jueves, 8 de septiembre de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XLVIII Amigos

El faro tenía una vivienda que en tiempos pretéritos ocupaba el farero y que en épocas más recientes se había dedicado al turismo. Aun así todo en la casa, aunque estaba en perfecto estado de conservación, tenía ese aspecto ajado y esa pátina que tienen los muebles con el paso del tiempo. Nos sentamos en unos viejos sofás cubiertos de polvo y comenzamos a hablar. Compartimos nuestras historias, la mía se la había resumido Ram en el ebook pero tenían muchas preguntas que querían resolver y que fui contestando punto por punto intentado ser los mas claro posible en mis respuestas aunque algunas, sobre todo las que tenían que ver con mis motivaciones, las tenía poco claras. Mis motivaciones son muchas veces algo demasiado oculto hasta para mi mismo, todavía no se porque empecé a hablar con ella, todavía no se lo que buscaba, a que respondía que quisiera hablar con una desconocida de la que no sabía nada. El caso es que lo hice y fue lo mas maravilloso que me ha pasado en la vida. A veces tenemos miedos que nos frenan, tenemos dudas que impiden que nos enfrentemos a nuevas realidades. Vivimos en una zona de confort de la que no queremos salirnos, siempre se pasa mal saliendo, a veces merece la pena y otras no, pero así es la vida. Y no hablo del amor, o al menos no únicamente, hablo de la vida en general, del trabajo, de los amigos, de un viaje… La vida es un cúmulo de experiencias y a veces por esa seguridad que nos da la conocido perdemos oportunidades que nos hubieran hecho mas felices. Soy de esas personas que sobrevaloro la seguridad y me cuesta horrores salir de mi zona de confort a pesar de que la experiencia me dice que las pocas veces que he arriesgado siempre he obtenido algo, aunque tan solo sea aprendizajes.
Su historia se resumía fácilmente, tras la muerte de la doctora Roes y viendo que contaban con elementos que les hacían sospechar que no había sido natural y, seguramente, con los recursos y contactos suficientes para demostrarlo y que los culpables pagaran de alguna manera por ello les habían hecho desaparecer. Habían pasado por diferentes ubicaciones hasta que finalmente les trasladaron a ese velero donde realmente tenían de todo menos libertad y contacto humano. Confirmé que Hali eran ambos hermanos y les tuve que poner al día de que su publicación apenas sobrevivió unos instantes en la red, instantes en los que casualmente yo me encontré con ella.
Tenían muy claro lo que querían hacer, querían ir al país de origen de su familia y desde allí organizarían todo para que la verdad saliera a la luz y los culpables fueran perseguidos. En el peor de los casos su aspiración era que la corporación viera afectados sus intereses comerciales, si no podías encarcelar a los culpables tocarles el bolsillo les dolería tanto o mas. Les enseñe el informe que había preparado Ram y que teníamos idea de enviar a sus competidores. Dieron palmas de alegría y nos felicitaron por tan exhaustiva información –en realidad el mérito era únicamente de Ram-.
El plan quedo claro, Ram nos ayudaría a salir subrepticiamente del país. Ellos volvería a la que fue la casa de los padres de la doctora y se organizarían para aparecer en los medios de comunicación contando la historia y entregar el informe a las autoridades competentes que no tenían comprada la corporación. Por mi parte haría llegar el mismo informe a sus competidores.
Nada más se habló. Salí del faro y me dirigí a la lancha para devolverla. Me quedaba un tercer día y tentado estuve de pasar la noche en alta mar, pero mi deseo –y su necesidad- era estar con ellos hasta que pudieran salir de allí y ser libres. Yo no tenía la sensación de que no sería libre del todo nunca, era totalmente prescindible y nadie se preocuparía por mi si algo me pasara, nadie excepto Ram, mi seguridad seguía en riesgo. Pero también lo estaba la seguridad de Ram y aunque en el faro no se habló nada yo tenía mi propio plan para ir a liberarle.
Devolví la lancha y di un largo paseo por toda la costa de Ciudad Mees para llegar al faro. Mucho tiempo hace que no la veía, mucho tiempo sin saber nada de ella pero la seguía queriendo con la misma intensidad que cuando, en lo alto de un monte de mi ciudad, cerca de un vetusto funicular que otro hora usaban las clases mas pobres para subir allí y tener un momento de respiro, ella me abrazo para decirme que me quería pero que había elegido seguir con su vida y que quería que fuéramos tan solo amigos. No hicieron falta palabras, lo entendí  todo, pero yo seguía suspirando por sus besos. Pasaron los meses y volvió a besarme y aquellos besos acabaron con todo. La quería demasiado para ser solo su amigo, podría intentarlo pero siempre querría mas, se lo dije alguna vez pero terminó sucediendo. Me entristece haber sido tan egoísta pero lo que sentía era del todo incontrolable para una persona que nunca había vivido el amor.

Cuando llegué al faro, hablé durante largas horas con Haro. Aquella joven me recordaba terriblemente a ella.