martes, 2 de mayo de 2017

Frente a la espejo, el mismo rostro,
la misma piel pero una mirada diferente.
Nadie lo nota, tan solo quien me mira
con la profundidad que se mira al mar
intentado saber hasta dónde llega.
Nada ha cambiado, las mismas palabras,
los mismos gestos, la misma sonrisa,
nada ha cambiado pero ha cambiado todo.
No soy el mismo y el mundo que veo tampoco,
pero soy el mismo para el mundo
y para el mundo no he cambiado.
Pero yo lo se y las arrugas de mi piel lo dicen,
lo cuenta la plata que se deposita
lentamente sobre un bosque de castaño,
lo grita el tacto de mis manos
que ha perdido calidez, humanidad,
lo expresa mi cuerpo, mas fuerte, mas alicaído.
Y me llevé, el hielo, de todo me lleve el hielo,
y es lo que hay por debajo de mi piel ahora,
hielo, frágil, frio, bello pero peligroso,
el hielo es la antesala de la muerte
para aquellos que osan amarlo.
Lo fue para mi, lo será para quien me ame.
Y muerto estoy en vida, y en vida lloro mi muerte,
y vivo sin pensar en nada mas allá
de que vendrá otro día, con otro sol diferente,
pero otro día igual, el mismo día,
el mismo día de aquel medio día de verano
en el que perdí al esperanza,
en el que supe que mis sueños eran imposibles,
aquel día en el que cambié para siempre,
aunque por fuera siguiera siendo el mismo.