martes, 23 de febrero de 2016

Casicuentos para Rita: Distancia entre dos ciudades

Nies había perdido su color, la niebla lo fue consumiendo como si fuera su alimento hasta que lo devoró por completo. Gris, esa era la palabra pero conservaba el atractivo de todo lo que fue, de todo lo que representaba. Envejecemos, nuestro cuerpo lo hace, lo hace nuestra mente, tan solo nuestra sonrisa y nuestra mirada puede mantenerse eternamente joven mientras mantengamos la ilusión en la vida. Nies le sonrió cuando fue a visitarla porque aquel lugar estuvo impregnado una vez de la mayor de las ilusiones y algo tan grande no puede desaparecer sin dejar rastro. En todas los rincones de Nies estaban escritas las sonrisas.
Maes también fue parte de Ciudad Mees, también conservaba escritas las mismas sonrisas pero para Kaos era mas difícil percibirlas aun sabiendo que estaban ahí. Lo cotidiano acumula recuerdos sobre lo extraordinario dificultando su visión. Y cada palada de vida enterraba lo que sucedió también en aquellas calles. Por eso, de vez en cuando recorría los rincones menos habituales para encontrarse con las sonrisas que también Maes guardaba para el recuerdo.  La zona que ocupaba Maes fue un lugar menos frecuentado en el esplendor de Ciudad Mees, pero era igualmente bello. En cada paseo encontraba lugares que le abrazaban, que lo sonreían, que le acunaban contándole historias de acontecimientos pasados para que durmiera profundamente y tranquilo y alimentando un sueño que ya había existido.
Maes y Nies, separados ahora por un mar que ya no era distancia. Poseidón ya casi siempre estaba en calma y las tormentas ya no lo acompañaban todo el día de todos los días. No, Poseidón ya no les separaba, lo que separaba ambas ciudades era que se habían acostumbrado a vivir en solitario y buscar cada una su propia supervivencia, su propio desarrollo y crecimiento a partir de los escombros que dejó la niebla. Reconstruidas y vivas, tal vez vacías. Producto del olvido o la impotencia o tal vez de deseos diferentes.
Pero ambas ciudades eran débiles, no respondían a todas las necesidades de sus habitantes como lo hizo Ciudad Mees. Tal vez no se necesitaran la una a la otra pero estaba claro que ambas seguían necesitando algo y lo expresaban de diferentes maneras. Había indicios por todas partes de esa necesidad de reconstruirse, de tapar vacíos. Kaos los veía con claridad en Maes pero también sabía apreciarlos en Nies. Pocas referencias tenía de la que fue llamada la ciudad de la niebla pero esas pocas expresaban que había un vacío por llenar en Nies. Tal vez ambas ciudades no volvieran a crecer juntas pero Kaos y llenaran sus vacíos de otra manera o quizá no consiguieran llenarlos nunca pero a sus ojos la respuesta era evidente. Maes tenía lo que a Nies y a Nies le sobraba lo que Maes necesitaba. Unidos pudieran volver a ser Ciudad Mees mas no parecía que volvieran a unirse nunca y Kaos no sabía como lograrlo, ni tan siquiera podía intuir que existiera una manera. No se podían unir a la fuerza y las uniones solo perduran cuando parten de la voluntad de ambas partes. Por muy fuerte que sea la soldadura, ambas partes del metal nunca llegarán a ser la misma pieza, solo fundiéndose por dentro lograrían ser una, solo su expreso deseo las uniría para crecer juntas.

Kaos podía desearlo con todas sus fuerzas, podía hacer todo lo que estuviera en su mano pero construir un mundo no depende de la voluntad de una sola persona, un mundo es la expresión colectiva de un deseo. Kaos intuía que ese deseo solo permanecía vivo en su alma pero como tantas otras veces en el pasado tal vez estuviera equivocado.