La doctora fue una niña inteligente y muy tímida que nunca
llegó a brillar en el colegio. Tenía problemas para relacionarse con sus
compañeras y compañeros y algunos de ellos llegaron a abusar de ella, lo cual
hizo que sintiera miedo y se metiera cada vez mas en su mundo, donde se sentía
protegida, y huyera cada vez mas de los niños y niñas de su edad, lo cual sin
duda empeoraba mas todavía sus problemas de socialización. Sus padres quisieron
protegerla de la manera que sabían pero no tenían recursos y nadie parecía
querer ayudarles y ponerse de su lado por lo que la relación con sus padres tenía
momentos de amor absoluto pero también casi de odio. A veces se comportaba de
manera muy rebelde y optaban por el castigo, en ocasiones incluso físico. La
pequeña Roes sufría en su interior pero nadie parecía escucharla, no conseguía
mantener una relación normalizada con nadie y empezó a crear un autoconcepto de
si misma totalmente negativo. Rechazaba a casi cualquier persona que se
acercaba a ella porque pensaba que si se encariñaba con alguien le haría daño,
así era su experiencia en sus cortos años de vida, es lo que había aprendido,
el amor, el cariño traían dolor. Mas adelante en su vida lo vivió mas veces y
siempre huía, fue una mujer impresionante pero su personalidad vino marcada por
esto y fueron muchas las personas a las que expulsó de su vida porque en un
momento dado le habían hecho daño. En su cabeza comprendía que el amor tenía
momentos de dolor pero no estaba preparada para soportarlo, nunca lo estuvo.
Termino su formación básica, con un expediente normal y
corriente, como el de la mayoría de sus compañeras y compañeras. Con dieciséis
años empezó a trabajar, lo hizo en una cadena de montaje de una corporación de
otra ciudad en la cual tenía un familiar. Otra vida, otra idioma y sin embargo
le permitió huir de todo aquello que tanto le asustaba, sus padres, sus
hermanos, sus compañeros. Todos le habían hecho daño pero ahora estaban lejos.
La experiencia fue muy dura, era una adolescente en otra ciudad, con otro
idioma y un trabajo sin descanso completamente alienante. Probablemente fue ahí
cuando empezó a pensar que algún día los robots podrían hacer esos trabajos y
liberar para otros a los humanos.
No duró demasiado la experiencia y tuvo que volver a su
ciudad, a encontrarse de nuevo con aquellos que le habían hecho daño. Anhelaba
la independencia y pronto empezó a trabajar en un comercio, lejos de casa y con
largos turnos. Poco mas tarde conoció al hombre con el que se terminó casando y
con el que formó una familia. Se fue a vivir con él con apenas veinte años. Las
versiones mas rosas hablaban de que era el amor de su vida, las mas negras de
que fue el medio para huir de su familia. Probablemente fuera ambas cosas. Con
lo años también empezó a sentir ganas de huir de él, también le hacía daño, otra
persona mas en su vida a la que había amado y que repetía su historia de dolor.
De los únicos que nunca llegó a querer huir fue de sus hijos por mucho daño que
le hicieran. La doctora Roes les amaba con toda su alma, como amó también al
mundo.
A la par que se fue a vivir con el que fuera su pareja y con
una solvencia económica que le permitía subsistir empezó a acudir a clases
nocturnas de medicina. En su ser estaba el deseo de salvar vidas, de cambiar el
mundo a mejor. En alguna de las clases se hablaba de la inteligencia artificial
y las contribuciones que podía tener a la medicina su desarrollo. Le interesó
enormemente y se matriculó también en inteligencia artificial y robótica. Se
produjo la explosión de su cerebro y empezó a asomar la brillante doctora Roes,
una inteligencia que había permanecido oculta por el miedo, por el dolor, por
el odio. Pero no solo fue su inteligencia lo que le llevo a ser lo que fue,
hubiera sido imposible sin horas y horas de duro trabajo y estudio. Siempre se
remarcaba la inteligencia de la doctora pero era aun mas destacable su
capacidad de trabajo.
La historia continuaba, hablaba de sus logros, de su familia,
de sus idas y venidas y de todo aquello que había hecho en su vida por mínimo e
intrascendente que fuera. Pero para mi lo relevante de la historia eran sus
primeros años, tal vez porque su historia guardaba muchos paralelismos con la
de ella y también algunos, aunque no demasiados, con la mía propia.
Dejé la pelotita naranja sobre la almohada y poniéndome de
lado sobre la cama me quedé absorto mirándola.