Se acabó, se acabó en
tus ojos.
¿Morir? Ya estoy
muerto,
fallecí el día que
apagué tu sonrisa.
Mi corazón late, tengo
pulso, respiro,
pero la vida perdió el
sentido.
Encontré sin buscar
y perdí por amar,
por dejar de ser quien
era,
por obsesionarme
contigo,
por obsesionarme con un
imposible
que estaba mucho mas
allá
de lo que merecía, de
lo que merezco,
me cegó, me desbordó,
no estaba preparado
y no lo estaré nunca
para algo como esto.
Poco tenía que ofrecer,
tan solo yo y dejé de
serlo,
y ese yo tampoco creo
que fuera suficiente
como para cambiar un
mundo
al que ambos estamos
aferrados.
Demasiados
condicionantes,
demasiados miedos a los
que enfrentarse,
demasiadas incógnitas y
retos
para abandonarlo todo
por un sueño,
que ni tan siquiera
habíamos soñado.
La seguridad de una
vida te encadena
pero el precio de la
libertad puede ser muy alto,
para ti, para mi, para
los que no rodean,
para aquellos que
queremos
y por los que daríamos
todos.
Tenía menos que perder,
lo sigo teniendo, y lo
entiendo,
aunque mi corazón llora
cada día,
aunque cada día te
llevo en mis recuerdos.
Soy lo que soy,
hubiera puesto una
sonrisa constante en tu vida
pero te llevé
demasiadas lágrimas
para que pudieras
comprenderlo.
Solo eso tenía que
ofrecer,
solo eso y no supe hacerlo.
Y mi sonrisa se apaga,
languidece cada día que
te siento lejos,
y soy tan solo una
sombra,
esa sombra gris que
oscurece
todo lo que le rodea.
Viviré, seguiré
viviendo,
pero creo que nunca
volveré a ser el mismo,
siendo lo que somos
todos cambiamos.
Siempre temía que me
llegara la muerte,
ahora he perdido en
gran parte ese miedo,
ahora temo a una vida
vacía,
una vida sin sueños.
Vivir por vivir tal vez
sea mi destino
para el mundo siempre
tendré una mirada amable
para ti guardaré mi sonrisa eterna.