Hay sonrisas que tienen la
capacidad de cambiar un mundo y ni tan siquiera saben que la tienen y probablemente,
precisamente por eso, tengan ese poder tan increíble. Tiees tenía esa sonrisa,
Ciudad Mees era posible por ella. Pero cuando cayó la niebla se derrumbó su
sonrisa eterna y solo pequeños esbozos de lo que fue mantuvieron Ciudad Mees
con vida hasta que se derrumbó del todo.
Equis vivió ese derrumbe. Su
sonrisa también era constante hasta que dejó de serlo, si alguien quedó cegado
por la niebla ese fue Equis. Pero su sonrisa nunca tuvo el poder de la de
Tiees. Un rostro amable, una mirada siempre cálida y agradable en unos ojos que
querían ocultar el miedo y la duda pero que no podían llegar a ocultarlo del
todo y si, una sonrisa para casi todo, una sonrisa para casi todas las personas
pero una simple sonrisa que no tenía más poder que el que tiene cualquier sonrisa.
Todas las sonrisas son poderosas, transforman el entorno que les rodea pero cambiar
un mundo solo está al alcance de unas pocas. Tiees debió ver el miedo y la duda
en sus ojos. A veces los seres mas poderosos son a la vez los más débiles y
necesitan apoyarse en alguien, en algo para sostenerse en pie. Y Equis no fue
para Tiees ese sustento. Ambos pelearon contra la niebla pero a ambos les
termino engullendo. Tiees hubiera tenido el poder para que nada cambiara pero
tenía que apoyarse en un Equis sumido en sus propios miedos, en sus dudas y no
supo, no pudo, darle la confianza que Tiees necesitaba para mantener en pie
Ciudad Mees, para mantener en pie la vida plena.
Kaos quiso esculpir mil veces esa
sonrisa en las rocas negras de la negra Istne, quería que formara parte de
aquel museo, de aquel templo, de los recuerdos que estaba construyendo pero
sencillamente no podía. No tenía la habilidad suficiente pero era más que eso,
no tenía la comprensión suficiente de todo lo que albergaba esa sonrisa como
para poder reflejarla en la roca. La roca tampoco ayudaba, era negra, oscura y
aquella sonrisa era blanca y luminosa. No solo se sonríe con la boca, se sonríe
con los ojos, con el rostro entero y también se sonríe con el alma. Es
imposible esculpir en una roca todas esas cosas, para Kaos al menos lo era.
Se perdió Ciudad Mees cuando
Tiees perdió su sonrisa. Equis no podría haber hecho desaparecer la niebla pero
si hubiera podido mantener esa sonrisa. Siendo como era, transmitiendo
felicidad y no tristeza, dando apoyo en vez de dificultades, poniendo
comprensión en vez de dudas, dando confianza en vez de miedo. Equis no estuvo a
la altura, no estaba preparado para aquello. Lo quería todo aquí y ahora olvidándose
de que aunque el tiempo se acabe no deja de ser elástico y olvidándose también
de que la vida, todo lo que sucede en ella, tiene su propio ritmo.
Equis fracasó en su misión
sostener la sonrisa de Tiees para que Tiees sostuviera el mundo. La niebla les
envolvió a todos pero aunque Equis parecía, y el mismo se creía, el último
bastión para detenerla, para disolverla fue el primero en sucumbir a ella.
En Istne, dónde hasta la vida es
negra, Kaos fue finalmente consciente de todo y las lágrimas volvieron a sus
ojos para ir a perderse ente las saladas aguas de Poseidón.