martes, 23 de mayo de 2017

Lobas y lobos solitarios,
aullando su dolor a la luna llena,
moviéndose en la oscuridad,
entre las sombras,
escondidos, sigilosos
en un bosque de árboles mudos.
Buscando saciar su sed,
devorando corazones
para alimentar el suyo,
desgarrándolos a dentelladas
como si con eso pudieran
curar sus propias heridas.
Una presa y otra mas
para seguir hambrientos
sin encontrar el alimento
para llenar ese vacío que sienten.
La noche es su vida,
el día su sueño,
pero nunca descansan relajados,
dejaron de hacerlo
el día que perdieron la inocencia.
Y atacan con fiereza,
muerden, desgarran,
sin importarles destruir vidas
simplemente para dejarlas tiradas
entre unas zarzas de pinchos afilados
que se clavarán en su cuerpo para siempre.
En un momento de lucidez
se arrepienten al ver el mal que hacen,
al ver el dolor que infringen
para nada, sin que signifique nada,
pero a la noche siguiente
vuelven a salir de caza.
Lobos y lobas hambrientos,
corazones vacíos y rotos,
sus ojos lloran, se odian a si mismos,
mientras su dientes afilados
siguen mordiendo, desgarrando.