lunes, 12 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XIV: Piel

Frelser le habló, le preguntó qué tal se encontraba, cómo se llamaba, si necesitaba algo pero Hoper no le contestó, no movió ni un músculo de su cuerpo, ni de su cara, permanecía tumbado con la mirada perdida, sin mover los ojos, sin parpadear, como si en el techo de aquel habitáculo estuvieran escritos los secretos de la vida. Si no fuera porque su pecho se movía pausadamente cualquiera hubiera pensado que estaba muerto.
Frelser le dijo que iba en busca de agua y comida para él, no hubo ningún tipo de respuesta pero esperaba que por lo menos le oyera y le entendiera aunque no lo tenía nada claro. Cuando volvió con una botella de agua y una barrita energética de cereales y chocolate, lo único que tenía a mano, uno de sus vicios en las largas horas que pasaba en aquel almacén se encontró que Putnik se había subido al pecho de Hoper y este acariciaba con ambas manos al gato y su mirada, aun perdida, había adquirido un tono diferente e incluso de vez en cuando parpadeaba. Se agachó y poniéndose de rodillas a su lado le acercó el botellín a la boca, Hoper inclino ligeramente la cabeza hacia adelante y se humedeció ligeramente los labios. Por primera vez aquellos ojos verdes se fijaron en él, su mirada a pesar de la desorientación era intensa, amable y de alguna manera expresaba una sonrisa.
Pasaban las horas y Hoper seguía acariciando al gato, sus ojos empezaban a cobrar vida pero permanecía tumbado sin moverse. Frelser miró el reloj, apenas quedaban dos horas para que terminara su turno y aun no sabía que iba a hacer con aquel hombre. Sacarlo de allí en aquellas condiciones era imposible, la única opción que tenía por el momento era dejarlo allí,  volver a cerrar la puerta y confiar en que nadie lo descubriera hasta que volviera a llegar su turno y volviera tal vez con una idea de qué hacer con él, de cómo sacarlo de allí, por alguna razón entregarlo a las autoridades no era ya una opción para Frelser.
Frelser le explicó con parsimonia que su turno terminaba, que si no quería que nadie le encontrara debía volver a cerrar su puerta, que volvería al día siguiente con su nuevo turno y que intentaría sacarle de allí. Esta vez si hubo una respuesta, Hoper asintió levemente con la cabeza, una sonrisa se esbozó en su rostro y sus ojos expresaban agradecimiento. Le dejó la botella con agua renovada, la barrita energética y cogió a Putnik con ambas manos para llevárselo, Hoper mostró una mueca de desagrado cuando le retiraban al gatito pero no opuso ninguna resistencia, salió del habitáculo y cerro la puerta tras de si dejando a Hoper dentro. Examinó el contenedor por fuera y aunque ahora era mas evidente que aquel contenedor escondía una puerta había que examinarlo muy de cerca para darse cuenta. Frelser confiaba en que nadie se acercara lo suficiente como para comprobarlo, tan solo era uno mas de los miles de contenedores que estaban allí. El único riesgo que veía era que Putnik llevara allí a cualquiera de los vigilantes de los siguientes turnos pero, hasta donde él sabía, Putnik no se acercaba a ninguno vigilante que no fuera él. Todos sabían que estaba allí pero nadie mas le hacía caso.

Encerrado de nuevo, a oscuras de nuevo, Hoper cerró los ojos. La demencia había desaparecido y su mente estaba simplemente en blanco, algunos recuerdos asomaban pero no parecía que fueran suyos. Echaba de menos el suave tacto de la piel del gatito y el calor que desprendía sobre su pecho, su único deseo, su único pensamiento,  era que volviera aquel hombre, abriera la puerta y pudiera acariciar de nuevo al gato.