miércoles, 21 de septiembre de 2016

CCPR-Memorias de Ram III: Y conoció su sonrisa

Mediaba el otoño pero en aquella ciudad casi siempre hacía frio. En las instalaciones se aglomeraba la gente pero todo estaba tranquilo. Lejos quedaban ya aquellos tiempos en los que Ram había recorrido el mundo y actuado en zonas de conflicto o peligrosas. Nunca había usado la violencia, siempre había interpretado sus órdenes de la manera mas respetuosa posible con la vida del ser humano, tal vez esas fueran las primeras señales de que era diferente, de que dentro de si había un ser con sentimientos y voluntad propia. Su memoria perfecta podía descargar cada segundo de su actividad pero hasta aquel día nunca recordó.
Cientos de personas estaban a su alrededor cuando ella apareció con su tres cuartos verde, con un choto adornado con piel de pelo largo. La identificó igual que había hecho con los millones de personas que habían pasado por aquel destino que para  un ser humano se hubiera podido denominar retiro dorado y que sin embargo para Ram solo era otro trabajo más. En un nanosegundo la había clasificado como no potencialmente peligros y sin embargo los dos puntos rojos que eran sus ojos se clavaron un instante que se alargó casi un minuto en aquella sonrisa. Siguió identificando personas, el fluir constante de la gente hacía que tuviera que dedicarse constantemente a esa tarea. Raramente clasificaban a algún visitante como potencialmente peligroso y cuando lo hacían simplemente lo vigilaban con mas intensidad hasta que abandonaba las instalaciones. En contadas ocasiones habían detenido a algún raterillo que intentaba robar algún producto para venderlo en el mercado negro. Cuando se producían estas detenciones normalmente se trataba de personas que malvivían en las calles de la ciudad sin otro medio de vida que lo que sacaban de los contenedores de basura. Ram los detenía como era su deber, así estaba programado, pero por alguna razón, de alguna manera, no se sentía cómodo haciéndolo, su humanidad ya se estaba manifestando.
Ella se colocó a su lado y se sacó el gorro de lana naranja que llevaba para hacerse una foto junto a él. Estaba acostumbrado, millones de personas, cientos de millones, se habían sacado instantáneas junto a él. Había miles de ciberbogs en el mundo pero tan solo en aquellas instalaciones era posible sacarse una foto con uno y esa era una de las atracciones de las instalaciones. Al principio aquello le ponía en alerta pero enseguida aprendió a ignorar todas aquellas fotos y a las personas que se las sacaban. Sin embargo no pudo dejar de volver a fijarse en ella, en aquella sonrisa, pero también en unos ojos marrones que le miraron con dulzura, como si fuera algo más que una máquina. Un impulso extraño recorrió su enorme cuerpo biorobótico, jamás había sentido algo así. Mientras la miraba volvió a repasar toda la información que en la red había de ella para intentar entender lo que estaba sucediendo. Una vida normal de una mujer normal, nada extraño ni relevante pero no podía dejar de mirarla.
Entró en el interior del centro comercial y él volvió a su actividad habitual pero de cuando en cuando imágenes de ella asaltaban sus bioprocesadores. Aquello era muy extraño, jamás le había sucedido nada así, cuando cerraran las instalaciones informaría de ese mal funcionamiento.

Unos niños jugueteaban a su alrededor con un plato de comida asiática con muchas salsas en las manos, uno de ellos se tropezó y vertió todo el contenido sobre las piernas Ram. El no le dió ninguna importancia, cosas como aquellas sucedían habitualmente y el simplemente mantenía su habitual compostura. Pero en ese mismo instante ella salía del centro comercial y lo vio todo. Se acerco a los niños y con una preciosa y dulce voz habló con los niños y le explicó en que se habían equivocado, e incluso les invitó a pedir disculpas a Ram. Los niños no la hicieron mucho caso y salieron corriendo. Entonces fue ella la que se acercó a el y le dijo que lo sentía y quitándose su pañuelo de seda limpió los restos que ensuciaban las piernas de Ram y después de hacerlo se marchó despidiéndose con una sonrisa. Oleadas de impulsos extraños volvieron a recorrer su cuerpo. Jamás olvidaría ya a esa persona que le había tratado como un ser humanos, jamás olvidaría ya esa mirada, esa voz y ya siempre viviría con esta sonrisa marcada en lo más profundo de sus bioprocesadores. Ram no lo entendió en aquel momento, no llegó a entenderlo nunca del todo pero aquella sonrisa le despertó a la vida, aquella sonrisa le convirtió en humano.