miércoles, 11 de noviembre de 2015

Pues oye, que la vida llega a un punto que es aburrida todo lo que tiene. Es como la peli aquella del día de la marmota, la verdad es que lo clavan, te levantas y cada día es igual. Yo charco no tengo pero tengo una de esas putas baldosas que escupen cuando llueve y te ponen perdido. Tal vez debería avisar al ayunta pero últimamente ni peticiones ni sugerencias pongo y eso que cuando pones hasta suelen hacerte caso. Y mira, sería lo mas emocionante que haría en todo el día porque jugarse la vida cruzando los semáforos en rojo como que ya no me llena y tengo el riesgo controlado.
Que falta de emoción de verdad. Ahora entiendo esa gente que hace puenting y deportes de riesgo… pero que para mi no son vaya… que a mi asomarme desde una ventana alta ya me da vértigo. Me acuerdo un día que me asomé en el mirador de Fuente De, si no habéis estado os aconsejo la visita. Está en picos de Europa y subes en teleférico un montón de metros, no me acuerdo bien pero creo que son unos 500 m en vertical, vamos que si se rompe el cable te pegas una ostia que se acabo la falta de emociones para siempre. Aunque ahí sería rápido, peor sería que se quedara parado a mitad, los calzoncillos y los pantalones acabarían directamente en la basura y la poca dignidad que me queda muy perjudicada. Pero bueno, que subes y hay un mirador espectacular. El mirador tiene una valla bastante alta que da seguridad a los que como yo padecemos de vértigo y un incontrolable miedo a caerse y darse la ostia final. Y allí que salí yo todo ufano y comentaba con la gente que estaba las belleza inconmensurable de aquel paisaje verde y tan montañoso. Pero joder mire para abajo y estaba en un puto suelo de rejilla, la ostia… que había una caída bajo mis pies de 500 metros! Para que quieres las prisas, hice prensa en la valla y me agarré a ella como si no hubiera un mañana. Yo creo que hasta aboyé el metal de lo que apreté y eso que se me resbalaban las manos por el sudor. Pero supe reaccionar como un machote y con el paso firme del que está cagado de miedo salí de aquella trampa mortal sin llorar y con los calzoncillos limpios. En resumen que los deportes de riesgo no son para mi, que quiero emoción si, pero el miedo como emoción como que no me llena.
Pues nada, que no se dónde están las emociones. Cuando llegas a cierta edad casi no sales de noche y cuando un día sales te lo pasas que te cagas, mejor dicho te lo pasas muy bien, la diarrea y la resaca en todo caso viene al día siguiente. Y dices aquí está! Esta es mi emoción! Pero sales tres o cuatro días y al cuarto dices pero que coño hago yo aquí rodeado de borrachos de los que podría ser el padre. Claro que de las borrachas, bueno borrachas menos, pero si de las mujeres que andan por ahí, piensas que que buenas están y se despierta tu alma de cazador. Pero claro si cuando tenías tu veinte años no ligabas que coño vas a ligar ahora con veinteañeras que te ven llegar y ves como una le dice a otra… ostias el viejo menuda cogorza lleva. Y no te queda mas remedio que recular mal bailando la canción de moda que tu acabas de escuchar por primera vez. Y si por lo que sea ponen un clásico es peor porque lo cantas a grito pelado y quedas en evidencia delante de toda la chavalería.

Bueno que sigo en otro momento, o probablemente no porque he descubierto el gran secreto de la humanidad, un secreto por el que ha muerto mucha gente. Y no es broma que las guerras normalmente son por pasta pero otras veces es porque el generalillo de turno se aburría. Es lo que tiene dar una pistola y poder a un descerebrado. No lo niego, no soporto los militares… su oficio consiste en matar personas. Que si, que si campañas de paz, que si rescates… pero su oficio es matar personas, si no fuera con ese fin no tendrían armas, lo otro lo podrían hacer otro tipo de profesionales y es solo para justificarse mientras no tienen excusa para matar. Pues eso que he descubierto el gran secreto que guarda la vida para ser emocionante pero no tengo intención de contároslo porque ¿sabéis? Si lo encontráis seréis muy felices, pero si llegáis a perderlo como es mi caso la vida será más triste y aburrida todavía. Así que a seguir caminando y esquivar todos los días la puta baldosa escupiente, tal vez un día a la vuelta de la esquina encontréis esa emoción que no acabe nunca o os subáis a un teleférico que tenga el mal gusto de caerse con vosotros y vosotras dentro. La vida siempre es una incógnita.