Mediaba el otoño pero en aquella ciudad casi siempre hacía
frio. En las instalaciones se aglomeraba la gente pero todo estaba tranquilo.
Lejos quedaban ya aquellos tiempos en los que Ram había recorrido el mundo y
actuado en zonas de conflicto o peligrosas. Nunca había usado la violencia,
siempre había interpretado sus órdenes de la manera mas respetuosa posible con
la vida del ser humano, tal vez esas fueran las primeras señales de que era
diferente, de que dentro de si había un ser con sentimientos y voluntad propia.
Su memoria perfecta podía descargar cada segundo de su actividad pero hasta
aquel día nunca recordó.
Cientos de personas estaban a su alrededor cuando ella
apareció con su tres cuartos verde, con un choto adornado con piel de pelo
largo. La identificó igual que había hecho con los millones de personas que
habían pasado por aquel destino que para
un ser humano se hubiera podido denominar retiro dorado y que sin
embargo para Ram solo era otro trabajo más. En un nanosegundo la había
clasificado como no potencialmente peligros y sin embargo los dos puntos rojos
que eran sus ojos se clavaron un instante que se alargó casi un minuto en
aquella sonrisa. Siguió identificando personas, el fluir constante de la gente
hacía que tuviera que dedicarse constantemente a esa tarea. Raramente
clasificaban a algún visitante como potencialmente peligroso y cuando lo hacían
simplemente lo vigilaban con mas intensidad hasta que abandonaba las
instalaciones. En contadas ocasiones habían detenido a algún raterillo que
intentaba robar algún producto para venderlo en el mercado negro. Cuando se
producían estas detenciones normalmente se trataba de personas que malvivían en
las calles de la ciudad sin otro medio de vida que lo que sacaban de los
contenedores de basura. Ram los detenía como era su deber, así estaba programado,
pero por alguna razón, de alguna manera, no se sentía cómodo haciéndolo, su
humanidad ya se estaba manifestando.
Ella se colocó a su lado y se sacó el gorro de lana naranja que
llevaba para hacerse una foto junto a él. Estaba acostumbrado, millones de
personas, cientos de millones, se habían sacado instantáneas junto a él. Había
miles de ciberbogs en el mundo pero tan solo en aquellas instalaciones era
posible sacarse una foto con uno y esa era una de las atracciones de las
instalaciones. Al principio aquello le ponía en alerta pero enseguida aprendió
a ignorar todas aquellas fotos y a las personas que se las sacaban. Sin embargo
no pudo dejar de volver a fijarse en ella, en aquella sonrisa, pero también en
unos ojos marrones que le miraron con dulzura, como si fuera algo más que una
máquina. Un impulso extraño recorrió su enorme cuerpo biorobótico, jamás había
sentido algo así. Mientras la miraba volvió a repasar toda la información que
en la red había de ella para intentar entender lo que estaba sucediendo. Una
vida normal de una mujer normal, nada extraño ni relevante pero no podía dejar
de mirarla.
Entró en el interior del centro comercial y él volvió a su
actividad habitual pero de cuando en cuando imágenes de ella asaltaban sus
bioprocesadores. Aquello era muy extraño, jamás le había sucedido nada así,
cuando cerraran las instalaciones informaría de ese mal funcionamiento.
Unos niños jugueteaban a su alrededor con un plato de comida asiática
con muchas salsas en las manos, uno de ellos se tropezó y vertió todo el contenido
sobre las piernas Ram. El no le dió ninguna importancia, cosas como aquellas
sucedían habitualmente y el simplemente mantenía su habitual compostura. Pero
en ese mismo instante ella salía del centro comercial y lo vio todo. Se acerco
a los niños y con una preciosa y dulce voz habló con los niños y le explicó en
que se habían equivocado, e incluso les invitó a pedir disculpas a Ram. Los
niños no la hicieron mucho caso y salieron corriendo. Entonces fue ella la que
se acercó a el y le dijo que lo sentía y quitándose su pañuelo de seda limpió
los restos que ensuciaban las piernas de Ram y después de hacerlo se marchó despidiéndose
con una sonrisa. Oleadas de impulsos extraños volvieron a recorrer su cuerpo.
Jamás olvidaría ya a esa persona que le había tratado como un ser humanos,
jamás olvidaría ya esa mirada, esa voz y ya siempre viviría con esta sonrisa
marcada en lo más profundo de sus bioprocesadores. Ram no lo entendió en aquel
momento, no llegó a entenderlo nunca del todo pero aquella sonrisa le despertó
a la vida, aquella sonrisa le convirtió en humano.