jueves, 15 de septiembre de 2016

Y llegó el punto final a esta historia aunque en realidad, si es que llego a hacerlo, me queda un largo trabajo por delante de corrección ortográfica, gramatical y de todos esos misterios que esconde para mi la lengua. Echo de menos infinitamente la ayuda que en ocasiones tuve en esto, no debería servir como excusa pero soy hombre de ciencia –de la cual por cierto tampoco se nada-. También tendré que corregir erratas, modificar inconsistencias del relato, probablemente quitar, añadir o cambiar frases, párrafos, tal vez capítulos enteros. Un trabajo ingente y los que saben de mi vaguería congénita se harán una idea de la pereza que me da. Aunque debería hacerlo porque la historia así no es mas que un boceto.
Un boceto de un mal cuadro. Pasa en ocasiones que haces una chapuza en casa, la miras y te sientes orgulloso de como ha quedado. Pero cuando la comparas con el resultado que deja un profesional se te quita el orgullo rápidamente. Y así es lo que escribo, una chapuza para andar por casa de la que sentirse orgulloso. 52 capítulos, 39.987 palabras –el obsesivo-compulsivo que llevo dentro está deseando añadir 13 para llegar al número exacto de 40.000- una novela, mala pero una novela. Supongo que es para estar un poquito orgulloso y si consigo terminar de darle forma y corregirlo será para estarlo mas, aunque se que no conseguiré acercarme a un resultado profesional.
El primer capítulo era tan solo un microrelato pero la historia me gustó y seguí escribiendo. Nunca he tenido muy claro hacia donde iba, a veces tenía una pequeña idea para el capítulo del día otras simplemente me ponía delante de la hoja en blanco y escribía lo que me salía, aunque en parte la historia estaba escrita ya en mi cabeza. Y lo miro y no está tan mal y mas cuando pienso que la dedicación media a cada capítulo puede haber sido de unos 45 minutos o una hora–raramente mas y muchas veces menos-.
Gracias a todas las personas que habéis leído aunque solo sea un par de líneas de la historia. Gracias por vuestras visitas. Gracias a las personas que me siguen. Gracias a todos y todas porque ponéis un sonrisa en mi rostro. Permitidme sin embargo que mi mayor sonrisa y agradecimiento los reserve para la persona que inspiró esta historia y que confío en que, aunque solo sea por curiosidad, de vez en cuando me siga visitando.
Supongo que mañana volveré con otro historia, con otra poesía, con otro cuento, con cualquier otra tontería que se me ocurra, aunque como dice mi yo real conmigo nunca se sabe. Espero seguir encontrándoos ahí.