La luz del nuevo día era
mortecina, mediaba la primavera pero el invierno extendía sus garras mas allá
de su propia vida. El cielo me recordaba al de mi ciudad, por un instante me
embargo la melancolía al mirar por la ventana. Caía una fina llovizna y las
personas que en la calle había se desplazaban con rapidez envueltos en varias
capas de ropa. Hacía frio. Muchos meses ya con ese frio metido hasta los
huesos, la última vez que la vi era verano, no he vuelto a sentir calor desde
entonces.
Encendí el vid de
comunicaciones, iba a decirle al Ciberbog que hoy me acercaría de nuevo a
verle. Quería conocer su historia, me sentía unido a él, identificado de muchas
maneras, un amor perdido, un amor por la misma persona y una vida programada de
la que no podíamos escapar. Era extraño pero sin apenas conocerle había
encontrado en el Ciberbog un amigo, y mas extraño aún era que lo había
encontrado en una máquina que supuestamente estaba exenta de sentimientos. La
conversación no estaba, había desaparecido por completo, incluso de la memoria
interna de mi propio vid. Saqué de mi pantalón el vid de bolsillo y el resultado
fue el mismo, la conversación estaba borrada totalmente. Solo se conservaba la
foto que guardé en un espacio virtual vinculado a una segunda cuentacom desde
la que accedía de incognito a la red. Me quedé mirando la foto, había un
detalle en el que no me había fijado, el número de identificación del Ciberbog,
3271, un número lleno de simbolismo.
Cuando salí de mi
ensimismamiento me invadió la tristeza, había perdido al Ciberbog igual que la
perdí a ella, sin una explicación, sin una despedida, sin saber lo que había sido
para ellos. Volvería a las instalaciones, volvería como volví a visitarla a
ella para buscar una explicación, para explicarme yo también, y sobre todo con
la esperanza de que no fuera el final.
Me monté en el Tubo, a
aquellas horas de la mañana iba rebosante de personas, me acomodé en una
esquina como pude. Según íbamos alejándonos del centro de la ciudad se iba
vaciando hasta que por fin pude incluso sentarme. El trayecto me dio la
oportunidad de tener un rato de reflexión ¿y si no hubiera sido el Ciberbog el
que había borrado los mensajes? No debía descartar la idea de que alguien
hubiera descubierto que aquella máquina con forma humana pudiera estar
expresando sentimientos y no quisiera que transcendiera públicamente. Un mundo
lleno de oportunidades pero también de peligros y sobre todo un mundo
desconocido y como casi siempre lo desconocido infunde miedo. Pero yo lo sabía,
si lo querían ocultar ¿podría llegar a convertirme en un cabo suelto?.
Por la prudencia que
lleva aparejado el miedo me bajé en la estación anterior a la correspondiente a las
instalaciones, aprovechándome del frio me emboce con un pañuelo y en un
comercio cercano compré un gorro de lana y entre ambas cosas me parecía estar
irreconocible. Me fui aproximando por calles aledañas a la vía principal y para
franquear la entrada me mezclé entre la multitud de personas que entraban y
salían. Desde lejos pude ver al Ciberbog en su puesto, me fui acercando con
prudencia hasta que contemplé que el número de serie no correspondía. Lo habían
sustituido por otro igual, de la misma clase. No tenía sentido, aquel era un
modelo muy viejo que hacía años que había dejado de fabricarse, mas caro y con
menos prestaciones que los modelos mas modernos. Querían ocultar el cambio de
Ciberbog, querían ocultar lo que había sucedido, ahora estaba prácticamente
seguro.
Me di la vuelta y
deshice mis pasos hasta la estación en la que había bajado del tubo, no me
pareció suficiente y decidí volver andando. Pronto volvería a casa, mejor no
meterse en líos y olvidar todo lo que había pasado.