Sus ojos miraron desde
su experiencia, desde lo que sabían, desde lo que estaban preparados para
entender. Su experiencia no fue suficiente, no lo fue que sabían,
no estaban preparados para entender los profundos problemas que acompañaban esa
realidad que observaba. Como tantas otras veces se creyeron muy listos pero se equivocaron.
Ahora esos ojos lloran,
no por su estupidez si no porque tal vez fuera demasiado tarde para ofrecer una
mirada amiga.