martes, 20 de septiembre de 2016

CCPR-Memorias de Ram II: Albedrío

Ciberbog clase uno, número de serie 3271, el culmen de la biotecnología de la época. Pocos mas como él se fabricarían, pronto llegó la clase dos, la tres… la ciencia cada vez avanzaba mas rápido, especialmente la bioingeniería. Los descubrimientos de la doctora Roes, sus teorías, estaban mucho mas adelantadas de lo que la tecnología del momento permitía construir, pero no tardó en ponerse a la altura. Miles de investigadores se lanzaron a trabajar en ese campo y el desarrollo fue exponencial, al igual que a finales del siglo XX sucedió con la electrónica.
3270 ciberbog habían salido de las instalaciones, tan solo uno había dado un error en el proceso de activación, un error funcional en la servomovilidad. El bioingeniero reinicio completamente la unidad en dos ocasiones y el problema no se solucionó, probablemente se debía a algún pequeño error en los sensores o un poco probable defecto de fabricación. Consulto con sus jefes, que le dijeron que si el error en servomovilidad era inferior a un 3% entraba dentro de los márgenes de tolerancia establecidos y que no merecía la pena devolverlo al proceso de producción y repasarlo, si el cliente reclamaba lo meterían dentro del seguro que llevaba la garantía del producto. El bioingeniero, en contra de su propio criterio, comenzó de nuevo la activación y llegado al punto crítico de la servomoviladad pulsó ignorar, los resultados de los demás sistemas fueron correctos y nunca mas volvió a tener noticia de aquel ciberbog.
Cuando encontró ese error en Ram volvió a pensar en consultar, aunque era un pequeño error, dentro de los márgenes de tolerancia, se encontraba en un sistema infinitamente mas sensible. No lo hizo, había tenido muchos problemas a raíz de aquella consulta, había puesto muchas objeciones al posicionamiento de sus jefes y a partir de ese momento estos pusieron sus ojos sobre él. Su deseo era despedirle, si no lo hicieron fue porque perderían el control sobre la información que el guardaba, pero sus días en la corporación se hicieron tremendamente difíciles. No quería mas complicaciones bastante tenía ya con una vida en la que parecía que nada terminaba de salir bien. Volvió a pulsar ignorar y tampoco volvió a tener noticias de ese ciberbog, aquel error no se manifestó hasta años después de su propia muerte. 3271, Ram, estaba activo.


Ram, lo recordaba todo, cuando necesitaba una información del pasado no tenía problemas en encontrarla, sin embargo no le asaltaban los recuerdos porque si como nos sucede a los humanos. No recordaba nada que no necesitará recordar, la información estaba ahí, completamente accesible, pero nada mas, en realidad no eran recuerdos, en realidad solo era información acumulada. Todo cambió el día que se encontró con su sonrisa. Después de aquel encuentro, el recuerdo de lo que se sucedió, el recuerdo de su conversación y sobre todo el recuerdo de su sonrisa llegaban a sus bioprocesadores como por voluntad propia, apartándole incluso de las tareas rutinarias a las que estaba encomendado. Su capacidad de computación era muy alta pero aquellos recuerdos a veces llegaban incluso a colapsar sus biocircuitería. Hasta entonces hubiera podido hacer un relato objetivo segundo a segundo de su vida si alguien se lo hubiera pedido, desde aquel día sin embargo la subjetividad había llegado a su ser y los recuerdos se veían afectados por una especie de nebulosa que no entendía porque nunca la había vivido. Empezaba a entender los acontecimientos en tanto en cuanto le afectaban a si mismo. No sucedió abruptamente, no fue de un día para otro, se necesitaron meses pero aquel encuentro fue el detonante. Y no solo fueron los recuerdos, sino que empezaba a actuar por voluntad propia y no por la actividad para la que estaba programado. Los ciberbogs contaban con cierto albedrío en sus decisiones para responder a la tarea, pero aquello era mucho mas, se salía de sus tareas y procesaba información sobre sus propios intereses. Por eso busco en la red información sobre ella, por eso supo que él la conocía, por eso cuando vino habló con él, por eso estuvo siempre a su lado cuando le necesitaba.