miércoles, 25 de mayo de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XVI - Senderos

Vivía bajo una supuesta amenaza de la que tenía como único indicador una cortina descorrida y eso había bastado para montar una supuesta trama alrededor del Ciberbog, de la doctora Roes y y de mi mismo. Había malaprendido cuatro cosas acerca de la bio-robótica que en realidad no me servirían para mucho, probablemente ni los conocimientos de Kint fueran suficientes para investigar sobre la posibilidad de que una maquina pudiera llegar a generar sentimientos propios. Y en el blog de Hali había encontrado una teoría sobre la muerte de la doctora Roes que tal vez solo me resultara creíble porque quería creer en ella.
Como pasa tantas veces en la vida me encontraba en un punto en el que no sabía hacia dónde tirar. Nuestros pies caminan siempre hacia el futuro por senderos a veces desconocidos, encontramos encrucijadas y elegimos por cual seguir caminando. A veces elegimos bien otras nos preguntamos que habría sucedido si hubiéramos tirado para el otro lado. Soy de los que prefiere arrepentirse de lo que ha hecho que no de lo que ha dejado de hacer pero no puedo dejar de preguntarme siempre que hubiera sucedido de haber tomado otras decisiones. Preguntas estériles que normalmente solo sirven para quitar el sueño. Cuantas vueltas habré dado a lo que sucedió con ella, demasiadas y lo cierto es que no he encontrado una respuesta a que debería haber cambiado para que las cosas hubieran resultado diferentes. Si, algunas cosas se, algunas aun sabiéndolas me hubiera resultado difícil haberlas evitado porque estaba completamente deslumbrado por lo que sentía. No se, tal vez hubiera dado igual todo, tal vez simplemente dejó de quererme, tal vez nunca me quiso, tal vez me quería demasiado como para seguir haciéndome daño. Me queda la sensación de que no era lo que ella buscaba, lo que ella necesitaba. Al principio todos mostramos nuestra mejor cara y poco a poco va saliendo lo que realmente somos, para lo bueno y para lo malo. Tal vez mi parte mas oscura fue mas de lo que podía soportar. Sufrí mucho, sentí mucho dolor pero lo que no realmente me duele, lo que no consigo superar, es sentir que he sido uno mas  de los muchas personas que la han hecho daño. ¿Y ahora qué? Le he dado tantas vueltas que podría pasarme horas y horas escribiendo, a veces una cosa y otras la contraria, no tengo conclusiones, poco he aprendido, tan solo que la percepción humana es singular y que cada uno ve la realidad con los ojos de su experiencia, poca cosa. De lo que sucedió solo me quedarán eternas dudas. Llegué a un punto del camino que estaba cerrado, intenté atravesar los obstáculos, tal vez no con la fuerza suficiente, y terminé dándome la vuelta. Siempre me pregunto si debería haberlo hecho, ahora camine por donde camine siempre miro a los lados para ver si vuelvo a encontrarla. Errores, demasiados errores, de lo único que no me arrepiento es de haber puesto mis sentimientos por encima de mi orgullo. El orgullo nos roba demasiadas cosas y no ofrece recompensas a cambio, puede que te sientas mejor en ese momento pero a la larga, si lo piensas, terminarás perdiendo.
Ahora era otro camino, otra situación diferente, otros sentimientos los que me movían pero tras dar solo unos poquitos pasos no tenía ni idea de por dónde continuar. No había senderos que seguir, no veía alternativas, no era una cuestión de elegir había que inventarse un camino. Eso es lo que debería haber hecho con ella pero no supe hacerlo o los caminos que inventé estaban demasiado plagados de dificultades, de problemas.

¿Cuál sería mi siguiente paso? Ni idea. No llovía, hacía sol, aquella primavera gris había dado una tregua. Salí y tras un breve paseo me senté en un banco de un parque a la sombra de un sauce centenario. Cuantas veces me había sentado en un banco con ella pero la sensación ahora era diferente. Sentado con ella me sentía vivo, sentado solo contemplaba como la vida pasaba por delante de mis ojos y yo solo era un mero testigo. Daba igual. En el caso de que todo lo que estaba viviendo no fuera fruto de mi imaginación, de mi paranoia ¿qué podía hacer yo contra las corporaciones? Incapaz de trazar un plan, mi mente se quedó en blanco y mis ojos, como lo hacían los suyos, se perdieron en el horizonte.