miércoles, 28 de septiembre de 2016

CCPR-Memorias de Ram VI: Ella

Y él acudió a la cita, puntual como lo era siempre, con aquellos ojos inocentes cuyo brilló se apagó para siempre al perderla. Ram quería saber de ella pero también quería escuchar la historia de él. Y el habló, habló sin parar, tenía una necesidad enorme de hablar, de contar esa historia que le había hecho tan feliz pero que había terminado de la peor manera posible. Y le habló, le habló de ella, de aquella persona tan introvertida, de una persona que llevaba siempre un escudo para protegerse porque la vida le había deparado duros momentos. De una persona de aspecto duro pero tan blanda por dentro que en cuanto la tocabas se deshacía, en ocasiones de la peor manera posible, explotando. Una persona que vivía con miedo a vivir pero que cuando realmente quería algo no tenía miedo a nada. Una persona con instinto para proteger y ayudar a los demás pero que no quería meterse en la vida de nadie porque no quería que nadie se metiera en la suya. Un mujer con muchas fobias, algunas justificadas, otras injustificables pero que así las sentía porque nadie le había hecho sentir de otra manera. Un bello ser humano, una buena persona. Una mujer inteligente, con la que podías hablar horas y horas de cualquier cosa y el tiempo se quedaba siempre corto. Una mujer que no demostraba afectos pero que cuando lo hacía sentías el inmenso calor que te ofrecía. Una mujer bella también por fuera, con una estética que parecía casual pero que era buscada porque necesitaba verse bien por fuera aunque nunca se viera así, y era bella, muy bella. Una mujer que nunca se valoraba a si misma lo suficiente, porque solo la perfección era suficiente para ella, una mujer con complejos físicos incomprensibles para alguien que la miraba porque todo en ella era bello, muy bello. Una mujer que siempre sonreía al verle y que su sonrisa iluminaba su vida, una mujer que contaba los abrazos y los besos pero cuando los daba no existía otra cosa en el mundo. Una mujer que le hizo la persona mas feliz del mundo, que le hizo sentirse el hombre mas afortunado. Una mujer que perdía su mirada en el horizonte y se ausentaba del mundo y se convertía a sus ojos en él ser mas bello del universo. Una mujer con muchas cosas que aprender, como las tenemos todos, y muchas cosas que desaprender, como todos las tenemos,  para sacar el inmenso y perfecto ser que llevaba dentro.
Si, le habló de ella, de sus defectos y sus virtudes, de su manera de ser, de su manera de sentir –o al menos como la veía él-, de su manera de pensar que a veces era diferente de lo que expresaba y le habló siempre con amor, con comprensión, incluso en los peores momentos. Y Ram la amó mas aun de lo que lo hacía. Y deseó rodearla con sus brazos para protegerla de todas esas amenazas que ella sentía aunque en ocasiones no fueran reales, dese que pudiera liberarse de esas cadenas que la ataban, del peso de la experiencia de su vida y se convirtiera en un ser libre, un ser que ofreciera al mundo lo que era y no lo que quería que se viera de ella. Él también lo quiso, incluso con él lo fue en ocasiones. Recordaba como al principio le decía que era una borde y el no lo veía por ninguna parte, hablando con un desconocido que nunca llegaría a conocer bajó sus escudos y cuando finalmente se conocieron los escudos seguían bajados y él, desbordado por su amor, consiguió poco a poco que volviera a subirlos y se encontró con aquella realidad de la que le había advertido desde el primer momento, se encontró con aquella mujer que decía ser borde. Y finalmente se encontró también con aquella mujer que cuando no quería a alguien en su vida le sacaba de ella sin mirar atrás. Pero miraba, él sabía que en otros casos había mirado, en el suyo también lo haría pero él no volvió a tener sitio en su vida, igual que otras personas lo perdieron antes para siempre.
Y le contó una bella historia de amor, una historia sencilla, una historia de dos personas que se encuentran y parecen que están hechas la una para la otra, una historia de dificultades pero sobre todo de bellos momentos, de los mejores momentos de su vida según el decía. Y aquellos ojos tristes se iluminaban al contarla, se iluminaban al hablar de ella y se llenaban de lágrimas por cada vez que sabía que la había hecho daño y se volvían negros, sombríos, al decir que la había perdido para siempre.
No, no era una historia de película, era una historia sencilla, como lo eran ambos, sencillos y complicados. Una historia que surgió a pesar de las dificultades, una historia que surgió a pesar de los errores de ambos, una historia de momentos perfectos, de días perfectos y de tristes despedidas, una historia que ni cuando eran felices pudo ser feliz del todo.
Necesitaba hablar, necesitaba gritar al mundo que la amaba con locura, que la seguía amando y que cada día sin ella era un día triste, un día perdido sin vida. En sus circunstancias no pudo contárselo a nadie de confianza, no pudo pedir consejo a nadie y sobre todo no pudo decir lo feliz que estaba, que quería cambiar de vida, que quería apostar y arriesgarse por cambiar, por encontrar la felicidad, esa felicidad que sabía que encontraría con ella.
Bella historia. Ram sintió envidia, no lo sabía pero la sintió, pero lo amaba y le comprendió y se hizo uno con sus sentimientos y de su amor supo también del suyo.