lunes, 30 de noviembre de 2015

En aquel pequeño atracadero, con los pies colgando sobre unas aguas esmeralda, mi piedra y mi color, en el ocaso de un día, otro día más que deseaba que pasara para huir de aquel paraíso de luz y calor que hasta aquel año llamaba mi segunda casa. Había dejado de serlo, ya no lo sería nunca porque mi hogar estaba donde tu estuvieras y lejos de ti ya todo era gris, triste y silencioso, como lo es ahora, como lo empezó a ser cuando me llego el desahucio.
Volví al año siguiente, volví porque tenía que volver, volví porque es complicado romper con el pasado. Volví después de una gran tormenta, tal vez la última tormenta. Fui mas tarde de lo planeado, lo retrasé todo lo que pude esperando que llegara una calma que nunca llegó, que aún no ha llegado, una calma que aun sigo esperando. No pisé el atracadero, apenas toqué ese mar de azules verdosos, apenas puse mis pies en la playas de un paraíso que había dejado de serlo. Muchos años después sentí el frio en aquella isla y hasta el tiempo parecía que acompañaba mis sentimientos. Lluvia, mas lluvia y apenas veinte grados, algo insólito en los veranos del Mediterraneo. Tal vez Mari hubiera decidido visitar la Tramuntana, tal vez me hubiera seguido con su carro de fuego para tomarse un descanso. Mari, la “diosa” de los vascos, la dama de Amboto, la señora de las tormentas… Sin duda me acompaño en ese viaje.
Y la busqué en aquella sierra que recoge su nombre de los vientos del norte, quería hablar con ella para contarle mis secretos, mis penas, mis sueños. Entre lluvia y niebla no pude encontrarla pero descubrí un paraje bello, un refugio de roca sobré el mar, una atalaya desde la que contemplar el mar, un lugar solitario por el cual probablemente jamás volverá a pasar nadie porque no hay caminos que lleven hasta él. Y allí me dormí a pesar del frio, allí me dormí a pesar de estar calado hasta los huesos. Allí me dormí y desperté sin sueños, desperté sin nada, me desperté sin ser nada. Tan solo una sombra que vaga persiguiendo tormentas porque el sol solo lo encontraré contigo.