Llegué a la ciudad ansioso por reencontrarme con Ram, había
elaborado un sencillo plan para liberarle que me llevaría como máximo un par de
días organizar, alquilar un magnetocargo y encargar una placa con un número de
identificación diferente para Ram era todo lo que necesitaba, dónde iríamos
luego no lo tenía decidido pero había oído hablar de un lugar perdido en las
montañas bajo nieves perpetuas donde apenas habitaba nadie. Lo hablaría con él,
me parecía un buen sitio para retirarse al menos temporalmente, hasta que viéramos
como se desarrollaban los acontecimientos, pero habría que pensar en otro
destino mas adelante porque Ram, como ser vivo que era, necesitaba contacto
humano. Sabía además que él quería venir en algún momento a mi villa, para
conocer el sitio donde vivía yo pero también porque quería tener la posibilidad
de encontrarse con ella.
Salí del tren gravitatorio y monté en el Tubo, no era la idea
que tenía pero esa ansiedad de volver a ver a Ram y hablar con él, junto a la
coincidencia de que el primer tren que pasaba iba en dirección a las
instalaciones hizo que no pudiera aguantar las ganas y me dirigiera hacia allí.
A penas retrasaría unas horas el plan y creo que ambos necesitábamos vernos, yo
lo necesitaba.
Esta vez entré en las instalaciones con la confianza de aquel
que se sabe totalmente protegido. Elegí el mismo camino que la primera vez que
entré, pasé por delante del los ciberbogs que guardaban la puerta, bajé a los
pisos mas bajos del centro comercial, y atravesando el sex shop llegue a aquél
laberinto de salas y pasillos construido bajo tierra. Todas las puertas se
abrían nada mas acercar mi mano, la gente que me cruzaba por los pasillos
apenas me miraba y a nadie le extrañaba verme allí. Que diferencia con la
primera vez en la que todo me daba miedo. En la vida esto suelo pasar,
anticipamos miedos en las cosas nuevas, en los cambios en nuestra vida, en todo
lo que hace que salgamos de nuestra zona de confort y habitualmente sufrimos
mas con lo que prevemos que con lo que realmente termina sucediendo. Soy de los
que piensa que un exceso de confianza puede hacerte cometer errores y está bien
que nuestros miedos nos moderen lo que no deberían hacer nunca es paralizarnos,
los problemas que nos encontremos los iremos resolviendo, anticiparlos solo
está bien para estar mejor preparados cuando lleguen.
La última puerta no se abrió, intenté comunicarme con Ram y
no pude. Los nervios se apoderaron de mi. Intentaba comunicarme todo el rato
con él, pero no lo conseguía, aquello me recordó alguna situación parecida que
había vivido con ella pero no era el momento de pesar en ella. Esperé
impaciente –así la esperaba también a ella- hasta que vi que la puerta se abría
y salían dos personas trajeadas con una bata blanca por encima. Ardía en deseos
de enviar el mensaje a la competencia y que todos pagaran por lo que estaban
haciendo pero no lo haría hasta poner a salvo a Ram.
Con mas prudencia que antes puse mi mano sobre la cerradura y
esta vez la puerta si que se abrió. Allí estaba Ram, sobre aquella enorme
camilla, enchufado a miles de aparatos. En su rostro metálico era imposible
percibir una sonrisa pero la sentí, la mía llenaba toda mi cara. Me acerqué y
empezamos a hablar. Estaba tremendamente débil. Le pregunte que qué le habían
hecho, su contestación fue que miles de pruebas y experimentos pero que no
tenía nada que ver con las pruebas. No sabía lo que le pasaba sentía que sus
circuitos no funcionaban, que nada en su interior iba como tenía que ir, que
cada vez que hablaba conmigo se iba debilitando, que cada vez que pensaba en
ella se iba consumiendo, que cuanto mas humano se sentía menos energía llegaba
a sus circuitos y mas sufría. No, su enorme y poderoso cuerpo, su biotecnología
no estaba preparada para albergar sentimientos. Los sentimientos lo estaban
destruyendo, lo estaban matando. Acercó su enorme mano a mi cara y me dijo,
dile que la quiero. Lo último que dijo fue su nombre y los dos puntos de luz
roja que eran sus ojos se apagaron. Lo zarandeé, lo moví, desenchufé todos los
aparatos pero no sucedió nada, su rostro siguió sin vida. Había muerto.
Me abracé a él, no podía dejar de llorar desconsoladamente.
Lo negaba, esperaba que esos ojos volvieran a iluminarse, no dejaba de mirarlos
pero no sucedía nada. Enchufé uno de los aparatos que me parecía que medía los biorritmos,
nada, un línea completamente plana. No dejaba de llorar lo había perdido, había
muerto, sus sentimientos habían acabado con él. Era injusto, la mejor persona
que había conocido y cuando podía empezar a vivir había muerto. Siempre el
servicio de todos y su muerte le había llegado sin haber vivido. Eso si, conoció
el amor, lo mas grande que puede sentir una persona y murió enamorado. El amor
le dio la vida, el amor le trajo la muerte.
Desatornille su placa identificativa y la guardé en el bolsillo,
junto a mi pelotita naranja. Entonces me fije en su puño cerrado en el que se
entreveía el pañuelo de seda y apreté yo también la pelotita naranja. Quería
llevarme el cuerpo pero no se me ocurría como sacar de allí esa mole. Abrí su cabeza
y extraje el bioprocesador mas grande que ví, abrí su pecho y saqué una célula
de energía, su alma sin embargo no sabía como llevármela. Su alma seguramente
estuviera ya viviendo con ella.
Abatido, llorando, arrastrando los pies salí de aquel
laboratorio dejándole atrás. Salí de las instalaciones y me derrumbé debajo de
un puente, en un prado, a la orilla de un rio de aguas cristalinas salpicadas
por la lluvia que comenzaba a caer. Solo, desesperado, sin saber qué hacer, ni
a donde ir. No pude salvarle, me preocupe antes de otras cosas, de resolver
otros problemas, el nunca me pidió nada y yo no supe ver sus necesidades. Así
de ciego estoy para las personas que me quieren. Soy un ser egoísta que solo me
preocupo por mi mismo, por mis sentimientos y por mis necesidades, por eso perdí
a Ram, por eso la perdí a ella.
El oxigeno nos da la vida, el oxigeno es, si no ocurre una
desgracia, lo que nos mata.