lunes, 16 de noviembre de 2015

Regalo

Y nació. Nació como nacemos todos, indefensos y con necesidad de ser cuidados, protegidos, queridos. Poco se de su nacimiento, tan solo una fecha grabada a fuego en el recuerdo, porque a fuego se marcan las cosas mas bellas. Como se mira al fuego la miraba a ella, embobado, sin pensar en nada, con su luz y su calidez protegiéndome del frío de una noche oscura, trayéndome el relajo, la paz y el sueño.
Y creció. Como crecemos todos, sin saber muy bien a donde vamos y con necesidad de ser cuidados, protegidos, queridos. Poco se de como creció, tan solo unas pocas historias de dolor que se conservan pintadas en el recuerdo, porque en los cuadros se pinta la belleza. Y así la miraba yo, con la mirada perdida en un cuadro en un museo silencioso, perdiéndome en los sentimientos que trasmiten las cosas bellas cuando son inertes.
Y se desarrolló. Como nos desarrollamos todos, haciendo apuestas para solo poder ganar algunas, acertando, equivocándose, siempre aprendiendo y con la necesidad de ser cuidados, protegidos, amados. Poco se de como se desarrolló, tan solo cientos de historias, algunas felices, otras tristes y otras simplemente historias que se conservan escritas en el recuerdo, porque en los libros se escribe la belleza. Y así la miraba yo, leyendo y sintiendo cada para palabra de una historia de una vida de la que quería saber cada detalle.
Y compartió momentos conmigo. Como compartimos todos, con momentos alegres, con momentos tristes, con ilusiones, con miedos y con la necesidad de ser cuidados, protegidos, queridos. Y de los momentos que compartimos lo se casi todo, porque se grabaron con el fuego de las cosas bellas, porque se pintaron como se pinta la belleza, porque se escribieron como se escribe lo más bello. Y así la miraba yo, amando cada letra, cada imagen, embobado con su luz y al calor de su fuego y era feliz, feliz como un niño con el mejor de los regalos, feliz como un hombre que había encontrado el sentido de la vida.
Y desapareció. Como desaparecemos todos, dejando tan solo recuerdos, dolor  y tristeza. De los recuerdos algunos se están perdiendo, el dolor mengua y la tristeza es casi ya melancolía. Y de la rosa tan solo quedará el nombre. Y así la miraré, conservando todo lo que pueda de ella, echándola de menos siempre, llorando por haberla perdido.