Pero las estrellas no hablan, tan solo escuchan nuestros
pensamientos. Había cientos de mundos en aquel firmamento pero nadie le
aseguraba que su vida encontrara acomodo en alguno de ellos. Y era mucho
riesgo, lo era para cualquier persona que quisiera cambiar de rumbo su vida, lo
era aun mas para un proscrito que en cualquier control de identificación podría
ser identificado y devuelto al planeta prisión. Su actual vida se parecía a
aquella pero los momentos que pasó con Reng le hicieron entender que aunque en
las formas fuera parecida el fondo era diametralmente diferente. Se debatía
entre el miedo a perder lo que tenía y la ilusión, las ganas por emprender un
nuevo proyecto y en la duda los días pasaban. Solitario en el trabajo, subido
en aquella enorme grúa acristalada, con las ordenes de trabajo recibidas a
través de la pantalla del vid, moviendo contenedores de los barcos al muelle y
del muelle a los barcos, se sentía alejado del mundo y lo que era peor de las
personas. Cuando volvía a casa, solitario también, mal comía y se tumbaba en el
sofá a ver antiguas películas de personas que si tenían vidas. Ya ni paseaba
cerca del mar, los días libres se los pasaba pintando pero él no tenía esa habilidad
y tampoco le resultaba liberador, no se daba en cuenta de que pintaba porque la
echaba en falta. Probablemente lo que echara en falta era el contacto humano,
las relaciones con otras personas pero en vez de abrirse al mundo cada vez se
encerraba mas en si mismo.
En ocasiones no sabemos apreciar lo que tenemos, cambiamos de
vida y nos equivocamos, en otras nos aferramos a lo que tenemos por miedo a que
otro rumbo en nuestras vidas sea aun peor. Así es la vida, los caminos marcados
no existen y la duda es siempre compañera cuando tomamos decisiones. Cambiar es
claramente una decisión pero dejarnos llevar, aunque no lo parezca, también lo
es. Nuestra vida está en nuestras manos pero las personas tendemos a dejarnos
llevar y que sea lo que encontramos en nuestro camino lo que decida por
nosotros e incluso aunque encontremos cosas que podrían ser grandes nos dejamos
llevar por la inercia, pero es una decisión, tal vez mas cómoda, mas simple,
pero una decisión al fin y al cabo, a veces acertada, a veces equivocada, por
desgracia la respuesta solo el tiempo la pronunciará y siempre podremos
preguntarnos que hubiera pasado de decidir hacer otra cosa diferente. Reflexionar
es bueno, tener dudas es humano pero no cabe vivir siempre arrepintiéndose, el
arrepentimiento no nos traerá la felicidad, en todo caso intentar remediar
aquello de lo que nos arrepentimos aunque en muchas ocasiones ya es demasiado
tarde. Hoper estaba a tiempo, tan solo tenía miedo pero un miedo tan grande que
le paralizaba. Pero ocurrió algo, algo pequeño, algo que pudiera haber
resultado insignificante pero que supuso un punto de inflexión, una oportunidad
que podía haber dejado pasar, como dejamos pasar tantas pero, aunque Hoper se
dejara llevar, su corazón anhelaba el cambio.