jueves, 18 de febrero de 2016

Casicuentos para Rita: Vuelta a Maes

Itsne era su lugar, su hogar, el sitio dónde de alguna manera viviría siempre,  a no ser que Ciudad Mees volviera a resurgir, pero ya no tenía sentido, si alguna vez lo había tenido, permanecer allí por siempre. Era su lugar porque era negro, igual que lo era Kaos ahora, igual que lo era su corazón. Era su lugar porque allí nació Poseidón para acabar con Mees definitivamente, era su lugar porque allí se escondían las respuestas. Algunas las había encontrado, pero no podía esperar eternamente a encontrar respuestas que tal vez nunca llegara a encontrar. Esas preguntas lo acompañarían siempre, esas dudas, como tantas otras antes, formarían parte de su vida y sumarían al compendio de experiencias que hacían de Kaos lo que era.
En Maes tenía su vida, en Nies su corazón. Tenía que optar, no se podía vivir eternamente entre dos mundos sin vivir realmente en ninguno y mas cuando uno solo era un deseo que existía en su cabeza. Cada día sus sentimientos le hubieran llevado a Nies, a buscar a Tiees e intentar volver a reconstruir Ciudad Mees, el sabía que aun era posible, pero Tiees también tenía que creerlo y sobre todo debería confiar en él, igual que él debiera tener una fe ciega en ella. Esa confianza se había perdido, el entendimientos se había perdido, la comunicación se había perdido de manera total y absoluta. Esa fue la gran victoria de la niebla la duda, el miedo y la separación de sus mundos. Ciudad Mees hubiera sobrevivido a la niebla, los que no lo hicieron fueron Tiees y Equis. Y Equis optó, su decisión no suponía una renuncia total pero si lo alejaba más si cabe de lo que un día fuera Ciudad Mees.
Optó por una vida amable, sencilla, una vida sin riesgos en la que no había que apostar nada para probablemente perderlo todo. La grandes apuestas suponen grandes riesgos. Y Kaos no se atrevió a asumirlos. Nies era perderlo todo o ganarlo todo. Su cabeza le decía apuesta, su corazón le decía apuesta y sin embargo el miedo, salvo en los momentos de plenitud de Ciudad Mees, siempre fue demasiado intenso en él. En Ciudad Mees lo apostó todo, lo apostó incluso sin cabeza, incluso sabiendo que las posibilidades de perder eran aun mas reales que las de ganar. Y aunque su apuestas fueran decididas se equivocó en la forma de hacerlas, se equivocó en la orientación, se equivocó en casi todo y la niebla se lo terminó tragando todo. Se equivocó porque nunca llegó a darse cuenta que Ciudad Mees solo podría existir incorporando las maneras de vivirlo de otras personas, las maneras de enfrentarse a la niebla de otras personas y buscando una salida común que pudiera satisfacer a todas. Su idea obsesiva de la vida plena y de cual era la manera de que siguiera existiendo le cegó. Pero Equis no fue el único culpable, y aunque no le aliviaba saberlo, si que hacía su carga mas llevadera. Todos se equivocaron. Aprender de los errores es una lección que siempre llega demasiado tarde para lo que deseamos en ese momento pero que tal vez no sea útil el resto de nuestras vidas.

Y regreso a Maes, donde la vida era sencilla, dónde todo estaba ya descubierto y el entorno amable. Volvió con el corazón destrozado, roto y completamente negro, Istne vivía en él por siempre y Nies siempre estaría tan solo a la distancia de un mar, un mar con cada vez menos tormentas y más fácil de cruzar pero que el miedo le llevaba a contemplarlo como una distancia inabordable, un destino inalcanzable. Vivía en Maes pero Ciudad Mees todavía era su sueño, y su sueño pasaba por volver a Nies para reformular junta a TIees la mixtura imposible que hiciera posible que existiera de nuevo. El miedo a la definitiva derrota le paralizaba, el miedo a destruir para siempre Ciudad Mees, mientras no hiciera nada esa posibilidad existía por muy remota que fuera. También era consciente que cada día que pasaba Ciudad Mees se alejaba mas porque en las mentes de los que lo habitaron se iba conformando como un recuerdo de algo lejano que sucedió alejado de la realidad en la que vivían en ese momento y tal vez mas como una amenaza a la supervivencia que una oportunidad para la vida. Desde la comodidad de su vida en Maes miraba el mar y pensaba que algún día sería capaz de cruzarlo y enfrentarse a su destino.