martes, 20 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XVIII: viejos desconocidos

Llegó la hora del cambio de turno, Hoper recibió con mala cara tener que separarse de Putnik, a pesar de todo lo que había pasado, o tal vez precisamente por eso, un niño habitaba aun en su interior, pero no puso ninguna objeción.
Se dirigieron hacia la salida, por suerte solo tenía que pasar un control. Oteando desde lejos Frelser identificó a otro guardia de seguridad, algo más joven que él, con el que había coincidido en muchos destinos pero con el que tampoco, como con nadie, mantenía una estrecha relación. Simplemente eran viejos conocidos. Identificó también a un joven que acababa de empezar y del que todos decían que no tenía madera para ese trabajo. Por la puerta que custodiaba este último pasaría Hoper por la del viejo conocido lo haría él mismo una vez que Hoper hubiera franqueado la salida.
Se demoraron un rato para esperar la aglomeración que se solía dar unos 10 minutos después del cambio de turno. Hoper con su ropa nueva, el uniforme de operario solo era por si entraba alguien al almacén levantar las mínimas sospechas posibles, tenía otro aspecto. A pesar de su delgadez era un hombre joven y fuerte y aquellos ojos verdes y el pelo y la barba enmarañados le hacían bastante atractivo aunque no se pudiera decir que era un hombre guapo. Uno mas entre cientos de personas, por ese lado no había problema. Le indicó a Hoper en que cola debía situarse y en poco tiempo la cola dobló su tamaño. Frelser se quedó observando con impaciencia la lentitud con la que se movía la cola y recogió con satisfacción los primero murmullos de protesta que pronto se convirtieron en un clamor. La cola empezó a avanzar mas rápido porque el joven vigilante únicamente pasaba el escáner por el chip para que la puerta se abriera, sin hacer ninguna comprobación de que la identidad se ajustaba a lo marcado en el chip. Justamente la reacción que buscaba Frelser.
Llegó el turno de Hoper, avanzo con cara de pocos amigos, como molesto por la espera, y extendió su brazo como de mala gana para que el joven lo escaneara. Se encendió la lucecita verde en el escáner y sin mas dilación el vigilante pulso el botón para de apertura de la portezuela metálica. Hoper salió sin mirar atrás y se dirigió al punto que había acordado con Frelser. Moverse con libertad era extraño para él, aquel lugar era extraño para él y le costó encontrar el lugar en concreto probablemente mas por lo primero que por lo segundo.
Frelser esperó prudentemente y cuando se dirigió la cola que había elegido solo había 3 personas delante suyo y una mas que se puso posteriormente detrás, su viejo conocido era mas concienzudo en el análisis de seguridad y sin la presión de la cola se tomaba mas tiempo todavía para las pertinentes comprobaciones. Cuando le llegó el turno a Frelser ambos se saludaron y cruzaron unas pocas palabras cordiales. Le acercó el escáner a su brazo que de inmediato le identificó correctamente al tiempo que una lucecita roja parpadeaba. Frelser puso cara de sorprendido pero no le dio mas importancia, el vigilante hizo las comprobaciones oportunas en el aparato y le dijo que según marcaba había salido diez minutos antes de las instalaciones. Frelser le dijo que de ser así estaría ya casi tumbado en el sofá de su casa en calzoncillos. Ambos se rieron pero el vigilante siguió con las comprobaciones mientras Frelser esperaba aparentemente tranquilo. Se dirigió a la persona que estaba detrás de Frelser en la cola y tras una breve explicación le pidió que saliera por otra puerta.
Frelser y el vigilante se dirigieron entonces a la puerta custodiada por el joven que no sabía ni de que le estaban hablando. El vigilante hizo las comprobaciones oportunas y en la pantalla se mostraron las imágenes de Hoper saliendo por la puerta. Llamó a Frelser para enseñarle las imagines y le dijo “ese eres tú”, a lo que le respondió ya nos gustaría a nosotros tener esa edad y esa presencia. Ambos volvieron a reir. Después de darle muchas vueltas y siendo evidente que Frelser era Frelser, el vigilante empezó a hablar de un posible falló en el sistema. Metió la foto del hombre y le volvió a salir la identidad de Frelser. Aquello nunca le había pasado pero tampoco tenía sentido retener a un hombre al que conocía y del que estaba seguro de su identidad y así se lo dijo. Frelser le contestó que no había problema que si tenía que quedarse hasta que se resolviera el asunto no tenía ningún problema, sus calzoncillos podían esperar. Rieron de nuevo. Tras un nuevo rato tecleando en el ordenador dio aviso a sus superiores y se personó el jefe de seguridad, un hombre también mayor y que les conocía a ambos. Una vez puesto al día le dijo a Frelser que se fuera, que no había ningún problema con él y que investigarían quién era la persona que había suplantado su identidad o qué tipo de error se había producido en el sistema pero que tenía otros asuntos mas importantes de los que ocuparse y aquel hombre había pasado por el arco de seguridad sin que se le detectará absolutamente nada oculto dentro o fuera de su cuerpo. El jefe de seguridad guardó toda la información en su vid personal se dió la vuelta y se marchó sin despedirse. Los dos guardias se dirigieron a la puerta y se despidieron con una ligero ademán de cabeza.

Comenzó a llover y cuando Frelser se dirigió al punto de encuentro Hoper estaba con los brazos extendidos mirando al cielo, con sus pies chapoteando en el primer charco que se había producido.