martes, 17 de enero de 2017

CCPR- Hoper XXIX: Errores

Aquel contenedor tenía algo extraño, el escáner de la grúa daba dos lecturas de código diferentes. La primera de ellas se correspondía con el parte de trabajo que había recibido en su vid, la segunda no aparecía registrada en ninguna de las bases de traslado del sistema. Hoper podría haber dado por buena la primera y situar el contenedor en el lugar que le asignaba el vid pero era un hombre metódico y perfeccionista.
Buscar la perfección es algo que en si mismo es bueno pero hay que permitirse errar, no ser perfecto, hay que permitirse ser humano. Hay personas, y Hoper era una de ellas, que se obsesionaba con la perfección y cada vez que erraba, cada vez que no conseguía ser perfecto, sufría. Era un sufrimiento que llevaba por dentro, que le quemaba, recordaba muchos de los errores que había cometido en su vida, no todos, solo los mas importantes, pero aparecían una y otra vez en su pensamiento. Y a pesar de todo, como humano que era, seguía errando y, en algunas ocasiones, cometía el mismo error que ya había cometido con anterioridad y que se había prometido a si mismo no volver a cometer. Por eso, no pudo dejar pasar aquel doble código y hacer lo que hubiera sido más sencillo, obviar el segundo código y trasladar el contenedor al lugar que especificaba el vid sobre el primero. Cogió el escáner y el vid de bolsillo y descendió en la plataforma de la grúa hasta el suelo del puerto. Nevaba, como casi siempre, y un viento helador proveniente del mar azotaba las olas y traía hasta la piel de Hoper gotitas de agua de un océano a punto de congelarse.
El primero de los códigos, el supuestamente correcto, situaba el origen del contenedor precisamente en Rotterdam, de donde había llegado en un pequeño carguero, y tenía como destino el espacio puerto de la ciudad para que siguiera su camino al planeta Driro que orbitaba alrededor de próxima Centauri, supuestamente cargado de suministros y repuestos especializados para maquinaria de terraformación. De el segundo de los códigos no había información alguna. Hoper  buceo en las bases de datos pero no encontró nada, ni de un envío presente, ni pasado, ni futuro. Aquello era muy extraño, nada justificaba aquel código.

Volvió a la cúpula acristalada de la grúa y siguió moviendo el resto de los contenedores dejando ese en pendientes. Movía los contenedores mecánicamente, sin pensar en lo que hacía porque en su cabeza estaba centrada en el código para el que no encontraba respuesta alguna. Le sacó de sus pensamientos una ráfaga aún mas intensa de viento que zarandeo el contenedor que estaba trasladando y a su vez este movimiento hizo que la propia grúa temblara. Las condiciones eran muy peligrosas, movía toneladas por encima de las cabezas de otras empleados del puerto, no se podía permitir un error, cuando es la vida de alguien lo que está en juego no hay lugar para los errores. Se concentró en la tarea y olvidó el curso de sus pensamientos. Cuando deposito el contenedor que estaba desplazando en su lugar correspondiente, el código le vino de nuevo a la cabeza acompañado de unas inspiración. Los números que marcaban el origen le resultaban tremendamente conocidos. En el planeta prisión el no maneja los códigos, simplemente movía los contenedores al las naves siguiendo ordenes, pero había visto tantas veces esos códigos que se los había aprendido de manera inconsciente. Aquel contenedor tenía su origen en el planeta prisión.