martes, 3 de mayo de 2016

Casi cuentos para Rita: Ciberbog V - Pérdidas

Según iba avanzando por las calles atestadas de gente del centro de la ciudad me fui tranquilizando, incluso comencé a reírme de mi propia paranoia. Incluso aun el caso de que quisieran borrar la existencia de ese Ciberbog y sus sentimientos no tenían porque querer eliminarme a mi también. Sustituir un ciberbog por otro igual se podía deber a que lo tenían almacenado y sin usar entre los miles de trastos que había almacenados en las instalaciones. Ni lo sucedido me resultaba tan importante, ni mucho menos lo era to. ¿Qué importancia podía tener un miserable técnico que estaba de turismo en una inmensa ciudad de millones de habitantes? ¿Qué importara lo que supiera? ¿A quién se lo iba a contar y qué podían hacer con esa información?, y, además, ¿quién iba a creerme? Como creer algo que sencillamente es imposible. Me fui animando y decidí disfrutar de mi último día de estancia en la ciudad.
Nevaba, tan solo unos finos y esporádicos copos, siempre frio. Perdí el amor, ahora perdía un amigo. Entré en uno de los fantásticos museos de la ciudad, el imperio que fue había expoliado arte y cultura por medio mundo pero no pude dejar de sobrecogerme al contemplar la pieza que presidía la entrada a la sala del antiguo Egipto. A partir de ahí la visita fue a menos, aquella piedra daba sentido a una parte de la historia. Paseé sin rumbo fijo por las diferentes galerías, en realidad cada pieza expuesta era algo único, podía tocar lo que había leído en los libros. Mi historia particular cobraba menos importancia a la sombra de la luz de aquellos tiempos remotos. Yo no perduraría como perduraron esas culturas, como perduraron las momias de aquellos faraones y nobles, consiguieron su objetivo, querían transcender en el tiempo y de alguna manera lo consiguieron. No se que pensarían al saberse expuestas como piezas de museo pero desde luego no murieron con su muerte. Yo moriría y al de pocos años nadie sabría de mi ni tan siquiera mi extirpe que acabaría cuando yo lo hiciera. Del polvo venimos y en polvo nos convertiremos, lo veía mas claro que nunca. No importaba lo que hubiera vivido, no importaba el amor, no importaba nada, moriría y de mi no quedaría nada. Sin embargo el amor me dolía, el amor me parecía que hubiera dado sentido a esta vida, daba igual, ahora ya no lo tenía pero debía sonreír yo lo tuve aunque fuera por un tiempo que me pareció un instante, el Ciberbog creo que no lo tuvo nunca. Se enamoró de alguien que es posible que ni tan siquiera llegara a darse cuenta que existía, que seguramente se hizo una foto con él por lo impresionante de su presencia. Yo también lo hubiera hecho en otras circunstancias. También en eso le entendía a veces amamos a quién ni tan siquiera sabe que existimos.

Abatido de nuevo, aunque por diferentes razones, me metí en el Tubo para dirigirme al apartamento. De lejos pude ver una cortina descorrida de una de las ventanas, maniático, obsesivo y metódico como soy para algunas cosas supe de inmediato que yo no la había dejado así. Y de inmediato también abandoné todo pensamiento melancólico y centré mi atención en la observación. Me acerqué parapetándome en cada recoveco tratando de no llamar tampoco demasiado la atención. Confirmado, estaba abierta. Sin duda alguien había entrado en el apartamento.