Encontró una caja adornada con un precioso e inmenso lazo
rojo y una tarjeta con su nombre. Desanudo cuidadosamente el lazo para no
romperlo y la abrió con una ilusión desmedida. La caja estaba vacía. No pudo
evitar mirar y rebuscar con la mano una y otra vez pero la caja no contenía
nada. La desarmó y tampoco encontró nada. Finalmente lo recogió todo y lo llevó
a un contenedor de reciclaje. Jamás llegaría a leer el mensaje escrito en el
lazo.