miércoles, 10 de febrero de 2016

Casicuentos para Rita: La sonrisa de Mees

Hay sonrisas que tienen la capacidad de cambiar un mundo y ni tan siquiera saben que la tienen y probablemente, precisamente por eso, tengan ese poder tan increíble. Tiees tenía esa sonrisa, Ciudad Mees era posible por ella. Pero cuando cayó la niebla se derrumbó su sonrisa eterna y solo pequeños esbozos de lo que fue mantuvieron Ciudad Mees con vida hasta que se derrumbó del todo.
Equis vivió ese derrumbe. Su sonrisa también era constante hasta que dejó de serlo, si alguien quedó cegado por la niebla ese fue Equis. Pero su sonrisa nunca tuvo el poder de la de Tiees. Un rostro amable, una mirada siempre cálida y agradable en unos ojos que querían ocultar el miedo y la duda pero que no podían llegar a ocultarlo del todo y si, una sonrisa para casi todo, una sonrisa para casi todas las personas pero una simple sonrisa que no tenía más poder que el que tiene cualquier sonrisa. Todas las sonrisas son poderosas, transforman el entorno que les rodea pero cambiar un mundo solo está al alcance de unas pocas. Tiees debió ver el miedo y la duda en sus ojos. A veces los seres mas poderosos son a la vez los más débiles y necesitan apoyarse en alguien, en algo para sostenerse en pie. Y Equis no fue para Tiees ese sustento. Ambos pelearon contra la niebla pero a ambos les termino engullendo. Tiees hubiera tenido el poder para que nada cambiara pero tenía que apoyarse en un Equis sumido en sus propios miedos, en sus dudas y no supo, no pudo, darle la confianza que Tiees necesitaba para mantener en pie Ciudad Mees, para mantener en pie la vida plena.
Kaos quiso esculpir mil veces esa sonrisa en las rocas negras de la negra Istne, quería que formara parte de aquel museo, de aquel templo, de los recuerdos que estaba construyendo pero sencillamente no podía. No tenía la habilidad suficiente pero era más que eso, no tenía la comprensión suficiente de todo lo que albergaba esa sonrisa como para poder reflejarla en la roca. La roca tampoco ayudaba, era negra, oscura y aquella sonrisa era blanca y luminosa. No solo se sonríe con la boca, se sonríe con los ojos, con el rostro entero y también se sonríe con el alma. Es imposible esculpir en una roca todas esas cosas, para Kaos al menos lo era.
Se perdió Ciudad Mees cuando Tiees perdió su sonrisa. Equis no podría haber hecho desaparecer la niebla pero si hubiera podido mantener esa sonrisa. Siendo como era, transmitiendo felicidad y no tristeza, dando apoyo en vez de dificultades, poniendo comprensión en vez de dudas, dando confianza en vez de miedo. Equis no estuvo a la altura, no estaba preparado para aquello. Lo quería todo aquí y ahora olvidándose de que aunque el tiempo se acabe no deja de ser elástico y olvidándose también de que la vida, todo lo que sucede en ella, tiene su propio ritmo.
Equis fracasó en su misión sostener la sonrisa de Tiees para que Tiees sostuviera el mundo. La niebla les envolvió a todos pero aunque Equis parecía, y el mismo se creía, el último bastión para detenerla, para disolverla fue el primero en sucumbir a ella.

En Istne, dónde hasta la vida es negra, Kaos fue finalmente consciente de todo y las lágrimas volvieron a sus ojos para ir a perderse ente las saladas aguas de Poseidón.