Llegó la hora del cambio de turno, Hoper recibió con mala
cara tener que separarse de Putnik, a pesar de todo lo que había pasado, o tal
vez precisamente por eso, un niño habitaba aun en su interior, pero no puso
ninguna objeción.
Se dirigieron hacia la salida, por suerte solo tenía que
pasar un control. Oteando desde lejos Frelser identificó a otro guardia de
seguridad, algo más joven que él, con el que había coincidido en muchos
destinos pero con el que tampoco, como con nadie, mantenía una estrecha
relación. Simplemente eran viejos conocidos. Identificó también a un joven que
acababa de empezar y del que todos decían que no tenía madera para ese trabajo.
Por la puerta que custodiaba este último pasaría Hoper por la del viejo
conocido lo haría él mismo una vez que Hoper hubiera franqueado la salida.
Se demoraron un rato para esperar la aglomeración que se
solía dar unos 10 minutos después del cambio de turno. Hoper con su ropa nueva,
el uniforme de operario solo era por si entraba alguien al almacén levantar las
mínimas sospechas posibles, tenía otro aspecto. A pesar de su delgadez era un
hombre joven y fuerte y aquellos ojos verdes y el pelo y la barba enmarañados le
hacían bastante atractivo aunque no se pudiera decir que era un hombre guapo. Uno
mas entre cientos de personas, por ese lado no había problema. Le indicó a
Hoper en que cola debía situarse y en poco tiempo la cola dobló su tamaño.
Frelser se quedó observando con impaciencia la lentitud con la que se movía la
cola y recogió con satisfacción los primero murmullos de protesta que pronto se
convirtieron en un clamor. La cola empezó a avanzar mas rápido porque el joven
vigilante únicamente pasaba el escáner por el chip para que la puerta se
abriera, sin hacer ninguna comprobación de que la identidad se ajustaba a lo
marcado en el chip. Justamente la reacción que buscaba Frelser.
Llegó el turno de Hoper, avanzo con cara de pocos amigos,
como molesto por la espera, y extendió su brazo como de mala gana para que el
joven lo escaneara. Se encendió la lucecita verde en el escáner y sin mas
dilación el vigilante pulso el botón para de apertura de la portezuela metálica.
Hoper salió sin mirar atrás y se dirigió al punto que había acordado con
Frelser. Moverse con libertad era extraño para él, aquel lugar era extraño para
él y le costó encontrar el lugar en concreto probablemente mas por lo primero
que por lo segundo.
Frelser esperó prudentemente y cuando se dirigió la cola que
había elegido solo había 3 personas delante suyo y una mas que se puso
posteriormente detrás, su viejo conocido era mas concienzudo en el análisis de
seguridad y sin la presión de la cola se tomaba mas tiempo todavía para las
pertinentes comprobaciones. Cuando le llegó el turno a Frelser ambos se
saludaron y cruzaron unas pocas palabras cordiales. Le acercó el escáner a su
brazo que de inmediato le identificó correctamente al tiempo que una lucecita
roja parpadeaba. Frelser puso cara de sorprendido pero no le dio mas
importancia, el vigilante hizo las comprobaciones oportunas en el aparato y le
dijo que según marcaba había salido diez minutos antes de las instalaciones.
Frelser le dijo que de ser así estaría ya casi tumbado en el sofá de su casa en
calzoncillos. Ambos se rieron pero el vigilante siguió con las comprobaciones
mientras Frelser esperaba aparentemente tranquilo. Se dirigió a la persona que
estaba detrás de Frelser en la cola y tras una breve explicación le pidió que
saliera por otra puerta.
Frelser y el vigilante se dirigieron entonces a la puerta
custodiada por el joven que no sabía ni de que le estaban hablando. El
vigilante hizo las comprobaciones oportunas y en la pantalla se mostraron las imágenes
de Hoper saliendo por la puerta. Llamó a Frelser para enseñarle las imagines y
le dijo “ese eres tú”, a lo que le respondió ya nos gustaría a nosotros tener
esa edad y esa presencia. Ambos volvieron a reir. Después de darle muchas
vueltas y siendo evidente que Frelser era Frelser, el vigilante empezó a hablar
de un posible falló en el sistema. Metió la foto del hombre y le volvió a salir
la identidad de Frelser. Aquello nunca le había pasado pero tampoco tenía
sentido retener a un hombre al que conocía y del que estaba seguro de su
identidad y así se lo dijo. Frelser le contestó que no había problema que si
tenía que quedarse hasta que se resolviera el asunto no tenía ningún problema,
sus calzoncillos podían esperar. Rieron de nuevo. Tras un nuevo rato tecleando
en el ordenador dio aviso a sus superiores y se personó el jefe de seguridad,
un hombre también mayor y que les conocía a ambos. Una vez puesto al día le
dijo a Frelser que se fuera, que no había ningún problema con él y que
investigarían quién era la persona que había suplantado su identidad o qué tipo
de error se había producido en el sistema pero que tenía otros asuntos mas
importantes de los que ocuparse y aquel hombre había pasado por el arco de
seguridad sin que se le detectará absolutamente nada oculto dentro o fuera de
su cuerpo. El jefe de seguridad guardó toda la información en su vid personal se
dió la vuelta y se marchó sin despedirse. Los dos guardias se dirigieron a la
puerta y se despidieron con una ligero ademán de cabeza.
Comenzó a llover y cuando Frelser se dirigió al punto de
encuentro Hoper estaba con los brazos extendidos mirando al cielo, con sus pies
chapoteando en el primer charco que se había producido.