Apenas recuerdo lo que hice ese día y los siguientes,
deambulé por la ciudad como un muerte viviente para visitar los lugares en los
que sé que ella estuvo. Con ese idea comencé mi viaje, buscando el aroma de su
sonrisa pero como otras tantas veces el mundo giró hacía un lugar que jamás
podría haber imaginado. Recuerdo esa sensación de que la vida de la ciudad
discurría a mi alrededor pero no le prestaba ninguna atención, no tenía ninguna
importancia para mi, era como si solo fuera un decorado por él que caminaba.
Hundido en mis pensamientos, en mis recuerdos, arrepintiéndome de las
decisiones que había tomado, autocompadeciéndome, llorando y sobre todo
paseando con la mente en gris, como si las escasas luces que tengo en mi cabeza
se hubieran apagado. Una sombra, una vida sin alma, un alma sin vida, un sueño
que no quieres recordar, que no quieres sea real cuando despiertas, pero lo
recuerdas y es real aunque lo niegues mil veces. No recuerdo haber enviado el mensaje a las competidoras de la corporación pero en algún momento lo hice
porque estaba en mi bandeja de enviados, no recuerdo muy bien como llegué a mi
villa, a mi casa. Cogí el avión, eso seguro, pero los recuerdos se mezclan con
otros de momentos mas felices, menos tristes, otros viajes a destinos menos
amargos.
Días duros, iguales pero diferentes a los que se sucedieron
después de perderla a ella. En aquel momento pensaba que tal vez volviera a
verla, que tal vez el enfado se pasara y volviera a escribirme pero sabía que
no sería así, la había perdido para siempre. Sin embargo mi corazón seguía guardando una esperanza. De Ram ya solo me quedarían recuerdos.
A pesar de no poder apartar de mi esta tristeza, poco a poco
fui saliendo de esa negrura en la que me encontraba y siendo consciente de que
el mundo seguía girando. Los Roes aparecían en los medios denunciando lo
sucedido, las autoridades de algunos países persiguieron a los responsables de
lo sucedido, algunos terminaron condenados por lo que sucedió pero la mayoría
escaparon de cumplir su condena. Así era el mundo, un mundo en el que el que tiene
dinero y poder puede hacer cualquier cosa sin consecuencias. Sus cuentas de
resultados sin embargo si se vieron afectadas. Las competidoras no reaccionaron
como yo esperaba, la muerta de la doctora Roes no les importaba, sin embargo
sacaron todo tipo de informes sobre la peligrosidad de los productos de la
corporación y especialmente su producto estrella, los ciberbogs. Durante unos
pocos meses los medios afines se hicieron eco de todo, de lo que tenía que ver
con la doctora y con los productos de la corporación, lo que hizo que esta
perdiera su posición preminente en el mercado. Volaron cabezas de directivos y
directivas pero los mas poderosos, los auténticos responsables siguieron allí y
su castigo fue tan solo verse sobrepasados por otros y tener que aguantar las
chanzas de estos en las fiestas y acontecimientos de pompa y boato en los que
se encontraban.
Los cielos estaban completamente cubiertos de varios estratos
de nubes grises casi negras, el viento azotaba con fuerza y llovía con
intensidad. Saqué mi vid del bolsillo para leer el último mensaje que me envío
Ram cuando yo aun estaba camino de las instalaciones. No lo vi hasta después de
su muerte y hasta este momento no había tenido fuerzas para leerlo, esperaba
una despedida y en cierto modo lo era. El mensaje tan solo contenía un billete
para coger un transbordador espacial que me llevara al espaciopuerto orbital, un billete y los
medios necesarios para que pudiera pasar lo que me quedaba de vida visitando y
viviendo en esas nuevas colonias que el ser humano había construido y estaba
construyendo tan lejos de aquí, de esta tierra en la que para mi la vida se
había agotado. Un sueño de que había mantenido vivo desde la infancia.
Me fui al mar, a un lugar que descubrí con ella, a aquel
acantilado encima de una bahía, uno de tantos lugares donde tan feliz fui disfrutando
de su compañía, un lugar solitario especialmente en días tan desapacibles como
aquel. Me senté sobre el asiento de tierra donde nos pasamos horas charlando
bajo el sol mientras contemplábamos el mar. Sin pensar en nada, tan solo
sintiendo el viento, la lluvia y el frio en mi cara, con la mirada perdida en
las olas que rompían con fuerza, en la inmensidad del océano. En ese océano en
el que me había perdido y no sabía hacia donde tirar. Cogí el bioprocesador y la
célula de energía y las enterré debajo del banco de tierra. La placa con el
número de Ram la facturaría a la dirección de ella adjuntando la foto que en su
día me envío dónde salían juntos.
Calado y muerto de frio volví a casa, no cogería ese
transbordador, intentaría volver a mi vida aunque fuera una vida vacía, pero
esa vida sería mi entretenimiento mientras esperaba. No podía irme, ella estaba
aquí y yo estaría donde ella estuviera aunque sabía que nunca mas querría verme.
La hice una promesa, la esperaría siempre, estaría cuando ella me necesitara
para lo que fuera, aunque no quisiera mis besos y mis abrazos siempre tendría
siempre mis sonrisas. Y esa promesa la cumpliría.
Siempre quise viajar a otros mundos pero descubrí que tan
solo era un ansia de encontrar lo que en este me faltaba. Por unos cortos pero
intensos instantes de mi vida viví en el mundo perfecto, ese mundo ahora estaba
más alejado que cualquier otra galaxia. Muchos mundos hay fuera de este
planeta, muchísimos mas hay dentro de este pero ya no quiero conocer ningún
otro por muy maravilloso que sea. Tal vez el mundo vuelva a girar y me encuentre
de nuevo en ese mundo tan feliz donde hasta los peores momentos son bellos. Se
que es imposible, que ya está todo perdido pero cada día me levantaré con esa
ingenua esperanza de encontrarme por casualidad con su sonrisa. El camino sigue
y una vida me está esperando pero en esa vida siempre habrá sitio para ella.
De una sonrisa nació el amor que nos hizo humanos.