Pasé la noche en la lancha, era de un tamaño medio y contaba
incluso con un pequeño camarote con un camastro y una cocina y en los armarios
que la sustentaban pude encontrar algo de comida. Tuve la sensación de que la
noche no llegaba nunca, pero cuando llegó fue algo espectacular, los cielos
completamente despejados, la luna muy baja y alejado de toda contaminación
lumínica las estrellas inundaron completamente el cielo. Pasé horas
observándolas, poco sabía de las estrellas, prácticamente nada. Siendo un niño
en una acampado un monitor cogió su linterna y nos explicó muchas cosas sobre
ellas, fue un momento que no olvidaré nunca. Durante años recordé todo lo que
nos explicó pero el paso del tiempo es implacable y lo fue borrando de mi memoria
y jamás se renovó ese interés por mirar al cielo. Busqué en el vid e intenté ir
descubriendo cada una de las constelaciones. Una Perseida atravesó el cielo. De
niños decíamos que cuando se veía una estrella fugaz se podía pedir un deseo y
este se cumpliría. Tuve ganas de pedirlo pero no lo hice, no me atreví, quise
pedir volver con ella pero me dio miedo. No lo entendía, sin ella sentía un
horrible vacío, la sensación de haber perdido lo mas importante de mi vida y
sim embargo no me atrevía ni a desear volver con ella. Tanto dolor. Yo también
tenía miedo un miedo atroz. Se que probablemente nunca tendré la oportunidad de
volver con ella pero aquella noche me preguntaba si tendría el valor de volver
a hacerlo. La respuesta estaba guardada en mi corazón y solo la sabría en el
improbable caso de que la volviera a ver.
Las horas de espera pasaban, como siempre que se está
esperando, desesperadamente lentas. Soy un hombre impaciente cuando deseo algo,
pero cuando lo deseo espero siempre aunque finalmente no llegue. A veces a ella
tenía que esperarla durante horas y me comía por dentro, al principio lo
soportaba mejor pero cada vez me enfadaba mas y esa fue una de las razones por
la que las cosas empezaron a torcerse. Esperar me volvía insoportable pero no fue
la única ni mucho menos. Además de la propia situación en la que nos
encontrábamos soy una persona difícil de llevar a pesar de esta fama de hombre
bueno y agradable que me persigue. Pero llegaron las cinco y con la hora las
fotos de la cubierta del barco en las que el fular azul se arremolina,
seguramente movido por el viento, en la cubierta de proa.
Ram envío un nuevo mensaje al ebook. “Será esta noche, estén
preparados”. Que desesperados tenían que estar para confiar en alguien que
hacía llegar un mensaje con una escueta explicación. Pero no había sido así,
Ram había transmitido al libro, poniendo, mas si cabe, en riesgo su propia
vida, la historia practicamente al completo, obviando eso si mis datos
personales. Había tomado sus propias decisiones y había actuado en
consecuencia, como lo haría un ser humano. Por un instante me sentó mal pero no
tarde en recapacitar y darme cuenta de que yo hacía exactamente lo mismo.
Supongo que en parte le seguía viendo como una máquina que tenía que estar a mi
servicio y plegarse a mi voluntad. No era así, Ram no era un máquina y yo había
estado tratándole como tal. Pensé que tal vez a eso se debía que ya no quisiera
hablar tanto conmigo y el alma se me cayó a los pies. A veces actuamos mal y no
somos conscientes de que lo estamos haciendo. A partir de ahora acordaría con
él cuales debían ser nuestros próximos movimientos. Por desgracia supe mas
tarde que esa no era la razón para que no hablara conmigo, al fin y al cabo el
también se seguía viendo como una máquina al servicio de los humanos. Que
acostumbrados estamos a ver nuestra parte de la realidad y que poco miramos con
los ojos del otro. Así sucedió también con ella y el resultado fue que nos
perdimos el uno al otro para siempre.