martes, 9 de febrero de 2016

Casicuentos para Rita: La eterna duda de Equis II

Nacida del magma de lo más profundo del Planeta Mees, en la cuna de la tormentas, allí dónde la niebla fue más profunda para convertirse en el mar de lágrimas que llamaron Poseidón y que transformó Ciudad Mees en Nies y Maes, punto entre dos ciudades y camino de ningún sitio. Istne la isla negra de Mees. Una isla solitaria en medio de la nada, un paraje desolado de rocas negras llenas de aristas que rasgaban los pies de los que caminaban descalzos. Pero nadie caminaba por Iste, tan solo Kaos, quien fuera Equis cuando los tiempos eran mejores. Una sombra solitaria de una alma solitaria que se camuflaba con las piedras de la isla. Habitaba en dos mundos y no lo hacía en ninguno, demasiado lejos de ambos y con sentimientos encontrados. En Maes estaba su vida en Nies sus sueños y el no quería estar en ninguno. Su vida demasiado vacía, sus sueños imposibles. Istne era su refugio. El mar el consuelo y la respuesta que no terminaba de llegar mientras desperdiciaba su vida sumido en las dudas y en la preguntas sobre todo aquello que pudo ser y no fue, en la pregunta de como podía haber hecho algo más para evitar la caída de Ciudad Mees. Preguntas baldías cuando Ciudad Mees estaba destruido, tanto pensar le serviría para aprender pero lo que aprendiera tal vez no le valiera si algún día Ciudad Mees u otra ciudad excepcional volviera nacer. Cada tiempo es diferente, cada lugar también lo es y lo que vale para aquí y ahora es mas que probable que no valiera para otro lugar en el futuro. Aquella vida no estaba exenta de autocompasión y de pérdida revestida de reflexión profunda y aprendizaje. No. Ya no tenía sentido habitar Istne. No tenía sentido seguir construyendo recuerdos para venerar aquella vida plena, recuerdos que nadie se molestaría en pararse a observar y sumergirse en su profunda belleza porque lo por fuera tan solo eran rocas negras. No tenía sentido elevar un templo hacia aquellos cielos plenos de estrellas, hacia un dios que no existe porque dios había muerto. Nada ni nadie le devolvería Ciudad Mees. Sus lágrimas no podían esconder una realidad tan cruel como cierta.
¿A dónde ir? ¿A dónde volar cuando ya no se desea nada? Cuando has llegado a la cima de tu vida tan solo queda el descenso. Pero Kaos era demasiado joven para pensar en agotar su vida sin tener un objetivo, un sueño. Pero lo cierto es que en aquel momento no lo tenía, al menos no tenía uno que creyera posible y sus días pasaban igual que pasa el agua por un valle, sin aparente transcendencia pero erosionándolo lentamente con cada gota de agua. Nadie echa de menos el agua hasta que no falta y tal vez el río se secara antes de lo que era imaginable.
Kaos una alma solitaria perdida en la solitaria isla negra de Istne, alejado de un mundo que no tenía nada que ofrecerle, viendo pasar la vida como un ser inmortal al que el tiempo no importa pero siendo consciente de su propia mortalidad y de su falta de transcendencia. Nada importaba y sin embargo se empeñaba en sobrevivir. Y pensaba siempre que ese empeño debería esconder que la vida en si misma tenía un sentido, pero el no lo encontraba sin Ciudad Mees. Las grandes conquistas suelen transformarse en grandes pérdidas. Solo dos mundos posibles Maes y Nies. En Istne no había nada y las galaxias estaban fuera de su alcance. Tendría que apostar por uno de ellos, pero su duda eterna se prolongaba demasiado.