viernes, 30 de octubre de 2015

Microcuentos para Rita: sorpresa

Encontró una caja adornada con un precioso e inmenso lazo rojo y una tarjeta con su nombre. Desanudo cuidadosamente el lazo para no romperlo y la abrió con una ilusión desmedida. La caja estaba vacía. No pudo evitar mirar y rebuscar con la mano una y otra vez pero la caja no contenía nada. La desarmó y tampoco encontró nada. Finalmente lo recogió todo y lo llevó a un contenedor de reciclaje. Jamás llegaría a leer el mensaje escrito en el lazo.

jueves, 29 de octubre de 2015

Heridas que se desangran
con suturas de momentos felices
incapaces de contener la sangre,
una sangre caliente y espesa
que tiñe de rojo los cielos grises.

Corazones desgarrados
por palabras que destrozan,
por miradas de hielo,
por la ausencia de lo que aman,
cubriendo los grises suelos.

No, no se puedo olvidar.
Nada hará que olvidemos el dolor,
que olvidemos la condena,
el sufrimiento,
la pena.
No, no se puede olvidar
que no se entendiera el amor.

Solo una sonrisa, solo una sonrisa
y se olvidará todo,
solo una sonrisa, tan solo una
y ya no habrá corazones rotos,
ya no habrá heridas,
ni sangre,
ni dolor,
ni cielos grises.

Caminamos por aceras grises,
por grises praderas,
los arboles son grises
y sus sombras negras.

En este mundo gris
se olvida con las sonrisas
y se hiere con las palabras.
Y será así, una y otra vez
hasta que nos desangremos de amor,
de dolor, de pena.
Pero mejor eso que nada,
mejor sufrir y llorar,
mejor eso que olvidar,
mejor eso que perder,
mejor eso que morir en nada.

Apartarnos de ese mundo,
de un mundo donde todo es mentira
aunque todo sea real y cierto,
escapar de él,
huir para siempre,
liberarnos del gris
y abrazar la luz de los cielos
que despejamos con nuestras sonrisas.
Liberarnos para siempre
y ser felices en un mundo nuevo,
un mundo que asusta,
una visión que nos paraliza
pero el único mundo feliz
posible para nosotros,
para mi,
para ti,
juntos o por separado.





miércoles, 28 de octubre de 2015

Casicuentos para Rita: de la sabiduría

No muy lejos de aquí, en un lugar dónde los cielos y los suelos son grises, existía y existe un sabio. Un sabio de esos que en realidad no saben nada porque nadie puede albergar ni una pequeña parte del conocimiento que existe en el mundo. Y como él mismo decía sabía un poco de unas pocas cosas y mucho de nada. Era un hombre de mediana edad, de ojos tristes y mirada intensa, su barba era canosa y su pelo claro. Nada le hacía diferente a los demás pero todos le conocían por su amabilidad, por su calidez, por su sonrisa casi eterna. Pero el no era así, el era roca.
Un día se le acerco una niña, ella tenía la curiosidad de las niños, quería saber, quería conocer, quería entender la vida y el universo y le preguntó si la aceptaría como discípula. El sabio jamás había aceptado discípulos porque ni sabía lo suficiente, ni sabía como enseñar pero se lo habían pedido tantas veces que tenía una prueba preparada para cuando se lo pedían.
Le dijo que le aceptaría cómo discípula si sabía al menos una de las tres preguntas que le haría. La niña aceptó y el sabio pregunto.
-¿Cuáles son las dos galaxias mas cercanas a la vía láctea?
-No lo se maestro. Quiero que me lo enseñes.
-No me llames maestro, que no soy maestro de nadie.  Segunda pregunta ¿cómo se originó la vida?
-No lo se maestro. Quiero que me lo enseñes.
-No soy maestro de nadie. Tercera pregunta ¿Cuántas neuronas tiene un cerebro y cuántas conexiones sinápticas tiene cada una.
-No lo se maestro. Quiero que me lo enseñes.
-Insistes en llamarme maestro cuando no lo soy de nadie y tampoco seré el tuyo porque no has sabido ninguna de las respuestas.
-Maestro, ¿si yo te hiciera una pregunta para la que no tuvieras respuesta me aceptarías como discípula?

El sabio sonrío y a punto estuvo de contestar que no pero la curiosidad se apoderó de él y aceptó el trato. Sin curiosidad difícilmente se aprende.  La niña con la cara iluminada le preguntó ¿Qué es el amor?
El sabio comenzó hablarle de reacciones químicas, de hormonas, del amor paterno-materno filial, del amor fraternal, del amor romántico, del amor a los demás, de la amistad y de tantas otras cosas que la niña fue solo capaz de retener una pequeña parte de un discurso que duro prácticamente dos horas. Cuando terminó el sabio la dijo

-No seré tu maestro. Tu pregunta era tremendamente complicada y he sabido darte al menos una parte de la respuesta.
-Te equivocas maestro. Tu no sabes lo que es el amor. Tu respuesta lo demuestra.

Los ojos del sabio se abrieron como platos. Su sorpresa fue mayúscula y le pregunto a la niña que entonces cuál era la respuesta. La niña se acercó a él, le abrazó y le dio un beso en la mejilla.
-Eso es el amor maestro

El rostro del sabio se convirtió en una gran sonrisa, aquellos ojos tristes tornaron curiosos y parecía como si la roca que llevaba dentro se estuviera fundiendo.  Y con aquella voz cálida y amable la dijo.
-No seré tu maestro. Aprenderemos juntos.



martes, 27 de octubre de 2015

Cartas que nunca voy a enviarte…..

Acabo de bajar de la azotea del curro, es el sitio al que suelo ir cuando quiero estar solo. Este edificio es muy grande y solo unas poquitas personas conocemos todos sus recovecos que son muchos. Me he sentado debajo de la tejavana y me he puesto a mirar la lluvia. Sabes que me encanta la lluvia.
No se porque he subido. Tengo un montón de marrones urgentes que resolver en poco tiempo pero supongo que necesitaba estar solo, desconectar un poco de estas semanas tan intensas en lo laboral y tan pan sin sal en mi vida. Desde que ya no hablamos los días se acumulan uno detrás de otro y como si carecieran de sentido. Es verdad que ha habido alguna ilusión asomando y que he tenido cosas como la comida con los de EGB pero en general tengo la sensación de que la vida pasa sin pena ni gloria. Se acumulan los días sin que nada que me llene pase por mi vida. Supongo que en realidad así son las vidas… insulsas y poco trascendentes pero cuando te has llegado a sentir incluso desbordado de vida no se puede evitar que te invada cierto sentimiento de tristeza.
Hoy, como en otras ocasiones, me gustaría escaparme, irme a algún lugar solitario cerca del mar para simplemente no pensar en nada. Me cogería unos días libres si no tuviera tanto trabajo y me escaparía para estar solo. Pero es diferente, hoy me siento diferente, hoy no necesito nada, no quiero nada, no siento nada, no quiero ir al mar a buscar la redención y encontrar un sentido a la vida para seguir caminando. No quiero ir a vaciarme, no quiero ir a llenarme simplemente quiero estar solo y sentir el viento en mi cara, perder la mirada en esa inmensidad inabarcable. Hoy quiero mirar al mar porque en cierta manera es como mirarte a ti. Hoy quiero mirar al mar con la mirada perdida porque quiero sentirme como tu te sentías al hacerlo. Hoy no quiero mojarme, no quiero sentir frio, simplemente quiero estar solo, tranquilo y a gusto. Hoy buscaría un refugio, una ventana de algún lugar donde poder tomarme un café calentito mientras veo el mar y la lluvia. Que belleza cuando ambas cosas se unen, que belleza cuando son cálidas. Quiero ver la vida pero protegido en mi mundo, como si la vida no pudiera afectarme y no fuera conmigo, como si estuviera fuera y yo fuera un simple espectador.
Pero ni mar, ni escaparme y tan solo un poco de soledad en esa terraza. No es suficiente, pero tampoco lo sería escaparme. El mundo no cambia aunque te escapes y aquello de lo que huyes lo mas probable es que esté ahí cuando vuelvas. Escapar, esconderse, puede ser un respiro pero casi nunca es la solución a nada.
Y no tengo soluciones. Ya no se me ocurre nada que ni tan siquiera pueda ayudar a encontrarlas. Y tal vez por eso me sienta así, como si estuviera de vuelta de todo, como si ya nada tuviera importancia. Tal vez esto sea la madurez, asumir que hay problemas que nunca podremos resolver. Si es la madurez no puedo dejar de pensar que me ha llegado demasiado pronto, supongo que es de gilipollas querer ser un eterno adolescente pero la madurez no me atrae y no me atrae porque la madurez supone renunciar a miles de sueños, asumir que la vida es como es y que no hay otra manera de vivirla. Mi interior me dice que otro mundo, otros mundos son posibles pero el maldito adulto que está queriendo invadirme me dice que solo hay un mundo en el que vivir y que mas vale que viva en él. Y le entiendo. No se cuando terminaré de rendirme solo espero que vuelva a desear calarme hasta los huesos, que vuelva a desear el frio, que vuelva a desear ver ese mar crudo, duro y e incontrolable, solo espero salir de este refugio en el que hoy me siento cómodo y en el que podría envejecer sin sentido para siempre.

Hoy todo me da igual. No hay tristeza, no hay dolor, no hay alegría ni placer, no hay mas que un tiempo que avanza y que no importa a donde llegue. Hoy tiene sentido una vida sin sentido y eso, eso debería asustarme pero no lo hace. Espero que hoy no sea el primer día de esa vida tan diferente a la que he vivido hasta ahora pero me da igual, que sea lo que tenga que ser. Si no puedo vivir en tus ojos que la vida traiga lo que quiera, lo acogeré todo con una sonrisa que ha perdido su inocencia.

lunes, 26 de octubre de 2015

Microcuentos para Rita: sonrisas mutantes

Aquella historia de amor trocó en desamor y con el cambio mutó también la sonrisa. No perdió la calidez, no perdió la bondad, no perdió el sentimiento… tan solo perdió su inocencia. Un cambio casi imperceptible por fuera, el cambio más inmenso por dentro. Nunca volvería a ser la misma en lo trascendente. Tal vez cometió el mayor error, tal vez lo cometía ahora pensando que volvería la inocencia si volvieran a intercambiar sonrisas. Tal vez para ella seguiría siendo siempre inocente. Y lo sería porque la seguía amando.

viernes, 23 de octubre de 2015

Microcuentos para Rita: descafeinado

Le dolía todo el cuerpo, llevaba arrastrado una especie de gripe suave desde hacía más de una semana. El café que se tomó mientras esperaba le supo a gloria y le sentó bien a su cuerpo. Sin embargo el tener que tomarlo solo hizo que le doliera terriblemente el alma.

jueves, 22 de octubre de 2015

Cartas que nunca voy a enviarte….

No se, a veces me da por pensar que de alguna manera todos tenemos dos yos, el que enseñamos al mundo y el que llevamos por dentro. Cuando me pongo a pensar yo desde luego los tengo, aunque supongo que el uno es la expresión del otro y viceversa. Ese yo interior lo oculto al mundo, forma parte de mi intimidad, de lo que no quiero que se sepa de mi, de lo que quiero ocultar.
Es curioso, a ti no te llegué a enseñar del todo mi yo “exterior”. Es cierto que pudiste ver muchas cosas de mi pero no lo viste todo, se quedaron muchas cosas en el tintero de esas que conoce todo el mundo de mi. Sin embargo mi yo interior lo conociste por completo, te enseñe todo o casi todo lo que era por dentro. Sabes cosas de mi que no sabe nadie y lo sabes porque confiaba y confío en ti como no lo he hecho en ningún otro ser humano. Pero todo tiene una cara b, mi yo exterior es básicamente amabilidad, dulzura, sonrisas y optimista aunque tenga mala ostia. Mi yo interior ni yo mismo tengo claro lo que es, pero guarda mucho resentimiento, mucho dolor, muchas experiencias negativas pero también es dulce hasta el empalague, es melancólico, es pesimista, es… no se, demasiadas cosas. Pero creo que las vistes casi todas. En el fondo me gusto más por fuera que por dentro. De ti también vi muchas cosas, creo que también vi mas cosas de tu interior que de tu exterior y me encantaba porque solo enseñamos el interior de la casa y los recovecos mas oscuros a las personas a las que confiamos.
Pero no nos engañemos, no somos lo que somos por fuera, ni tampoco somos lo somos por dentro. Somos ambas cosas. Y yo amaba, amo aun, lo que eras, lo que eres. No, no eras perfecta aunque por momentos llegué a pensarlo pero el amor no es la búsqueda de lo perfecto. Y en ti encontré alguien con el que mi yo interior conectaba en lo más íntimo y el exterior bailaba contigo como en una coreografía de dos delfines saltando en el mar, libres y felices. Era inevitable enamorarse. Creo que tu también lo hiciste. En muchas ocasiones me olvidé de ese baile y quería vivir solo en el interior y eso… eso no es bueno. No supe controlarlo porque no tenía experiencia compartiendo mi yo interior.
Escribo , releo y pienso… joe… las cosas son mas normales de lo que he escrito y probablemente nada sucediera como describo. En realidad somos lo que somos y por dentro y por fuera somos solo uno. No se… me estoy liando. Solo escribo por si te da por leer este blog. Acabo de superar las 18.000 visitas. Tendría que estar contento pero lo que me haría feliz es saber que alguna de las nuevas es tuya.
Otra carta que no voy a enviarte. Si te enviara una te costaría entenderme la letra ya lo sabes. Me muero de ganas de hacerlo, imaginarás que si no lo hago es porque no quiero molestarte ni complicarte la vida.

Curioso. Iba a hablar de lo que pasó hace un año y ni lo he mencionado. Siempre me pasa lo mismo, escribo lo que me sale, no lo que tenía pensado. Pero tú sabes que fue simplemente maravilloso, que están entre los momentos mas felices de mi vida, tal vez los mas y que espero que no sean los últimos.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Microcuentos para Rita: acidez

Las últimas gotas de zumo goteaban por la boca del exprimidor. De la media naranja solo quedaba una cascara amarga completamente vacía de pulpa. Levantó la tapa del cubo y la tiró. 
Hundiéndose en la basura solo podía anhelar volver a sentir el calor y la suavidad de aquellas manos.

martes, 20 de octubre de 2015

Casicuentos de adultos para Rita: juego de palabras

Y el rojo se volvió azul y las palabras grises. El mundo volvió a ser el de siempre pero yo nunca volvería a ser el mismo. ¿Por qué? La respuesta no es sencilla y en cierta manera ni tan siquiera la tengo. Creo que tiene que ver con la lluvia, con esa lluvia que ha dejado de mojarme, con esa lluvia que ya no me vacía para con el tiempo devolverme al mundo de los vivos. Con la lluvia y con un mar que ya no me consuela. Un mar que sigue siendo bello, intenso, indómito, profundo, frío… el mar tal y como lo la amaba hasta que lo contemplé tantas veces en días de sol y sonrisas.

Un rostro amable vestido casi siempre con una sonrisa, una capa de roca y hielo más adentro y un núcleo de magma hirviendo. Volcanes que explotan en erupciones incontrolables llevándose por delante a cualquiera que encuentran a su paso. Y unas manos que vuelven a plantar una y otra vez los bosques arrasados, que intentan reconstruir todo lo que destruyen, que intentan devolver la vida arando la tierra con las uñas. Pero nunca es suficiente, las manos se destrozan y apenas consiguen nada. Un brote verde que al día siguiente ha destruido un tormenta de granizo.

¿Y qué más da todo? Tal vez mañana no esté aquí para verlo. Tal vez mañana esté detrás de la cara oculta de la luna jugando con los selenitas a juegos espaciales inimaginables. ¿Y que más da mi presencia, la de cualquiera en el mundo? La vía láctea y Andrómeda están destinadas a fusionarse en un beso que se producirá dentro de varios eones pero son tan inmensas que sus estrellas y sus planetas es más que probable que nunca lleguen a rozarse. Y en nuestro tiempo, en el mío, ni tan siquiera llegaremos a percibir el movimiento de las montañas. Tan pequeños somos, tan prescindibles y tan incapaces de tener influencia. Y sin embargo las cosas existen en cuanto somos pero si no fuéramos seguirían existiendo, existirán cuando ya no seamos.

Ni tan siquiera algo tan inmenso como el mar, algo tan importante para la vida como la lluvia es trascendente en la vida del universo. Una excepción finita que no altera nada. Pero hay excepciones que lo alteran todo, nuestra comprensión del mundo y de la vida. Y así estoy yo, una excepción, algo único e irrepetible, me ha transformado aunque el mundo, el universo, seguirán siendo los de siempre. El rojo se volvió azul y las palabras grises. Y del juego solo quedan las palabras.

viernes, 16 de octubre de 2015

Cartas que nunca voy a enviarte….

El día amaneció frio, tal vez debiera haberlo visto como una señal, pero solo me fijé en el sol. Estuve toda la mañana bastante animado y con una sonrisa en la cara aunque tenía un nudito en el estómago y estaba algo nervioso. A partir del mediodía no para de mirar la hora, soy muy puntual siempre pero no quería llegar ni un segundo tarde. Por supuesto llegué antes de la hora y me di un paseíto por el pueblo. Las zapaterías ya no tenían sandalias, no había mucho que mirar, tal vez botitas. Y antes de la hora estaba en mi sitio, a sabiendas de que aunque quisieras tu no podrías llegar hasta un rato más tarde. Lo creas o no pensaba que después de mucho tiempo sería el día. Una vez más me equivoqué, todos nos equivocamos pero ya sabes que yo tengo una especial habilidad.
Pedí una cocacola y un pincho que fui comiendo tranquilamente. La verdad es que los nervios casi habían pasado, tal vez algún resto de ansiedad pero estaba muchísimo mas cómodo y tranquilo de como me había imaginado el momento. Cuando terminé pedí un café con leche y salí a la terraza hasta que diera la hora, con la temperatura que hacía estaba estupendamente.
Llego la hora, ¿pero que sentido tenía marchar? Podía esperar, tal vez algo te hubiera retrasado. Saqué un cigarro del bolsillo a modo de reloj, para marchar al terminarlo. Ojala no lo hubiera hecho. No debería fumar pero esa no es la cuestión. Si mi hubiera levantado a mi hora tal vez nos hubiéramos visto. Porque yo te ví desde la terraza, te vi cuando terminaste de cruzar el semáforo dónde empieza la cuesta abajo. Si me hubiera marchado a mi hora nos hubiéramos cruzado en la plaza y tal vez eso es lo que querías que sucediera. Soy puntual para llegar pero si no tengo otra cosa soy impuntual para marchar y había reservado la tarde para ti.
Supongo que hay un alto porcentaje de posibilidades de que no fueras tu, al fin y al cabo estaba muy lejos y con la mampara de la terraza de por medio. Además nuestro cerebro a veces interpreta las cosas como le da la gana y se podría decir que vemos lo que queremos ver. Tal vez no fueras tu, tal vez fuera solo una persona de tu misma complexión y con la misma ropa. El peinado era el mismo que la última vez que te vi pero quién sabe tal vez no fueras. De eso no podré estar nunca seguro. Si hubieras sido cualquier otra persona lo estaría pero con las ganas que tenía de verte, de que vinieras pues ni tan siquiera puedo confiar en mis ojos y mucho menos en mi cerebro.
En un primer momento no reaccione. Solo pensé mierda… tenía que haberme ido a mi hora. Pensé en salir corriendo detrás pero no era eso lo que quería, no era así como lo quería. Me levante y me di otra vuelta por el pueblo e inmediatamente pensé que tal vez era así como lo quisieras tú, encontrarnos como por casualidad, que tu no lo buscabas. Vete a saber, tal vez fuera así, no siempre he conseguido entenderte, y, como te decía, ni tan siquiera estoy seguro de que fueras tú.
Mi hombre tal vez ya se ha rendido, sabe lo que ha pasado y dónde van a llegar las cosas. Mi niño sigue soplando, imaginando, queriendo que sucedan otras diferentes. El día que deje de imaginar dejaré de soplar pero de momento la ilusión de un niño está pudiendo con el escepticismo del hombre. Solo así se construyen los sueños.


jueves, 15 de octubre de 2015

Microcuentos para Rita: en la entrada a casa

La bisagra estaba oxidada y chirriaba recordándole al abrir la puerta que tenía que cambiarla. El nuevo gozne encajó perfectamente, brillaba y era completamente silencioso. Por alguna extraña razón ahora echaba de menos el chirrido que antes tanto le molestaba y al pasar por debajo de aquel dintel su casa y el mundo eran diferentes.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Microcuentos para Rita: un día de viento

La servilleta de papel se mecía en el aire negándose a caer al suelo. El hombre la miraba sabiendo cual era su destino, el niño en cambio la imaginaba volando por el cielo. El hombre esperaba, el niño soplaba.

martes, 13 de octubre de 2015

Cartas que nunca voy a enviarte…

Un día te conté que entré en un Bertiz cerca de mi trabajo a tomar un café con una compañera y que sirviendo había una chica con una sonrisa que me recordaba tremendamente a la tuya. No se si lo recordarás o no pero yo lo sigo teniendo en la memoria. Y lo sigo teniendo porque en la época que decidiste dejar de hablarme, de vez en cuando, me pasaba por allí para ver esa sonrisa. Echaba y echo muchísimo de menos tu sonrisa. Ya sabes que en estos sitios trabajan a turnos y no siempre que iba podía verla y desde que he vuelto de vacaciones, aunque he vuelto a ir algún día, no ha estado nunca, supongo que ya no trabajará allí. No tiene mas importancia pero ver esa sonrisa me consolaba en cierta manera.
Tu sonrisa fue lo primero que vi de ti y, sobre todo al principio, pensaba que era lo que hizo que me enamorara. El tiempo me ha hecho darme cuenta de que la sonrisa era importante no en si misma si no por lo que significaba, por lo que salía de tu interior cuando sonreías y sobre todo por como me hacía sentir. No se si te lo he dicho alguna vez, casi seguro que si, pero cuando quedábamos y al verme sonreías me derretía por dentro y me invadía un sentimiento de felicidad. No necesitaba nada mas, el mundo desaparecía y solo podía mirarte.
Pero no me enamoré de esa sonrisa, una sonrisa es demasiado poco para todo lo que sentía y sigo sintiendo. A veces te veía como una persona insegura y desprotegida y me moría de ganas de abrazarte. Todos nos sentimos así a veces, pero no nos mostramos, nos escondemos y nos hacemos los duros o las duras. No nos gusta enseñar la debilidad, pero que me le enseñaras significaba mucho para mi. Otra veces te veía como una mujer dura con las ideas claras, parece incongruente pero son las dos caras de la misma moneda, y en esos momentos te admiraba y admiraba tu determinación especialmente porque sabía también de tus debilidades y cuantas barreras personales tenías que superar para llevar adelante esas ideas. Se también cuantas cosas sacrificaste a veces innecesariamente. También me enamoraba esa mirada perdida que me desconcertaba, te veía ausente del mundo, como una bella diosa a la que pasa su alrededor le da igual. Creo que a veces simplemente no pensabas en nada otras sin embargo creo que estabas sumida en pensamientos personales y hubiera dado casi todo por conocerlos. Hubiera dado todo por estar en ellos.
Si, te veía y te sigo viendo bella. Muy bella. Se que no me crees pero te veo como una mujer físicamente espectacular y se que no soy el único. Me hacía sonreír como te miraban los tíos cuando íbamos juntos. Se que a ti no te gustaba y que tampoco te lo crees pero a mi me salía ese sentimiento de chulería y pensaba está conmigo morios de envidia. Pero ese envoltorio que llevas, esa belleza exterior te nace de dentro. Se que ves mas tus defectos en ese sentido que tus virtudes pero eres una mujer muy bella.
Cuando te veía sentada poniéndote el calzado en la alfombra de la entrada de mi casa me quedaba embobado mirándote. Concentrada en que tus cordones midieran exactamente lo mismo. No se, supongo también que también significaba que te marchabas y eso siempre me ha producido un sentimiento de vacío. Nunca era tiempo suficiente. Y cuanto mas estábamos mas corto se me hacía. La semana que viene va hacer un año de aquellos días maravillosos que pasamos juntos, ojalá hubieran sido mas largos, ojalá hubieran sido eternos.
Pero la eternidad no existe para los mortales y has decidido llevar el escaso tiempo de una vida por senderos que no vuelvan a cruzarse con los míos. Los míos siguen intentando cruzarse con los tuyos. Tú lo sabes soy también un ser tremendamente inseguro y que siempre dudo, dudo tanto que a veces se pasa el tiempo de dudar y los acontecimientos me superan. Contigo intenté que fuera diferente, me equivoqué, en el equilibrio está la virtud seguramente pero me hiciste superar mis límites, salí de mi zona de confort y llegue a lugares de mi mismo a los que nunca había llegado. Y lo hice porque te quería, porque te amo como nunca he amado a nadie.  
Hoy, y cada día, recuerdo tu sonrisa y sueño con volver a sentirla. Porque tu sonrisa no es una imagen es uno de mis más profundos sentimientos. Forma parte de mi, de lo que soy y de lo que seré y de esa manera vivirá en mi para siempre. Eskerrik asko.


viernes, 9 de octubre de 2015

Cartas que nunca voy a enviarte..

Desde hace casi un año me despierto todas las noches de madrugada, me levanto y, a oscuras, me fumo un cigarro en la cocina. Ya se que debería dejar de fumar y el primero que debería quitarme es ese pitillo nocturno pero es un tiempo para mi, para pensar en ti, para pensar en todo lo que hemos vivido juntos, aunque tal vez debería hablar ya en pasado. No es que no piense en ti durante el día, lo sigo haciendo demasiado, estás presente en mis pensamientos casi siempre porque hay demasiadas cosas que vínculo a ti. Pero en la noche todo es diferente. En la noche suelo pensar en qué signifique para ti, en qué significaba cada cosa que hacías, no lo que significaba para mi, pienso en porque las hacías y que sentimientos había detrás de ellas.
Mil respuestas para mil cosas diferentes, en muchas ocasiones muchas respuestas para la misma cosa. Creo que nunca llegué a entenderte y la verdad nunca me dijiste lo suficiente como para poder hacerlo. Guardo algunas de tus frases en el recuerdo, la más bonitas y las mas duras, las que más significado parece que guardan pero no son suficientes. Te pregunté muchas veces lo que sentías por mí y nunca me lo dijiste. Se que piensas que debería deducirlo de las cosas que hacías pero algunas eran a mis ojos tan tremendamente contradictorias que me era imposible interpretarlas. Tal vez, tal vez… realmente eran la expresión de eso que me dijiste mas de una vez “no se lo que siento”, tal vez, tal vez estabas tan liada, tal vez tenías unos sentimientos tan encontrados que ni tu misma sabías lo que querías. En cierta manera yo estuve así también. En mi caso tenía y tengo mas que claro lo que sentía y lo que siento, mi lio, mi gran lío era lo que eso significaba en mi vida y que tenía que hacer con ella. En ese sentido aún sigo dudando.
No te engaño, mil veces he pensado que era uno más pero son infinitas las que he pensado que era único. En el último mes, no se si en broma o en serio –o tal vez ambas cosas-, dijiste mas de una vez que ibas a salir mas y que tenías intención de pillar pero que conmigo no lo harías nunca. No te creas que no veo todo lo bueno que encierra esa frase pero no dudes ni por un instante que veo también todo lo malo. En broma o en serio tiene su significado, el que sea, pero lo tiene. Pensar que he podido ser uno más no debería dolerme, bastante que te he tenido pero con lo que yo siento por ti me produce una inmensa tristeza. Aun así no creo que esto haya sido así, hay demasiadas cosas que contraponer aunque si piensas en todo lo que me has contado también hay muchos relatos que no lo hacen del todo increíble. Pero todo esto da igual, en cada calada del cigarro el pensamiento recurrente es que ya no te tengo, que pasara lo que pasara, que sintieras lo que sintieras te he perdido. El cerebro humano es maravilloso, es increíble la de imágenes y recuerdos que guarda, es increíble la velocidad a las que las procesa a la vez que genera pensamientos. En esos diez minutos que me dura la liturgia del cigarro es como si el segundero se parara y en un minuto cupieran horas. Curiosamente cuando estaba contigo o charlaba contigo las horas volaban como segundos.
Esta noche he pensado mucho en como acabaste con todo. Cerrando la puerta de un portazo y sin querer mirar atrás. Cuantos sentimientos encierra eso, que único me sentiría, que especial. Para poder cabrearte tanto tenías que quererme mucho. Lástima que me hubieras contado que terminaste alguna de tus relaciones de amistad de la misma manera. Ni tan siquiera en tu final me puedo sentir único para ti.
Como otras muchas veces empiezo a escribir queriendo decir algo y termino diciendo de todo menos lo que tenía pensado. Supongo que la escritura me lleva a dónde le da la gana. Lo que tengo claro es que en cada palabra que escribo lo que quiero expresar es que te quería y te sigo queriendo. 


martes, 6 de octubre de 2015

Cartas que nunca voy a enviarte.

No se porque tuve miedo, pero lo tuve. Y tal vez escogí el peor momento. Hay cosas que no se eligen, que llegan sin más y  son prácticamente incontrolables. No fui capaz de serenarme, de tomar aire y respirar, lo cierto es que no hubo prácticamente tiempo. No lo hubo porque aunque quería ir a buscarte te encontré por sorpresa. Así es la vida.
Se que lo hice mal aunque a estas alturas creo que ya no tengo una manera de hacerlo bien. Para mi desazón ya no está al alcance de mi mano hacerlo bien, en las tuyas si estaría si quisieras. Me gustaban tus manos, me gustaban en si mismas pero para tocarlas con las mías y poder sentirlas no tengo palabras. Hubiera podido pasarme horas jugando con tus dedos sin decir una palabra.
Pienso en ayer y los sentimientos se me acumulan. Por un instante se me puso una sonrisa en la cara y de repente ese maldito miedo la congeló. Felicidad y tristeza a partes iguales. Recuerdos y mas recuerdos. Y tu ni tan siquiera me vistes. Todo paso en unos segundos pero el tiempo se paralizó para mi y pude ver cada detalle. Cada detalle menos tu rostro. Tan solo lo vi ya estando lejos. Me hubiera encantado verlo, me hubiera encantado que por lo menos me vieras. Pero el miedo hizo que no me quisiera cruzarme en tu camino.
Supongo que ni me hubieras hablado, ni un saludo, ni una mirada. Ya lo hemos hablado mas veces, es mejor arrepentirse de lo que has hecho que pensar toda la vida que hubiera pasado. Pero pasó el miedo y queda la pregunta.
Pensaré cuál es la mejor manera de volver a intentarlo. Pensaré en ella, en realidad ya tengo una idea. Una idea que nace en caliente y que es mejor dejar de enfriar para poder analizarla en su justa medida. Pero tengo claro que volveré a intentarlo. Volveré a buscar tu sonrisa, para despedirme, para odiarme, para volver a quererme… para aquello que guardes en tu corazón para mi. En ese corazón que, como tú, es tierno por dentro y roca por fuera.
Tú lo sabes, no me enamoró tu cuerpo, me enamoró tu alma. Esa alma que podía ver, sentir y tocar en cada palabra, en cada sonrisa, en cada beso, en cada abrazo… La vida, esa vida odiosamente finita y limitada, es más triste sin poder sentir todas esas cosas. Será la crisis de los cuarenta pero ahora siento que contigo llegue al punto álgido de mi vida y que sin ti ya pocas cosas tienen sentido. La vida son dos días y en uno siempre llueve. Me gusta la lluvia, el agua es vida, el sol y el calor la hacen posible y esplendorosa. Lluvia y sol, casi antagónicos y sin embargo se necesitan para crear vida, para crear belleza.

Que llueva hoy, lloverá hasta que vuelva a verte, tal vez la vida renazca con un frío sol de invierno.