lo escribo porque, increíblemente, y en contra de nuestra naturaleza, de nuestro acerbo cultural, de lo que somos y parecemos, los hombres también amamos. Amamos tanto, amamos tan a lo burro, de una manera tan desmedida, que nos olvidamos de la vida y hacemos locuras que somos incapaces de comprender.

jueves, 9 de mayo de 2013

Sentados en aquel lugar, en ese lugar en el que contemplábamos el discurrir de la vida, mientras las nuestras permanecían inertes. El tiempo no pasa para nosotros, no pasa cuando estamos juntos. El tiempo se detiene cuando hablamos, se detiene cuando nos miramos, se detiene cuando nuestras manos se encuentran por casualidad y se rozan levemente. El tiempo se detiene contigo. No puedo ni imaginar que sucedería al besarnos. No quiero imaginarlo porque no puedo besarte.
Y allí, en aquel lugar, día tras día. Nos encontramos, nos reímos, nos sonreímos, criticamos al mundo y lo hortera que es la gente vistiendo; nos susurramos cosas al oído, te limpio de la comisura una manchita de helado de chocolate, tantas cosas, tantas… pero no podemos besarnos.
Y volvemos todos los días a aquel lugar mágico, dónde todo parece más bello, dónde hasta el cielo más oscuro nos deslumbra con su luz, donde las historias tristes son entrañables y las alegres son una fiesta de sonrisas y carcajadas. Volvemos todos los días, volvemos a ese lugar dónde no podemos besarnos.
Y al volver a casa, pienso en ti, pienso en todo lo que me has contado, pienso en tus ojos, en lo encantadora que eres y mi casa se ilumina con tu sonrisa y mi sumerjo en un sueño apacible dónde los milagros existen. Un sueño en el que tu sientes lo mismo que yo. Un sueño en el que si podemos besarnos. Y me besas. Me besas. Me besas. Imposible imaginar sueños mejores.
Me despierto y corro allí, al lugar dónde siempre nos encontramos y allí estás, más radiante aun por dentro que por fuera, allí estás esperándome. Y deseo que hayas tenido el mismo sueño. Lo deseo tanto que me quedo sin palabras y solo puedo mirarte. Y en tu mirada puedo ver que has soñado lo mismo. Tu mirada, solo tu mirada puede ser mejor que cualquier beso. ¿Cómo serán entonces tus besos? No lo se, no puedo tan siquiera imaginarlo. No quiero ni pensarlo. En este lugar maravilloso nunca podremos besarnos.