jueves, 5 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog VII - Huir

Pasaron primeros las horas como si fueran minutos, faltaba menos de una para que partiera mi vuelo y aún tenía que pasar los estrictos controles de seguridad y no había encontrado solución alguna para hacerlo con mi identidad de incognito.  Me puse en la larga cola sin ninguna esperanza pero si me demoraba mas perdería el vuelo.
Saqué mi vid de comunicaciones, durante el tiempo de espera había diseñado mi propia documentación falsa. En la pantalla quedaba estupenda pero ni tenía donde imprimirla y, aunque lo hubiera tenido, en papel no hubiera sido lo mismo y desde luego no hubiera resistido el escáner policial y mucho menos la comparativa con el escáner de retina y de huellas digitales.
Me acercaba al primer torno, en ese solo debía pasar el código de mi billete, no habría problemas para pasarlo. Pero mas adelante me pedirían el billete y la documentación juntas y hasta ahí llegaría mi viaje.
Un segundo antes de pasar mi billete por el torno lo cambié y puse en la pantalla de mi vid el que tenía para mañana con mi identidad real. Sabía que inmediatamente me localizarían pero la desesperación me hizo pensar que estando el aeropuerto muy alejado de la ciudad tal vez no reaccionan con tiempo suficiente y me diera tiempo a coger el vuelo y huir de allí definitivamente. Mi idea era pasar el control de seguridad de manera “legal” y sin embargo dirigirme luego a mi vuelo de incógnito. El torno giró y pasé sin problemas para ponerme en una nueva cola que daba acceso al mencionado control. Los nervios me estaban consumiendo.
Llegué al control policial en el que me pidieron billete, documentación y me hicieron el pertinente escáner de retina y huellas digitales. Me preguntaron mil veces como es que venía prácticamente 12 horas antes de que partiera mi vuelo y mis respuestas se ciñeron siempre a la primera respuesta improvisada que se me ocurrió. Como el vuelo era pronto a la mañana, el desplazamiento desde la ciudad largo y, a cierta hora, abarrotado de gente me pareció mas cómodo desplazarme con tiempo y esperar aquí el vuelo, a lo cual añadí, buscando de alguna manera la complicidad del agente, que así me ahorraba una noche del apartamento ya que mi situación económica distaba de ser boyante. Ya sea que tengo cara de bueno o a el aspecto que tenía que tener debido a un día largo lleno de tensiones o ambas cosas, conseguí el efecto deseado y el agente dejó de preguntarme y me terminó confesando que con el salario de mierda que tenía él apenas le llegaba para llegar a fin de mes y que en alguna ocasión había incluso dormido en el aeropuerto para ahorrase el desplazamiento a la ciudad. Me franqueó el paso y me despedí de el con una sonrisa y un gesto amable. Aliviado como estaba, dediqué unos instantes de mi pensamiento a reflexionar a cerca de cómo habíamos llegado a aquella situación en la que incluso personas trabajadoras se enfrentaban a situaciones de pobreza. Las corporaciones maximizaban sus beneficios mientras pagaban salarios de miseria que apenas llegaban para los gastos básicos. Los gobiernos mientras tanto les hacían el caldo gordo aprobando leyes que permitían a las corporaciones hacer prácticamente cualquier cosa con las personas trabajadoras y todo en aras de salir de una crisis económica que hacía años que nos acompañaba. En realidad en mis años de vida, que por desgracia ya van siendo unos cuantos, casi siempre hemos estado en crisis pero los ricos cada vez son mas ricos y los pobres cada vez mas pobres. Han pasado miles de años de historia y muchos sistemas políticos diferentes pero en todos ha habido pobres y ricos y los últimos siempre han estado sometidos a los primeros. Si tenemos mas libertades, aunque hasta esas se están reduciendo, pero seguimos siendo sus esclavos de alguna manera.
Avancé por la terminal y cogí el tren interno en el que había que desplazarse a la terminal internacional. Observé con cierta envidia a las personas que esperaban el tren que llevaba a la terminal de transbordo al espaciopuerto. Desde que era niño había soñado con viajar por el espacio y visitar esos maravillosos planetas que nos presentaban en los vid del centro educativo infantil. No había civilizaciones desconocidas como imaginaba en mis ensoñaciones infantiles, tan solo centros turísticos para ricos. Si algún día viajaba allí sería para trabajar, otra cosa no podía permitirme, pero no descartaba hacerlo. Las estrellas, el espacio y seguramente la posibilidad de conocer otros mundos, de crear otros mundos mejores en un planeta alejado de esté habían estado desde siempre en mis sueños.

Llegué a mi terminal, no a la de mi billete con la identidad real, si no al de la identidad de inóognito. Una azafata franqueaba la entrada y solicitaba billete y documentación. No era un miembro de seguridad y se me antojaba que sería sencillo montarme en el avión aunque de nuevo no tenía una idea clara de como hacerlo, me había puesto a pensar en lo importante y había dejado de hacer lo urgente. De nuevo sin un plan me situé en la cola y de nuevo la pelotita naranja apareció en mis manos.