La realidad es diferente según
los ojos con que se mire, no hay mentira en ello, no hay autoengaño, es
simplemente la percepción subjetiva de lo que vemos, de lo que vivimos y de la
manera, en la que con los años y nuestras experiencias, hemos aprendido a interpretar
el mundo que nos rodea.
La niebla fue algo nuevo en
Ciudad Mees, nadie estaba preparado para interpretarla, nadie tenía las
herramientas vitales para entenderla y tuvieron una reacción de lo más humana
cuando se vieron sumidos en ella, el miedo, la desconfianza y la necesidad de
sobrevivir ante cualquier circunstancia. La niebla no acabó con Ciudad Mees,
hubiera sido posible incluso con ella, el verdugo fue el miedo.
También es subjetiva la
interpretación que hacemos de los comportamientos de otras personas y también
lo son nuestras propias reacciones. Cuando cayó la niebla Equis y Tiees se
empeñaron en conservar y salvar Ciudad Mees pero lo hicieron desde perspectivas
diferentes, apostando por salvarla de maneras diferentes y nunca llegaron a
entenderse. Ambos vieron en el otro acciones que llevaban a su destrucción, que
no hacían nada por mantener la vida plena. Interpretaron cosas en el otro que
no existían y aunque lo hablaron mil veces sus puntos de vista parecían
irreconciliables. Equis vio en Tiees una apuesta de mínimos, Tiees vio en Equis
una apuesta de máximos imposibles. Tal vez en el punto medio hubiera estado la
virtud pero ninguno de los dos era de puntos medios y tampoco se conocían lo
suficiente como para aprehender la situación del otro. Y nunca hablaron de lo
mas importante, de lo mas relevante, de lo que cada uno entendía que era Ciudad
Mees, de que la hacía tan especial, de lo que significaba para cada uno de
ellos la vida plena. Los demás diálogos estaban condenados al no entendimiento
sin tener como referencia que era lo significativo de Ciudad Mees. Demasiados
condicionantes para que los encargados de combatir la niebla pudieran acabar
con ella o encontrar un modo de vida que permitiera a Ciudad Mees subsistir a
pesar de ella.
En Istne, Kaos fue haciéndose
consciente de ello. Demasiado tarde. Y aun siendo consciente tampoco hubiera
sabido explicar con claridad que hacía de Ciudad Mees supusiera la vida plena
para él, lo sentía así, lo había vivido así pero no tenía capacidad para
explicarlo. Y si no era capaz de explicar lo que el mismo sentía, la
imposibilidad de interpretar lo que sentían otras personas, lo que sentía Tiees
le parecía simplemente imposible. Pero curiosamente aun hoy, desde su retiro de
Istne y cuando estaba ya todo perdido se afanaba por intentar saber cuales eran
los sentimientos de Tiees y en que se traducían. No era capaz de interpretar
los suyos y quería interpretar los que le eran prácticamente desconocidos. Se
seguía confundiendo, pocas posibilidades, por no decir ninguna, quedaban para
Ciudad Mees, pero si había alguna no pasaba por elucubrar acerca de las maneras
de interpretar y sentir el mundo de otros, sino por reflexionar acerca de las
de uno mismo. Los sentimientos eran claros pero solo saber con exactitud que
los producía podrían hacer que volvieran a construirse y que Ciudad Mees o
cualquier otra ciudad ideal pudiera
llegar a construirse de nuevo.
En su cabeza resonaba con
constancia un pensamiento, tal vez las ciudades no se construyeran con la
razón, la razón en el fondo también es pura subjetividad, tal vez las ciudades
se construyeran con sentimientos que son sin duda la subjetividad en su
expresión mas pura. Otra vez la duda. Ojalá hubiera sabido ser sustento de esa expléndida sonrisa que tenía la capacidad de transformar el mundo.