viernes, 27 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XVII Disfraces y espejos

Tenía que comprobar de alguna manera si realmente estaba actuando como un demente y si la supuesta persecución a la que estaba sometido era producto de mi imaginación. Tenía que acudir a mi casa para comprobar si alguien mas había estado allí, me dio por pensar que el desorden que había montado antes de salir lo dificultaría. Por lo general soy capaz de detectar que algo ha sido movido aunque sea un centímetro de su posición habitual y sin el desorden montado por mi lo percibiría sin ninguna duda. Aun así confiaba en que si entraba en mi casa y alguien más había entrado lo sabría.
Cómo entrar era otra cuestión, si realmente había alguien tras mi pista no podía presentarme allí sin más. Sin saber muy bien que hacer volví al edificio industrial y empecé a recorrerlo a ver si me inspiraba, allí me sentía seguro. La suciedad y el polvo cubrían maquinas centenarias que trabajaron el acero. Ese acero que en su día salió se creó del hierro de las minas donde tantos hombres murieron y que trajeron la prosperidad a mi ciudad. Venimos del hierro es algo que me repito a mi mismo y no quiero olvidarlo y ese hierro es el que ha forjado nuestro carácter, el de muchas de las personas que vivimos en esta ciudad. Rojos y duros aunque en los tiempos de bonanza nos terminamos acomodando para rendirnos al poder de la seducción del bienestar que nos ofrecían las corporaciones. Todo falso, solo para que calláramos y siguiéramos produciendo en un mundo que no entendemos, en un mundo que no es nuestro, que es el suyo y articulan la vida para que les sirvamos. Hierro, quiero ser hierro y sin embargo soy poco más que plastilina, roja, pero plastilina.
En una caja encontré uniformes nuevos de obreros, buzos azules en dos partes con los logos de la corporación que absorbió hace siglos lo que fuera una empresa cooperativa donde todas las personas trabajadoras eran las dueñas, donde se trabajaba para vivir, donde no se repartían beneficios sino que se reinvertían en la empresa para mantenerse, adaptarse al progreso y crear mas puestos de trabajo. Loco de ira sin saber empecé a arrancar los logos con las manos. Cosidos como estaban mi esfuerzo fue estéril y tan solo conseguí desgarrar algunas telas. Tiré con fuerza el que tenía en la mano y fue a caer en una no tan vieja caja de herramientas probablemente olvidada por algún equipo de mantenimiento que no hace muchos años habría pasado por el edificio. Abrí la caja y eran herramientas de fontanero, las mismas que cualquiera fontanero actual usaría, en eso no había habido cambios. Recordé que un día en una de esas de miles conversaciones que manteníamos a través del vid, algunas serías, otras muy divertidas -cuanto nos reíamos, a veces teniendo que aguantar la risa porque no estábamos en el sitio mas adecuado-, otras tristes… le dije a ella que me disfrazaría de fontanero e iría a su casa a hacerle una reparación. No se si era una gran idea pero eso es lo que haría. Me disfrazaría de fontanero e iría a mi casa.

Me puse un buzo azul de dos piezas que me sentaba como un guante, rebusqué entre las cajas y encontré un par de botas de seguridad de mi número, la cabeza la cubrí con un casco de protección de biofibra. Tan solo quedaba como cubrir mi cara, me lleve la mano a la misma y pude notar como una espesa barba la cubría. Hacía ya muchos días que no me afeitaba, cuando la conocí llevaba barba pero ella me pidió que me afeitara y nunca mas me la volvía a dejar, me hubiera rapado al cero y tatuado una calavera en la frente si me lo hubiera pedido. Rebusque los baños y encontré un espejo roto, pensé que incluso hasta a mi madre la costaría reconocerme. Las imágenes que devuelven los espejos es lo que vemos de nosotros mismos, en ocasiones son las personas los espejos en los que nos miramos por dentro. Delante de aquel espejo me daba miedo mirarme a mi mismo. Con el alma en los pies, la caja de herramientas en una mano y con la otra jugando con la pelotita naranja dentro de los amplios bolsillos del buzo empecé a caminar hacia mi casa.