El corazón de Istne era negro,
también lo era el de Kaos. Esa era la razón por la que hizo de aquella isla
perdida su hogar, su vida.
No siempre fue así, Equis tuvo un
corazón puro, limpio, casi blanco por completo pero la niebla lo atrapó entre
sus sombras y lo fue oscureciendo hasta teñirlo por completo. La pérdida de
Ciudad Mees se lo arrancó desgarrando su pecho, como una mano de hielo que
sutura la herida en falso, y se lo devolvió negro, tan solo para que pudiera
seguir latiendo y sobrevivir en aquel estéril paraíso de rocas. Nadie
encontraría nunca en su piel rastro de la herida pero por dentro seguía desangrándose.
La herida de Kaos era profunda pero no le mataría, tan solo lo había cambiado,
lo había transformado en otro ser que no era. Nacemos de una manera, la vida
nos convierte en lo que somos en cada momento.
Recordó una conversación con
Tiees, las personas no cambian, son lo que tienen dentro. Tiees hablaba de
algún habitante de la ciudad conocido por una maldad congénita. Se equivocaba,
las personas cambian constantemente pero no necesariamente para ser mejores.
Simplemente cambian y son diferentes, en algunas cosas mejores en otras peores
para nuestros ojos, para nuestras vidas pero tal vez para las de otros y para
las suyas mismas la percepción sea diferente. El mal y el bien es un constructo
complejo y relativo.
El corazón de Kaos se hizo negro,
algo en si mismo malo, se esforzó por enseñar su antigua cara pero lo que no
eres por dentro termina notándose por fuera y muchas personas se vieron
envueltas por aquella suerte de engaño inconsciente. Quería ser lo que fue pero
era lo que era, su corazón estaba negro y muchos lo terminaron pagando. Ni tan
siquiera en aquella isla perdida en un mar insondable consiguió aislarse del
mundo y su negrura en ocasiones teñía las aguas que bañaban Maes y Nies.
Kaos se perdió a si mismo
contribuyendo a que Ciudad Mees no fuera posible. En Ciudad Mees solo había
sitio para corazones blancos y su corazón blanco murió con ella. Con Ciudad
Mees murió para siempre su inocencia, su pureza y solo Ciudad Mees podría devolvérsela.
Tal vez las lágrimas tuvieran el
poder de limpiar la negrura y suciedad que se acumula en el camino de la vida
pero jamás podrán devolver su blancura a un corazón que es negro también por
debajo del polvo acumulado. Sin embargo Kaos seguía llorando.