Itsne era su lugar, su hogar, el
sitio dónde de alguna manera viviría siempre, a no ser que Ciudad Mees volviera a resurgir,
pero ya no tenía sentido, si alguna vez lo había tenido, permanecer allí por
siempre. Era su lugar porque era negro, igual que lo era Kaos ahora, igual que
lo era su corazón. Era su lugar porque allí nació Poseidón para acabar con Mees
definitivamente, era su lugar porque allí se escondían las respuestas. Algunas
las había encontrado, pero no podía esperar eternamente a encontrar respuestas
que tal vez nunca llegara a encontrar. Esas preguntas lo acompañarían siempre,
esas dudas, como tantas otras antes, formarían parte de su vida y sumarían al
compendio de experiencias que hacían de Kaos lo que era.
En Maes tenía su vida, en Nies su
corazón. Tenía que optar, no se podía vivir eternamente entre dos mundos sin
vivir realmente en ninguno y mas cuando uno solo era un deseo que existía en su
cabeza. Cada día sus sentimientos le hubieran llevado a Nies, a buscar a Tiees
e intentar volver a reconstruir Ciudad Mees, el sabía que aun era posible, pero
Tiees también tenía que creerlo y sobre todo debería confiar en él, igual que
él debiera tener una fe ciega en ella. Esa confianza se había perdido, el
entendimientos se había perdido, la comunicación se había perdido de manera
total y absoluta. Esa fue la gran victoria de la niebla la duda, el miedo y la
separación de sus mundos. Ciudad Mees hubiera sobrevivido a la niebla, los que
no lo hicieron fueron Tiees y Equis. Y Equis optó, su decisión no suponía una
renuncia total pero si lo alejaba más si cabe de lo que un día fuera Ciudad
Mees.
Optó por una vida amable,
sencilla, una vida sin riesgos en la que no había que apostar nada para
probablemente perderlo todo. La grandes apuestas suponen grandes riesgos. Y
Kaos no se atrevió a asumirlos. Nies era perderlo todo o ganarlo todo. Su
cabeza le decía apuesta, su corazón le decía apuesta y sin embargo el miedo,
salvo en los momentos de plenitud de Ciudad Mees, siempre fue demasiado intenso
en él. En Ciudad Mees lo apostó todo, lo apostó incluso sin cabeza, incluso
sabiendo que las posibilidades de perder eran aun mas reales que las de ganar. Y
aunque su apuestas fueran decididas se equivocó en la forma de hacerlas, se
equivocó en la orientación, se equivocó en casi todo y la niebla se lo terminó
tragando todo. Se equivocó porque nunca llegó a darse cuenta que Ciudad Mees
solo podría existir incorporando las maneras de vivirlo de otras personas, las
maneras de enfrentarse a la niebla de otras personas y buscando una salida
común que pudiera satisfacer a todas. Su idea obsesiva de la vida plena y de
cual era la manera de que siguiera existiendo le cegó. Pero Equis no fue el
único culpable, y aunque no le aliviaba saberlo, si que hacía su carga mas
llevadera. Todos se equivocaron. Aprender de los errores es una lección que
siempre llega demasiado tarde para lo que deseamos en ese momento pero que tal
vez no sea útil el resto de nuestras vidas.
Y regreso a Maes, donde la vida
era sencilla, dónde todo estaba ya descubierto y el entorno amable. Volvió con
el corazón destrozado, roto y completamente negro, Istne vivía en él por
siempre y Nies siempre estaría tan solo a la distancia de un mar, un mar con
cada vez menos tormentas y más fácil de cruzar pero que el miedo le llevaba a
contemplarlo como una distancia inabordable, un destino inalcanzable. Vivía en
Maes pero Ciudad Mees todavía era su sueño, y su sueño pasaba por volver a Nies
para reformular junta a TIees la mixtura imposible que hiciera posible que
existiera de nuevo. El miedo a la definitiva derrota le paralizaba, el miedo a
destruir para siempre Ciudad Mees, mientras no hiciera nada esa posibilidad
existía por muy remota que fuera. También era consciente que cada día que
pasaba Ciudad Mees se alejaba mas porque en las mentes de los que lo habitaron
se iba conformando como un recuerdo de algo lejano que sucedió alejado de la
realidad en la que vivían en ese momento y tal vez mas como una amenaza a la
supervivencia que una oportunidad para la vida. Desde la comodidad de su vida
en Maes miraba el mar y pensaba que algún día sería capaz de cruzarlo y
enfrentarse a su destino.