martes, 13 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XV: Sueños

Soñó que estaba preso sus primeros años de juventud, que trabajaba doce horas al día en la mina y las otras doce las pasaba encerrado en una celda con una pequeña ventana por la que entraba una luz fría y mortecina de unos soles demasiado alejados, soñó que le costaba respirar aquel aire viciado, soñó que la muerte le estaba esperando cada día al despertar por la mañana. Soñó que escapaba, que hacía el viaje en un habitáculo muy reducido, que se golpeaba contra las paredes, que vomitaba con cada aceleración y en cada salto de gusano. Soñó que estaba a oscuras, sin poder hablar con nadie, sin oír nada, aislado completamente de cualquier contacto humano durante 32 días, 7 horas y 1 minuto. Soñó que perdía la cabeza y que estaba a punto de morir. Frelser se despertó envuelto en sudor y completamente angustiado, lo que había pasado aquel hombre, aquel joven, era algo horrible y nadie le aseguraba que lo vendría después sería mejor. Era todavía de madrugada pero se levantó y se sentó en un sillón raído por el paso del tiempo y comenzó a darle vueltas a cómo iba a sacar de las instalaciones al viajero.
Soñó que sus manos acariciaban aquella piel suave, que el gatito ronroneaba tumbado sobre su pecho, que salían corriendo por un campo verde y jugaban como lo harían dos cachorros. Soñó que el gato acercaba su nariz a la suya y le daba un beso de esquimal, que saltaba para subirse sobre su hombro, que le hacía cosquillas en la cara con la cola, que comía un plato de carne y le daba cachitos constantemente al gatito. Y durmió, durmió tranquilo y relajado por primera vez después de 32 días, 7 horas y 1 minuto de infierno.
En cuanto amaneció Frelser salió de casa a pasear y seguir dándole vueltas a cómo sacar al viajero de allí. Hacía frio y llovía pero a Frelser aquel tiempo le resultaba agradable, estaba deseando volver al trabajo para ver que tal se encontraba el joven pero su turno no comenzaba hasta bien entrada la tarde. Cuando abrieron las tiendas entro en un centro comercial y compró ropa. Ropa interior, pantalones, camisetas, jerseys, zapatos, ropa de abrigo… esperaba haber acertado con la talla. Era un hombre bastante alto, no parecía que nunca hubiera estado fornido pero en aquel momento era un suspiro. Calculaba que no andaría lejos del metro noventa y que pesaría unos 60 kilos, seguramente cualquier prenda que le valiera de largo le quedaría demasiado ancha pero era lo que tenía y mejor eso que nada.
Cuando Hoper despertó estaba tranquilo. Apenas recordaba nada de todo lo que había pasado, tan solo su sueño y haber tenido en realidad al gatito entre sus manos. Abrió los ojos y se encontró en la completa oscuridad aunque la puerta que ya no estaba herméticamente cerrada permitía vislumbrar que fuera del contenedor había algo de luz. Fue consciente entonces de donde se encontraba y comenzó a recordar que además de un gato había un hombre, que el hombre se había preoupado por él, que le había dicho que volvería y que procuraría sacarle de allí. Recordó también el botellín de agua y la barrita energética y se lanzó a por ella. Era de chocolate, hacía casi nueve años que no lo probaba, 3271 días sin aquel sabor, el chocolate era una de sus pasiones antes de que le encerraran, lo comía todos los días, a veces con verdadera obsesión. Bebió un sorbo de agua que estaba caliente pero que era el agua mas pura que recordaba haber bebido nunca, en el planeta prisión el agua era reciclada y durante el viaje prácticamente todo el agua que bebió provenía de su orina. Estaba en la tierra, lo había conseguido, había sobrevivido. Lloró.

Pero aquello no había acabado, tan solo había sido el comienzo, todavía tenía que escapar de las instalaciones y si lo conseguía vendría lo mas difícil, construir una nueva vida. Tremendamente debilitado como estaba hasta inclinarse para beber le resultaba dificultoso, emprender una vida le parecía sencillamente imposible. Pero sonreía ante esa posibilidad, sonriendo tal vez lo consiguiera. Ahora tenía que descansar y recuperarse un poco. Cerró los ojos y se durmió de nuevo pensando que el gatito descansaba de nuevo sobre su pecho.