Abrazado al frio de una
ausencia
para mitigar este dolor
que siento,
el vacío de un pasado
que no existió
y de un futuro que ya
no es posible.
Soledad, fiel
acompañante en estos días,
que grita sin que nadie
les oiga,
que llora sin lágrima,
que escucha el silencio.
Duermo en una celda sin
cerrojo
de la que no quiero
huir,
da la que no puedo huir
porque fuera no hay
nada.
Acostumbrado a dormir
aquí
temo la libertad, el
exterior,
la vida fuera de esta
prisión
que solo encierra los
sueños.
Escribo los días en sus
muros,
araño la roca a manos
limpias
tiñendo de rojo cada
marca,
anhelando que hoy sea
la última.
Y cae la noche y
amanece de nuevo,
días de tormentas, de
sol, de nieve,
de lluvia fina, de
viento, de nubes algodonadas,
cielos negros, cielos
limpios.
Días y mas días sin
mar,
sin su agua y su sal,
sin sus olas, sin su
brisa,
días sin lo que nunca
tuve.
Ojos cerrados, mirándome
por dentro,
lo que soy, lo que fui,
lo que seré,
nunca llegarán a
comprenderme,
azul en este día de
noviembre.