A las doce de la noche estaba posicionado en un punto en el
que veía a lo lejos las luces del velero. Ram había enviado un nuevo mensaje al
ebook en el que emplazaba a los Roes a salir a cubierta dos horas después de
que las luces se hubieran apagado. Entendíamos que en dos horas los vigilantes
habrían entrado en un sueño profundo y sería relativamente fácil montarles en
la la lancha rápida y escapar. Al fin y al cabo nadie sospecha que pudiera
haber un rescate, ni tan siquiera nadie podía imaginar que alguien conociera el
paradero de los Roes.
Las luces no se apagaron hasta pasados unos minutos de las
dos de la mañana. Con las luces de la lancha también apagadas y una gruesa capa
de nubes cubriendo el cielo la oscuridad era practicamente total. Sin
conocimientos sobre navegación me hubiera perdido si no fuera porque Ram fue indicándome
la posición a la que debía dirigirme. Pasadas las tres y media estaba a una
distancia que me permitía al menos intuir el barco. Pude ver como se apaga y se
encendía la luz de un camarote y me dio un vuelco el corazón pero en la media
hora siguiente no sucedió nada más. A las cuatro acerqué la lancha al velero y
minutos mas tarde en un silencio sepulcral salieron los Roes a la bañera de
popa. La lancha estaba situada a escasos centímetros pero sin llegar a tocar el
velero, mi corazón latía con fuerza, temía que una ola moviera los barcos y
chocaran alertando a los vigilantes y echando por tierra aquel plan que en ese
momento me parecía totalmente estúpido y lleno de riesgos, pero a veces los
planes mas sencillos son los que mejor salen y en apenas unos segundos estábamos
huyendo de allí a toda velocidad. Nadie hablaba, permanecimos en silencio y sin
apenas movernos mucho tiempo por el temor de que algo pudiera salir mal.
Pasó mas de una hora y muchas millas náuticas hasta que
me atreví a encender las luces de la lancha. El señor Roes se presentó, me dio
la mano y me agradeció lo que por el estábamos haciendo. Lo mismo hizo Lima, el
hijo de la doctora. Haro, su hija, me abrazó. Se parecía tanto a su madre, se
parecía tanto a ella. Sentí como si fuera ella la que volvía a abrazarme. Mi
cuerpo se estremeció y las lágrimas brotaron por mis ojos. Aquellos abrazos
cálidos. Cuando nos abrazábamos a veces sentía que necesitaba mi protección,
otras veces era al revés y me sentía totalmente protegido, otras simplemente un
bienestar y una felicidad completas. Sus abrazos siempre se me hacían demasiado
cortos aunque estuviéramos durante minutos abrazados. Echo de menos todo de
ella, absolutamente todo, pero su sonrisa, sus abrazos y esos besos en los que
simplemente rozaba con sus labios mi mejilla sin duda están en los primeros
puestos de la lista. Su mirada, su voz, hablar con ella, su conversación -a la
que no desatendía ni una palabra-, tocar su pelo, mirarla, su risa, su punto
perverso cuando me tropezaba a resbalaba, su manera de caminar perfecta, sus
hombros, sus caderas, su cintura, sus periodos de ausencia, sus manías, sus
manos… todo. Todo lo echo de menos, realmente la amaba tal y como era, aunque
algunas pocas cosas de su manera de ser no me gustaban, no la hubiera cambiado
nada, la quería tal y como era porque con sus virtudes y sus defectos para mi
era el ser perfecto. Nunca he conectado con alguien de esa manera y me temo que
nunca volveré a hacerlo y menos aun porque por un lado no quiero y por otro me
aterraría. No hay peligro, puedo conocer a miles de personas en el futuro pero
tengo la completa seguridad de que no volveré a conectar con nadie como lo hice
con ella.
Ram y yo habíamos planeado llevar la lancha hasta un pequeño
puerto deportivo muy alejado del lugar donde la habíamos alquilado. Llegamos
siendo de noche todavía y descendimos al pantalán iluminados por la luz
mortecina de unos focos cubiertos por el salitre. Los Roes me habían preguntado
varias veces a dónde íbamos, no tenía respuesta para eso pero al bajar Ram me dio
las indicaciones pertinentes para acercarnos a un faro cercano donde podríamos
descansar y decidir los pasos a dar. Puse la mano sobre la cerradura de huella de
la puerta del faro y se abrió de inmediato.