viernes, 18 de noviembre de 2016

Abrazado al frio de una ausencia
para mitigar este dolor que siento,
el vacío de un pasado que no existió
y de un futuro que ya no es posible.
Soledad, fiel acompañante en estos días,
que grita sin que nadie les oiga,
que llora sin lágrima,
que escucha el silencio.
Duermo en una celda sin cerrojo
de la que no quiero huir,
da la que no puedo huir
porque fuera no hay nada.
Acostumbrado a dormir aquí
temo la libertad, el exterior,
la vida fuera de esta prisión
que solo encierra los sueños.
Escribo los días en sus muros,
araño la roca a manos limpias
tiñendo de rojo cada marca,
anhelando que hoy sea la última.
Y cae la noche y amanece de nuevo,
días de tormentas, de sol, de nieve,
de lluvia fina, de viento, de nubes algodonadas,
cielos negros, cielos limpios.
Días y mas días sin mar,
sin su agua y su sal,
sin sus olas, sin su brisa,
días sin lo que nunca tuve.
Ojos cerrados, mirándome por dentro,
lo que soy, lo que fui, lo que seré,
nunca llegarán a comprenderme,
azul en este día de noviembre.